Yo no quería otra mate... mi luna no podía ser ella, mi lobo la rechazaba y mientras lo siguiera haciendo, yo no podía hacer nada.
¿Por qué dije que faltaba un día para el ascenso a alfa de mi hermano? Mi padre estaba cegado por el poder y necesitábamos que Velkan tomara su posición. A mí me iban a enviar a otro lado, porque una manada en Grecia, estaba vagando sin rumbo con un Alfa abusivo y yo me haría cargo de la manada.
Sería el nuevo alfa y aunque no estaba de acuerdo en dejar mi manada por ir a otra, podía adueñarme de esa y no veía problema.
-¿Entonces, esta vez sí entendiste bien? -la voz de Taker, le explicaba a Sara lo que debía hacer-. No saques cuentas de acuerdo a las fechas de tu dimensión porque no te darán igual, nada es similar al lugar de donde vienes. Pensándolo mejor, es como si nosotros viviéramos solo a seis horas de diferencia, pero lo que cambia es que nosotros aquí existimos y en tu dimensión no.
La mate de Velkan venía de otro lado, era algo bastante fuera de lo común porque no nos quería, pero al ir pasando el tiempo, le fuimos agarrando cariño y se terminó ganando el lugar de Luna de la manada.
Yo me encontraba a una distancia en donde pudiera darle espacio a ella. No quería que se sintiera más presionada de lo que ya estaba.
Aún nos tenía un poco de miedo.
Ahí se encontraba nuestro padre, muy serio viendo a Velkan, el color de sus ojos cambiaban rápidamente y no sé podía definir un color en específico. Algo que teníamos en nuestra manada, que nos distinguía del resto, eran nuestros ojos. Somos lobos originales, pura sangre y aunque mi hija fue rechazada por no venir de una loba pura, también nació con heterocromía. El miedo se apoderó del cuerpo de Sara al ver la sonrisa macabra de mi padre. Taker da dos pasos hacia adelante y Aarón aparece de la nada a su lado, ella se gira a verlo y está completamente transformado en un demonio, Mara está a su lado, sus orejas puntiagudas y un color verde claro en su piel, la hacen sorprender, Katrina es... ya ustedes saben como es ella. Todos estaban esperando el ataque de mi padre y por mi parte, solo podía intervenir si Sara se encontraba en peligro.
Aún no era momento para eso.
Velkan me había pedido proteger a su mate.
Una campana sonó a lo lejos, haciéndome erizar su piel, los humanos que quedaban se transformaron en lobos y todos hicimos una reverencia en dirección a Velkan.
Había llegado la hora.
-¡No, no lo alaben que su alfa soy yo! -gritaba, Daniels.
Los vampiros, mis amigos, Taker... todos, hacían reverencia ante Velkan, ella miró al cielo y la última luna llena del año brilló fuertemente.
Iluminaba el bosque y no había ni una nube que se interpusiera en ella.
-¡No permitan que él ascienda porque destruirá a la manada a su antojo! -se volteaba en busca de algún tipo de ayuda.
-Son las doce... -dijo mi madre con orgullo-. Mi hijo pudo controlar su lobo interior y la diosa Luna le permitió llegar a alfa legendario. Después de cuatrocientos años volvemos a tener un lobo de sangre pura.
Yo era el hermano mayor, pero debido al nacimiento de mi hija, nunca pude tomar el lugar como alfa.
También era un lobo de sangre pura.
La madre de mi pequeña era un hada y eso no estaba bien visto... no ante los ojos de Daniels, el hombre que consideré mi padre por muchos años.
-¡Por favor, que alguien lo ayude o haga algo para que no sienta más dolor! -intentó acercarse, pero Aarón la detiene, su mano quema su piel haciéndole hacer una mueca de dolor.
Ella abrió los ojos con sorpresa y asintió rápidamente, vuelve a ver a Velkan y quedó impactada al ver su pecho levantarse y nuevamente crujir, empezó a llorar y sentir desespero por no poder hacer nada.
-No llores, bonita. Yo estoy bien y si tú lloras me harás sentir inútil por no poder hacer nada para ayudarte -se podía sentir el dolor en la voz de mi hermano.
-Lo prometo. No lloraré más -limpió sus lágrimas, y le sonrió cuando sus ojos se encontraron con los de ella.
Eché de menos a mi mujer...
Eché de menos a Amelia...
-Así eres más hermosa, mi luna -su voz temblorosa, me apretaba el pecho.
Como lobo o como hermano, no podía hacer más nada que solo esperar en silencio.
Aunque yo estaba dándole mis respetos al nuevo alfa, no podía dejar de proteger a Sara. Su cabeza giraba de un lado al otro esperando que todo acabara. Nuestro padre estaba de espaldas peleando con mi madre, ella aprovechó de acercarse de manera sigilosa a mi hermano.
"No te muevas, Ares"
Esa era la voz de mi hermano... Tampoco pensaba hacerlo.
Verlos de esa manera me recordaron a Amelia.
-Hola, tonto -me dice cuando llegó a mí, estaba acostado en medio del campus de la universidad-. ¿Qué tan mal te fue en el examen de mercado de capitales?
Podía escuchar el latido acelerado de su corazón. La conocí en mi segundo año de universidad y la reclamé como mía. Desde ese entonces estamos juntos y esperamos tener una vida feliz, obviando el hecho de que yo seré un alfa pronto.
-Eres la mujer más hermosa que mis ojos pudieron conocer -respondo su saludo, me siento en la grama mientras la veo-. Soy un genio, sabes mejor que nadie lo increíble que soy en todo esto.
Al ser el próximo alfa, tenía muchas presiones y no debía fallar nunca.
-Lo sé y por eso te amo -besó mis labios.
El crujido de los huesos de Velkan, me regresan a la realidad, su piel gris, su cabello estaba creciendo y la forma de su rostro estaba cambiando, colmillos salieron de su boca y su nariz estaba cada vez más alargada.
Su rostro estaba perdiendo su forma humana.
Era peligroso para ella.
-¡Sara! -fui rápidamente hacia ella, tomándola de la cintura y levantándola del suelo-. No es seguro para ti estar ahí.
El aullido de un lobo se escuchó muy cerca, un relámpago cayó en Velkan y sentí como el cuerpo de Sara se tensó.
-¡Velkan! -gritó entre lágrimas.
Mi padre se transformó en lobo y varias brujas vestidas de negro aparecieron para estar a su lado. El cuerpo de Velkan había desaparecido y el resto de la manada nos pusimos en alerta por la aparición de las brujas.
Intento apartarla del lugar, pero las brujas nos rodean y alejan del resto de la manada. Los aullidos y los gritos en otros lados del bosque se escuchaban.
-¿A dónde van? Esta forastera no se va de aquí a menos que esté muerta -mi padre la mira con asco y a mí, con decepción.
-Debemos sacarte de aquí como sea -murmuro, tomándola del brazo, la empiezo a jalar mientras los demás pelean contra las brujas.
Antes de que alguien pudiera decir algo más, mi padre nos golpeó con una de sus patas, Sara y yo fuimos lanzados por el aire, logrando que la espalda de la pelirroja fuera golpeada por un árbol, el dolor fue intenso, desgarrador y tan doloroso que su rostro no supo controlar tantas emociones juntas.
-Sara, ¿estás bien? -le pregunto, haciéndola sobresaltarse cuando llego a ella nuevamente, intentó levantarse, pero el dolor era demasiado intenso-. Mierda, Sara... tú no...
Me sonríe.
-No digas nada. Pásame tu mano y ayúdame a levantarme -me pide con dificultad-. Solo es un pequeño golpe en la espalda.
-Velkan me va a matar cuando vea que te golpearon así, Sara -la ayudo a ponerse de pie.
-¡Morirás, forastera! -el gruñido de Daniels fue fuerte, áspero y tenebroso.
Me puse frente a ella para protegerla y el aullido de Velkan me hizo sonreír.
Estaba listo.
Todos en la manada le respondimos el aullido, haciendo que las brujas empezaran a diestra y siniestra, a matar a todos a su paso.
Tomé del brazo a Sara por seguridad y en alerta por lo que había dicho mi padre.
-Corre, vete lejos... -murmuré, ella era mi amiga.
La única persona que no miró mal a mi hija y la quiso sinceramente.
Yo me enfrentaría a mi padre.
-Gracias... -me dice.
Empieza a correr y mi transformación da inicio.
-Deberías ver a cuál debes proteger -la voz de mi padre invade mi mente-. Date la vuelta y entenderás todo, hijo mío.
Al girarme, veo como una de las brujas tenía a Valentina, iba a dejarlo pasar, pero no podía, no puedo dejarla ahí porque ella no tiene la culpa.
Mi bebé no tiene la culpa de nada.
-Vamos, mocosa, tú no debiste seguir a los adultos, debiste quedarte en tu casa como un perro obediente -la tomaban por el cabello.
Cuando intento acercarme, soy detenido por una de las brujas. No podía entender todo como quisiera, ya que estaba paralizado. Solo veía los movimientos de las personas en cámara lenta.
-¡Sara! -el grito de todos, hicieron que ella empezara a llorar.
No otra vez... por favor.
La rama fue sacada de su pecho y cayó al suelo haciendo un estruendo, un gran lobo blanco acabó con la bruja que había lastimado a Sara y sonrío al ver que se encargó de ella, pero la mente se me llena de todo lo que viví con Amelia.
-Perdóname quería llegar antes, pero me fue imposible, amor -mi voz era ronca y mi pecho sentía dolor, el rostro de Amelia era sereno-. ¿Dime qué estarás bien?
-Mi bonito, todo está bien -la tomo entre mis brazos mientras veo su herida-. No es tu culpa. No podía dejar que le hiciera daño a nuestra hija. Porque puede que su madre sea un hada, pero Valentina es una descendiente de un pura sangre. Sus ojos no mienten. Jamás te fui infiel, Ares.
Sus ojitos se llenan de lágrimas y mi lobo moría por dentro. Estaba cayendo en un sueño profundo.
-Mi amor, después de buscarte tantos años... yo jamás puse en duda tu fidelidad hacia mí, bonita -me callo por unos minutos-. ¡Maldición, no me dejes!
Amelia parecía tan desconcertada y respirar se le estaba dificultando.
-No, tú no... -el lamento de Mara la hizo llorar.
Ellas eran mejores amigas y compartían el mismo secreto al ser hadas.
-¿Nuestra hija está bien? -tosió, preguntando por la bebé.
-Sí, mi amor, todos estamos bien -beso su frente y la acurruco más en mis brazos-. Si este era nuestro final, juro por la Diosa Luna que te hubiese dejado libre. Tú merecías un amor más sano y lejos de todo esto -la abrazo mientras sollozo.
La luna se hizo más brillante y con ella vino la lluvia, un lobo con una hermosa mujer encima de él, se apareció frente a mí.
-Ares, creo que ya es hora... -su respiración era cada vez más lenta.
-No... si la Diosa no viene... -le respondo, miro hacia el frente-. Amelia... no me hagas esto. Mi amor, tenemos una hija.
-Es la primera Luna de su manada -sonrió con dificultad-. Me dijo que vino por mí.
-¡No, Sara! -el grito de Velkan, me hizo volver a la realidad-. Mi vida, tú no me puedes dejar, por favor.
-Me duele respirar -su cuerpo titiritaba del frío-. Perdóname por no haber sido una chica normal y no haberte aceptado todo este tiempo, pero nunca olvides lo mucho que te amo.
-Sara, no te despidas -lo escuchaba llorar, lo sabía, porque yo también lo estaba al recordar a Amelia-. Mi amor, tú eres mía, yo te reclamé. ¡Joder, Sara, tú eres mi mate!
Padre, nos quitaste nuestras Lunas porque simplemente te dio la gana...
Yo nunca pude despedirme de Amelia. No pude pedirle perdón ni decirle cuánto la amaba. Mi respiración se detuvo porque mi padre también había matado a mi amada Amelia.
Nuestras Lunas murieron por amarnos.
-¡NO! -el grito desgarrador de Velkan, se escuchó-. ¡Sara, no me dejes, por favor!
Y sí, Yara cumplió el último deseo de Sara y Amelia. Solo ella protegerá el nuevo legado de Ares y Velkan, dándole inicio a una nueva era.
-No pude lograr quedarme tampoco. ¿Podrías permitir que uno de los hermanos sea feliz? Quiero que mi hija tenga una buena madre y mi esposo una esposa que ame -le pide Amelia a Yara.
-Lo prometo -les respondió Yara.
-No quiero que sufra y quiero que me recuerde sin dolor -ambas se miran a los ojos.
-Lo prometo, cariño -le da la mano-. Serás un ángel para Valentina y todo aquel que te amó sinceramente. Fuiste una buena madre y esposa, Amelia.
-Por favor, que esta vez su mate y él logren ser felices -una lágrima caía de su rostro, tomó la mano de Yara y juntas desaparecieron entre el bosque y la oscuridad.
Ares tendrá su nuevo amanecer si lo acepta.
Así es la vida y hoy le tocó aprender la última lección.
El para siempre también puede ser corto si así lo decide el destino.