-A qué está rica la papa qué hice?- ella me mira con los ojos llenos de brillo y lo tomo como un sí. Quiero que aprenda a hablar, necesito escuchar su voz.
Minutos después terminamos hechas un desastre. Ellie tiene comida hasta en el pelo y yo tengo el pullover blanco lleno de potito. Cada que le tengo que dar de comer pasa esto. Recojo el plato y las cucharas del suelo para ponerlos en el fregadero.
Siento que suena el timbre y saco a Ellie de su silla para ir a abrir la puerta. Cuando halo el pomo de la puerta me encuentro con un sonriente Zack.
-¿Qué haces aquí?- interrogo sorprendida.
-Nada solo quería pasar a ver cómo estabas y eso, ya sabes.- explica algo nervioso, se ve tan tierno.
-¿Y te piensas quedar ahí parado mirándome con sorpresa o qué?
-Bueno no pensaba quedarme aquí parado, aunque tampoco esperaba verlas así.
-¿Así cómo?- pregunto con una ceja enarcada.
-Hechas un desastre. ¿Cómo es que le das la comida a la pequeña?
-Zack, es divertido terminar así.
-No lo creo Sascha.
-Bueno da igual, cuando tengas hijos entenderás, vas a pasar o cierro la puerta?
-Paso, paso.
Siento sus pasos detrás de mí.
-¿Y Helen?
-Tuvo que salir a hacer unas gestiones ya sabes, cosas de adultos.
-Ya veo- murmura.
-Te propongo algo- hablo.
-¿Qué es?
-Ayúdame a limpiar todo este desastre y te debo lo que quieras. Si mamá llega y ve esto me saca por una ventana.
-Interesante propuesta chica grosera. Acepto.
-Espera un momento.
Subo a la habitación de ricitos y busco el cargador de bebés negro que compró mamá hace un mes aproximadamente, me lo coloco y pongo a Ellie en la posición llamada ranita. Esta consiste en que las caderas caigan o se extiendan, es decir, muslos separados y rodillas dobladas. Esto me facilita el trabajo y así no la dejo sola.
Bajo y veo a Zack con todo lo de la limpieza en mano, no sé como lo encontró, pero por mí perfecto.
-Entonces, ¿manos a la obra?- pregunto. Zack asiente.
Empezamos por limpiar el suelo, barriendo para eliminar la suciedad. Una vez el suelo estubo perfecto, puedimos eliminar el polvo que había en las superficies.
Después de que eliminamos todo lo que había en el piso fuimos a por un cubo de agua, antes de disolver el agua con el producto que utiliza mamá para que el suelo quede brillante, Zack nos aventó un jarro lleno de agua a ricitos y a mí. Ricitos al principio se asustó y hizo como que quería llorar pero Zack la sacó del cargador y la abrazó calmándola.
Nos tiramos en el piso lleno de agua y empezamos a jugar, a dar golpes en el piso y salpicarnos.
~•~•~•~•~•
Una hora después terminamos exhautos. Lo que se suponía que iba a ser una limpieza rápida, se convirtió en una guerra de agua.
Ricitos está dormida en su habitación y yo estoy en la cocina preparando algo para comer supongo que el de los ojos azules y yo tenemos mucha hambre.
-Oye Sasch, ¿qué piensas del karma?- interroga curioso.
-Pues el karma es una puta que se folla a todos. Si traicionas, te traicionan, si juzgas, te juzgan, si humillas, te humillan. Créeme que el karma juega pesado y pico. ¿Por qué preguntas?, acaso estás pagando un karma o algo así?
-Que yo sepa no estoy pagando nada, creo que ya pagué lo que debía. Solo tenía curiosidad.
-Vale -me limito a responder.
-No te quedes callada, no me gustan mucho los silencios.
-Que raro. Bueno y si me cuentas cosas sobre ti?
-¿En serio chica grosera?
-Pues sí. Vamos empieza, que te escucho mientras termino de sacar el pollo del sartén.
-Vale. Me llamo Zack Evans, tengo veinticuatro años, dejé mi carrera cuando tenía veinte y me puse a trabajar en el restaurant de mi tío, llevo las cuentas allí. Soy soltero y muy guapo. Me gusta mirar las estrellas escuchando música, me gusta molestarte, me gusta el color azul aunque dicen que es el color de los psicópatas, me gusta la pizza, la coca-cola y ahora me gustas tú.
-Eres algo así cómo el chico perfecto?, por cierto tengo un poco de miedo con lo del color azul, no me vas a matar verdad?
-No soy el chico perfecto Sasch, de hecho tengo muchos defectos. Y no pienso matarte, no soy un psicópata, bobita.
-No me digas "bobita" suena cursi.
-Si, si lo que digas, ahora te toca hacer un pequeño resumen como el mío.
-Ok, aquí vamos. Me llamo Sascha Elizabeth Becker, tengo veinte años, estoy en mi último año de la carrera, debería de estar en mi tercer año, pero sabes que redujeron los años de la carrera psicología y pues nada eso. Soy un poco tonta para mi edad, me gusta la música, el mar, los hermosos ojos de Ellie, verla dormir y pasar tiempo con ella. Me gusta el color negro, la pizza y el helado de chocolate.
-Eres bastante cool a mi parecer.
-Ya lo creo.
Comenzamos a comer en silencio y de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban. Eran miradas electrizantes cargadas de deseo, miradas que decían todo y la vez no decían nada. Quiero volver a probar sus labios, sentir su respiración, su corazón latir.
Me paro de la silla sin arrastrarla y camino hacia él a paso lento bajo su atenta mirada. Me abro paso entre la mesa y él y me siento a horcajadas encima de Zack. No separa sus ojos de los míos y siento cada vez el ambiente más tenso.
Me agarra de la cintura y me besa. Me besa como nunca me han besado, me aprieta fuerte de la cintura y su lengua juega con la mía. Muerde suavemente mi labio inferior y eso hace que me excite más de lo que ya estaba. Quita una de sus manos de mi cintura y toca mi cara delicadamente, como si me fuese alguna reliquia valiosa que no quiere romper o dañar. La velocidad del beso va disminuyendo, paso mis manos por su cabello y nos separamos.
- Creo que tengo que venir más seguido, para limpiar.- dice entre risitas.- Por cierto ¿recuerdas que me hiciste una propuesta.?
-Mierda!- exclamo- Sí, lo recuerdo. ¿Qué me vas a pedir?
-Otra cita.