Capítulo 2 Primera experiencia

El bastardo, me golpeó de nuevo, es un psicópata. Es tan fuerte que no puedo defenderme. Espero que se queme en el infierno.

-¿Por qué me haces algo así?- Pregunto entre sollozos, sosteniendo mi mano en mi mejilla abofeteada.

Me mira neutralmente, su mirada es tan oscura. Tengo miedo de este hombre loco y psicótico.

-Porque te amo- Gritó, haciéndome estremecer. Me agarra de la barbilla y acerca mi cara a sus calzoncillos- ¡Chúpalo ahora, pequeña, o te juro que no te haré ningún bien!- gruñó

Me eché a llorar y lo miré.

-Te lo ruego, Amon, no me hagas hacer esto- susurro entre sollozos- Nunca he hecho esto antes- tartamudeé.

A él no parece importarle.

-Cariño, si hago una llamada telefónica, ahora, toda tu familia morirá- me amenaza.

Contengo mis sollozos y coloco mis manos sobre sus calzoncillos. Le disparó a ese hombre sin pensar en las consecuencias. Es poderoso, y no quiero que mi familia sufra... Bueno, por mi culpa.

-¿No les harás daño?- Pregunto con un suspiro.

-No, mi dulce ángel, no les haré daño. Haz lo que te digo, no los tocaré- dice, tímidamente asiento con la cabeza.

Bajo suavemente sus bóxers y mis ojos se abren al ver su virilidad. Trago saliva y coloco mis manos sobre esta, gimiendo ante el contacto de mis manos sobre él.

-No sé cómo- susurro y lo miro.

-Simplemente mueve la mano, ya sabes- dice con dureza e inflexible a mis súplicas.

Froto suavemente su virilidad de arriba a abajo, sin saber por dónde empezar primero. Él gime y echa la cabeza hacia atrás. De repente, su hombría se hace más grande.

¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?

Coloco mis labios alrededor de él y lo escucho gemir, suavemente lamo la punta rosada. Me agarra del pelo con el puño y se mete en mi boca, haciéndome atragantar.

Se mueve, con lágrimas en los ojos lo observo mientras mi humillación le trae placer.

Él gime y se libera en mi boca, obligándome a tragar. Siento que todo mi estómago se está volcando y las náuseas aparecen de inmediato.

-Shh, pequeña- dice, limpiando la comisura de mi boca- Me diste el oral más dulce - siguió besando mi frente.

Estoy tan avergonzada de mí... ¿Cómo puede un hombre golpear y amenazar a una mujer?

-Selene, mírame- susurra sobre mis labios, pero no quiero mirarlo.

-Te odio- susurro y rompo a llorar- ¿Por qué me hiciste hacer esto?- Pregunto de nuevo.

Lo escucho vestirse, pero no quiero mirarlo. Pone sus fuertes brazos a mi alrededor, atrayéndome suavemente contra su pecho.

-No hay vergüenza en hacerle esto a tu esposo, mi dulce ángel- me susurra al oído, luego me besa la nuca.

Me siento humillada, me siento como un trapo en el suelo.

-No eres mi marido- Lo niego, porque no quiero saber que este monstruo es mi esposo y yo soy su esposa.

Me toma en sus brazos y me coloca en la cama, sus manos suben suavemente por mi cuerpo desnudo. Me estremezco cuando besa uno de mis senos, mordiendo ligeramente el pezón, que se endurece inmediatamente bajo su toque.

-Me tengo que ir ahora, pero no estés triste. Vendré pronto- susurra, pero no quiero hablar con él.

Espero que nunca vuelvas, psicópata.

-Estarás lista para la noche- me susurra al oído y lo muerde, luego lo chupa- Por la noche, entrarás en mi cama, como mi esposa de buena gana- continuó.

Suspiro, porque si lucho, me volverá a pegar, o le hará daño a mi familia.

-No tengas miedo, no te dolerá- susurra de nuevo.

-¿Y si me niego? - pregunto y él se inclina solo para capturar mis labios en otro beso.

-Te va a doler, mi amor- susurra.

-¿Qué, también tienes una habitación con juguetes?- Le pregunto y él solo se ríe. Me empuja hacia la cama y se sienta encima de mí.

-No necesito juguetes para castigarte- dice divertido y empuja dentro de mí, haciéndome estremecer- Mira, el juguete aquí, no es pequeño en absoluto- continúa y empuja de nuevo.

Lo sé, psicópata

-Romperé tu dulce sello, Selene, y si no eres buena- dice, deteniéndose y acariciando mi mejilla- Reza para que no lo descubras, bebé- continuó, haciéndome tragar saliva.

Tal vez, le tengo un poco de miedo a este psicópata... Vale, ¿a quién engaño? Estoy aterrorizada de él.

-Amon, no puedes - susurro, y él levanta una ceja.

-¿Eres mayor de edad?- Me pregunta divertido. Asiento con la cabeza- ¿Estás vacunada?- Me vuelve a preguntar en el mismo tono.

-Sí, lo estoy- respondo.

Acaricia mi pierna debajo de la bata, subiendo y bajando.

-Entonces, puedo tenerte- dice, y suspiro profundamente.

-¡Amon, por favor!- susurro en un tono estrangulado.

Coloca mi pierna en su espalda, manejándome como una muñeca.

-Shh, te prometí que sería amable contigo- susurra contra mis labios- Llorarás un poco al principio porque te dolerá, pero te consolaré- sigue besándome.

El hombre esta loco...

Me habla con tanta delicadeza, y hace unos minutos me estaba golpeando y gritando. Debería estar encerrado en un hospicio y con una camisa de fuerza.

-¿Qué estás pensando?- Me pregunta, besando mi mejilla que fue golpeada por él.

¿Qué tan loco estás?

-Nada- le miento.

Estoy segura de que papá ya me puso en una búsqueda internacional.

-Cuando entre por esa puerta, quiero encontrarte desnuda y de rodillas- dice mirándome- ¿Nos entendimos?- Me pregunta y yo asiento.

Besa mi frente y se baja de mí, saliendo del dormitorio, cerrando la puerta con la llave.

-¡Bastardo!- Grito tirando una almohada a la puerta. Me eché a llorar- ¡Arde en el infierno tú y los que me casaron contigo!- Vuelvo a gritar y me levanto de la cama.

Tengo que salir de aquí de alguna manera, pero ¿cómo?

Miro por la ventana y veo que tiene una guardia bastante generosa.

No me acostare con el...

XXX



Naturalmente, había enviado a alguien para prepararme y vigilarme, había dos hombres en la puerta, vigilándome. La mujer que había venido a ayudarme solo había hablado cuando me dijo lo que su amo quería de mí.

Ahora estaba desnuda en la cama, lavada hasta que mi piel se puso roja, porque esa mujer no había querido dejar que me lavara. Había considerado mi piel como un paño, que había lavado.

Hijo de puta.

Por supuesto, de alguna manera había tratado de escapar de esta habitación, pero no lo había logrado. Desafortunadamente para mí, la casa tenía un buen sistema y las ventanas se cerraban automáticamente.

Estaba esperando a mi verdugo, ¿qué más podía haber hecho?

Papá es un hombre fuerte, simplemente no quiero que se lastime tratando de salvarme.

Cuando la puerta se abre, mi corazón se detiene y de repente me olvido de respirar, pero doy un suspiro de alivio cuando Rosalie entra sigilosamente en la habitación como un gato y me mira con severidad.

-¡Ven!- Me ordena, como si yo fuera la criada, y tira una bata sobre mi cama.

Lo agarro y me lo pongo, bajándome de la cama y siguiéndola. Los dos hombres me siguen de cerca, pasamos algunas habitaciones y subimos algunas escaleras. Al llegar frente a una gran puerta hecha de una madera sólida y dura, la abre.

-Espera al amo en la cama- me dice, y los hombres me dan la espalda. La bata, me la pide, y me la quito.

Lo toma de mi mano y cierra la puerta detrás de ella. Estudio la habitación, los muebles son de madera maciza, al igual que la puerta, y las paredes son negras.

Al igual que su alma.

Sobre el escritorio había algunas fotos mías de cuando era pequeña.

¿De dónde las sacó?

Un enorme jacuzzi está al lado de la gran ventana, está hecho de una piedra preciosa. Supongo.

Abro suavemente un cajón y me encuentro con una colección de relojes bellamente dispuestos, cada uno en su propia caja. Siento su aliento en la nuca y me congelo, sobresaltándome cuando coloca una mano en mi cintura.

Me muerdo el labio inferior para no llorar, cierra el cajón con la otra mano y me besa el cuello.

- Mírame- me susurra al oído.

Lo miro con los ojos llorosos. Coloca sus dedos en mi mejilla y la acaricia lenta y suavemente.

-Amon- susurro su nombre y dejo que unas lágrimas manchen mis mejillas.

Coloca su pulgar en mis labios, acariciándolos y silenciándome.

Me toma en sus brazos y me coloca en la cama, esta se hunde bajo su peso. Se desabrocha la camisa y se la quita, dejando al descubierto su tonificado pecho.Trago el nudo en mi garganta cuando lo veo quitarse los pantalones y los bóxers. Liberando su virilidad, que me aterroriza.

Me estremezco cuando coloca sus grandes manos sobre mis piernas. Presiona sus labios contra los míos en un beso lento y profundo, saboreando cada centímetro de mi boca y mis labios.

-Niña, eres tan dulce- susurra seductoramente contra mis labios.

Deja un rastro de besos húmedos por mi cuello, llegando a mis pechos. Muerde uno de mis pezones, succionando suavemente y jugueteando con sus dientes.

Aprieto mis piernas juntas un poco y él se da cuenta porque coloca una mano sobre mi feminidad y su rodilla mantiene mis piernas separadas.

Continúa jugando con mis pechos, haciéndome suspirar y apretar sus hombros.

Inserta un dedo en mí y besa mi frente mientras inserta el segundo. Dejo escapar un pequeño gemido de dolor, me los saca y me los vuelve a poner, obligándome a cerrar los ojos.

-Amon, no- susurro, mientras comienza a moverlos en círculos.

Me agarro las piernas por el dolor, pero él no me deja. Gimoteo y coloco mis manos sobre las suyas, deteniéndolo.

-Me duele- susurro entre sollozos- Por favor, no vuelvas a hacer esto- Continúo, descansando mi cabeza en su pecho.

Lo abrazo, suspirando de nuevo cuando él pone sus brazos alrededor de mí.

-¿Crees que quiero hacerte daño?- Pregunta y presiona sus labios en mi frente- Mi alma se rompe, cuando lloras y huyes de mí- continúa en el mismo tono suave.

Entierro mi cabeza en su pecho, no queriendo dejarlo ir, y lloro como un niño pequeño y pido alivio.

Suavemente me acuesta boca arriba, sentándose encima de mí. Sus dedos enjugan mis lágrimas amargas y toma una botella negra de la mesita de noche.

Él vierte un líquido sobre mi cuerpo, lo que envía un escalofrío a través de este. Levantó mi pierna hasta su hombro y besó mi planta.

-Amon- susurro y me muevo asustada debajo de él mientras frota su virilidad contra mi feminidad.

Coloca una mano en mi estómago, deteniéndome.

-¡Por favor no!- Jadeo cuando presiona su frente contra la mía.

No me responde, pero al segundo siguiente, mi grito resuena por toda la habitación. Me siento partida en dos, me siento estirada y me duele.

-Mi dulce Selene- gime y vuelvo a gritar mientras me penetra más.

Coloca una mano debajo de mi cabeza, arqueo la columna con dolor.

-Cállate y no te muevas- vuelve a gemir y me besa en la frente.

-Pero no sabes cuánto me duele- Lloro con todo mi corazón y gimo de dolor.

Se inclina y me besa, empujando más fuerte. Coloco mis manos en su pecho, evitando que siga adelante.

-No llores, mi dulce ángel, es normal- susurra contra mis labios.

No es normal que seas tan grande.

Quiero gritarle las palabras en la cara, pero duele demasiado.

-No lo soporto- susurro entre sollozos.

Besa mi frente y me mira suavemente.

-Puedes tomarlo querida- gime, acariciando mi feminidad con sus dedos- No eres la única virgen que ha estado en mi cama. Por supuesto, mi hermosa esposa tampoco- continúa, e inclino la cabeza hacia un lado.

Y grito una y otra vez mientras él entra.

Me olvido de respirar o ya no puedo respirar. Me siento llena hasta el borde. Si al principio era dolor, ahora es pura agonía.

Besa mi cuello y comienza a moverse, suavemente al principio, gime y muerde mi mandíbula, aprieto sus hombros llorando.

-Eres tan dulce- me susurra al oído- Y tan apretada- sigue besando mi mejilla.

¿Por qué duele tanto?

            
            

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