También perdí a mi mejor amiga y ambas muertes me persiguen a donde sea que vaya. El recuerdo de Amelia me come el pensamiento por las noches y mi cerebro no coordina cuando de ella se trata. Amelia merecía el universo si era necesario. No debió morir y yo debí hacer algo por ella. Podía intentar protegerla de mi padre, pero era un hombre sin poder y muy marginado. Poco a poco fui perdiendo liderazgo y después de unos años, perdí completamente el respeto de la manada.
No había manera de hacerla sentir segura o que estuviese a salvo. En mis narices, un día tranquilo en familia, la perdí. Su recuerdo, su cuerpo frío, la manera en que dejó de verme, es mi infierno en la tierra.
El recuerdo de Amelia me hunde y simplemente no puedo salir de eso.
"¡Deja los lamentos y reclama a mi mate!"
Me exigía Surt.
Pero es que mi mente estaba entre sí y no. Quería serle fiel hasta ese fantasma, pero siento que no podré hacerlo más... ya no.
"¡No me dejes sin ella!"
Sentía la rabia y frustración de Surt y de lo mucho que quería salir.
¡No puedo, Surt! Hermano, no puedo hacerle eso a Amelia...
Si acepto a la castaña, entonces estaría admitiendo que ella si murió y no va a regresar jamás.
Entiéndeme un poco, Surt.
Valentina se acerca a donde estaba yo, y con una sonrisa burlona me habla.
-No voy a compartirla, papi -olfatea el aire-. Yo la vi primero y me quiere a mí, no a ti.
-Valentina, no hagas cosas que me obliguen a castigarte -le advierto, agachándome para mirarla frente a frente-. Déjame ir hacia ella y veremos si te acepta a ti. Debes saber que el del dinero soy yo, cariño.
Alzo la vista para ver a la castaña, pero ya no estaba ahí.
-Se fue a su clase de ballet. Me dijo que tenía un padre tenebroso -niega con la cabeza con decepción-. Deberías ser como yo, papi -la miro serio-. Ay, papi, se un poco más adorable y sensible. A nadie le gustan los hombres feos con mala cara. Mira que mis profesores te tienen miedo y las mamás de mis amigas también.
-Bien, solo seré bueno con la chica -respondo-. Pero te dejaré claro que no estoy feliz por como tratas a tu padre. Soy muy amigable contigo y te amo, pero te pasas de grosera con tu alfa.
-Papi, ahora deja de ser tan tonto y ve por ella. No la puedo marcar, pero sí la quiero como la novia para ti -se acerca a mi odio para murmurar-. Ella está en el salón 4B.
Me dio un beso en la mejilla y con una hermosa sonrisa, lo comprendí rápidamente. Ella estaba aceptando a mi mate y solo actuaba así porque temía que la fuera a alejar de ella. El olor de la castaña estaba impregnado en Valentina. Sutil, pero muy notable para nosotros.
La hija del alfa había elegido a una nueva pareja para su padre y solo quedaba que yo también lo hiciera.
-Mara, quédate con ella, por favor -le doy un beso en la frente a mi hija-. No quiero que vuelva a desaparecer así.
Me levanto y espero su respuesta.
-Bien -toma la manito de Valen-. Solo no vayas a alejarla. Es algo bueno lo que sucede con la niña y ella. No seas un ogro, por favor.
El olor a flores me embriagaba y me invitaban a ir donde estaba la castaña. Sentía una necesidad muy grande por clavar mis colmillos en ella y dejarla marcada para siempre.
-No quiero aceptarla, Mara -admito, ella me ve con nostalgia-. Siento que olvidaré a Amelia si acepto a esta chica...
-Jamás podrás olvidar a Amelia porque Valentina es la versión pequeña de ella -suspira-. Ve con la chica y trata de alejar los pensamientos que te dicen que le harás algo malo a su memoria.
Estoy completamente confundido porque Surt no había reaccionado en años y pensaba que jamás volvería a despertar por una mujer.
No esperaba que mis sentimientos terminarían cambiando en cuestión de segundos al ver a mi Luna.
***
Después de recuperar el control y prácticamente obligar a Surt, a que se quedara tranquilo y me dejara tratar de hablar con la castaña, pude ir a buscarla. El salón era uno de los más solicitados por los mejores bailarines, solo tenían acceso los que lograban pasar las pruebas internas que les hacía Katrina.
Resulta que la mujer que me ama, terminó reclutando a la que será la mate de mi manada.
«Supongo que en cualquier momento me tocará hablar con Katrina sobre lo que está sucediendo ahora.», pensé, llegando al salón 4B.
El número 4B de la pared de madera del salón, me da la bienvenida. Abro la puerta y veo como varias bailarinas están rodeando a la castaña. No podía oler molestia o algo que amerite mi intervención, así que desde lejos, los observo.
Parecía una conversación importante.
Honestamente, no me importa, ella es mía.
Decidí entrar al salón, haciendo que los bailarines se dieran cuenta de mi presencia y se giraran a verme.
-¿CEO, que hace aquí? -pregunta, un chico.
No quiero hablar contigo.
Paso la mirada por cada uno de los bailarines. Ellos son los mejores y las estrellas que dejan más dinero en la academia.
-Vine a hablar con la señorita de allá -señalo a la castaña.
Ella alza una ceja, clavando sus ojos verdes en mí.
Joder... estoy perdido.
-¿Hice algo malo? -pregunta con preocupación-. Es mi turno de usar el salón. No estoy interrumpiendo a mis compañeros, solo nos estamos saludando.
Asiento, pero no me importa.
-No, no vengo porque hiciera algo malo -suspira de alivio-. Vine porque usted estuvo con mi hija cuando la perdí de vista unos minutos.
-Oh, lo siento, no lo sabía. No hemos hablado de nada fuerte, ella estaba asustada y vino conmigo. Estuvimos hablando porque ella quiere aprender ballet -alzo una ceja-. Es una niña muy adorable y hermosa. Dijo que hablaría con su padre para que la inscribiera en la clase de ballet que doy por las noches aquí.
Tengo una hija muy astuta.
-Sí, justamente de eso quiero hablar con usted -suspira, me sonríe tiernamente, haciendo que Surt, se empiece a descontrolar otra vez-. Quiero información sobre esas clases y cómo podría mi hija participar.
-Ahora mismo debo practicar, pero termino en unas horas. ¿Puede esperar por mí? -preguntó, interesada.
Toda la vida esperaría si es necesario.
-Claro, nos vemos en un rato -extiendo mi mano-. Soy Ares, CEO de la academia. ¿Cuál es su nombre, señorita?
-Me llamo Leah Spencer -toma mi mano-. Bailarina estrella de la academia... bueno, casi retirada.
-Un gusto conocerla, señorita Spencer -respondo, sintiendo como su cálida mano se ponía sudada.
Es la mujer más hermosa que mis ojos pudieron ver.
Necesito reclamar como mía y hacerla mi Luna para siempre.