- Vale – dijo Nat, los dos se sentaron juntos – Rusell tiene un lugar junto a Gustavo, venga, únase.
- Si, Ruell ven – sonrió Gustavo. Rusell se acercó y se sentó junto a Gustavo.
- No es por halagar a mi novio, pero cocina de maravilla – dijo Nat – Pruébelo y deguste por usted mismo Rusell – le dio guiño y le provocó un ligero sonrojo a Rusell.
- Lo he degustado ya – susurro Rusell, sabiendo que Gustavo podía oírlo.
- Y te gusta ¿no? – los dos se miraron escasos segundos con una sonrisita.
La cena corrió con tranquilidad, riendo, comiendo y bebiendo vino. No hubo ni un roce entre Gustavo y Rusell, todo estaba normal.
- Pues mis disculpas, si sabes cocinar – dijo Greco – Nat, tendrás un marido que cocina, excelente servicio.
- Por algo me quede con él – todos rieron – Soy subdirectora en el hospital, mis horarios son muy apretados aunque ahora tengo una pequeña excepción por la boda.
- Soy considerado – dijo Gustavo – Mi chica trabaja muchas horas y la comida rápida hace mucho daño, la estoy metiendo en mi dieta de real food, cero procesados – sonrió – Alguien debe ver por el bienestar de los dos y ese sere yo.
- Que tierno – dijo Ivanov.
- Callate – volvieron a reír – Aun así, soy muy complaciente con lo que es mío – puso su mano sobre la pierna de Rusell provocando que casi se atragantara con el vino – Cuidado viejo, se que ahoga – apretó su pierna y sonrió divertido.
- Bueno, iré por el postre – dijo Nat – Quien quiera venga a la cocina.
- Yo quiero terminar esta botella de vino – dijo Gustavo y algunos se quedaron con él, entre ellos Jack - ¿Le gusta el vino, Rusell? – subió su mano hasta dejarla sobre su miembro, le dio un suave apretón.
- Soy más de whisky pero – carraspeo un poco nervioso – El vino es algo que se degusta a la perfección.
- Y más si hubiera queso – le sonrió – Lamentablemente Nat y yo nos lo terminamos hace una semana.
- Lastima – sonrió Rusell, apretó los labios cuando sintió como bajaba la cremallera y lentamente entraban los dedos de Gustavo en el interior de su pantalón – Así que, te quedaras solo.
- Si, no será mucho tiempo, debo buscar mi traje y afinar detalles de la boda y luna de miel – suspiro – Los trajes te gustan mucho ¿verdad?
- Algo así – sonrió de lado, suspiro cuando sintió como sus manos – Gustavo – susurro.
- Dime – sonrió mirándolo, mientras su mano sacaba el miembro de Rusell, caliente y como crecía poco a poco bajo el tacto de su mano. Rusell debió acomodarse para estar más cómodo y que no lo vieran – Tranquilo, nadie nos verá.
- ¿Cómo estás tan seguro? – gruño.
- La mayoría está con Nat en la cocina, acabándose el postre, los demás están explorando el tequila y bueno Horacio y ese tipo alto están concentrados mirándose a los ojos que no les importamos.
- Joder – jadeo – Gustavo, para.
- ¿Por qué he de parar? Dime.
- Estamos en... Dios – apretó los labios y echó la cabeza para atrás – Gustavo detente.
- No tengo porque – suspiró y bebió el resto de su vino – El vino esta buenisimo, es mi favorito.
- Rusell lo trajo amor – dijo Nat con dos platos que tenían el postre – No quería dejarlos sin postre – Gustavo hizo un duro movimiento lo que le provocó un gemido ahogado a Rusell - ¿Está bien?
- Si, eso se ve muy bueno – carraspeó tratando de disimular que su prometido tenía su mano sobre su pene.
- Lo está – les sonrió.
- Gracias amor – sonrió Gustavo y se acercó a su chica para darle un corto beso – Eres la mejor – Gustavo aceleró un poco sus movimientos haciendo que Rusell reprimiera otro gemido con un trago de vino.
- Lo sé – le sonrió – Volveré a la cocina que el chisme con Ivanov y Greco está muy bueno.
- No te agotes demasiado necesitas fuerzas – le dio un guiño, suspiro cuando se quedaron solos volvió a hacer sus movimientos con su mano – Es una larga noche.
- Ya lo creo – tomó un tenedor para probar el postre.
- Por cierto, qué buen vino Jack – le sonrió – Es mi favorito.
Jack ya no hablaba, trataba de concentrarse en su postre o en otra cosa que no fuera la mano de Gustavo masturbándolo debajo de la mesa en una fiesta donde están sus compañeros de trabajo, amigos y sobre todo dónde está la prometida de Gustavo.
-Jack – susurro Gustavo a su oído – Sé que estas cerca, puedo ver como se tensa tu cuerpo, como masticas con fuerza un simple pay – aumento sus movimientos – Te conozco – le sonrió – Sé cómo te ves cuando estás cerca.
- Basta Gustavo – apretó su mano donde tenía el tenedor.
- No lo aguantes, reprimir solo lo hará más intenso y será mayor el desastre, así que solo déjate llevar.
- No – suspiro – Basta.
- Correte Jack, correte – la voz de Gustavo en su oído hacia que estuviera más cerca.
- Gustavo.
- Correte, hazlo por mi Jack.
Esas palabras, fueron el detonante para que cerrara los ojos, apretó los labios y se dejará llevar por las endorfinas y explotara en un magnífico orgasmo.
Lo bueno es que todos estaban concentrados en su mundo, que la acción de Jack ni la tomaron en cuenta.
Gustavo sacó su mano, la limpió con una toalla aunque no evitó chupar uno de sus dedos bajo la intensa mirada de Jack.
- Delicioso – susurro Gustavo. Mojo la toalla con un poco de vino y disimuladamente la bajo para limpiar a Jack. Metiendo su flácido pene en el interior de su pantalón y limpiando lo que más pudo de semen sobre su ropa. Tomó el tenedor y comenzó a degustar su postre – Mmmm, que delicioso es esto ¿verdad? – lo miro sonriendo.
- Si – jadeó un poco, pero se recompuso rápido.
- Bueno, disfruta la velada Rusel..
- Esto fue jugar sucio Gustavo – lo miro.
- Todo ha sido un juego sucio desde el principio – le dio un guiño – Nos vemos Jack.
Se levantó y se retiró para ir con su prometida.
Rusell limpió el sudor que tenía en su frente, tomó su saco y salió de la casa sin que nadie lo viera.
Entró al club de Gustavo y busco alguna chica en la cual descargar todo lo que Gustavo le había provocado.
{...}
- Por favor no rompas el auto – dijo Gustavo entregándole las llaves a Horacio.
- ¿Cuándo lo he hecho?
- No me hagas hablar, quiero a mi prometida completa en la boda.
- Exagerado – dijo Nat – Yo veré que no rompa el auto – le sonrió.
- Pero si los dos son iguales, cabrones – negó con la cabeza.
- Pero así nos quieres – dijo Horacio – Bien, bésense y vámonos.
- Ya voy – dijo Nat – Bien, me iré dos semanas y buscaré el vestido perfecto.
- Si no lo encuentras no te preocupes tenemos al diseñador que me hará el traje – la miró – Él te puede hacer el vestido.
- Ya veremos, pero estoy segura de que encuentro mi vestido – le sonrió – Te amo Gustavo.
- Yo también te amo – tomó el rostro de su chica en sus manos – Más que a nada en el mundo nena.
Los dos se sonrieron, se acercaron y se besaron tiernamente, disfrutando su último beso en muchos días.
- Avisa cuando llegues.
- Lo haré amor, nos vemos.
- Con cuidado cabrón, no se maten antes de tiempo.
- Tranquilo bebé, estaremos bien – le sonrió.
- Adios chicos – les sonrió y los vio irse – Hogar dulce hogar – dijo cuando se dejó caer en su sofá. Estaba por empezar a cambiar los canales de su televisión cuando alguien llegó a su puerta - ¿Quién mierda es? – susurro y cuando abrió la puerta se sorprendió al ver de quien se trataba – Jefe Rusell ¿Qué lo trae por aquí? – sonrió divertido.
- Tengo una orden de cateo, debo registrar todo su cuerpo.
- Pues no pierda tiempo – Gustavo lo jalo dentro de su casa para besarlo.
La puerta se cerró a sus espaldas, sus manos se movían rápido quitándole la ropa a Gustavo, quitándole el aliento con cada beso. Haciendo que sus piernas lo envuelvan mientras lo llevaba al sofá.
Dejándolo sobre el sofá, él se desnudo por completo bajo la mirada de Gustavo, abrió sus piernas y recorrió con su boca desde su pierna hasta su entrepierna. Tomando la erección de Gustavo, masturbándolo, chupándolo, masajeando sus testículos, lamiendo el largo de su pene. Excitándose con los gemidos de Gustavo, él como su cuerpo se tensaba y relajaba al mismo tiempo, efecto de su tacto.
- Jack, por favor.
- Damelo Gustavo – dijo con su voz ronca – Justo como yo te di mi orgasmo ayer, dame el tuyo. Correte para mi Gustavo.
Gustavo trató de contenerlo, pero Jack sabía cómo tocarlo y al poco tiempo se corrió, disfrutando del orgasmo que tenía la marca de Jack en él.
- Ese es mi dirty boy – susurro a su oído con voz ronca y profunda – Es hora de que me toque jugar.
- Follame Jack.
- Haré más que eso Darling.
Posicionando su pene sobre la entrada de Gustavo, lo miró, no quería perder detalle de como le partía el culo. Entrando poco a poco, mirando los gesto de dolor y placer en Gustavo, no evito sonreír, le encantaba verlo así.
Cuando estuvo por completo dentro de él, disfrutó unos segundos la sensación de volver a estar dentro de él. Empezó a mover sus caderas, Gustavo lo abrazó, las embestidas eran rápidas y profundas, las uñas de Gustavo marcaban la espalda de Jack, la excitación y sensación era única, los gemidos de Gustavo eran acallados cuando mordía el hombro de Jack.
Jack resoplaba con cada embestida, besando y mordiendo algunas partes del cuerpo de Gustavo, dándose el lujo de que no tendría pareja en un par de semanas, podría hacer lo que fuese con el cuerpo del rubio.
Era suyo.
Solamente suyo.
Ella no estaba, se podía dar algunos lujos.
Las últimas embestidas fueron brutalmente fuertes, dejando sin fuerza a Gustavo, pero logrando que los dos llegaran juntos a la cumbre del placer. Experimentaron un fuerte orgasmo que los dejó temblando a ambos.
Demasiada adrenalina y endorfinas guardadas de la cena anterior estaban haciendo su efecto.
- Adoro como follas.
- Solo contigo – sonrió Jack acariciando el rostro de Gustavo – Esto solo es el principio – lo beso tiernamente – Recupera fuerzas, tenemos mucho tiempo que recuperar...