Trece años, trece años transcurrieron desde la ultima tregua. se respiraba una tensa paz que si bien no terminaba de anidar en los atribulados corazones del pueblo de San Pablo al menos daba una sensación de fugaz tranquilidad de una sociedad con tendencia a la autodestrucción y acostumbrada a una monotonía de pensamiento y de lento proceder. Quizá por una acartonada personalidad o por una inminente premonición de alguien que se acostumbra al servilismo como manera de fomentar el orden dentro de una nación, el "Lider Primero" Santiago Páez se dirigió esa tarde de Agosto a su pueblo.
Conciudadanos- decía- Es imperativo que tomemos conciencia de los hechos que hemos venido presenciando estos últimos cinco años. Nuestros enemigos quieren hacernos creer que hemos perdido el norte y que estamos apenas sobreviviendo sin razón y sin propósito, en un laberinto de incertidumbre y de desazón. Pero yo les digo, nada de lo que puedan pensar tiene un sustento real, solo respiran por la herida, ocultando su verdadera preocupación que no es otra más que la inminente destrucción de toda su estirpe y de todo rastro de su existencia si tomamos la decisión de enfrentarlos de una vez por todas y sin remilgos o actos de excesiva compasión.
Así siguió por mas de dos horas, alabando sus propias capacidades de líder supremo e indestructible y por supuesto de toda su camarilla que aplaudían como focas amaestradas después de cada pausa de un discurso virulento lacerante y provocador típico de cualquier "lider" tercermundista que se considera investido de poderes sobrenaturales y designado por la divina providencia para llevar el orden o la destrucción o quizá ambos a la vez a un mundo que les debe desde hace generaciones una indemnización por siglos de atropello y persecución cuando en realidad es al revés.
Era en realidad un intento desesperado por aferrarse a una posición que detentaba desde hace poco tiempo promovido por intereses propios y foráneos y que a todas luces estaba por llegar a su fin. lo sabía desde hace varios meses atrás, lo había podido ver con sorprendente claridad en los rostros de sus mas fieles y leales colaboradores, lo veía en la reacción visceral de su propia familia cuando les corregía con la vehemencia característica del todopoderoso "Lider Primero", lo veía hasta en los ojos de su mascota, un noble Pastor Alemán que le observaba lleno de compasión y con criterio casi humano en sus peores momentos después de cada arrebato de iluminación que le permitía, al menos por un instante disfrazar la cruel realidad y apostar por un resurgimiento quimérico de su supuesto liderazgo.
Del otro lado del tablero, su contraparte "EL Patriarca" hacía lo propio, de una manera un tanto distinta, o al menos así le parecía a el. En su afán por oponerse al tiránico vecino y contradecir todo lo que este decía o pensaba, terminó siendo una versión más pálida pero con los mismos aires de grandeza y de omnisapiensa.
El fundamento de su legítimo derecho a gobernar y a imponer su doctrina filosófica le venía dado por las revelaciones oníricas de su muy merecido descanso diario y hasta de las numerosas siestas que tomaba luego de servirse como era su gusto, un buen guisado de ternera acompañado con cerveza negra y de postre higos rellenos.
Usted sabe Mr. Black - le decia a su primer ministro- no hay mejor forma de dominar las masas que a partir de promesas vacías y sueños de grandeza donde ellos mismos se vean retratados como los héroes anónimos de una guerra que sientan como suya y donde estén dispuestos a dejarse la piel de ser necesario en pro de los ideales que se les venda. Es una receta efectiva que ha funcionado desde tiempos inmemoriales y que seguirá funcionando mientras exista incautos en el mundo