Lo peor de todo era, que ese odio era tan grande, debido al amor que todavía sentía por ese orangután.
-¡No es amor! -gritó como una loca-. ¡Es deseo, maldito, sea una y mil veces! Sexo, eso necesito, ¡quiero sexo, fuerte y salvaje y que me quite la imbecilidad que tengo encima!
Estaba tan rabiosa que no se percató del volumen de sus gritos hasta que escuchó la voz de su tío Elián al otro lado de la puerta.
-¡Te entiendo a la perfección! Yo también necesito un hombre y darle bien duro, o que me dé, Halim hace tanto tiempo que se marchó de viaje, que ya hasta olvido mis preferencias en la cama. Yo siempre soy el que doy.
Era inútil continuar escondiéndose, así que abrió la puerta del despacho y se encontró frente a frente con su tío.
-Halim solo hace una semana que se marchó de viaje y te dijo que fueras con él, pero según tú tenías mucho trabajo. -Con un gesto de mano le indicó que pasara al despacho y Elián obedeció.
-Una semana sin mi hombre es una eternidad. No sé qué sería de mí si él la palmara igual que tu marido. Sería horrible verlo así, todo tieso, cuando a mí la única parte tiesa que me gusta de él está entre sus piernas.
-Tío, por favor. -Lo miró con ojos implorantes y sintió cómo se le humedecían-. No puedo seguir con esto, creía que podría, pero es imposible. Él anula mi voluntad, cuando se me acerca olvido que debo odiarlo y comienzo a... ¡No quiero hablar de esto contigo! Llamaré a mi hermana.
-Deja a esa mustia en Japón con su marido el rollito de sushi, que nada de lo que venga de ella podrían ser buenos consejos. ¿Sabes que me preguntó si yo también tenía el pene plastificado? ¿Tú crees que puedes aceptar consejos de una persona que piensa que el miembro viril ya viene plastificado de fábrica y no sabe lo que es un condón? Ni siquiera me molesté en explicarle, porque yo ya me di por vencido.
-Es mi mejor amiga y además mi hermana, ¿quién mejor que ella para comprenderme en estos momentos?
-Pues yo, tu tío preferido y el cerebro de la familia, ya me canso de repetirlo tantas veces. Además, tienes más amigas.
-¿Cómo cuáles? -lo retó a dar una respuesta porque sabía bien que lo tendría muy complicado.
Seis años atrás, su vida siempre giró entre cuidar a su hermana, protegerla y en sobrevivir a su amor frustrado por su primo. Sí, a los dieciocho años y al entrar a la universidad habían logrado tener un grupo de amigas, pero las amistades eran como las plantas, había que regarlas y ella desde que se marchó del país se convirtió en un cactus y orilló al resto de la humanidad a lo mismo. Su prioridad siempre fue su hijo, Alessandro Rinaldi, apellidado como su difunto esposo, pero que debía llevar el apellido Ferrer como su verdadero padre. Su pequeño de cinco años era el todo de su vida y así seguiría siendo.
-Bueno, puede que siempre fueses un poquito rancia, amargadita, ogro, antipática, asocial, y esos detallitos tuyos sin importancia provocaran que, una vez que tu hermana se marchó, aquel grupito tan interesante de engendros se separara, pero todavía te queda Kavi. Según tengo entendido, mantenéis mucho contacto.
Kavi fue durante unos años el compañero de negocios y amigo de su hermana. Paola pasó por una etapa extraña antes de casarse, decidió ser pintora y se dedicaba a vender sus monstruosidades en un puesto del mercadillo propiedad de Kavi. Él era gitano, y a pesar de la discriminación que muchas veces sufría solo por su ascendencia, era un hombre adorable, buena persona y un gran amigo.
-Sí, lo sé, siempre viene a mirarme el escote. Dice que mis pechos son mejores que lo melones que vende en su puesto. -María se carcajeó.
-Podrías llevártelo al huerto, que te haga un apaño, porque te hace falta. No podrás negar que es guapo hasta decir basta. Puede que sea todo lo contrario a Junior, pero si yo quisiera...
-Tío, Kavi ha rechazado tus insinuaciones mil millones de veces.
-Repito, si yo quisiera, me lo llevaría al huerto y me comería todo su pepino.
María alzó las manos y negó con la cabeza.
-Esto es demasiada información para mí. Olvidemos cualquier tema que tenga que ver con el sexo. Ahora mismo iré a hablar con mi padre y le diré que renuncio.
-Cállate y no interrumpas mis pensamientos -Elián la silenció y detuvo la huida que pensaba llevar a cabo-. Tengo un plan.
¡Oh, no! Acababa de decirlo, su tío acaba de pronunciar la frase fatídica, la misma que siempre auguraba un sinfín de problemas. Porque ese hombre era incapaz de entender que sus «yo lo arreglo» siempre finalizaban con su cara de arrepentimiento y toda la familia intentando expulsarlo de ella.
-No. Jamás, me niego a cualquier cosa que vayas a decir. ¿Tengo que recordarte la última vez que accedí a uno de tus maravillosos planes?
-¿Es necesario? Soy una persona que hace las cosas sin esperar un reconocimiento a cambio. Sé que todo lo que planeo es fabuloso, como yo, y que estaríais en la miseria si no fuese por mi excelente ayuda. A pesar de ello, no quiero ni espero que me agradezcáis, con que me adoréis como a un dios tengo suficiente.
-¡¿Estás hablando en serio?! -María levantó los brazos con las palmas de las manos abiertas y sus ojos mostraban la incredulidad que sentía-. Convenciste a mi madre de ir a una bruja que quiso matarla.
-Detallitos sin importancia.
-Hiciste que mi tío Cristian golpeara a Brais porque te pareció muy buena idea hacerle creer que Karla y mi padre estaban liados.
-El muchachote necesitaba un empujoncito, no era capaz de reconocer que amaba a mi nalgona, yo siempre actúo en nombre del amor.
-¡El fin no justifica los medios! Te lo repetí muchas veces.
-Mi plan maestro fue cuando secuestramos al marido de la mustia de Paola, ¿te acuerdas? Deberíamos hacer lo mismo con Junior, lo metemos en un ataúd y lo llevamos a las Vegas para que os caséis de una vez y dejéis de amargarnos la vida con sus llantos.
-¡Tuve que sacar a mi hermana de la cárcel por tu culpa! Ni te atrevas a mencionarme ni uno solo de tus planes.
María agarró el bolso y apartó a su tío de la puerta con un leve empujón en el pecho. Ya salía de la oficina cuando lo escuchó hablar.
-Piénsalo, sobrina preciosa, o accedes a mi plan o en este mismo instante voy a buscar a Junior y le cuento que es padre de un hijo de cinco años.
La sangre se detuvo en sus venas, se heló como si hubiera muerto y volvió a correr con tal intensidad que toda se agolpó en su cabeza. La sentía bajo los ojos, palpitante y quemando como la furia y el miedo que sentía en ese instante.
No continuó su camino, regresó a la oficina y cerró la puerta tras de sí. Ella jamás le confesó a su familia lo de su hijo, había estado buscando el momento oportuno, pero aún no lo había logrado. La única persona que lo sabía era Paola. Así que haría como siempre, fingiría que no tenía la menor idea, pero ya no volvería a negar a su hijo.
-Nadie podría creerte una locura como esa, Elián. Alessandro es un Rinaldi de los pies a cabeza, mi marido se retorcería en la tumba si fueses capaz de insinuar algo así. Por respeto a su memoria te pido que no uses tus artimañas. Además, imagina el daño que le harías a mi hijo si ese estúpido rumor se llegara a saber.
En algún otro momento se felicitaría por tan buena actuación. Ni ella lograba explicarse cómo logró pronunciar todo sin que le temblara la voz. Estaba aterrada.
Su tío sonrió y pasó del miedo al pánico. Aquella sonrisa cargada de maldad solo podía significar problemas.
-¿Debo repetir que soy el cerebro de esta familia? ¿Crees que con irte a Italia podrías ocultar todos tus pecados? Además, si no tuvieras nada que ocultar como dices, ¿por qué tu familia no está enterada de la existencia de ese pequeño? Es de tu difunto marido, ¿no? -Elián deslizó la silla que se encontraba junto al escritorio y se sentó en una pose muy masculina. Todo en él indicaba que pretendía intimidarla.
-N-no s-sé de qué me hablas. -Carraspeó y se dio palmaditas en el pecho como si eso fuera a lograr que no se le notaran los nervios-. Yo necesitaba un cambio de aires, reconozco que la culpa de eso la tuvo Junior. Tuve un infantil enamoramiento con él...
-¿Infantil? Ja, ja, ja -Elián imitó una risa cargada de sarcasmo-. Le entregaste a tu primo hasta las muelas del juicio, te abriste de piernas y le dijiste, tómame como si no hubiera mañana, dame duro, con todo, más, más.
María se llevó ambas manos al cuello y deseó ahogarse y morir.
-¡Está bien! Sí, tuve una pequeña aventura con mi primo, no esperaba que después de tantos años eso importara. Por eso mismo me marché, no era correcto y decidí poner tierra de por medio para que se me quitaran esas tonterías de la mente. Tú eres el único que te empeñas en repetir que entre Junior y yo sigue existiendo algo.
-Y claro que existe -siseó como una serpiente-. Existe un hijo de cinco años que no tiene idea de que su padre sigue vivo y que lo amaría si llegara a saber de su existencia. Existe el dolor que sentí cuando te marchaste del país sola y embarazada, ¿o creías que no investigaría sobre tu vida? Lo hice, como también lo hizo Aledis, tu madre, ¿la recuerdas? La misma que te dio dinero y te pagó el viaje para que escaparas. Y tu padre... No, tu padre no hizo nada porque es tonto hasta decir basta. Aunque ahora parece que ya sumó dos más dos, e intenta poner su granito de arena metiéndote en la empresa. Creo que la única que no se percataba era Karla, esa mujer con tantos prejuicios era mejor tenerla en la inopia.
Le faltaba el aire, si no se sentaba pronto acabaría como Junior unas horas atrás. Trastabillando se dejó caer en la pared y resbaló hasta el suelo. Colocó la cabeza entre sus rodillas y cerró los ojos. Para su mala suerte, los oídos no podía taponarlos y Elián continuó con su ataque.
-Quiero que entiendas que no soy tu enemigo, pero no estoy dispuesto a dejar que sigas encerrada en tu casa, escondiendo a tu hijo de sus abuelos, negándote a que te visiten, muerta en vida porque cometiste el único error de enamorarte de quien no debías.
-No sigas, por favor -María rogó al borde de las lágrimas, o quizá las lágrimas ya se habían apoderado de su cuerpo y no lograba hacer otra cosa que llorar y temblar.
Elián se acercó a ella y se arrodilló en el suelo. Sin pensarlo lo rodeó con los brazos y ambos se fundieron en aquel gesto de cariño. Su tío le acarició el cabello y moderó su tono de voz.
-Tu madre siempre supo lo que sentías por él, todos lo sabíamos y, exceptuando a Karla que se escandaliza por cualquier cosa, tu familia deseaba que fueras feliz con quien tu corazón escogiera. Te dejamos ir porque sabíamos que sufrías demasiado y necesitabas ese cambio, después nos enteramos de tu embarazo y tu madre y yo quisimos traerte de vuelta, pero entonces te casaste y el resto es historia. No puedes seguir buscando excusas para no presentarles a tu hijo. Ya no debes tener miedo, al menos de nosotros, de Junior es otra cosa. Si se entera deberías pensar en huir a Japón con tu hermana.
-¡No! Él nunca debe enterarse. -Le clavó las uñas a Elián en la espalda y lo zarandeó como si fuese un muñeco de trapo-. Intenté decirle cuando estaba embarazada y él me acusó de estar celosa, me echó de su vida, me humilló. Lo odio y no quiero que nada me una a él. Si pudiera escoger elegiría no verlo nunca más. Déjame que renuncie, te lo ruego.
-Lo siento, no puedo permitirlo. -Su tío se liberó de su agarre y se puso de pie ante ella-. Puede que sea cierto que mis planes suelen salir mal, pero siempre lo arreglo. Si te tranquiliza, en esta ocasión mi insistencia no se debe a mi enorme ego, lo hago por ti. Necesitas ser feliz y sacarte esa espina que llevas clavada. Nadie merece vivir con el corazón repleto de odio y tú lo tienes desbordado. Si vengarte del trato que recibiste hace años te libera, soy todo tuyo para llevarlo a cabo y que Dios me perdone por ser un hombre tan maravilloso y eclipsarlo.
María suspiró y se frotó la frente. Aquel había sido un día muy duro y lo único que quería era que finalizara; si para ello debía aceptar, pues lo haría.
-Está bien, soy toda oídos, cuéntame tu plan.