Capítulo 3 3

Alexis

-Durante el primer año de Nate en East-Miles, él y yo estuvimos saliendo. -comenzó a explicar tras mi pregunta.

La primera frase, ya me calló como un balde de agua fría sobre mí. Simplemente me costaba imaginar a alguien como Ángela con alguien como Nate. Pero no dije nada al respecto y la oí mientras seguía hablando.

-Él y yo fuimos al mismo instituto, nos conocíamos de allí. Los primeros meses fueron bastante buenos, él no dejaba de decirme todo lo enamorado que estaba de mí, que yo formaba toda su vida y la suerte que tenía de tenerme. Yo no solía corresponderle aquel tipo de comentarios, es decir, él me gustaba y me hacía sentir bien estar a su lado, pero no le quería. No sentía estar enamorada de él, pero yo lo veía como algo normal, apenas llevábamos juntos dos meses cuando las cosas comenzaron cambiar. Supuse que con el tiempo, me enamoraría de él, que me acostumbraría a aquella sensación.

Hablaba con la mirada fija en el Lago frente a nosotros mientras jugaba con las mangas de su sudadera en un gesto nervioso. Podía notar en el temblor de su voz que aquello era algo de lo que realmente le costaba hablar.

-Nate siempre era bastante controlador conmigo, si a lo mejor salía con mis amigos le gustaba "aconsejarme" que mejor me cambiara esa falda tan corta por otra que me tapara más, si salía con las chicas de fiesta solía ir él también con sus amigos para asegurarse de que nadie se me acercara, incluso cuando él comenzó la facultad y me quiso presentar a su nuevo grupo de amigos escogió él la ropa que debía llevar para lucirme frente a ellos, como un puto coche de carreras. Me sujetaba de la cintura y me hacía sentarme sobre su regazo si íbamos a algún lado, como si fuera un trozo de carne.

Bajó la mirada en aquel instante, su ceño se frunció ligeramente mientras negaba con la cabeza, tomando aire para seguir hablando. No quería que se sintiera obligada a decírmelo, podía esperar a enterarme de aquello para cuando ella estuviera preparada para hablarlo. Coloqué mi mano sobre la suya captando su atención con cautela.

-Ángela, no es necesario que sigas si no puedes...

Ella sacudió la cabeza y me dio un ligero apretón sobre mi mano, volviendo la vista a mis ojos, y aun con la mirada quebrada y a punto de romperse, quiso seguir.

-No, Alexis, tengo que hacerlo. Puedo hacerlo. -Yo asentí en silencio. - A los meses de él estar en la facultad, terminé haciéndome amiga de sus amigos ya que apenas podía salir con las chicas sin que él estuviera. Eran chicos... simpáticos, algo brutos hablando de las chicas de sus clases pero era lo que tenía que soportar, supongo. Ahí fue cuando conocí a Kian. Siempre me pregunté qué demonios hacía él con el grupo de Nate, no encajaba en absoluto. -dijo con una pequeña sonrisa al recordarlo. - Él era tan bueno... Era un chico amable, divertido y muy inteligente. Él se dio cuenta de cómo me trataba Nate, de la forma en la que me veía y de la relación que teníamos incluso cuando yo ni si quiera lo había hecho. Vera y Jude siempre me lo decían, pero no les hacía caso porque creía que lo decían porque Nate no les caía bien. Y joder... estaba tan ciega.

-¿Kian te ayudó a darte cuenta de aquello? -murmuré algo sorprendido pero a la vez aliviado.

Ángela asintió. - Cuando salía con Nate y su grupo, Kian conseguía que Nate me dejara alejarme durante un par de minutos de él. Kian me llevaba a dar una vuelta con la excusa de enseñarme el campus o la cafetería para poder despejarme de aquel grupo, y Nate me dejaba porque creía que con Kian, que era su amigo, no haría nada que una chica no debiera hacer. -dijo rodando los ojos. - Él me hizo ver que Nate realmente no me quería, que yo no me merecía vivir así. Cohibida de todo, sin apenas salir, sin poder ver a mis amigas, sin poder vivir... Entonces comenzaron las discusiones con Nate, él comenzó a pensar que Kian y yo teníamos algo por ir a pasear o simplemente hablar, era muy celoso y posesivo. Por mucho que yo intentara explicarle que era mi amigo, él no era capaz de entenderlo. Y cuando Nate se cabreaba...

Hizo una pausa como si el mero echo de recordarlo le provocara temor. Negó con la cabeza mientras limpiaba compulsivamente las lágrimas que comenzaban a descender por su rostro, queriendo mostrarse fuerte ante aquello. Pasé mi mano por su mejilla limpiando alguna lágrima, queriendo recordarle que yo estaba a su lado.

Mis puños se encogieron de manera tensa, sin si quiera poder imaginarme lo que debería de haber pasado al lado de aquel animal.

Me partía el corazón verla así, comenzar a ver todo por lo que había pasado y, a pesar de todo aquello, la maravillosa persona que seguía siendo. Y la fuerza que había sacado de ella misma para plantarle cara a todo aquello.

-Él... lanzaba todo lo que encontraba en su camino. Libros, vasos, ropa, zapatos... contra mí. Se desahogaba de todo contra mí, siempre. -musitó sacudiendo la cabeza y cerrando los ojos con fuerza, intentando deshacerse de todos aquellos recuerdos. Las lágrimas seguían brotando de sus ojos con rapidez. - Nunca llegó a darme, siempre pude esconderme tras algún sofá o tras alguna puerta. Podía leer la ira en sus ojos, era como si se transformara en alguien completamente distinto, y sentía el miedo en mi pecho palpitando con tanta fuerza que sentía que aquella era la última vez que sería capaz de sentir el latido de mi corazón. Un mes mas tarde, decidí que ya era hora de dejarlo. Me tomó algo de tiempo tomar aquella decisión porque me daba miedo su reacción.

Ella tenía mi mano sujetada con fuerza, apoyando parte del dolor que estaba dejando salir en aquel momento sobre mí mientras que con la otra iba limpiándose las lágrimas. Yo lo único que quería hacer en aquel momento era envolverla entre mis brazos con fuerza. No pude evitar pensar en Nate, yo le conocía bien y sabía de lo que era capaz, por eso mismo, desgraciadamente, no me sorprendió demasiado lo que le hizo a Ángela. Él era capaz perfectamente de hacer todo aquello, y aquel pensamiento no hizo más que encender cierta ira en mí, al pensar en todo lo que había sido capaz de hacerle.

-Cuando quise dejarlo con él, comenzó a enfurecerse de nuevo. Yo no podía dejarle a él, no era nadie para dejar a Nate Campbell. -dijo con cierto tono sarcástico.-Entonces empezó a decir que le estaba dejando porque le había engañado con Kian. De nuevo, yo lo negué todo porque no era cierto, pero daba igual. Él siempre debía tener la razón. Aquella vez si que se cabreó, si antes creía haberle visto enfadado no fue nada comparado con aquello... Mi casa terminó destrozada, comenzó a romperlo todo a su alrededor, las fotos, los cojines, alguna prenda de ropa por allí en medio... Hay días en los que revivo aquella tarde, y parece que incluso sus gritos sigan resonando en las paredes de mí casa... Y me ahogo en mí misma, siento que vuelve a por mí. Que he echo algo mal y va a volver por mí... -comenzó a sollozar sacudiendo su cabeza, su respiración se sacudía luchando por recuperar el ritmo pero no lo conseguía.

Fue en aquel momento en el que no lo soporté más, que la sujeté por la cintura y la acerqué hacia mí. Ella no opuso ningún tipo de resistencia ante aquello, envolvió sus brazos alrededor de mi torso aferrándose a mí con fuerza y quebrándose allí mismo. Yo la sujeté con firmeza mientras acariciaba su cabeza y apretaba mis ojos con fuerza, manteniéndome firme frente a ella.

Pero era una labor complicada mantenerse firme mientras ves cómo la persona a la que amas, se rompe frente a ti.

-Tranquila... Él no va a volver, Ángela... -murmuré sobre su cabello. Su espalda subía y bajaba aún agitadamente.

Sentía sus manos aferradas a mi camiseta con fuerza, escondió su cabeza en mi cuello y yo paseaba mis manos a lo largo de su espalda, consiguiendo poco a poco, que fuera recuperando el ritmo en su respiración.

-Nate fue diciendo por el campus que yo le había engañado, -murmuró aun con el rostro escondido. - que era una puta y una zorra. No dijo que fuera con Kian ni nada, simplemente que yo me había tirado a otro chico estando con él. A partir de ahí cada vez que me cruzaba por la calle con algún chico de los de su grupo, los más simpáticos simplemente me giraban la cara. Otros optaban por decirme lo zorra que era o cualquier otro tipo de cosa relacionada con eso. Nate se aseguró de hacerme pagar el echo de haberle dejado, de hacerme aún más daño y terminar con lo poco que quedaba de mí entonces.

Ángela

Drew había cogido una especie de cubo metálico que había en la casa donde guardaban los paraguas normalmente, lo sacó al jardín trasero que era donde estábamos todos una vez terminamos de cenar, y encendió un pequeño fuego allí dentro.

La idea era comenzar a quemar las cartas para que el humo se llevara hacia el cielo nuestras palabras para Kian, o más bien, nuestras despedidas. Todos le conocíamos de una manera u otra, algunos habíamos llegado a establecer incluso una pequeña amistad, otros simplemente lo conocían del campus y de su característica empatía frente a los demás, sin importar bandos ni rivalidades.

Pero en aquel momento todos éramos iguales bajo la luz de la luna sobre nosotros.

-¿Alguno quiere leer lo que ha escrito? -propuso Drew.

-A mi me gustaría decir lago. - respondió Jared, desdobló su papel algo nervioso y, con Jude cogida de su brazo apoyándole, comenzó a leer. - Yo no tuve la suerte de llegar a conocer a Kian demasiado, pero el día en el que creí que mi vida comenzaba a desmoronarse, el día en el que Lex murió... Supe que él era diferente de todos aquellos que me habían arrebatado a mi amigo, porque fue él quien dio la cara y nos dijo lo que realmente ocurrió. Antes de todo aquello, recuerdo un día antes de un partido contra los del East, donde estuve hablando con él sobre la mierda de árbitro que nos había tocado. -dijo soltando una pequeña risa. - Recuerdo que cuando se acercó hacia mí pensé; ¿qué demonios hace este tío? Es decir, no sé si sabe que va a jugar contra los de Portside y yo soy uno de ellos, y no es que sean dos grupos demasiado cordiales... -hizo que todos sonriéramos ligeramente ante aquello. -Pero sí que sabía que era de Portside, y le dio igual, porque para él nada de eso importaba realmente... Así que supongo que ahora estarás en el paraíso o en el cielo, no sé demasiado cómo va todo esto, pero sé que estarás con los buenos.

Se acercó a la pequeña fogata que habíamos hecho y el papel comenzó a prender. Poco a poco, vimos cómo el humo que provocaba se desvanecía hacia arriba, llevándose las palabras de Jared junto a las estrellas que decoraban el cielo aquella noche.

Volvió a su lugar junto a Jude, y fue Vera quien tomó la palabra entonces.

-Bueno, yo no soy mucho de abrirme con la gente ni ese tipo de cosas, pero creo que esta noche es diferente. -dijo con una mueca mientras tendía su hoja entre sus manos. Yo la escuché arropada con el brazo de Alexis sobre mis hombros. - Odio que haya tenido que marcharse de esta manera, no es... justo. Alguna vez había hablado con él por el campus, pero sobre todo le conocía por el maldito señor Geller. Siempre hablaba de un tal Kian Miller que había sido uno de sus mejores alumnos en lo que llevaba de carrera como profesor, y yo pensaba joder tiene que ser realmente bueno, porque el señor Geller no es precisamente de la clase de profesores que van dando cumplidos por ahí... Pero sé lo que hizo por Ángela, -dijo dedicándome una fugaz mirada a lo que yo le respondí con un asentimiento, Alexis me dedicó un reconfortante apretón en mi hombro. - sólo por aquel gran gesto que tuvo con ella, tiene todos mis respetos ganados para siempre, y le deseo lo mejor donde quiera que esté...

Finalizó e imitó el gesto de Jared, quemando su carta y viendo cómo el papel se consumía. Volvió a su sitio junto a Liam, quien la acogió en un cálido abrazo que ella aceptó al instante. Aferrándose a su torso con fuerza.

-¿Quieres leer tu carta? -murmuró Alexis en mi oído para que solo le oyera yo.

Lo consideré durante unos segundos, pero la verdad es que no me veía capaz de afrontar aquello. -Podrías... ¿leerla tú?

Él esbozó una media sonrisa en su rostro mientras se inclinaba a dejar un cálido beso sobre mi frente. -Claro.

Le entregué el papel de mis manos y lo desdobló, teniendo que deshacer el agarre que tenía sobre mí y haciéndome sentir la brisa rozando mi nuca ante la falta de su piel. Todos se volvieron a mirar a Alexis, atentos a lo que iba a leer.

-"Hace un año, dibujé mi vida como un cuento perfecto, o al menos así me gustaba pintarlo para camuflar todo aquel dolor que estaba sintiendo sin darme cuenta. Tenía amigas, mis estudios iban bien, estaba a punto de ser admitida en mi Universidad soñada y tenía un novio que creía que era todo lo que podía pedir. Sólo te bastaron un par de horas para darte cuenta de la realidad en la que estaba viviendo realmente. Y sólo tres fueron suficientes para acercarte a mí y comenzar a hacerme ver que todo aquello realmente no valía nada de lo que yo me pensaba. Tú no me conocías apenas, pero aquello no te supuso un impedimento para decirme que yo me merecía mucho más que aquello, y que era ridículo seguir dejando que me apagaran simplemente por querer pretender una vida perfecta. Una persona me dijo una vez que en esto que llaman vida, son los corazones más puros los que terminan sufriendo.

Alexis medio sonrió al ver que aquello era lo que él me había dicho apenas unas horas antes, y volvió a envolverme por los hombros. Mi corazón latía al ritmo de la tristeza, deshaciéndose y tornándose del color de la melancolía ante aquellas palabras que yo misma había escrito, porque indicaban el final de la vida de una persona.

-"Yo creo que tú has sido una víctima de esos corazones corrompidos por la oscuridad, porque tu corazón era puro como el que más, Kian. Por eso me duele decirte adiós esta noche, porque solo espero que seas la última persona que caiga en este juego de venganzas y rivalidades. Sólo me queda darte las gracias por lo que hiciste por mí, y ojalá en otra vida pueda devolverte el favor y darte las gracias yo misma. Hasta pronto, Kian."

Jude y Vera me dedicaron una reconfortante sonrisa mientras Alexis quemaba mi papel junto con el suyo. Al volver a mi lado, me sujetó de la barbilla para dejarme un rápido beso mientras Liam se acercaba a dejar su carta sobre las llamas.

-Ojalá hayas encontrado un lugar mejor que este, junto con nuestro Lex. Porque te lo mereces... Cuídalo por nosotros allí donde estéis. -murmuró Liam mientras sujetaba su papel ardiendo.

Todos alrededor de la pequeña fogata, miramos como el resto iban dejando sus papeles. En silencio, nos mantuvimos unos minutos más allí, rodeando el fuego y pensando en aquel momento que acabábamos de compartir todos.

Estos días, nos habían arrebatado un alma que carecía de maldad y solo estaba formada de sonrisas y buenas intenciones. Pero nos habían regalado una estrella más en cielo.

Porque yo era de esas personas a las que les gustaba pensar que, cuando alguien nos abandonaba en la Tierra, su aliento seguiría resonando de alguna manera entre nosotros, en forma de luz y destello junto con el resto de estrellas en el cielo.

Pero lo único que en aquel momento me reconfortaba, era saber con certeza que él estaría allí arriba, observándonos y escuchándonos.

Y ojalá algún día nos perdone haber dejado que él cayera en este tablero de guerras y desdichas.

Adiós, Kian.

Ángela

Si alguien me preguntara qué es eso de lo que antes me quejaba siempre y ahora comenzaba a gustarme, sin duda respondería que el echo de despertarme sintiendo un peso sobre mi cuerpo.

Antes, levantarme con el ligero peso del Coronel sobre mí, era algo de lo que solía quejarme porque me impedía moverme por la cama sin aplastarlo. Ahora que ese peso se ha duplicado, no puedo sentirme más feliz entre las sábanas.

El brazo de Alexis rodeando mi cintura y pegándome a su cuerpo y el Coronel enroscado entre mis piernas, eran ahora el motivo de la primera sonrisa del día. Me quedé durante unos segundos observando la imagen en el cuarto, hasta que Alexis comenzó a removerse entre las sábanas por los rayos de luz que comenzaban a inundar la habitación.

-¿Y esa sonrisa? -preguntó él con la voz ronca al verme mirándole divertida.

Yo me encogí de hombros, con el pelo desmarañado de recién levantada. - Me haces feliz, Keller. Tú y esa pequeña bola de pelo sois el motivo de mi sonrisa.

-Pues me encanta compartir tus sonrisas con la pequeña bola de pelo. -dijo colocando su brazo bajo su cabeza, mirándome aún tumbado mientras sus ojos se acostumbraban a la luz del día.

Entonces llevó su mano libre a mi mejilla, guiándome hacia sus labios. Y lo que comenzó como un beso inocente y de buenos días, poco a poco se convirtió en algo más profundo y ansioso. Colocándome sobre su regazo mientras él aun descansaba tumbado y sujetaba mi torso por debajo de mis muslos, encendiéndome al instante y paseando sus manos por toda mi piel.

Pero dicho momento se vio interrumpido por cierto felino deambulando entre nosotros y provocando que tuviéramos que separarnos. Alexis resopló con una pequeña sonrisa mientras se dejaba caer sobre la almohada de nuevo, y yo cogía al Coronel entre mis brazos sobre el regazo de Alexis.

-Buenos días a ti también, bicho. -dije con un tono más agudo al de mi voz habitual estrechándolo en mis brazos mientras se acomodaba en mi pecho. - ¿Tú también quieres una sesión de mimos mañaneros?

-Me está robando la mía.

-Cállate, míralo que mono. -dije con una enorme sonrisa al verle girando la cabeza como si pudiera entenderme.

-Más que mono, diría que listo.

-Pues sí, es un gato listo. -dije mientras Alexis se incorporaba sobre sus codos y comenzaba a acariciar hacia atrás las orejas del felino. -A veces cuando le hablo parece que me entienda... Adoro los perros, pero los gatos son animales más inteligentes.

-Yo prefiero a los perros antes que los gatos, pero no pienso rebatirte eso. Mi abuela tenía un gran danés porque creía que el animal ahuyentaría a las ardillas y ratones que se colaban en su huerto y se comían sus verduras, pero resultó que al perro le daba miedo hasta el sonido de una lata de Coca-Cola abriéndose. -dijo sacándome una carcajada al imaginarme la situación. - Es cierto, el tío salía corriendo debajo de la mesa del comedor y se ponía a temblar.

-¿Tú abuela sacaba a pasear al gran danés? Es decir, no me malinterpretes no conozco a tu abuela, pero un gran danés... Es un perro enorme y con fuerza.

-¿No has oído lo que te he dicho? -dijo cogiendo finalmente al Coronel entre sus brazos. -Mi abuela daba más miedo que ese perro, créeme. Seguro que si encerramos en una habitación a Dobby y al Coronel, sin duda tu gato se haría el rey del cuarto en dos segundos.

-¿El gran danés se llamaba Dobby? -dije con una sonrisa divertida.

-Si, le puso el nombre mi abuela. Una tarde en la tele comenzaron a poner las películas de Harry Potter y como se había terminado su telenovela se las tragó todas.

-¿Le gustaron? -pregunté sorprendida.

-¿Que si le gustaron? Se pasó los próximos dos meses pidiéndome si podía conseguirle las películas en cinta para su reproductor de vídeo, además de encargarme una bufanda de Slytherin porque "Draco Malfoy es un niño pícaro como el abuelo en sus tiempos" y de ponerle a su perro Dobby como el elfo.

No pude evitar soltar una carcajada ante aquello. Alexis lo explicaba como si fuera lo más normal del mundo mientras jugaba con el Coronel, pero la simple imagen de su abuela viendo tan emocionada las películas de Harry Potter despertaban en mí diversión y ternura.

-Excepto por lo de Slytherin, tu abuela sin duda tiene buen gusto.

-Dudo que llegara a entender muy bien el argumento que separaba a cada casa de otra, pero a ella le gustaba verlo así. -dijo con una sonrisa en su rostro.

-Supongo que lo disfrutaría a viéndolo a su manera. -murmuré mientras el Coronel comenzaba a olisquearme la mano para que yo también le acariciara.

Liam y Vera habían salido a comprar después de comer, decían que como aquella era la última noche en la casa querían preparar algo especial para la última cena. El resto fuimos a pasar la tarde al Lago.

-¿Estáis seguros de que ha sido buena idea dejar a esos dos ir a comprar? -dijo Alexis estirado en la toalla mientras Drew y yo estábamos en la orilla frente al resto, con el agua cubriéndome por la cintura mientras que a él sólo le llegaba hasta un poco más que las rodillas por su altura.

-Ya... La verdad es que no ha sido algo muy sensato por nuestra parte. -respondió Jude desde su toalla.

-Venga ya, confiad en ellos. No son tan irresponsables. -intenté defenderles. Ellos solo me miraron con una cara de "¿realmente has pensado eso antes de decirlo?" Y entonces caí en lo que había dicho y decidí recapacitar. -Vale, puede que tengáis razón.

-Me juego cinco dólares a que sólo traen dos botellas de vodka y una de tequila y nachos para la cena. -dijo Jared con una sonrisa divertida.

-Otros cinco, pero en vez nachos traen pizzas y helado. -rebatió Drew.

-Sois horribles. -musité negando con la cabeza.

-Vamos, Ángela. Mójate, ¿qué crees que traerán? -me dijo Jude curiosa.

Yo suspiré mientras intentaba pensar como si fuera Vera. -Traerán... Una botella de tequila y una de vodka, para cenar seguro que compran cualquier comida basura. Ah, y seguro que traen una caja de condones.

-Perfecto, nachos, pizza y condones. El que acierte se lleva el bote. -finalizó Drew sonriente.

-Espera yo no he dicho que vaya a poner dinero.

-Tú pones dinero, Ángela. Me lo debes por compararme con el maldito Joker.

-¡Iba drogada! - intenté defenderme. - Además, en mi defensa diré que cuando te enfadas das bastante miedo.

-Eso es cierto.

-Tú no puedes opinar, eres su novio.

-Pues lo digo yo, tiene razón. -dijo Jared estirándose completamente en la toalla.

-Gracias por tanto, chicos. -dijo con una sonrisa sarcástica.

-De nada. -respondieron ambos chicos a la vez obviando el tono que había utilizado Drew.

-¿Habéis hablado con Mark otra vez? -pregunté mientras salía del agua ya que comenzaba a tener algo de frío, y me refugiaba en la toalla de Alexis, que me envolvió entre sus piernas y recostando mi espalda sobre su pecho.

            
            

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