Capítulo 5 BO: III.

REINO DE CRAENIA

OFREA

PALCIO DE LA CORONA FÉRET.

-Me crea un inmenso placer tenerlo aquí, en las tierras de Craenia, que la gran Luna alabe su presencia aquí, príncipe omega Noir⎯recitó Eric Arnaud Féret, actual monarca y alfa líder de todo Craenia, con una venia que Axe juró hizo doler la espalda del viejo lobo, pero no fue menos elegante que la que él mismo hubiera hecho, los lobos eran superiores, diferentes y exquisitos.

Axe había tenido tantas oportunidades de viajar, que le permitieron no sólo conocer culturas ajenas, sino, también razas: felinos, aves, entre otros cambiaformas que le habían enseñado muchas cosas, sin embargo, los lobos se conservaban mejor, parecían tener un pacto con la vida y el propio dios Fenrir, que podría considerarse satánico, permitiéndoles envejecer lento, y pese a todo, mayormente, en buen estado, Axe debía reconocer que Eric, así como su propio padre y tantos otros alfas, eran un claro ejemplo. La voz de Eric era lo más parecido a un viejo ron, melódica y atrayente como la de la mayoría de los alfas, dentro de sí, Igna se removió, caminando alrededor, intranquila, sin embargo no estaba concentrada en el rey Eric, sino más allá, haciendo que Axe por un segundo se desconcentra de su medio, la loba parecía alterada, Axe se removió sutil en su propio eje, siempre cuidando no dejar salir su aroma, su cabello largo y oscuro cayendo sobre la tela se meció con la briza que entró por los inmensos ventanales, el aroma a rosas lo golpeó desde afuera.

⎯Mi sinceridad es plena, cuando le digo que nos esforzaremos en brindarle una buena experiencia, pese a todas las dificultades que hemos presentado durante años, en cuanto a relaciones⎯la voz del rey Eric volvió a llegar a sus oídos, Axe sonrió intentando disimular la incomodidad que le creaba estar entre tantos alfas, y más, lobos que se han tenido por enemigos en tantos años, la extrema y forzada amabilidad de Eric era desesperantes a niveles elevados, Axe sabía que cordiales no eran las relaciones, de hecho si no fuera por la guerra, Craenia y Asmax nunca hubieran reanudado cualquier intercambio diplomático, a menos que fuera frente al gran concejo, lleno de viejos cascarrabias, que a su opinión estaban de más en la tierra, dio un ligero asentimiento y mantuvo su sonrisa, se forzó a sí mismo a relajar su postura, y exigió a Igna que se tranquilizara, bueno, la loba no estaba interesado en escucharlo.

            
            

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