Julián entra precipitadamente a la habitacion, - debes levantarte, es un hermoso dia -, pero Madisson se cubre la cabeza y se rehúsa a levantarse, pronto viene a su mente lo que Elizabeth le había dicho la noche anterior, el edifico Monclova, recuerda.
Salta de la cama, asustando a Julián, -preparare el desayuno Madisson, no tardes -, Madisson entra a la ducha y deja correr el agua fría, el alcohol en su sistema había hecho lo suyo y la resaca hacia que la cabeza se sintiera como en un bote a la deriva en la peor tormenta. El olor a café recorre los pasillos, Madisson se apresura al corredor, con el cabello húmedo y sus mejillas descoloridas, - deberías asolearte en estos días niña, pareces enferma -, dijo Julián, - tal vez lo estoy -, responde Madisson, sin dejar que esos pensamientos le embargaran más, Madisson termina su café y prepara sus cosas, sube a su camioneta y acelera rumbo al edificio.
Cuando atraviesa la enorme puerta, una hermosa mujer la recibe, -bienvenida señorita Tammi, acompáñeme por favor -, Madisson la sigue por el elevador, unos pisos arriba, el lugar es elegante y pulcro, demasiado blanco, como en todos los sitios dedicados a la ciencia.
La mujer la conduce hasta una gran oficina, detrás de los enormes cristales puede ver a Elizabeth analizando un par de documentos, concentrada. La mujer le interrumpe y anuncia la llegada de Madisson.
Elizabeth se levanta entusiasmada, - sabría que vendrías, ¿has pensado en mi propuesta? -, dice ansiosa, Madisson cruza la pierna y mueve su rompa, con el fin de retirar las arrugas de su falda, - de hecho, me gustaría saber más de su compañía y lo que hacen, así podre evaluar correctamente nuestra sociedad -, dice, tratando de sonar a una mujer de negocios, Elizabeth sonríe, - bien, ¿por dónde te gustaría empezar? -, le pregunta, Madisson trata de ser astuta, - bien, ese hombre, el que le acompañaba, ¿quién es? ¿es su esposo? -, Elizabeth deja escapar una carcajada, - si no conociera su trabajo, señorita Tammi juraría que trata de averiguar información sobre Alexander, lo cual es muy tierno -, Madisson se sonroja, - no, claro que no, ese no es el objetivo, solo me gusta conocer a las personas con las que trabajare o participaran de alguna manera del proyecto -, Elizabeth suspira, - Alexander es mi hermano, en realidad él no tiene mucho que ver en esto, salvo el hecho que es accionista de la compañía, y seguramente le corresponderá una parte de nuestro proyecto -, responde Elizabeth.
El corazón de Madisson late con fuerza, "es su hermano, no tiene nada que ver con la exuberante rubia" -, se repite constantemente, y aunque trata de mantenerse objetiva la idea de ver por ahí al dios griego le encanta.
Después de un rato de charla Elizabeth le ofrece visitar sus laboratorios, ubicados a las afueras de la ciudad de Virginia, - te encantaran las instalaciones, tenemos de todo, y seguro te sentirás muy cómoda, hare que vayan por ti mañana por la mañana -, advierte Elizabeth. Madisson abandona la oficina y mientras camina por el pasillo de regreso, el aroma de aquel dios griego que la hizo arder, se disemina por los pasillos, "Alexander" resopla. Wolfgang camina seductoramente por el pasillo y sus miradas se cruzan, - ¡Tammi!, qué bueno verte por aquí, no imaginas lo entusiasmada que mi hermana estaba pensando que vendrías pronto -, ella solo sonríe, noqueada por el abrumador golpe de su imponente presencia.
Alexander la acompaña hasta el elevador, y la despide con un agradable beso en la mejilla, la dopamina regada en su cuerpo la emborracha de pasión y su corazón late con fuerza, "contrólate Tammi, tu madre se avergonzaría", se dice castigándose.
Sube a su vehículo y conduce hacia el centro médico en el que cuidan a su madre, cuando llega, toma su magnífico y brillante estatuilla del premio nobel y lo lleva consigo, cuando entra a la habitacion de su madre, la desgarradora escena de una mujer desganada y sin fuerza le golpea en la cara, -¿por qué esta sedada? -, pregunta Madisson, - su madre tuvo algunas complicaciones por la mañana, no se siente bien, así que le sedamos para que pudiera descansar -, las cejas de Madisson se arquean, suavemente besa la frente de su madre y coloca su estatuilla sobre la mesa de noche, la mira con lastima, su madre está muriendo y aun siendo una de las mejores mentes de la época, Madisson no puede hacer nada, lo que la lleva a pensar en Elizabeth y lo que puede lograr con sus contactos y recursos.