-Sentí la sonata del cuerno anoche, imagino que ya han tomado una decisión con respecto al acuerdo político.
El silencio en la mesa fue simplemente gélido, incluso los cubiertos pasaron a completo mutismo, la servidumbre parecía aguantar la respiración, y los aromas de todos mezclados era casi insoportable, Axe por un segundo deseó estar en cualquier otro lugar que no fuera ese, tan incómodo como podría él y su loba, su aroma estaba a flor de piel, sus nervios y enojo no habían mermado y le estaban haciendo casi imposible no desprender feromonas por doquier, ahora mismo podrían simular estar en un jardín lleno de rosas, con la magnitud de su propia esencia junto a las de su hermana y madre esparcidas por la habitación, nunca había querido escapar con tanta desesperación, no había logrado conciliar el sueño en toda la noche, y Igna, su loba no paraba de moverse alrededor por los espacios de su mente, honestamente dudaba poder descansar debidamente en lo que le quedaba de vida, eso junto a su reducido apetito, quizás le hicieran morir de cansancio antes de llegar a Craenia.
La mañana ya había llegado y con esta la realidad que parecía abofetear a Axe con una fuerza que le era ya imposible de ignorar, anoche, una vez que el cuerno había dado su última tonada de informe, por un segundo pensó captar el lamento del mismo en la melodía, era lenta y poco agradable a los tímpanos incluso jura haber oído uno que otro lobo aullando junto a la misma, pero tan melancólica que puede llegar ser, también podría considerarse hermosa a quien realmente supiera apreciar su belleza, la última vez que había tenido la desdicha de escuchar el lamento del cuerno, fue cuando era apenas un cachorro y su padre partía a la guerra, sus memorias de esa época son algo difusas, pero eso, lo recuerda bien.