La entereza de Darío
img img La entereza de Darío img Capítulo 2 Huyendo
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Capítulo 6 Ataque. img
Capítulo 7 El viaje a Arcadia img
Capítulo 8 Licaon img
Capítulo 9 Esclavos y Principes img
Capítulo 10 ¿Lealtad img
Capítulo 11 Seguimos leales img
Capítulo 12 Un poco de ti img
Capítulo 13 Empieza la fiesta. img
Capítulo 14 ¿El nuevo rey img
Capítulo 15 Mi familia. img
Capítulo 16 A casa. img
Capítulo 17 Mis tres hijos, mis tres orgullo. img
Capítulo 18 Auge y caida. img
Capítulo 19 Castigo. img
Capítulo 20 Y así fue. img
Capítulo 21 ¿Volvemos img
Capítulo 22 Defendiendo nuestro hogar. img
Capítulo 23 Y sin querer volvimos al poder... img
Capítulo 24 Tu no. img
Capítulo 25 Viaje a Creta img
Capítulo 26 En familia y a solas img
Capítulo 27 Charla entre amigos, charla entre hermanos img
Capítulo 28 Dario y Fernando img
Capítulo 29 Solos img
Capítulo 30 Dédalo img
Capítulo 31 Darío vs Dédalo img
Capítulo 32 Ayúdame img
Capítulo 33 Viajando con Dédalo img
Capítulo 34 Karenina img
Capítulo 35 Mar de emociones img
Capítulo 36 Cuando nos conocimos img
Capítulo 37 Domado img
Capítulo 38 Y si, ¿Si.. img
Capítulo 39 Eres de mi hermano img
Capítulo 40 Perdiendo la entereza img
Capítulo 41 ¿Dónde estás   img
Capítulo 42 Mi bestia. img
Capítulo 43 Talio img
Capítulo 44 Atando cabos img
Capítulo 45 Tu esencia, mi calma img
Capítulo 46 Hermanos img
Capítulo 47 Dime la verdad img
Capítulo 48 Calma img
Capítulo 49 Por mi familia part 1. img
Capítulo 50 Por mi familia part 2 img
Capítulo 51 Decisiones img
Capítulo 52 Epílogo img
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Capítulo 2 Huyendo

Capítulo dos

Huyendo

Ciro se cerciora que el pequeño Darío esté bien sujetado a la espalda del mayor para iniciar el recorrido de regreso a casa dejando a un lado el camino principal, ambos adolescentes paran oreja al escuchar pisadas, sin pensarla dejan al menor recargado en árbol rodeado por varios cachorros para hacerle compañía el resto de la manada se dividieron en dos fracciones para investigar mejor ya que las pisadas resultaron ser mercenarios enviados por su abuelo. reconocían el aroma de su abuelo a kilómetros.

Darío se queda recargado en el árbol sin hacer ruido, uno de los cachorros se le echa encima para jugar, pero él lo aleja y le dice que no puede jugar por su condición física e increíble que parezca el cachorro entendió, los ojos negros del menor se abren de la sorpresa.

_ ¿Entiendes lo que digo!?

_ - un movimiento de cabeza-

_ ¿Todos!?

_ - Otro movimiento de cabeza-

_ ¿Por qué nos siguen?

_ - gruñidos de varios lobitos-

_ ¡Ho! Mi hermano es su alfa ¡genial! ¿Qué es un alfa?

_ - se acerca una loba que emiten diferentes sonidos-

_ ¡Hoooo! Así que mis hermanos son alfa por eso pelean mucho ¿yo que soy?

_ - La loba se acerca a su rostro lo olfatea, le gruñe-

_ También soy alfa. Explícame algo, si los tres somos alfa y según tú son los que mandan en la manada ¿Qué puedo hacer para evitar matarnos entre nosotros? – Dejaron de hablar cuando gritos de dolor inundaron el bosque- ¡ay no! ¡Ay no! – El chico no puede dejar de temblar de miedo varias lobas lo protegen, los ruidos no cesan por lo contrario se va a cercando, de un salto de poner de pie los ruidos llegan de todas direcciones. – ustedes derecha, ustedes izquierda – se inclina a tomar un palo para defenderse- ustedes al centro conmigo, por favor no me dejen solo- la respiración del pequeño se torna agitada, rápida e incluso no llega a respirar bien del miedo, temblando sujeta con ambas manos su improvisada arma sus ojos viajan a todas direcciones, se pone en guardia, de un salto ambos hermanos llegaron ante él cubiertos de sangre, tira el palo va a recibir a Elián, le limpia el rostro retirando la sangre de él, Ciro es quien se queja de dolor, deja al mayor para ir con el del medio quien iba herido, no moriría pero si le causaba mucho dolor, la loba más vieja llama la atención del menor, este se coloca a su altura, escucha atento los diferentes sonidos que ella le hace, asienta varias veces, decidido se pone de pie.

_ Elián trae algo para que muerda Ciro – El mayor obedece- Ciro, escucha muerde esto – el herido hace lo indicado- ¡no lo toques! - Elian asustado suelta la mano de su hermano-

_ Pero necesita de mí, le voy a dar la mano – pregunta nervioso el mayor-

_ Bajo tu propio riesgo. – no le importa al mayor le da la mano a el del medio-

_Estas advertido.

Darío ve a los dos, no dice nada jala de fuerte y rápido las dagas del costado izquierdo de Ciro haciendo que ambos hermanos gritan de dolor, con herida abierta varias lobas se turnan para lamer la herida.

_ Mi mano – el menor se enfoca en ver la mano derecha de Elián- duele mucho.

_ Sera mejor que regresemos a casa con mamá Estrella, ella te dará una de sus infusiones mágicas.

_- El mayor sonríe le juega los castaños cabellos al menor- Disculpa, creo que ya no te podre cargar.

_ No me importa él nos necesita más.

_ Aun que debería dejar que muera por no hacer caso.

_ No digas eso somos hermanos.

_ Si, pero le dije que no atacara no hizo caso.

_ ¿Por qué?

_ Eran enviados de tu abuelo para darnos muerte a los cuatro.

_ ¿Por qué nos quiere matar? – ve como su hermano carga con Ciro- ¿aun te duele la mano?

_ No sé porque nos quiere muertos, lo que si se es que debemos ponernos en marcha otra vez. No pequeño, ya no duele la mano. – ve a los lobos seguirlos- Si nos siguen nos van a descubrir rápido.

_ ¡Veras! Según ellos – señala la manada- tú eres el jefe.

_ ¿Por qué él y no yo? – pregunta molesto Ciro-

_ Elián mató a la pareja alfa. Ellos son los que mandan es por eso han tomado como su nuevo alfa.

_ ¿Tú como sabes?

_ Ellos me lo dijeron. Por si no lo saben podemos hablar con ellos.

Llegan a la casa casi al dar mediodía, una preocupada Estrella los recibe al ver a Ciro lo cargó en brazos directo al río, ordena a los otros esperar en casa, por orden de Lucrecia los dos se van a bañar en lo que ella les prepara infusiones calientes. El primero en regresar es Elián que, a pesar de tener diez años ya demasiado alto para su edad, Darío de cinco también era alto, pero no tanto como sus hermanos que gracias a eso se podían hacer pasar por chicos de quince años, una hora después llega Estrella con Ciro en brazos, lo acomoda en la cama lo deja lo más cómodo posible, le colocó las amarras de plata para que esa noche no saliera a cazar, los otros tres sí tenían su permiso.

Los tres salen a cazar esa noche, pero algo cambió en el mayor, estuvo consciente de sus transformación así de todo su entorno, lo mismo pasó con sus hermanos pero el hecho de que estuvieran conscientes los hacían más peligrosos sobre todo a Elián quien era el más grande, y su sed de sangre era imparable, organizó a placer a sus hermanos entre los tres acabaron con una familia completa, para demostrar sus poderío el mayor siempre peleaba con la presa más grande, Lucrecia y Darío con los niños y mujeres.

Y así pasaron más años moviéndose cual nómadas aprendiendo nuevos idiomas, nuevas costumbres incluso cambiando un poco la apariencia para cuando Darío cumplió diez años Vivían de Atenas cierto día...

_ ¡Paren, paren! ¡Se van a matar! – grita Estrella-

_- Elián y Ciro en pelea cuerpo a cuerpo - ¡Soy el mayor!

_ ¡No me importa! – se abalanza sobre él para golpear en el vientre doblándose de dolor, Elian lo toma de los hombros le clava las uñas hasta hincarlo-

_¡Deberías! – cierra los puños empieza a pegarle en la cabeza-

_ ¡jamás! – mientras ellos peleaban Darío hace unas trampas con cuerdas ya con las trampas listas se mete en medio de la pelea empujando a ambos hermanos a las trampas - ¡ haaaaaaaaaaaaaaa! - gritan los dos al tiempo que quedan colgados de cabeza, el menor se cruza de brazos ve a los dos enojado-

_ Me gustaría saber hasta cuando se van a ver como lo que son HERMANOS. – los dos desvían la mirada- me dan vergüenza en verdad que sí.

_ Lo que dice Darío es verdad, se supone que ustedes dos deben cuidar de mí.

_ Discúlpame hermanita, tienes razón, soy el mayor y debo cuidar de ti.

_ También de él- señala a Ciro-

_ Se cuidarme solo. – indignado-

_ Saben – habla el más pequeño- ya me tiene cansado con esa actitud. Ciro ¿ya se te olvido como Elián te salvó de morir en la horca?

_ No lo olvido. No le pedí ayuda, sabes que no puedo morir.

_ Pero la gente del pueblo no, al saber que eres inmortal ¿Qué crees que nos hubieran hecho a todos?

_ No tengo idea.

_ Ustedes ya me tienen cansado, yo ya no puedo estar al pendiente de los dos si se van a matar mátense, pero no quiero ser participe.

_ No entiendo tus palabras – asustada Lucrecia-

_- Darío serio viendo a Estrella- perdóname, mamá Estrella, pero yo ya no puedo estar aquí viendo como ellos se matan, me voy.

_ - Elián hace por salir de la trampa- ¡Espera, espera! Tu eres el pequeño y el más inteligente y sabio por favor no te marches.

_ Si, no lo hagas prometo comportarme – ambos sin poder salir del agarre, es Lucrecia quien corta las sogas- ¡auch! – se escucha de los dos mayores- Dari, Dari – lo alcanza Ciro fuera de casa- prometo ya no pelear con Elián pero por favor no te vayas.

_ No nos dejes – les da alcance el mayor- prometo cuidar bien de los tres.

_ No les creo ni una palabra, siempre terminan peleando, Lucrecia y yo en medio tomando partido – sale del agarre de los dos- vámonos sombra. - el lobo asiente-

Sin poder detenerlos los mayores ven alejarse al más pequeño de los Licaón con su fiel amigo lobuno sombra, ambos bajan la mirada avergonzados y aunque no hacen las paces si se quedan callados sin poder emitir palabra alguna entran a la casa con una furiosa Estrella, nadie dice nada, no se necesitan palabras, cada uno de los hermanos se sienta en lados opuestos de la casa, rápido se llega la noche, Elián sale de la casa esperando que vuelva su hermanito detrás de él Ciro.

_ Los dos tuvimos la culpa.

_ Lo sé, solo espero recapacite para mañana que despertemos estará ayudando en las tareas de la casa como siempre.

_ Si como siempre. . . ¿Y si no?

_ Lo iré a buscar. Debemos reconocer que es él quien mantiene unida a lo que queda de familia.

_Porque siempre lo hemos mimado mucho sobre todo tú.

_Ciro, se quedó huérfano muy pequeño dudo que recuerde a mamá.

_ Papá perdió la razón intentó matarnos y nuestro abuelo nos quiere muerto. - una fuerte corriente de viento mueve el cabello de ambos-

_ Volvamos a dentro estoy seguro de que va a volver.

_ ¿Y si no?

_ Mañana nos vamos a buscarlo, no creo que llegue muy lejos.

_Descansemos. - entran los dos, Estrella ya los esperaba-

_ Mas les vale que regresen mañana con él o juro que les daré una tunda ... que ni Zeus se las va a quitar.

Darío con ayuda de sombra, cazan la cena, un conejo, el hace una fogata, limpia el conejo, da una parte a su amigo y la cena, después de cenar se ponen a buscar un refugio para pasar la noche, ya que lo encuentran entran en él. Sombra empieza a hacer ruidos, el jovencito hace una mueca de fastidio.

_ No pienso volver con esos dos hasta que yo aprenda a ser un hombre y yo a tenerles paciencia, los has visto, casi se matan a golpes. - el lobo le gruñe- es mi última palabra, no pienso volver. - se hecha en su lugar para dormir, sombra a su lado-

En casa se llega la noche, todos van a dormir el mayor no puede conciliar el sueño pensando en su hermanito, se regaña internamente por no saber ser un buen hermano mayor, aunque realmente él no era el hermano mayor pero si de ellos cuatros, tarda en poder quedarse dormido está por caer en un profundo sueño cuando escucha la voz de Darío gritarle " despierta" abre los ojos justo a tiempo ya que Lucrecia estaba por cortar su cuello de lado a lado toma las manos de la chica e inicia una pelea que despierta a los demás Estrella ve con asombro que los dos pelean cual hombres Ciro quiere intervenir pero no se lo permite la mujer. Con un movimiento brusco Elián queda arriba de Lucrecia.

_ ¿Qué te pasa? ¿Está loca?

_No, abuelito me prometió volver a ser princesa si te mataba.

_ ¿Princesa? ¿Cómo? - del asombro no se da cuenta que suelta el agarre-

_ Debo llevar tu cabeza y la de Ciro.

_¿Por qué? Llevamos años escondiéndonos de él, llevo años protegiéndote de el

_ Vivir en la miseria no es protegerme de él, es negarme mi derecho de ser princesa.

_ Prefieres eso que vivir en paz.

_ Si. Licaón, dio conmigo. Ya me cansé de fingir que soy plebeya.

_ - Ciro se queda serio al escuchar las palabras- Debemos ponernos en movimiento, buscar a Darío.

_Y lo haremos- los ojos negros de Elian se llenan de agua, ve a su hermana se inclina a besar su frente- perdóname por favor – toma la daga plata que Lucrecia llevaba en mano, cierra los ojos para no ver como la vida abandonaba los ojos de su hermana-

_ ¿Qué has hecho? – Ciro sin poder creer lo que sus ojos veían-

_ La mate – daga en mano, ve sus manos cubiertas con sangre de su hermana - ¡la mate! – deja caer la daga, se lleva las manos a la cara llorando-

_ Tranquilo – Ciro de catorce años tomó las manos del quinceañero- o era ella o nosotros ahora reacciona debemos movernos.

_ S...si debemos irnos. Toma la plata, el oro, Estrella los brazaletes, coloca las protecciones, iremos ligeros.

_ ¿A pie?

_ Si, mejor a pie, no, a caballo, debo avisar a Darí, pero ¿Cómo?

De lo nervioso que estaba, de la angustia, del miedo sale de la casa camina de un lado a otro cual león enjaulado, cierra los ojos se visualiza el cómo lobo, hace crecer su hocico sorprendido lleva sus manos a la protuberancia sin pensarlo aúlla, vuelve aullar hasta que los lobos de todos lados se unen a su aullido, le está avisando a su hermanito que se mueven del lugar que cuide de su vida. Ya listos los tres hace que lo esperan el mayor entra a la casa espada en mano, llega al cuerpo de su hermana de nuevo pide perdón con toda su fuerza (que ya era el equivalente a dos hombres adultos) corta las cuatro extremidades de su hermana le hecho aceite de lámpara le prende fuego al cuerpo, así como el resto de la casa, sale corriendo de un salto monta el caballo salen los tres a todo galope.

_ Ciro, Estrella viajan juntos al norte, nos vemos en Tesalia ya saben en dónde.

_ Está bien ¿Y tú? – se acerca el menor-

_ Lo más seguro es que nos estén vigilando y al darse cuenta de que Lucrecia murió irán por nosotros o por mí les daré caza primero. – entrelazan los brazos como saludo, juntan frente con frente-

_ No creo que Paréntesis o Máximo mucho menos Heliodoro, él te quiere mucho.

_ No debemos fiarnos.

_ Lo sé, aun así, cuida de ti confía en que te aman.

_ Igual que Lucrecia y mira lo que nos hizo. ¡Lira, Lira! – una loba se hace presente. Elian desmonta, se pone a la altura de la loba, la toma de las orejas, los ojos negros del mayor se tornan blancos, después rojos, le gruñe un par de veces la loba sale corriendo- ¡listo! Les harán guardia todo el camino.

_ Cuida de ti mi niño. Por favor llega con nosotros

_ Te doy mi palabra mamá Estrella.

_ Debería ir yo no tu.

_ No. Ciro, si nos estuvieran vigilando ya saben que tú eres mejor que yo cuerpo a cuerpo, pero no saben que soy mejor hablando.

_ No los vas a matar con la lengua.

_ Pero si con las flechas y la lanza– le guiña- soy mejor a distancia. – dicho eso Elián golpea las nalgas del caballo para que ambos salgan a todo galope al norte mientras él mayor toma hacia el oeste-

Los aullidos se extienden por toda la zona causando miedo entre los pobladores a la salida norte de Atenas llegan los aullidos y llegan a los oídos del pequeño.

_ Lo escucho y no lo creo, nos están cazando, rápido sombra debemos movernos. – gruñido- al norte a Tesalia, debemos darnos prisa ¿crees poder seguir mi paso? – gruñido- bueno en ese caso, una... dos... tres – el menor sale corriendo detrás de él Sombra-

Elian desmonta su yegua le da una nalgada ahuyentando del lugar, trepa uno de los árboles hasta los más alto que puede ya ahí se comunica con los lobos de la zona. Exactamente dos días después de la muerte de Lucrecia llega un pelotón de nueve hombres encabezados por el mayor Paréntesis, estudia la casa, da con los restos de su hermana, pero no siente empatía alguna.

_ Debemos buscarlos, los tres deben morir.

_ ¿Y la mujer?

_ Es esclava y volverá al servicio de mi abuelo.

_ - A la distancia- con que los tres debemos morir – prepara el tiro, cierra los ojos, suspira- dos hermanos en menos de dos días . . .

Un zumbido se escucha un certero tiro en el cuello de Paréntesis lo deja sin habla, una flecha de plata atraviesa de lado a lado al hermano mayor, otro zumbido otra flecha otro caído.

_ ¡Escudos! – los siete restantes se protegen-

A la distancia se escuchan silbidos, varios lobos se arrastran hasta llegar con los atacantes sin pensarlo los enfrentan dejando mal herido a la mayoría de los soldados, sin poder moverse llega Elián quien degolló a cada uno de los ahí presentes para inmediatamente prenderles fuego, no se queda a ver las llamas, recoge las flechas se pone en marcha para dar alcance a su hermano y a Estrella.

_ Debemos perder el rastro nuevamente. – dice el pelinegro mientras corre a toda velocidad, silba avisando que el peligro ha pasado-

Darío sigue su andar sin detenerse, los aullidos de que el peligro ha pasado llegan a su oído es cuando detiene su andar, se deja caer en medio de un húmedo pastizal a su lado Sombra, jadeantes sin poder tranquilizarse, cuando por fin lo logran los dos toman agua, él se pone de pie viendo el cielo despejado.

_ ¿Parece que nunca vamos a poder estar tranquilos amigo mío?

_ - gruñido-

_ Debemos ir más allá de estas tierras, más allá del Egeo, allá donde no nos encuentren nunca.

_ - gruñido-

_ No lo sé amigo mío, no lo sé. Tú no eres inmortal – lo abraza- prometo cuidar de ti hasta el día que mueras.

_ - gruñido-

_ No me gusta pelear porque para eso están mis hermanos.

_ - jadeo-

_ Tienes razón, estoy solo ¿alguna idea?

_ - el lobo coloca su cabeza en los muslos del joven-

_ Hasta donde se los espartanos son los mejores guerreros ¿Cómo les digo que quiero aprender? Sabrán que no soy uno de ellos. – el lobo se le queda viendo- no me veas así. - ladrido-

_ Está bien, está bien, tú ganas, iremos a Esparta. Solo espero poder ser buen estudiante. ¡En marcha! Que vamos del lado contrario a Esparta. – los dos se ponen de pie e inician su andar- sabías tú que ellos son descendientes directos de Hércules. – ladrido- por eso son los más fuertes, valientes guerreros de todo el mundo. -resopla- ¿Qué? Es verdad lo juro o al menos eso me contaba Elián y él no me miente, eso creo.

            
            

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