Voy a la cocina a tomar un café rápido. Busco pan, y recuerdo que debí haberlo traído de la cafetera. Los panes allí son deliciosos. Como no tengo lo que quiero, hago café y me lo como con cualquier galleta, solo para no irme, solo con líquido en el estómago. Mi papá aún no ha bajado, probablemente se esté preparando.
Hablando de él, aparece de la nada entrando en la cocina.
- ¡buenos días, hija!
- ¡Buenos días, padre! ¿Dormiste bien?
- ¿Sí y tú? Se acerca a mí y me da un beso en la coronilla.
- tranquilo.
- que bien. Hoy cerraré un trato con el hombre del que te hablé. Ya llamó temprano en la mañana para arreglar la ubicación. Lo arreglé en la cafetería donde trabajas, hija, para que puedas conocerlo.
- qué buen padre, es un buen padre, solo que no prometo prestar mucha atención, porque tengo que atender a otras personas.
- No te preocupes, hija, no te molestaré. Asiento con la cabeza. Tomo mi café con calma, después de eso, dejo a mi padre y sigo saliendo de la casa para continuar con mi lucha diaria.
Hoy el día está agradable, ni muy frío, ni muy caliente, además porque todavía es temprano, imposible que salga el sol tan temprano aquí en neo York. Llego al trabajo a las 7:30, para que haya tiempo de poner las mesas.
- Buenos días, Julieta, me alegro de que estés aquí... - dice el señor Alfredo al verme.
- sí, quiero tener las cosas organizadas antes de que lleguen los clientes. Él sonríe amablemente.
Después de un rato llega Melissa. Con un pico del tamaño de un tucán.
- Buenos días, amiga. Hoy llegó temprano en? - aun así, ella es amable, ya puedo sentir que hubo una pelea en su casa.
- sí, necesito poner las cosas en orden antes de que lleguen los clientes. Y, ¿por qué tienes esa cara de quien comió y no le gustó?
- Ni me habla. Mi madre, con ese macho suyo, solo me da dolor de cabeza. Estoy pensando seriamente en irme de casa e irme a vivir sola. Sin mencionar que me sigue coqueteando. Ya no sé que hacer Julieta, a veces quiero arrancarle el corazón. Lo juro.
- ¡Guau! Nunca me dijiste este hecho de que él te está acosando. - digo indignada, ahora estoy preocupada, Dios me libre de algo que le está pasando a mi amigo.
- ¿Y quién me cree? Porque si le digo eso a mi madre, pensará que me lo estoy inventando para poder dejarlo. -¡Dios mío, sería el colmo que la madre misma no creyera en su hija!
- Eso es delicado, Melissa, no puedes ocultarlo. Puede conducir a otras consecuencias más graves. Dice Su Alfredo, acercándose a nosotros con expresión preocupada. Melissa lo mira con cara de pan, creo que no le gustó que escuchara la conversación.
- Lo sé, señor Alfredo, eso lo arreglaré más tarde.
- está bien. Ahora manos a la obra, chicas.
- sí señor. - Hablamos juntos. Antes de las 8 empieza a llegar gente para que sirvamos.
Estaba tomando el pedido para una de las mesas, cuando escucho la voz de mi padre, cuando me doy la vuelta veo a un hombre alto, de traje hablándole, cuando miro al chico que estaba con ellos, me quedo paralizado mirando a él, hasta me pregunto... ¿Qué hace Miguel al lado de este hombre? Parece estar involucrado en la conversación entre ellos, ¿será su hijo? Mientras me cuestiono, el cliente me llama.
- ¿pierda? - Salgo de mis pensamientos predicando atención al llamado.
- ¿Hola? ¡Indulto!
- bueno, yo también quiero dos panes de queso, por favor.
- Bueno. - Escribo y salgo yendo detrás del mostrador. Me acerco a Melissa y le susurro al oído. ¿- amigo, mira quién llegó con mi padre y el hombre a quien mi padre le va a vender nuestra propiedad? Disfrázate, ¿de acuerdo? - era lo mismo que yo ordenándole que los mirara directamente.
- ¿Es su familia?
- Melissa, mujer, ¿te dije que no hicieras un giro de 40 grados con la cabeza?
- era un mal amigo. Ja, ja, ja - Miro a mi padre que está llamando. Primero, le paso el pedido de la mesa que servirá previamente a Melissa. Me acerco a mi padre y le hablo cordialmente.
- buenos días, hola papá. - el hombre me mira fijamente, Miguel hace lo mismo. Esos hermosos ojos mirándome, parecen querer decir algo en lugar de su boca llena en forma de corazón. Puedo sentir la diferencia entre los dos, tal vez físicamente. Si este hombre es realmente el padre de Miguel, probablemente se parezca más a su madre.
- señor Cristián, esta es mi hija Julieta.
- Placer. Me tiende la mano y yo la estrecho. "Tu padre habla muy bien de ti". Sonrío mirando a mi padre que tiene una amplia sonrisa en los labios.
- bien, así que eres el hombre que se interesó en la propiedad de mi familia.
- sí, señorita, estuve hablando con su padre, cuánto me gustaba. Ya estamos cerrando negocios hoy. ¿Quiere decir? ¡Ahora mismo!
- "Me alegro de que hayas decidido quedarte con él". Tenemos grandes recuerdos allí, espero que a ti te pase lo mismo.
- qué niña tan amable, tu hija es hermosa y muy educada, Sebastián.
- Gracias. - mi padre luce orgulloso, con las palabras habladas de sir Cristián.
- ¿Oh? Este es mi hijo Miguel. Le sonrío, me guiña un ojo. - mi error o ya se conocen? - habla el señor, es bastante observador.
- Solo de vista, padre, aquí es donde vine ayer con mis amigos. - el caballero asiente con la cabeza.
- estaría feliz si aceptara una invitación para almorzar con nosotros. Mi hija está por llegar con mi esposa, y sería bueno que miguel y ella se hicieran amigas de gente como tu Julieta.
- Me siento halagado, Sr.
- Sí, aceptamos tu invitación, ¿verdad, hija? - mi padre me da un toque.
- Sí, agradecemos la invitación. No vamos a deshacerlo, ¿verdad? - nos reímos.
- Genial, así que el domingo te esperamos en esta dirección.
- está bien, ¿vas a pedir algo para comer y beber?
- sí, por favor, querré... - hacen sus peticiones y las anoto. Yo mismo me preparo el Cafe expreso con espuma para el padre de Miguel y ella prepara el resto del pedido.