Dity Game
img img Dity Game img Capítulo 8 Una sonrisa
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Capítulo 11 Las cartas sobre la mesa img
Capítulo 12 La cumbre del placer es de adorar en ambos img
Capítulo 13 Una simple promesa img
Capítulo 14 Bendito sea el sexo... img
Capítulo 15 ¿Qué tan malo puede ser img
Capítulo 16 Nuestra última vez... img
Capítulo 17 El punto final de un capítulo. img
Capítulo 18 El día de la boda img
Capítulo 19 Capricho img
Capítulo 20 Sí, acepto img
Capítulo 21 Hombre casado img
Capítulo 22 ¿Amigos img
Capítulo 23 El sexo arde img
Capítulo 24 Vaya día img
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Capítulo 8 Una sonrisa

El aroma y sabor a vino Cabernet Sauvignon era lo que degustaba Jack del cuerpo de Gustavo. El morbo de verlo esposado a la cama donde él y su prometida duermen, le excitaba de cierta manera. Sus manos en cada extremo de la cama, sus piernas totalmente abiertas, amordazado con su propia corbata y su cuerpo bañado en vino. Lo mejor que pudiera tener.

- No sabes lo deseable que te vez asi Gustavin – sonrió de lado. Gustavo trato de decir algo pero la mordaza no le dejaba articular bien las palabras – No tienes permitido hablar, ni gritar – se acomodó entre sus piernas – Llego a escuchar un solo ruido de tu garganta y te voy a romper el culo – Gustavo lo miro, tenia la pupila dilatada pero llena de deseo - ¿Me entendiste nena?

Gustavo asintió con la cabeza, pero sabe muy bien que no puede controlar sus gemidos así que seguramente le romperá el culo. Pero todo eso quedó en blanco cuando sintió como el pene de Jack se deslizaba dentro de él, las constantes penetradas habían dilatado tanto su entrada que ya no necesitaba ni preparación.

Jalando de las esposas y gruñendo en la segunda embestida, tratando de subir sus piernas pero le era imposible. Solo podía mirar a Jack, embientiendole y tomando su pene para masturbarlo y continuar su tortura.

Jack disfrutaba ver como Gustavo jaloneaba las esposas de los barrotes de la cama, como sus piernas intentaban subir y ver cómo mordía con fuerza su corbata, era simplemente excitante. Sin mencionar que el aroma al vino, el sudor de sus cuerpos lo hacia aun mas sucio pero deseable.

Sus cuerpos se reconocían resultado de dos días llenos de sexo puro.

Pararon un segundo cuando la botella de vino se atravesó pero Jack supo que hacer con ella.

La tensión en cada orgasmo, como todo su sistema nervioso era tan susceptible cada vez que se corrían.

Los ojos en blanco y el fuerte gruñido de Gustavo le hizo ver que había logrado volver a llegar tan profundo como para tocar ese punto sensible y maravilloso en él. Tomando sus caderas embistió tocando ese punto, haciéndolo más sensible y dándole más placer a Gustavo. Podía notar como se hacía más delicado al ver como Gustavo se revolvía en la cama.

Una sonrisita apareció en sus labios al verlo así.

Le encantaba ser dueño de su placer y de sus orgasmos.

Y sin que lo sintiera venir, Gustavo se corrió, Jack sonrió aún más en grande al ver que tuvo un orgasmo seco. Salió de Gustavo dejándolo con grandes espasmos en el cuerpo, se acercó a su rostro le quitó la mordaza y le metió su pene para que lo chupara.

Con fuertes respiraciones, Gustavo comenzó a chupar el pene de Jack, quien simulaba embestidas en su boca. Queriendo ver que tan profunda es su garganta. Gustavo trató de recuperarse de ese fuerte orgasmo, para demostrarle a Rusell que tan profunda puede ser su garganta.

Abriendo la boca lo mas que pudo para darle mas acceso a que entrara mas dentro, cosa que Jack aprovecho, cerrando los ojos y teniéndo solo una arcada, en su segunda embestida pudo controlarlo y demostrar que su garganta puede ser profunda tanto como su cavidad anal.

Pocos segundos después de que Jack probara lo profundo de su garganta, se corrió en su boca, mirando como Gustavo tragaba todo el mes del mayor, cuando terminó, se encargó de dejar limpio su miembro.

- Increíble – susurró Rusell.

- Te dije que podía hacer maravillas con la boca – sonrió Gustavo.

- Quiero ver más esas maravillas – le sonrió y se acercó para quitarle las esposas y liberarlo de su cama. Gustavo masajeó sus muñecas que estaban bastante rojas - ¿Estás bien?

- Estoy bien – le sonrió, se limpió la boca que tenía residuos de semen – Hace mucho que no me quedaba tan agotado – bostezo - ¿Te quedaras? – Jack lo miro – Mañana te llevaré a comisaría si quieres, yo debo hacer cosas de la boda.

- Está bien – suspiro – Mueve el culo nena – Gustavo se movió para darle espacio a Jack, así los dos se recostaron – Yo que tú quemaba esta cama.

- No es necesario, ya no dormiré en esta cama con ella – le sonrió – Duerme, necesitas recuperar energía de tu "resfrio"

- Cierto – los dos rieron – Descansa.

- Igual tú guapo – le sonrió.

No fue tanta sorpresa ver que en pocos minutos se quedaron profundamente dormidos.

{...}

El olor a tocino frito despertó a Rusell, se removió en la cama, estaba solo no le sorprendía seguramente Gustavo estaba cocinando. Se levantó y se dirigió al baño para darse una larga ducha.

Por otro lado Gustavo estaba cocinando cuando recibió una llamada.

- ¿Cómo está mi niña hermosa? – sonrió al responder.

- Cansada y solo llevo tres días fuera, te extraño.

- Yo también te extraño, sobre todo verte en uniforme – los dos rieron - ¿Cómo llevan todo?

- No me preguntes nada sobre el vestido o te mataré.

- Está bien – suspiro.

- Horacio encontró una tienda e iremos hoy.

- ¿Cuántos clubes ya recorrieron?

- Ninguno.

- Los conozco – sonrió Gustavo - ¿Cuántos?

- Cuatro, pero son geniales, amor cuando vuelva se que podemos meter al nuestro. Podemos hacer más genial el nuestro.

- De eso estoy seguro nena, yo iré hoy al club quiero ver como está todo y ya que no estás.

- Cabron – susurro – Hay una nueva chica la contrate yo, quiero que la veas y la califiques ya que vas a ir.

- Me parece bien.

- Vale, tengo que irme, vamos a ver los zapatos.

- Vale, cuídate amor.

- También tú, te amo.

Gustavo cortó la llamada y guardó su teléfono cuando vio a Rusell en la puerta de su cocina.

- Buenos días bello durmiente – le sonrió - ¿Cómo estás?

- Mejor que los otros días – le sonrió - ¿Era ella?

- Así es – le sonrió – Nueva York y sus clubes harán que no encuentren el vestido – suspiro – Yo iré a Jersey esta semana ¿quieres venir?

- ¿A que iras? – preguntó sentándose en una silla.

- Mi diseñador está ahí, iré a que me tome medidas para mi traje – lo miró – Ven, necesito ayuda profesional y tú usas más traje que pijama – le sonrió y sirvió el desayuno.

- Anormal – susurro - ¿Cuándo irás?

- El viernes – sirvió café – Además, me gustaría llevarte a un lugar – le sonrió.

- Está bien, dejaré a cargo a Petrov – le sonrió.

- Perfecto – suspiró y se sentó frente a él - ¿Qué harás hoy?

- Ver si aún no quemaron la comisaría – carraspeo – Esto está delicioso, hace tiempo que no comía algo cacero.

- Acostumbrate – le sonrió – Yo iré a ver algunas cosas de la boda y después iré al club, quiero ver si aun todo esta en orden.

- ¿A qué hora irás?

- A eso de las 9:00 – lo miró sonriendo - ¿Quieres ir?

- Tal vez.

- Solo te dire, hay más en una habitación de esas que aquí – le guiño.

Una sola mirada.

Fue una sola mirada lo que provocó que Gustavo terminará en la mesa, los platos en el piso y Jack entre sus piernas.

Gustavo recostado sobre la mesa, gimiendo y temiendo que la mesa se fuese a romper en algún momento. Jack embistiéndole fuerte y profundo, poniendo sus manos sobre el cuello de Gustavo mientras que él se sostenía fuerte de los brazos de Jack.

Las embestidas se hicieron cada vez más rápidas, ver como Gustabo estaba rojo, con lagrimas en los ojos gimiendo y quedandose sin oxígeno lo excitaba, al igual que ha Gustavo, sentir como todo su cuerpo reaccionaba al placer, la excitación, la adrenalina por la falta de oxígeno, era una perfecta combinación.

En poco tiempo, los dos llegaron al orgasmo, corriéndose por completo y disfrutando al máximo esa sensación.

- Oh mierda – dijo Gustavo tosiendo y mirando a Jack – Creo que debemos controlarnos.

- Si, eso creo – se miraron y soltaron risitas – Tengo que irme.

- Si, vete, te llevaría pero algo me dice que no saldremos del auto – le sonrió.

- Por eso me voy – carraspeo.

- Ven acá – lo jalo de la corbata y le dio un tierno y lento beso, disfrutando de sus labios y cómo encajaban a la perfección – Buen dia Daddy – susurro con una sonrisa juguetona.

- Buen día dirty boy – le sonrió dándole un último y corto beso en los labios.

Gustavo se quedo disfrutando el beso de Jack, sonriendo como un idiota.

Jack salía de casa de Gustavo con una sonrisa.

Una sonrisa.

Una estúpida sonrisa podía arruinar algo...

            
            

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