Cierro mi mochila esperando que no se me olvide nada en casa, pues no puedo permitirme regresar cuando ya esté caminando hacia mi instituto, que por cierto no queda muy cerca... nada queda cerca, para llegar a cualquier lado debo de caminar kilómetros. Aunque odie tener que caminar tanto, voy a tener que acostumbrarme a menos de que ande en bicicleta, cosa que me desanima aun más. Como sea, hoy en mi primer día en la nueva escuela... soy una tonta que se ha cambiado de instituto a mitad del año escolar por lo que seré la sensación o la burla, una de dos. Una tontería, pero a mamá la transfirieron en el trabajo, ella es enfermera y madre soltera, papá se fue por cigarros y jamás regresó. Básicamente, este cambio fue bastante forzado, pues me rehusaba a dejar a mis amigos y a mi novio... mamá dice que si logro conseguir dinero para ser al menos dos meses seguidos una mujer independiente, me dejará regresar a mi ciudad de origen. Suena tentador, pero sus que alguien me dé trabajo en este lugar, pues es casi un pueblo fantasma... hay más árboles que casas y gente en las calles. Desgraciadamente, nos mudamos a un lugar lleno de árboles, no hay plazas comerciales ni tampoco cafeterías de logos verdes. Solo hay tiendas locales y boutiques viejas... o vintage si quieres sonar más actualizado. Las cosas no pueden ser más viejas y aburridas en este sitio, pero es lo que me toca vivir, sin amigos y sin novio, una tortura. A mamá le parece gustar estar en este sitio, no puedo entenderla porque a mi me pasa todo lo contrario, no me gusta vivir aquí y la sola idea de tener que pasar toda mi vida en este sitio me asusta y mucho.
El clima es otro detalle, hace algo de frío y sinceramente soy más de calor, pero mis gustos no fueron tomados en cuanta cuando un día mamá llegó a casa con la noticia de que nos mudaríamos en menos de un mes. Mi vida si vino abajo, pues mis amigos estaban ahí, amigos de la infancia y de la escuela. En esa ciudad está Valerie, mi mejor amiga desde siempre y aunque hablamos por teléfono todos los días... las cosas no son iguales y menos cuando la llamada a larga distancia sale un ojo de la cara. Las cosas en el instituto no van a ser igual sin ella... ¿quien se va a preocupar por que me despierte todas las mañanas a tiempo para ir a las clases? Nadie, a partir de ahora estoy sola y estaré sola en el instituto. Mamá dice que será fácil hacer amigo, eso me lo repite día y noche y yo solo sé que eso no e verdad. Las cosas nunca son tan fáciles para la chica nueva. Solo hay dos opciones, o encajas o te odian y presiento que por alguna razón van a odiarme... apuesto a que van a odiarme. Ninguna chica que pueda llegar a ser mi amiga podrá compararse con Valerie.
Aparte de Valerie, existe Raiden, mi novio. Llevamos saliendo un año y medio y saber que tendría que irme fue un golpe muy duro para los dos... si tan solo pudiera abrazarlo. Mamá dijo que puedo ir tan al menos una vez cada cinco meses, es una broma, nadie puede ver a su novio cada cinco meses. Pero ella no entiende de razones, por eso es que cuando dijo que si conseguía solventar mis gatos como una persona independiente, me dejaría irme de este lugar y regresar a la ciudad. Suena como una propuesta tentadora, pero muy soñadora, pues como dije, no creo poder ahorrar el suficiente dinero para sobrevivir al menos tres meses. Aun y con eso, no pierdo la esperanza de que llegue el día en el que pueda ver a Valerie y a Raiden.
-¿Estás lista?- comenta mamá cuando me ve entrar a la cocina. -Te ves muy guapa, cariño. Esperemos que hagas nuevos amigos...
-Ya tengo amigos, mamá- me quejo, no quiero nuevos amigos, quiero a los viejos, los de siempre y quiero a mi novio, pero ella no lo entiende.
-Hija... entiende que en cosas del trabajo no podemos darnos el lujo de rechazar las ofertas. Dime, ¿no te gusta la tranquilidad de este lugar?
-No- respondo inmediatamente.- A mí me gustaba el ruido de la ciudad, el ruido de los autos y salir con mis amigos a bailar.
-Eres imposible, niña -coloca una bolsa de papel café en frente de mí.- Tu desayuno.- Enojada, tomo la bolsa y salgo de la casa, pues para llegar a mi nuevo instituto debo de caminar al menos diez minutos seguidos.
Si tan solo mamá me dejara usar su auto...
Algo que me gusta hacer es pintar, me encanta hacerlo y como un escape al aburrimiento que siempre recae en mis espaldas por las tardes, busco que pintar. He pintado mi nueva habitación, para que cuando regrese a la ciudad pueda mostrarles a mis amigos mis nuevas creaciones. -Veamos- camino por la vereda de rocas, ramas y hojas secas. No sé que tan buena idea sea estar ahora mismo en el bosque, pero es la única atracción que hay en este lugar. Supongo que ver lobos es lo más extremo que hacen estas personas cuando visitan el bosque, por eso es que hoy, justo después de una jornada de clases, estoy aquí, en el bosque.
A lo lejos miro un tronco en el suelo que podría servirme para sentarme y regar mis cosas de pintura sin problema. Todo mi kit de artes está en mi mochila, pues desde que hoy desperté pensé que sería bueno venir hasta aquí a pintar un árbol seco o lo que sea que me quiera regalar el bosque. Estamos en marzo, un bonito mes para las ciudades en las que comúnmente hace un clima cálido, pero aquí hace frío... odio el frío. Algunos de los árboles que me rodean están llenos de musgo verde y hongos de distintos tamaños. Hay tantas cosas que puedo pintar en mis lienzos, pero por hoy solo tenemos disponible uno. Otro día puedo venir y pintar otro árbol, otro paisaje o alguna cosa interesante.
Saco un lápiz, empezaré con el boceto... miro un árbol gigante que se asoma por entre un par de ramas y pequeños árboles. Me gusta como se ve desde donde estoy, es perfecto para mi pintura, pies por ser tan alto, acapara toda la luz, haciendo que desde su copa, hasta sus raíces, cruce un rayo de luz que baja y choca en el suelo de tierra húmeda. Es el árbol perfecto para ser pintado... no soy tan buena, a pesar de que todos dicen lo contrario. Mama es la que compra todos mis materiales, obviamente ve en mis pinturas lo positivo para no sentir que cien dólares se van a la basura. Me gusta pintar paisajes y cosas sencillas, pero desde hace un tiempo he estado incursionando en los retratos... solo que necesito un modelo, pues ya me canse de pintar a mi madre y a mi gato en todas sus facetas.
Tengo un gato que recogí de la calle hace unos meses, también tuvo que viajar a este lugar y al igual que yo, aún no se adapta, pues aquí se la pasa encerrado todo el día. Mi pequeño Ares se la pasa estresado por qué mamá no lo deja salir, pues no sabemos que tan peligroso sea el vecindario en el que vivimos, pero debemos de ser honestas. Nuestra casa está en medio de la nada, el vecino más cercano está al menos a un kilómetro, una razón más por la que detesto este sitio. Pues antes, en mi antiguo vecindario saludaba a las ancianas, de vez en cuando mamá tenía guardias en el hospital, podía ir con la vecina a cenar. La señora Grey debe de echarme mucho de menos, pues de vez en cuando veíamos juntas películas en blanco y negro. Ambas éramos muy buenas amigas, ella siempre fue amable conmigo. Ojalá hubiera otra señora Grey en este lugar que me invite la cena y me haga ver películas demasiado viejas como para quedarme dormida en el primer minuto.
Miro mi boceto... creo que está bien y estoy lista para empezar a pintar. Saco mis pinceles, el bote en que vierto agua para limpiarlos y el agua... mi botella de agua no está, carajo, el día no podía salirme completamente bien. Creo que de este lugar solo hay una cosa buena, y lo sé porque los chicos de mi instituto han hablado sobre eso, sobre el río. En el bosque hay un pequeño riachuelo que crece y fluye por rocas. Lo que escuche de él es que es bastante lindo, frío y que de vez en cuando hay gente bañándose en sus cristalinas aguas. Y si mal no me equivoco ese río debe de estar cerca de aquí, puedo escuchar el cause cerca. Tomo el bote que debería de tener agua, dejo mi mochila en el suelo y todas mis demás cosas. Sería demasiado que alguien viniera y me robara mis lienzos y unos pinceles de menos de un dólar.
Empiezo a caminar sorteando las rocas y algunas ramas que permanecen en el suelo mohoso. Mi instinto es seguir un pequeño camino que hay, supongo que no debo de ser la única que ha pasado por este lugar, debe de ser un sitio demasiado recurrido, pues básicamente es lo único atractivo del lugar... ah, y un pequeño cine. Camino, el clima es bastante frío... gracias a eso mi ropa huele a húmedo y a viejo... ni siquiera el perfume quita ese olor tan peculiar. El sonido del río se escucha cada vez más cerca, eso quiere decir que estoy yendo por el camino correcto, si no fuera así, entonces mama tendría que poner una alerta de búsqueda, pues no soy muy buen en mi sentido de orientación. Si las cosas no salen bien, podría perderme y nunca salir de este bosque y tendría que vivir de hongos y platas... me convertiría en un hada. Aja, como si esas cosas sobrenaturales existieran. Me detengo un segundo a admirar el paisaje, estoy rodeada de manchas verdes y de paz... ojalá mi pintura pudiera capturar esto que ven mis ojos y esto que siente mi alma y mi cuerpo. Desearía tener una cámara, la tenía, pero mamá no se dio cuenta de que estaba en el sofá y se sentó en ella. De eso ya pasaron tres años... dijo que ella me la iba a reponer y eso aún no pasa y no creo que pase.
El ruido que hace el agua chocando con las rocas es sustituido por una par de risas, es una de hombre y una de mujer... carajo, soy demasiado introvertida como para simplemente aparecer y pretender que no están ahí. Me quedo quieta, revaloro la situación en la que estoy metida... y aunque no es algo que deba de pensar mucho, me quedo buscando mis alternativas... puedo seguir caminando hasta que vea un acceso al río y puedo ignorar a esas personas. También puedo quedarme aquí y esperar a que esas risas ya no se escuchen, pero las dos suenan bastante mal para mí.
-¡Maldita sea!- maldice la chica, no puedo verla, pero su puedo escucharla.- Ya es demasiado tarde, mamá me regañara.
-Vete, me quedaré un momento más- contesta la voz masculina y santo cielos... que voz. Suena a esas voces tan masculinas y seductoras, podría tener sueños con esa voz por semanas.
-No puedo tentar mi suerte... mamá puede castigarme y ahora mismo es lo que menos quiero- explica la chica.- Nos vemos y suerte con el plan, esperemos que pronto encuentres a la candidata.
-No quiero pensar más en eso, pero sí, esperemos que tenga buena suerte. -Se escucha un estruendo en el agua y después de eso ya no hay más voces.
Obviamente, la mujer se ha marchado y el hombre es el que se ha quedado... en todos lados, estar con un hombre a solas nunca es una buena idea. Doy media vuelta, pero no avanzo de regreso... en serio quiero pintar, y si quiero hacerlo necesito un poco de agua...
Resignada, camino hacia donde se supone que está el río. Llego hasta la parte más alta de la vereda, desde donde estoy ahora mismo puedo ver el agua cristalina que fluye por el canal y también una espalda... una espalda musculosa y llena de lunares. Mi corazón late desbocado por la verguenza de estar mirando a un hombre semidesnudo que no sea mi novio, Raiden. Esto básicamente debe de ser como una infidelidad y más cuando veo que este pasa sus manos por su cabello, su espalda se ve mejor. Y por un momento, en mi mente cruza la idea de saber como se sentiría pasar mis uñas por su fuerte espalda.
-Sé que hay alguien ahí -como si fuese una niña pequeña atrapada por su madre intentando robar una galleta, corro hacia donde vine, pero mi bota se atora en una rama salida. Caigo y me golpeo en la barbilla.
Carajo, el golpe sí que ha dolido y mucho. Mi pequeño vaso rueda hasta un pie desnudo... el hombre está a lado mío, pero solo puedo verle los pies y además de eso, puedo ver como gotas de agua humedecen en suelo.