Capítulo 3 Conocerás a tus padres

Me despierto sobre su pecho bien hecho, me duele terriblemente el cuerpo. Apoyé mi cabeza en su pecho, notando su teléfono en la mesita de noche.

Me estiro y agarro el teléfono, lo enciendo, pero solo puedo abrirlo con su huella dactilar.

Lo miro, durmiendo plácidamente. Tomo su mano con cuidado y abro el teléfono, suspiro de alivio cuando logro soltar su mano sin despertarlo.

Suspiro mientras salgo de la cama y me apoyo contra la pared, entro al baño y cierro la puerta con cuidado detrás de mí. Escribo el número de mi padre y lo llamo.

-Sí- la voz gruesa de mi padre me hace suspirar- Selene, mi princesa, ¿eres tú?- Él pregunta suavemente.

Apoyo mi cuerpo contra la pared.

-Papi- susurro entre sollozos.

-¿Dónde estás?- pregunta nervioso.

Guardo silencio y miro a través de la puerta, todavía está durmiendo. Si se despierta y se entera, matará a mis padres. No puedo perderlos.

-Papi, no me busquen, estoy bien- susurro y cierro los ojos, cuando escucho que algo se rompe en la casa.

-¡No me jodas con papi, estoy bien, no me busques!- Él gruñe nerviosamente- Estoy preocupado, ¿dónde diablos estás?- Pregunta de nuevo.

Me limpio las lágrimas y suspiro, no puedo decirle esto porque no quiero ponerlos en peligro. Amon es un psicópata que mata sin pestañear.

- Estoy bien- le miento.

No, no estoy bien.

Eso es todo lo que quiero decirle, y que me tome en sus brazos y me acaricie el cabello, diciéndome que todo estará bien.

-¿Dónde estás?- Pregunta, haciéndome suspirar.

No sé qué decirle, porque yo tampoco sé dónde estoy. ¿A dónde me trajo este psicópata?

-No lo sé- susurro.

-¿Me dices que estás bien, pero no sabes dónde estás?- pregunta irritado.

Lo imagino frente a mí.

-Sí- susurro tímidamente.

Lo escucho gruñir, esto es malo.

-¿Tuviste sexo?- Pregunta y aunque no está frente a mí, mis mejillas se ponen rojas.

-Papá- digo avergonzada

-¿Tuviste sexo y ahora te escondes de nosotros?- pregunta divertido.

Ojalá fuera así, papá.

-Dime la dirección, te paso a buscar- dice, y me congelo.

¿Ahora que le digo?

-No puedes venir- susurro.

Hice una mueca cuando la puerta se abrió y entró Amon. Se apoya contra la pared y me mira divertido.

-Por favor, continúa, mi dulce ángel- dice con calma.

Me asusta...

-¿Por qué diablos no puedo ir a recogerte?- Papá pregunta nervioso, y cuelgo.

Lo miro con lágrimas en los ojos, ahora quién sabe lo que me hará. Toma el teléfono de mi mano y trago saliva, su mirada de repente se oscurece y tira el teléfono a la pared, haciéndome estremecer.

-Amon- susurro entre sollozos.

Me empuja contra la pared y me agarra la barbilla, obligándome a mirarlo.

-¡Has cometido un pecado, mi dulce ángel!- Él gruñe contra mis labios- ¿Qué puedo hacerte?- pregunta, lamiendo mi mejilla.

Tengo mucho miedo y él lo sabe. Coloca su pulgar en mi labio inferior y lo acaricia, suspirando. Se inclina, presionando sus labios contra los míos, su beso es lento y apasionado. Su mano baja suavemente por mi cuerpo y luego vuelve a subir. ¿Me esta consolando? Suspiro y lo miro, todavía sintiendo el dolor de anoche.

-Todavía me duele- susurro perdida en sus ojos.

Presiona su frente contra la mía y susurra que lo sabe, apoyo mi cabeza en su pecho.

- Ahora que te has acostado conmigo, déjame ir a casa- susurro entre sollozos- ¡Por favor!- Continúo. Trago saliva y lo miro, esperando su respuesta.

-¡Nunca!- Gruñe, se inclina y presiona sus labios en mi frente.

-Pero obtuviste lo que querías, déjame ir a casa

Coloca sus manos grandes y frías en mi cara, secándome las lágrimas. Me mira suavemente.

- Cariño, no te tomé para tener sexo- susurra, y yo asiento con la cabeza- Shh, no llores y escúchame. ¿Nos entendimos?- pregunta

Suspiro, asiento y descanso mi cabeza en su pecho. Coloca dos dedos debajo de mi barbilla y la levanta para mirarlo.

-Tendre sexo contigo cuando quieras, solo déjame ir a casa- susurro y agarro su camisa en mis puños.

Se inclina, sus pulgares limpian mis amargas lágrimas. Cierro los ojos cuando sus labios se presionan contra mi frente, pero los abro justo después.

-Mis padres están preocupados- susurro de nuevo.

A él no parece importarle mis padres, lo odio tanto.

-No son tus padres- dice, y yo asiento con la cabeza.

Ellos son mis padres, me criaron y me amaron. Ellos me dieron todo, y los amo más de lo que me amo a mí misma.

-Son mis padres- lo contradigo.

-No Selene, ellos no son tus padres- susurra sobre mis labios, y lo aparto de mí- Sé que duele, pero no son tus padres- me acaricia la mejilla.

Lo empujo mientras sus manos se posan en mi cintura y le doy la espalda. Mamá y papá hicieron cualquier cosa por mí.

Mi madre tenía problemas de salud, después de muchos intentos fallidos, sucedió un milagro. Mi madre pudo llevar un embarazo a término, nacieron mis hermanos, pero fallecieron. Seguí siendo su primera hija, mi padre siempre me dijo que soy su hija, a pesar de que no soy de su sangre, y mi madre. Bueno, ella es la persona más amable y amorosa que conozco.

Un padre es el que te cría y te da amor, no el que te hace.

-Conocerás a tu verdadero padre, mi angelito- susurra sobre mis labios

Frunzo el ceño, ¿con qué derecho me elige a mí?

-No necesito conocer a nadie, porque no lo considero mi padre- Gruño nerviosa.

No, no necesito conocerlo. No quiero nada de él, ni siquiera quiero saber su nombre, o por qué me dejó. ¿Por qué? Porque tengo a mis padres y no necesito a otros.

-Cariño, lo que sea que esté pasando por tu hermosa cabeza en este momento, no es culpa de tu padre- susurra.

Naturalmente él lo defiende, son amigos. Un psicópata necesita gente psicópata como él, ¿no?

-¿Pero de quién es la culpa?- le pregunto divertida, aunque quiero llorar y gritarle en la cara que lo odio.

Besó mi hombro, haciéndome suspirar.

-Tu madre, ella tiene toda la culpa- me susurra al oído, luego la muerde.

Las lágrimas se forman en mis ojos y miro fijamente, estaba perdida. ¿A quién debo creer?

¿Qué padre casa a su hijo desde el nacimiento? Te lo digo, no uno normal. Ahora, piensa que viniendo a mí después de diecinueve años... Bueno, lo tendré en mis brazos y le diré que lo amo?

Nunca.

XXX

Miro todas las delicias en la mesa, y mi boca ya estaba salivando, pero no, no voy a comer nada de él, aunque me muera de hambre.

-¿No vas a comer?- me pregunta, levantando la vista de los archivos sobre la mesa.

Come tu veneno psicopata...

-¿Por qué?- pregunta, mirando la deliciosa comida- ¿No te gusta?- Pregunta de nuevo.

Por supuesto que me gusta.

-¿No vas a hablar conmigo?- Pregunta de nuevo, pero me quedo en silencio.

Toma mi mano entre las suyas y la lleva a sus labios, besándola. Lo tiro rápidamente.

-¡No me trates así, Selene!- Él gruñe nerviosamente.

Aparto la cara cuando él se inclina para besar mi frente, gruñe y agarra mi barbilla, trago saliva.

-Mi dulce ángel- me susurra al oído. Me acaricia la mejilla con la nariz y deja unos besos húmedos en mi mandíbula, me muerdo el labio inferior y cierro los ojos.

No entiendo por qué me pierdo cuando me besa y me toca. ¿Hay algo mal conmigo? Me estremezco en la silla cuando su mano se mueve suavemente por mi cuerpo.

-Come, mi angelito, o te gobernaré dolorosamente duro- me susurra al oído.

Vuelvo mi mirada hacia él, su mirada es neutral. ¿Significa eso que habla en serio?

-Deja de forzarte o tus ojos llorarán amargamente- susurra sobre mis labios, que luego besa.

Suspiro y limpio mis propias lágrimas, cuando salga de aquí. ¡Irás a la cárcel, psicópata!

-Abre tu dulce boca- dice, y yo frunzo el ceño.

¿Espera que yo coma de él?

-Puedo comer sola- susurro.

Una pequeña sonrisa aparece en la comisura de su boca, pero está enmascarada por un ceño fruncido. ¿Se está riendo de mí? Sí, realmente se ríe de mí.

¿Qué es tan gracioso, Sr. Psicópata? Yo también quiero reír. Vamos, dime si tienes las agallas.

-Selene, ¿por qué no me dices en mi cara lo que estás pensando, amor?- Pregunta, haciéndome fruncir el ceño.

¿Hablé en voz alta? No lo creo, ¿o tal vez sí?

-Te odio- le susurro, y él se lame el labio inferior.

Quería saber lo que pensaba... Bueno, le dije lo que pensaba de él.

-¡Me amarás!- Él gruñe en mi oído.

Tal vez en tus sueños...

-¿Porque piensas eso?- Pregunto nerviosa.

Cómo amar a un hombre.... lo siento, no es un hombre, es un psicópata. Nunca lo amaré, y él lo sabía, pero no quería aceptarlo.

-No te amo y no lo haré- susurro y me levanto de la mesa.

Gruñe y golpea la mesa con fuerza, haciendo que se mueva bajo el impacto de su puño.

-¡Siéntate!- Él grita y me acerco a él.

Coloco mis manos en su pecho y lo acaricio, se tensa bajo mi toque.

-Te odio- susurro y beso su mandíbula- Te odio tanto que no lo puedes ni imaginar, mi querido esposo- continúo y coloco mis manos en su rostro, acariciándolo.

Se inclina, solo para estar a mi nivel, luego presiona sus labios contra los míos. Su beso es dominante, animal, muerde mis labios con fuerza, haciéndome soltar un pequeño grito.

Coloco mi pulgar en mi labio y veo una pequeña mancha de sangre, me mordió. Él es un caníbal.

-No me provoques, amor, porque no sabes como estoy en el lugar donde estoy- dice, besando mi frente- A las siete vendrá tu familia

Estoy frunciendo el ceño ¿Está hablando de mamá y papá?

-¿Mamá y papá? -pregunto y él niega con la cabeza.

Psicopata, bastardo ¿Como se atreve? Ni siquiera me preguntó si quería conocerlos.

-No quiero- susurro.

Mi querido esposo besa mi frente una vez más y suspiro. Me rodea con sus fuertes brazos y me acerca más a él, presionando mis pechos contra su pecho bien formado.

-Te amo- susurra- Ellos te aman tanto, como te amo también

Si me amaran, no me casarían contigo desde el nacimiento. Si de verdad me quisieran, no me habrían abandonado en un cementerio.

-No me hagas más daño del que ya me hiciste- susurro entre sollozos.

Coloca su gran mano en mi espalda, acariciándola. Me eché a llorar y enterré mi cabeza en su pecho, llorando exactamente como un niño pequeño.

-Mi dulce ángel, quieren conocerte- continúa susurrando.

Asiento con la cabeza, suspiro cuando coloca dos dedos debajo de mi barbilla y la levanta. No quiero conocerlos.

-No quiero encontrarme con ellos- susurro también.

-Los conocerás, pequeña- susurra contra mis labios. Su pulgar descansa sobre mi labio inferior, acariciándolo.

-No quiero encontrarme con ellos- susurro, y me muerde el labio inferior- Amon, ¿escuchas lo que estoy diciendo?- Pregunto nerviosa e indignada.

Él asiente y me mira divertido mientras su mano se desliza suavemente por mi espalda. Doy un paso atrás, pero él me trae de vuelta. Mis pechos presionaban contra su pecho fuerte y demasiado bien hecho.

-Si no quieres comer, Rosalie te ayudará a elegir un vestido- dice, y me siento en la silla.

Una sonrisa aparece en la comisura de su boca, pero está enmascarada por un ceño fruncido. Sé que se está riendo de mí, el bastardo. No puede obligarme a hablar con ellos.

-Tengo trabajo, vengo luego- dice, besando mi frente.

Toma sus archivos y se va, dejándome sola con todas estas delicias. Mi mirada cae sobre la botella de vino, me estiro y la tomo en mi mano. No hay forma de que me reúna con ellos si estoy borracha. ¿No es así?

Lo abro y sirvo un poco en mi vaso.

-Tal vez, un poco más- me susurro y vierto un poco más en el vaso.

Miro la botella y decido beber directamente de ella.

-Se me olvidaba amor, no se te permite el alcohol- escucho su molesta voz.

Toma la botella de mi mano, haciéndome suspirar nerviosamente.

-¡Te odio tanto, psicópata!- Gruñó bajo un susurro.

Toma la copa de vino de mi cara y la reemplaza con jugo de naranja, resoplo nerviosamente y echo mi cabeza hacia atrás.

- ¡Amon!- digo irritada.

Pone sus manos sobre mis hombros, se inclina y presiona sus labios en mi mejilla.

-Lo hago por tu bien- me susurra al oído.

Giro la cabeza y lo miro, sus labios presionados contra mi cuello esta vez. Cierro los ojos cuando coloca una mano sobre mi pecho, apretándolo suavemente.

Suspiro de frustración cuando se detiene. Abro los ojos y lo veo alejarse.

-Cabrón- golpeo la mesa y tomo el vaso de jugo.

¿Quién se cree que es?

No soy un niño al que se le prohíba beber alcohol. Está bien, no me gusta el alcohol, pero bebería solo para verlo molesto. En realidad odio el alcohol.

¿Ahora que? Agarro una fresa con chocolate y me la como, la saboreo. Oh, es tan buena.

-Sra. Selene, ¿ya terminó?- Pregunta Rosalie.

Me muerdo el labio inferior con nerviosismo, ¿por qué no me dejan comer en paz?

Estas fresas son tan buenas...

                         

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