- ya verás, es más cauteloso, no le gusta molestar.
- si es así, estos son los mejores, ¿confía en mí? Los de tiro, no se puede confiar tanto. Debe ser por eso que Alfredo nos dijo que tuviéramos cuidado.
- peor. Ahora vamos a trabajar, que los clientes no esperan.
- No me digas eso. Ella dice, rodando los ojos.
Pero tarde, cuando llego a casa, no encuentro a mi padre, normalmente está sentado en el sofá esperándome, doy la vuelta a la esquina de la casa y veo que no está. Voy a mi habitación y cierro la puerta sin llave, agarro algo de ropa limpia y mi toalla y voy al baño a darme una ducha. Abro la ducha y trato de acostumbrarme al agua caliente que sale.
Tomo un baño un poco largo, hoy estuvo bastante ocupado. Cuando termino me seco y me visto, salgo del baño y vuelvo a mi habitación, coloco la toalla colgada en el tendedero cerca de mi ventana. Voy a la cocina para ver si hay algo para cocinar o incluso para comer. Escucho la puerta abrirse y cerrarse y luego me esfuerzo para ver quién es, era mi padre, con una carpeta en la mano.
- ¿hija? ¿Ya llegó? - dice dirigiéndose a mí.
- ya son las 7 de la noche papá, hoy la demanda fue bastante intensa en la cafetería, terminé saliendo tarde. ¿Y estuvo tu día?
- se va a buscar trabajo, no soporto quedarme en casa dependiendo solo de ti, ya que eres mujer y necesitas comprar tus propias cosas. - Me da pena que Velo hable así, más cuando sé que es un buen hombre, solo se deja llevar por la tristeza.
- Me alegro de que hayas ido a buscar algo para ocupar tu mente, papá. No ha sido fácil para los dos. Pero lo lograremos. - Tomo sus manos y por primera vez lo veo sonreír, nos abrazamos. - pero dime, ¿lo lograste? - Mueve un poco la boca, ya me imagino lo que dirá.
- que nada hija, las condiciones para encontrar trabajo ya no son como antes.
- pero está calificado en varias áreas, incluida la administración.
- sí, el mercado está eligiendo gente nueva para trabajar, tengo casi 50 años. Ni el cementerio no me quiere allí. - Logro, no reírme del drama de mi padre. Si algo tiene es drama.
- Ni siquiera digas que eres viejo, porque no lo eres.
- je, je, je mágica, solo una cola. Pero lo intentaré de nuevo mañana, y en cuanto a la propiedad que aún falta por negociar, encontrar un posible comprador para ella, el señor se interesó mucho en la propuesta.
¡Guau, papá, esto es maravilloso!
- sí, hija, parece que acaba de llegar aquí y necesita un lugar para encajar.
- hmmmm. Qué precio pusiste
- 160 mil dólares. - Estoy con la boca abierta.
- Esto es mucho dinero.
- sí, el lugar está en maravillosas buenas condiciones.
- Ya puedo ver que este hombre tiene mucho dinero. Espero que logres hacer negocios con él, necesitamos cambiar nuestras vidas, padre.
- sí, hija. Necesitamos vivir bien. Estamos mendigando en esta vida. Su madre estaría triste y decepcionada si me viera así, y viera a la única hija a la que cuidaba como una princesa, ahora siendo como un ama de casa.
- No me importa tener que trabajar y ayudarte papá. No nací en un palacio, sino en una casa.
- pero en buenas condiciones.
- No siempre se trata de dinero y lujo, papá. Lo que me entristece es el tema de pasar privaciones y rogar por lo que podríamos tener en abundancia.
- Entiendo.
- ojalá en dios que este señor compre nuestra vieja casa, así podamos estar tranquilos sin preocuparnos de que se nos acabe el dinero, y papá, nada de tragos, el dinero lo tienes que gastar en ellos, busca una escuela de rehabilitación.
- me recuerdas mucho a tu madre, muy directo en las palabras. Yo borracho, no te escucharía como estoy ahora. Ja, ja, ja
- por eso me estoy aprovechando de tu cordura, odio verte en un estado tan grave. Eres un hombre guapo, necesitas cuidarte.
- "Gracias por tratar de animarme".
- Sr. Sebastián, nada de que desanimarse a partir de ahora, ¿eh?
- Ja, ja, ja, está bien, señorita Julieta. ¿Y como estuvo tu día?
- normal, aparte del hecho de que hoy conocí a un chico, que supuestamente estaba flirteando conmigo mientras trabajaba.
- mira, mi hija llamando la atención.
- No exagere, padre.
- eres una hija hermosa, como tu madre. Sus ojos azules, tan profundos como el océano.
- los muchachos que he conocido son todos fútiles, padre, lamentablemente no he conocido a ninguno que haya sido capaz de llenar mi corazón de ternura y amor de verdad.
- Nunca es tarde para amar, hija. Amé a tu madre desde la primera vez que la vi. Un fuerte sentimiento que me dejó extasiado por ella.
- Vi cuánto se amaban, lucharon juntos en la dificultad. Por eso entiendo tu sufrimiento, padre. No sé qué haría yo en tu lugar. Eres un hombre fuerte, y yo también me considero uno.
- cuando tenga que ser, serás mi chica, seguirás viviendo un romance de película.
- ja, ja, ja, ¿podrías ser profeta, papá?
- no, pero considéralo una profecía. Tu padre entiende bien lo que es amar.
- ¿Estás pensando en conocer a alguien que no sea mamá?"
- No sé, solo espero que algún día, cuando conozca a esa persona, sea tan increíble como lo era su madre.
- cada persona es diferente de la otra, padre, de nada sirve tratar de hacer comparaciones con una persona que supo ser única. Me mira de reojo y asiente.
- usted tiene razón. Parece que tienes más experiencia en el amor que yo. - nos reímos.
- a ver qué de comer, me muero de hambre.
- Hice algunos extras hoy. Quieres comer una pizza? - No quería tener que usar el dinero que posiblemente usará, como boleto mañana.
- hagámoslo así, lo compro con mi tarjeta y cuando lo recibo pago, y ese dinero te lo quedas para el boleto de mañana.
- ¿está seguro? Niego con la cabeza que sí.
Tomo mi celular y ordeno en ifood. En menos de 30 minutos llega la pizza y nos la comemos con un jugo que he hecho de naranjas, de la fruta.
Después de que termino de comer, lavo los platos y mi padre pone la mesa. Aquí dividimos las tareas por tiempos. Nos decimos buenas noches y nos despedimos. Nos retiramos cada uno a su habitación. Saco el edredón que cubre mi cama y me acuesto. Sigo pensando en el chico de hoy. ¡Qué guapo es! ¿Podré volver a verlo? He aquí, solo el destino puede darme la respuesta.