Capítulo 5 5

-¿Sabéis dónde vive? -preguntó Drew.

-Vivía con Kian en uno de los apartamentos al lado del campus, pero ahora que él, bueno... Ya no está... No sé si habrá vuelto con sus padres. - aclaré yo.

-Bueno, iremos a los dos sitios. Primero a su apartamento y en el caso de que no esté, iremos a casa de sus padres a preguntar por él.

-Iremos esta tarde, quedaremos en mi casa e iremos todos juntos. -propuso Drew.

Nos quedamos algo más de rato mientras tomábamos algo y terminábamos de hablar sobre todo lo que le preguntaríamos a Jason, de lo que creíamos que estaba pasando y divagando sobre todo este asunto. Pero Alexis apenas hablaba, parecía que estuviera con la cabeza en otro lado, pensando y dándole vueltas a algo.

Mientras los chicos hablaban, aproveché que estaba sentado a mi lado para preguntarle si iba todo bien o simplemente era por lo de Jason. Apoyé una mano sobre su rodilla para así llamar su atención discretamente frente a los demás, él pareció tensarse ante mi gesto.

-Hey, ¿va todo bien? -susurré para que sólo él pudiera oírme.

-Si, si... es sólo... por todo esto. -murmuró él en respuesta sacudiendo la cabeza, pero sin si quiera mirarme. Lo que me extrañó algo más.

-¿Seguro que es solo por esto?

-Si, Ángela. -respondió algo cortante. Lo miré con el ceño fruncido sin entenderle muy bien, alejé mi mano del agarre y suspiré mientras me acomodaba de nuevo en mi sitio.

Decidí no darle más importancia en aquel momento, no quería agobiarlo si es que realmente estaba confundido por todo esto.

Una hora más tarde, nos marchamos a comer a casa para prepararnos e ir a por Jason para hablar con él, mientras salíamos de la cafetería me acerqué a Alexis algo apresurada, ya que él había comenzado a caminar hacía delante algo deprisa.

-¡Alexis! -exclamé acercándome rápidamente.- He pensado, que podrías venir a comer a casa y luego podemos ir juntos a casa de Drew y Liam. -dije con una sonrisa, pretendiendo animarle algo. - Podría hacerte pasta a la carbonara y así te demuestro que sé cocinar algo más que sándwiches, porque le otro día me pediste qu...

-Hoy no, Ángela. -me cortó él, sacando un cigarrillo del paquete de su bolsillo y llevándolo a sus labios.

-Oh... bueno. Tal vez podría ir yo a tu casa si te apetece estar allí o...

-Nos veremos directamente en casa de Drew y Liam, con los demás. -interrumpió de nuevo sin si quiera mirarme mientras seguía caminando totalmente decidido. Yo me paré y me quedé observándolo mientras él avanzaba. ¿Qué mosca le había picado a éste ahora?

Me acerqué de nuevo a él mientras los demás nos seguían unos metros más atrás, ya que Alexis caminaba a paso rápido.

-¿Ha pasado algo? -pregunté caminando a su lado, pero él pareció que no tenía pensado contestarme, simplemente fumaba y caminaba con la mandíbula algo tensa. Entonces le sujeté del hombro, obligándolo a quedar frente a mí y a frenarse. - ¿Por qué actúas así de repente? Si he hecho algo o te ha molestado alguna cosa puedes decírmelo.

Él suspiró mientras se deshacía de la colilla que se había formado en el cigarrillo. - ¿Es que no puedes pasar un solo día sola? -espetó con un tono de dureza.

Yo le miré con el ceño fruncido sin entender nada de su comportamiento. -¿Qué?

Bufó de nuevo, llevando sus dedos al puente de su nariz mientras cerraba los ojos. - No quiero tener esta conversación aquí.

-¿Qué conversación, Alexis? ¿Qué pasa?

A aquellas alturas, yo ya comenzaba a sentirme algo nerviosa, e incluso impotente de no saber con claridad qué era lo que estaba pasando por su mente. Por que se negaba a dejarme entrar.

-Da igual, Ángela. Ya nos veremos...

Aquello fue lo último que dijo antes de seguir con su camino, dejándome allí parada como una idiota. Sin entender nada, sin saber qué estaba pasando ni qué esperar. Sentí una pequeña punzada en mi pecho ante aquello, nunca antes se había comportado de aquella manera conmigo.

Distante, duro, indiferente.

Pero también me enfureció, porque no podía comportarse así de repente sin si quiera darme una explicación. Los demás me alcanzaron mientras seguía parada viendo cómo se alejaba él solo. Noté que Jude me rodeaba con el brazo por los hombros y me pegaba hacia ella y me instigaba a seguir caminando con ellos.

-¿Qué le pasa?

Yo negué con la cabeza y la rodeaba por la cintura para caminar con ella. -No tengo ni idea...

-Ya se le pasará, estará tenso por todo esto. Ayer pillé a Jared con un ataque de ansiedad con la cabeza metida en la nevera comiéndose toda mi comida. -dijo en un susurro de forma divertida intentando sacarme una sonrisa que logró ver.

Ángela

No era nada nuevo que las clases pasarán como una eternidad, y en el momento en el que sonó la última campana agradecí a Dios el no haberme quedado dormida en cualquiera de las clases y el haber terminado ya.

Caminé por el campus para volver a casa, era por la tarde ya que aquel día tenía clases hasta las seis y cuarto. Mientras avanzaba, vi a Jared y Alexis caminando en mi dirección. Ambos iban con las mochilas del equipo, seguramente Alexis estaba acompañando a Jared antes del entreno para ver a Jude. Tragué saliva y puse mi mejor cara para saludar a Jared, Alexis y yo aún no habíamos hablado ni él me había dado algún tipo de explicación. Esta mañana le había escrito, pero no había recibido respuesta alguna de su parte.

-¡Ángela! ¿Has terminado ya? -me dijo Jared sonriente, como siempre.

-Si, voy a ir a casa a ponerme de una vez con el maldito proyecto. -murmuré en una sonrisa con los labios colocados en una fina línea. Desvié mi mirada un momento hacia Alexis, que miraba hacia un lado como si aquello no fuera con él. -¿Vas a ver a Jude?

Jared pareció desprevenido ante la pregunta, porque se quedó mirándonos con el ceño ligeramente fruncido, seguramente sin entender por qué ni si quiera nos habíamos mirado. -Si, si... Alexis me estaba acompañando antes del entreno.

-Bueno, me alegro de qu...

-¿Sabes qué? - me interrumpió Jared. - Podríais esperarme aquí mientras voy a ver a Jude. Así os ponéis al día y esas cosas. -dijo con una sonrisa y sus mejores intenciones de pretender que arregláramos lo que fuera que nos ocurriera.

Alexis pareció escuchar entonces la conversación, girándose de golpe hacia su amigo. Yo abrí los ojos como platos e intenté buscar cualquier excusa para librarme de aquello. Porque parecía que Jared había cogido la pequeña costumbre de hacernos estas encerronas cada vez que nos enfadábamos.

-Es que tengo bastante lío con el proyecto y tod...

-¡Perfecto! Enseguida vuelvo. -dijo él con una sonrisa mientras se marchaba hacia mi facultad.

Durante unos segundos, nos quedamos en silencio sin saber muy bien qué decir. Sabía que no era yo quien debía comenzar la conversación, porque esperaba que al menos él tuviera la iniciativa de hacerlo y darme alguna explicación. Pero como veía que aquello no sucedería, tomé las riendas y hablé.

-Te he escrito esta mañana... quería saber si iba todo bien o lo que fuera que te ocurriera ayer.

-He estado algo liado.

¿Eso era si quiera una excusa?

Silencio.

¿Ya está? ¿No iba a decir nada más?

-Y... ¿lo estás ahora para decirme qué está pasando?

Él se encogió de hombros. - No es nada, es solo que tengo algo en la cabeza que debería haber hecho hace bastante.

-¿De qué se trata?

Silencio de nuevo.

Esto comenzaba a poder conmigo, si él no tenía intenciones de decirme nada, no quería ser yo quien le forzara a hacerlo. Aparte, si me enfurecía más, no sería nada bueno.

-Sabes, déjalo... ya me lo dirás cuando te apetezca. No pienso seguir con esto. -murmuré mientras comenzaba a caminar.

-A eso me refiero. -bramó con el ceño fruncido.

Me giré a mirarle sin entenderlo. -¿Qué significa eso?

-A que siempre estás igual, me agobias con tus cosas y queriendo hablarlo todo siempre. Estoy cansado de tener que darte explicaciones de todo lo que me pasa y de que quieras meterte siempre en mi cabeza y en mis asuntos. -soltó él, totalmente serio.

Yo le miré con mala cara mientras me cruzaba de brazos. - Pues perdona por querer intentar que esto funcione, por querer hablar contigo y preocuparme de lo que sea que te ocurra. -espeté con rabia.

-¡Es que yo no quiero hablar Ángela! No quiero nada de esto, te has confundido conmigo y con... esto.

No fui capaz de articular una palabra al instante, sentí que algo se retorcía en mi pecho al oírle decir aquello. Con desprecio y furia.

-¿Qué estás diciendo, Alexis? -dije en un hilo de voz.

-Que yo no quería nada de esto. No quiero una relación, Ángela. No quiero seguir con esto, no quiero tener que hablar con nadie cada vez que pase algo, no quiero problemas ni movidas y mucho menos tener que ir dando explicaciones a nadie. - soltó con dureza.

Cada palabra que salía por su boca, lo hacía con forma de agujas, que se clavaban en mi pecho cada vez con más fuerza. Las lágrimas se acumularon en mis ojos mientras veía todo aquello desde una tercera perspectiva, viéndolo todo desde fuera. Porque no sentía que aquello me lo estuviera diciendo a mí.

-Alexis, tú no piensas eso de verdad. -murmuré negando con la cabeza confusa. Me acerqué algo más hacia él, intentando colocar mi mano sobre su brazo para que reaccionara, pero se apartó antes de que pudiera si quiera rozarle, desconcertándome aún más. Me dirigió una mirada fría que heló cada parte de mi ser, como si tan sólo con aquello me estuviera respondiendo. - Alexis tú... me dijiste que...

-Sé lo que te dije. -me interrumpió él. - Pero nada de eso era real, pensé que te habrías dado cuenta y que solo me seguías el juego. Pero veo que no, y que te has confundido conmigo.

Pero yo seguía sin poder creerle, porque nada de lo que había dicho, lo había hecho mirándome directamente a los ojos. Estaba a punto de quebrarme allí mismo, porque sus palabras eran duras y consistentes, pero me negaba a creer que fueran de verdad. Una parte de mí estaba convencida de que aquello solo era fruto de un mal momento y que desgraciadamente lo pagaba conmigo, pero él seguía insistiendo.

-No te creo. -dije negando con la cabeza y sintiendo las primeras gotas de agua desfilando por mi rostro. - Esto, Alexis, es real. Ni si quiera eres capaz de mirarme a los ojos y decirme todo esto, porque sabes tan bien como yo que no lo dices enserio.

-Déjalo, Ángela. Sabía que era una mala idea meterme contigo en todo esto... -dijo sujetando su mochila.

-Hasta hace unos días, me decías que lo que teníamos tu y yo era lo más real que habías tenido nunca, que te habías enamorado y que no permitirías que esto se terminara. -dije intentando sonar firme, más para convencerme a mi misma de que esto no estaba ocurriendo. Las lágrimas ya habían comenzado a salir de manera frenética.

-¿Por qué te empeñas tanto en esto? No iba a llegar a ninguna parte, era ridículo seguir con este juego. -suspiró él con rigidez.

De nuevo, sin mirarme a los ojos.

-¿Eso significaba para ti yo? -dije con la voz quebrada mirándole. - ¿Un maldito juego?

-Si.

-Entonces mírame a los ojos y dímelo.

Alexis suspiró y comenzó a caminar hacia Portside, pero yo le sujeté del brazo y le di la vuelta para que quedara frente a mí. Por que sino era capaz de decírmelo mirándome no sería capaz de asimilarlo. Y aunque sabía que realmente lo haría, y que aquello solo me hundiría aun más, necesitaba oírlo. Por que sino no sería capaz de odiarle.

-¡Dímelo, joder! -exclamé con la voz desgarrada. -Dime que todo esto era un juego, Alexis. Dime que no te importo, que esto no ha significado nada para ti y que era todo una mentira. -entonces mi voz se rompió, el nudo en mi garganta había podido conmigo. Pero tragué saliva, en un absurdo intento de intentar recuperarme y seguir hablando. -Por que si no lo haces no seré capaz de odiarte, y es verdad lo que dices, necesitaré hacerlo para olvidarme de ti.

Fue entonces, cuando Alexis giró su cabeza hacia mí, a apenas unos centímetros de distancia. Tenía la mandíbula tensa y una expresión en su mirada que nunca antes había visto. Me sostuvo la mirada durante unos segundos, en los que deseé que no lo dijera.

No lo haría.

No era capaz.

Porque todo esto era absurdo, no era real.

-Para mí, nada de esto iba enserio, Ángela. Lo mejor es que lo dejemos estar de una vez y sigamos por nuestros lados.

Podría jurar, que en aquel momento, fui capaz de oír el eco de mi interior desgarrándose. Quedándome sin aliento ni fuerzas, simplemente era capaz de respirar. Inhalar y exhalar. Me miró a los ojos y dijo aquello sin casi inmutarse. Y aun así, después de oírle decir aquello, me preguntaba si sería capaz de odiarle. Porque en ese momento lo único que sentía era dolor, no rabia.

Y era un dolor tan intenso, que se aferraba a mi como un imán que amenazaba con romperme en miles de pedazos.

-Vete.

Fue lo único que fui capaz de articular. Él asintió ligeramente y no dijo nada más, se marchó.

Me quedé allí parada, de pie, limpiando las lágrimas de mis mejillas compulsivamente porque me sentía ridícula. Pero por mucho que lo intentara, éstas no dejaban de brotar. Mi respiración había perdido el ritmo, con lo que ahora simplemente sollozaba en silencio, intentando mantenerme porque seguía en el campus.

Así que me limpié la cara como pude y decidí salir de allí cuánto antes. Pero en el momento en el que seguí con mi camino, sentí una mano colocarse sobre mi hombro de manera impredecible. Me giré con la cabeza agachada, no quería que nadie me viera así en aquel momento. Pude reconocer las zapatillas de Jared frente a mi, y su tranquilo tono de voz me confirmó que se trataba de él.

-Os he visto mientras volvía con vosotros... -murmuró con calidez.

Yo no podía hablar. Había forzado las últimas notas de mi voz con Alexis. Pero para Jared no fue necesario decir nada más, ni si quiera que le mirara a la cara. Porque me envolvió en sus brazos con firmeza mientras apoyaba su mano sobre mi cabeza. Aquello era lo único que me faltaba para ponerme a llorar como una cría. Sollocé en su pecho y dejé salir mis lágrimas sin miedo.

-Está bien, Ángela. Está bien... -susurró mientras dejaba caricias sobre mi espalda.

Sentía como si hubieran cogido la parte más frágil de mi interior y la hubieran estampado con fuerza contra el piso, sin pudor alguno. Mientras yo me limitaba a ver cómo el suelo se llenaba de los pequeños pedazos y no hacía nada.

Jared se ofreció a acompañarme a casa, me dijo que podía avisar él mismo a Jude para que se quedara conmigo para que no estuviera sola. Pero en aquel momento lo único que necesitaba era eso, estar sola.

Pasé la tarde encerrada en casa, me deshice del teléfono dejándolo en silencio sobre la mesa del comedor y me hundí en los cojines del sofá. Y por más que le diera vueltas a todo, buscando cualquier cosa que me indicara que aquello había sido todo una mentira, un maldito juego desde el principio, no la encontraba.

Tal vez aquello fue porque para mi se sintió todo tan real, que me limité a ver simplemente mi parte de la historia. Actuando como una ciega con él, abriendo partes de mí que hacía tiempo me había prometido a mí misma no volver a abrir... Sólo hacía que sentirme como una completa idiota.

Perdí el hilo de las horas que estuve llorando, hasta que llegó un punto en el que mi cuerpo se vio incapaz de seguir haciéndolo. Fue como si disociara completamente de mi cuerpo, mi pecho se cansó de seguir latiendo con fuerza, porque lo único que era capaz de notar era un vacío inundándome por dentro.

Ángela

Había pasado una semana desde la última vez que hablé con Alexis en el campus. Una semana desde que sentí aquella horrible sensación en mi pecho, que ahora, se había vuelto más soportable.

Jude y Vera habían pasado en mi casa alguna noche, estaban empeñadas en quedarse conmigo a todas horas para que no estuviera sola. Y la verdad es que los ratos en los que estaban ellas conmigo, las cosas comenzaban a cobrar de nuevo color.

Había intentado autoconvencerme de que no necesitaba seguir sintiéndome de aquella manera, rota. Pero era algo más complicado de lo que intentaba pretender.

Nunca antes me había sentido de esta manera porque nunca antes había sentido lo que era un amor romántico sano. Un amor desinteresado y frenético, arrollador.

También había visto a los chicos, a Jared, Drew y Liam. Aparte de cruzármelos alguna que otra vez por el campus, había estado con ellos algún día en la terraza de cualquier bar, en los días en que Vera y Jude conseguían hacerme salir de la cueva en la que se había convertido mi casa.

Conseguían hacerme reír con sus idioteces y despejarme de la tormenta formada en mi cabeza. Ninguno de ellos mencionaba a Alexis, y aunque me moría por saber cómo estaba, sabía que lo mejor era esto. Porque después de una semana en la que había intentado odiarle con todas mis fuerzas, no lo había logrado. Y se lo merecía, se merecía que le detestara con cada fibra de mi cuerpo, pero simplemente no podía.

Quedaban simplemente dos semanas semanas de curso, antes de la semana final de entregas y exámenes, en las que la facultad nos cedía unas "vacaciones" para poder tener tiempo de prepararlo todo.

Decidí aprovechar aquellas semanas para despejarme de todo el tema de Alexis y los chicos del East, marchándome unos días a casa de mis padres. Ellos vivían a las afueras de la ciudad, teníamos una pequeña casa que quedaba cerca de la playa. Donde en la ventana de mi cuarto, corría una agradable brisa de verano al abrirla.

Aquella semana ya habíamos enviado el vídeo a todos los medios de comunicación en los que aceptaban envíos de archivos sobre noticias. La cara de Nate había aparecido en todos lados, acompañado de Reed y Levi. Los dos últimos fueron quien les dieron todas aquellas drogas a Lex a la fuerza, mientras que Nate fue quien los instigó a hacerlo. Por lo que había oído, ahora estaban bajo custodia judicial, a esperas del juicio que se llevaría a cabo.

Por fin parecía que las cosas recuperaban su ritmo, y poco a poco todo se aclaraba. Seguro que Alexis estaría emocionado ante la idea de haber hecho al fin justícia a la muerte de Lex y Kian. Porque con aquellas pruebas también se les acusaba del asesinato de Kian, ellos tenían motivos para querer deshacerse de Kian y finalmente lo hicieron.

Al llegar a casa, mi madre me recibió con los brazos abiertos, estrujándome en un fuerte abrazo en el que apenas podía respirar.

-Vale mamá... vas a matarme.

-Lo siento, lo siento. Es que... Hija, estás tan guapa... -dijo mirándome emocionada una vez me soltó. - Aunque estás más delgada, seguro que eso de vivir sola te hace más vaga y ni si quiera haces bien las comidas. - comenzó a farfullar ella sola mientras yo la miraba divertida.

Y es que en cierto modo echaba de menos sus pequeñas manías paranoicas de madre protectora.

-Déjala, Caroline. Está preciosa, sacó la belleza de su padre.

-¡Papá!

Le alcancé deprisa lanzándome a sus brazos. Papá y yo siempre fuimos uña y carne, éramos muy parecidos y teníamos mucha confianza. Con mi madre también la tenía, pero era distinta. Ella miraba las cosas desde su perspectiva de madre oso, mientras que papá era más considerado en todo aquello.

-Eso es bastante discutible. -murmuró mi madre mientras cerraba la puerta. - Y esta bolilla de pelo mañana saldrá conmigo a la playa a dar un paseo.

-Mamá es un gato, los gatos no pasean.

-Conmigo lo hará. -contestó ella totalmente convencida mientras lo sacaba del transportín y lo sujetaba en sus brazos.

Subí a mi cuarto una vez terminamos con los saludos y los abrazos de mamá y comencé a deshacer mis maletas. Me alegró ver que mi cuarto seguía tal y como lo dejé antes de marcharme. Para lo único que había podido ver a mis padres durante el curso era para las fiestas y los cumpleaños, porque entre los exámenes, East y Portside y sus trabajos apenas podíamos sacar tiempo para reunirnos.

Terminé agotada una vez lo ordené todo y me dejé caer sobre la cama. Cogí el teléfono y avisé a las chicas de que ya había llegado, que el viaje en tren había ido bien y no me había perdido como ellas habían precedido.

Al mirar por la ventana, vi que ya había anochecido. Seguramente mamá estaría preparando algo de cena, solíamos comer pronto en casa. Pero yo estaba tan agotada del viaje y de los últimos días en los que sólo me centré en los exámenes, que caí rendida sobre la almohada.

Sumergir mi cabeza entre los libros había sido mi única vía para mantener mi mente ocupada y evitar pensar en Alexis. Ahora mi única prioridad debía ser yo misma, y mentiría si dijera que no pensaba en él en ningún momento. Y tanto que lo hacía...

Pero el hecho de asimilar que ya no formaba parte de mi vida era algo que me estaba empeñando en atrasar todo lo posible. Al menos, hasta que terminara con los exámenes.

-¿Has conseguido que el Coronel salga a pasear a la playa contigo? -pregunté con la voz ronca de recién levantada mientras entraba en la cocina para desayunar.

-No será por que no lo ha intentado, le ha puesto la correa de Ruffus y le ha arrastrado por la casa hasta la puerta, pero ni si quiera se ha levantado. -explicó mi padre tomándose su taza de café.

Ruffus era el pequeño perro que teníamos cuando yo era más pequeña, era un precioso cocker spaniel. Mi madre estaba loca con aquel perro, era realmente dócil y bueno, pero una enfermedad del corazón se lo llevó antes de tiempo hace unos años.

-Tú gato es bastante vago, creo que no le gusta salir. Al final me he tenido que ir yo sola. -dijo encogiéndose de hombros.

Después de desayunar, pasé todo el día encerrada en mi cuarto estudiando. La semana anterior había comenzado el proyecto que iba a terminar conmigo, al final recurrí al tema de Vera y comencé un trabajo de recerca sobre toda la información posible para unir todas las grandes tragedias literarias en un solo hilo. Intentando que todas quedaran entrelazadas de alguna manera, a pesar de sus diferentes autores y épocas, siempre había algo que las unía.

Para despejarme un poco de tantos libros y la dichosa literatura, opté por salir a pasear a la playa. El atardecer no tardaría en caer sobre el mar y la verdad es que hacía tiempo que no lo veía, aunque siempre había sido algo que me había gustado. Me vestí con lo primero que cogí del armario y avisé de que saldría.

-¡No vuelvas tarde! -exclamó mi madre desde el comedor.

-¡Os quiero!

La playa quedaba a apenas diez minutos andando desde casa, era una zona tranquila y por la que no solía frecuentar demasiada gente debido a que era un pueblo bastante pequeño a las afueras. Pero lo agradecía, porque acostumbrada a vivir en el centro de la ciudad por la facultad, tener un pequeño sitio en el que desconectar de vez en cuando sentaba bien. Sujeté mis zapatos entre mis manos para sentir la arena colándose entre los dedos de mis pies.

ngela

Una semana había pasado desde que llegué a casa de mamá y papá. Y una semana me quedaba aún para terminar de prepararlo todo. Tenía el proyecto prácticamente listo, tan sólo me quedaba terminar de corregirlo y practicar para la presentación, y la verdad es que estaba bastante contenta con el resultado del trabajo. Había quedado justo como yo lo tenía pensado, y al final resultó que lo que al principio parecía una idea algo mísera, podía convertirse en una buena nota final.

El señor Geller estará satisfecho con el resultado, estoy segura.

No había vuelto a ver otra noticia sobre Nate, Reed y Levi en las noticias. No hasta aquella mañana. Mientras desayunábamos juntos en el comedor, mi madre puso la televisión para ver cómo avanzaba el mundo y todas sus precarias injusticias de las que siempre se quejaba, como la pobreza o la desigualdad salarial.

Pero aquella mañana no fueron aquel tipo de noticias las que acapararon nuestra atención, sino otras muy distintas.

-"...Las autoridades informan de que Joshua Campbell, el vicedirector de la gran empresa de automóviles Campbell S.A ha pactado con los jueces de la prisión por el caso de su hijo, Nate Campbell, al cual se le acusa de presunto homicidio por un vídeo sacado a la luz anónimamente. Joshua ha declarado que se encargará de que se haga justícia contra su hijo, reclamando así una libertad condicional hasta el día del juicio para que pueda preparar el juicio de manera correcta y seguir con sus clases hasta el día del veredicto final."

La barbilla me tocó el suelo en el momento en el que oí aquello. No podían dejar a Nate en libertad condicional, no en un momento así. No podían permitírselo.

-Pero, eso no puede ser... -murmuró mamá angustiada.

-Caroline, vivimos en un mundo en el que la justícia se mueve por intereses. Los apellidos de grandes linajes tienen más poder hoy en día que cualquier mínima prueba acusatoria. Todo se mueve según la espiral del poder corrupto, por eso hay guerras e indecentes al cargo de grandes puestos en nuestros gobiernos y parlamentos. -contestó papá sin apenas inmutarse.

-"...Hoy han aprobado la petición del señor Campbell en una reunión esta misma mañana en los juzgados del condado. Nate Campbell quedará en libertad condicional hasta el día del juicio, junto con Reed Manson y Levi Parks, a quiénes también se les acusa de presunto homicidio. Seguiremos informando..."

Un escalofrío recorrió mi cuerpo en aquel momento ante la idea de que cualquier problema pudiera surgir de nuevo entre ellos y los chicos. A estas alturas y tras todo el percal formado las últimas dos semanas desde que se filtró el vídeo, Nate debía saber que se trataba de nosotros.

Aunque aquello no podía ocurrir, al fin y al cabo, estaba en libertad condicional. Cualquier cosa que pudiera ocurrir entre ellos sería motivo de peso para finalmente aplicar la sentencia de Nate, Reed y Levi. Pero aquello no me dejaba tranquila tampoco, porque le conocía y sabía de lo que podía llegar a ser capaz y que lo de la condicional no supondría algún tipo de impedimento en el caso de que quisiera vengarse.

Automáticamente escribí un mensaje en el grupo de las chicas, preguntándoles si habían visto las noticias y, en el caso de que no lo hubieran hecho, que las mirasen. Dado que aun era pronto, seguramente estarían durmiendo como troncos. Con lo cual no esperé alguna respuesta inmediata.

Al mediodía aun no había recibido una respuesta suya, y aquello me hizo preguntarme si realmente las cosas estaban bien en la ciudad. Así que volví a escribirles, ésta vez, rogándoles que por favor me informaran de cómo estaban yendo las cosas por allí. La ansiedad había comenzado a arrollarme por dentro, por que la simple idea de que pudiera ocurrirles algo o volver a empezar con todo esto de nuevo, hacía que mi estómago se revolviera. Ni si quiera quería pensarlo.

Dejé el teléfono en silencio sobre la cama y volví de nuevo a centrarme en los exámenes. Pero no podía, necesitaba tener alguna respuesta.

Fue alrededor de la tarde noche del mismo día, que se dignaron a responderme. Para entonces, yo ya había recorrido mi cuarto al menos unas cien veces, dando vueltas de manera inquieta y casi desgastando el suelo.

"Acabamos de verlo, sí, estamos bien Ángela. Los chicos se están encargando de todo."

Fue el mensaje de Jude. Pero aquello tampoco me relajó demasiado, cada vez que los chicos se ocupaban de algo en todo este asunto siempre terminaba de la misma manera, y eso sólo hacía que inquietarme más.

"Necesito que me digáis todo lo que ocurra, si pasa cualquier cosa puedo volver a la ciudad". -respondí yo mordiéndome las uñas.

Ella respondió con un simple "Si, tranquila. No tienes que preocuparte". Y entonces los recuerdos aparecieron en mi mente como una película, reproduciéndose de nuevo. Cuando hace una semana mientras hablaba con Jude y Vera en la playa, la primera mencionó algo de los chicos del East que Vera no le dejó decir. En aquel momento no le di importancia por que no creí que la tuviera, las cosas iban bien. Pero tal vez ahora, aquello si que tuviera más importancia de la que pretendía darle.

Sabía que si les preguntaba de nuevo sobre aquello no me dirían gran cosa, porque ellas sabían que había venido aquí para desconectar de todo el revuelto de la ciudad, y no querrían preocuparme con todo este asunto de nuevo.

Pero ahora no podía simplemente girar la cara hacia otro lado, no con esto. Aunque sin saber qué demonios pasaba tampoco podía arriesgarme a volver de cualquier manera, así que esperé a cualquier próximo mensaje de ellas en el que me dieran algo más de información.

Bajé a cenar al comedor, mamá había preparado su deliciosa tortilla de patatas mientras papá parecía que se debatía en un duelo de miradas con el Coronel. Él estaba tumbado en el sofá, mirándolo sentado en el suelo. Los miré con curiosidad durante unos segundos, en los que ninguno de los dos despegó la mirada del otro. Sonreí divertida ante la imagen y tomé sitio en la mesa.

-Richard deja al dichoso gato y trae tu culo aquí. -ordenó mi madre trayendo la comida a la mesa.

-Este gato, Ángela, ha sido el primero en empatar conmigo en un duelo de miradas. Parece que esté hecho de piedra. -murmuró sentándose con nosotras.

-¡Mamá déjalo! -exclamé viendo cómo mi madre le daba pequeños trozos de jamón al Coronel. En la última semana, se había dedicado a alimentarlo a escondidas con todo tipo de comida nuestra. Y comenzaba a notarse, porque tenía una panza algo más abultada de lo normal.

-No pasa nada por uno, Angie.

-Si solo es uno... no uno en cada comida, Caroline. -siguió mi padre, mirándola divertido.

-Los chicos estos... acusados de homicidio son de tu facultad, ¿verdad? -preguntó mamá mientras repartía la cena.

-Si... pero estudian en seminarios distintos a los míos. No me había cruzado antes por los pasillos ni nada con ellos.

En aquel momento agradecí el no haberle dicho antes a mis padres que estuve saliendo con Nate y todo lo que ocurrió. Porque de haberlo hecho, en estos momentos papá seguramente estaría sacando brillo a la escopeta de caza sobre la chimenea.

-¿Y tienes pensado volver con esos criminales a estudiar allí?

-Mamá solo me quedan los últimos exámenes, no puedo faltar si la Universidad permite que estén allí. Además no me cruzo con ellos en el campus.

                         

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