Amelia, había establecido una larga lista de reglas las cuales se las mostraría a Liam, una vez el joven castaño volviera a casa pues en la semana que siguió luego de su encuentro físicamente agresivo, Liam, frecuentaba con mayor regularidad la empresa en la que tenía un cargo importante gracias a su padre, pasaba poco tiempo en la casa y Amelia, había notado que solía llegar borracho en varias ocasiones, la realidad es que a la joven poco le importaba lo que el castaño decidiera hacer en su tiempo libre entre menos lo tuviera en la casa para ella era mejor, pero si quería discutir las reglas con él era más que obvio que el castaño de ojos oscuros debía estar allí.
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El día se extendía y el sol se ceñía grande, brillante y poderoso sobre el cielo despejado, Amelia, se encontraba en el jardín últimamente se había vuelto su lugar favorito, siempre había querido cultivar un par de cosas sentía qué tal vez era lo suyo sin embargo, cuando vivía en casa de sus padres nunca la dejaron pues aquellos insistían en que tenían a la servidumbre para que realizara aquella tarea, ahora que se encontraba en un lugar distinto podría hacer lo que se le antojara básicamente y la jardinería sería lo primero, Amelia, no tenía auto y no se le antojaba caminar nunca le había gustado pero tenía su móvil y sabía perfectamente cómo llamar a un delivery y utilizar su tarjeta la cual se nutría del dinero de sus padres así que una vez realizo una llamada tuvo frente a la puerta de su nuevo hogar, semillas de todo tipo entre ellos, tomates, margaritas, frambuesas y una variedad de distintas plantas las cuales ella misma había seleccionado.
La tarea de poder cultivarlas ella misma le resultó más atractiva de lo pensado, no lo hizo sin antes enviar un mensaje de texto a Liam, indicándole que debía venir a casa pues debía verlo y discutir unas cuantas cosas con él, Amelia, se dedicó el resto de la tarde a la jardinería no le temía a llenarse las manos de tierra o a mojarse con el rocio del pasto verde, realizó dicha actividad descalza mientras sentía como su cuerpo fluía y se sentía libre realizando aquella actividad, cuando estaba terminando de cubrir con tierra la última maceta, el auto de Liam, llego y se estacionó bruscamente en la casa, Amelia, no se levantó para recibirlo ni nada parecido simplemente se quedó allí terminando su maceta hasta que el castaño abrió la puerta de la cocina que comunicaba con el jardín y la encontró.
-¿Que estás haciendo? -Preguntó Liam extrañado pues la pelirroja tenía el cabello revuelto, tierra en las manos, sus pies sucios y un raro sombrero tejido en su cabeza muy en el fondo de su corazón y sus pensamiento Liam, pensaba que se veía tierna y vulnerable.
-Estoy cultivando. -Respondió la pelirroja.
-¿Cultivando? -Preguntó el castaño extrañado.
-Si exactamente cultivando.
-¿De donde sacaste las semillas? -Preguntó Liam, con notable curiosidad.
-Mi tarjeta y un delivery ¡solucionado! -Respondió la castaña.
-¡Los ricos y sus cosas! -Exclamó Liam.
-¡También eres rico! -Le recordó la pelirroja.
Amelia, estaba intentando llevar la fiesta en paz con él, se prometió a si misma estar tranquila, disfrutar e intentar adaptarse a su nueva vida no sería una persona agresiva a menos que Liam, atacara primero y cómo Amelia, había observado bastante su personalidad y estudiado bastante al castaño, sabía que solo era cuestión de tiempo para que algo lo hiciera explotar y entonces ella atacaría, mientras tanto sería lo que en realidad era una chica perdida, rota, vulnerable, pero sobre todo una chica fuerte y decidida.
-¿Por que me texteaste? -Preguntó el castaño.
-¿No fui lo suficientemente clara? Tengo cosas que discutir contigo. -Respondió Amelia, mientras caminaba a lavarse las manos.
-Eso lo entendí, lo que no entiendo es que tienes que hablar conmigo. -Musitó Liam.
-Ya te lo explicaré, entremos. -Añadió la pelirroja mientras ambos entraban a la cocina nuevamente.
Los pies de Amelia, mancharon un poco el mármol frío y blanco del suelo sin embargo, lo limpiaré más tarde ahora no tenía tiempo.
-Siéntate. -Dijo Amelia, mientras se sentaba en una de las sillas de la isla de la cocina y señalaba la silla frente a si invitando a Liam a sentarse.
Liam obedeció extrañado.
-Estás rara. -Dijo el castaño.
-Solo estoy tranquila Liam, no lo arruines. -Musitó la pelirroja de forma retadora recordándole a Liam, que no era fácil de dominar.
-¿De que quieres hablar? -Preguntó el castaño.
-Hice una lista. -Informó Amelia.
-¿Lista de que? -Preguntó el castaño con excesiva curiosidad.
-De reglas, la verdad no quiero pelear contigo porque estaremos juntos. -La pelirroja hizo comillas con sus dedos en el aire. -Un buen rato más así que pensé en establecer reglas para intentar que no nos matemos entre nosotros.
-Muy maduro de tu parte. -Respondió Liam.
-Gracias lo sé. -Añadió la pelirroja con aires de superioridad.
-¿Que clase de reglas? -Preguntó Liam, con la curiosidad golpeándole la nuca.
-No tengo porque serte fiel o tú a mi. -Comentó la pelirroja.
-Vale estoy de acuerdo con esa. -Añadió Liam.
-Nos dividiremos las tareas de la casa. -Siguió Amelia.
-¡No es problema! Contratare a alguien que haga mi parte. -Musitó Liam, como si aquello fuera lo más sencillo del mundo.
-¡Los ricos y su salida fácil! -Exclamó Amelia.
-Cállate y sigue.
La pelirroja obedeció sin muchos ánimos.
-No llegarás borracho a esta casa.
-¿Que? ¿Por que no? También es mi casa. -Preguntó Liam, ya el asunto comenzaba a sacarlo de sus casillas.
-No me interesa no quiero que lo hagas ¿entendido? -Preguntó Amelia.
-Supongo que no tengo opción. -Exclamó Liam, mientras soltaba un gran suspiro.
-Creo que son todas ¿algo que quieras añadir? -Preguntó Amelia.
-De hecho si. -Dijo el castaño.
Amelia lo vio venir y se encontraba preparada para cualquier idiotez que saliera de aquel guapo y patético chico que la sacaba de sus casillas.
-Nos turnaremos para cocinar. -Añadió Liam.
-Vale puedo vivir con eso. -Respondió Amelia, dejando ver que aquella tarea era demasiado fácil.
-Te haré sufrir un poco más. -Añadió el castaño.
-Que estupidez dirás ahora. -Murmuró Amelia antes de llevarse una mano al rostro en señal de resignación y agotamiento.
-Cumpliré con todo lo que quieras de tus patéticas reglas, con una única condición y regla que añadiré. -Comentó Liam.
-¿De que hablas? ¿Que quieres? -Preguntó Amelia.
-Dormiremos en la misma cama. -Dijo Liam, mientras levantaba las cejas de forma coqueta.
-¡De ninguna manera! -Respondió Amelia.
-No es opcional niñata es mi regla respétala así como hago con las tuyas. -Musitó el castaño mientras le acariciaba la cabeza como si de un perro pequeño se tratase.
Amelia, rodó los ojos la situación no podía parecerle más insoportable ¡no estaba preparada para aquella respuesta! Se dio cuenta muy tarde de que cometió un error dejando que Liam, agregara algunas reglas, no había pensado y meditado bien que tan cínico podría llegar a ser aquel castaño, si debía cuidarse durmiendo en su propia habitación no se imaginaba cómo debería cuidarse a partir de ahora ¡tendría que dormir con un ojo abierto y un cuchillo bajo la almohada! Bueno puede que también estuviera exagerando un poco.
-Lo aceptaré con una condición. -Respondió Amelia.
-Te escuchó. -Musitó Liam.
-Será por tiempo limitado. -Informó Amelia.
-Vale ¡dos semanas bastarán! -Exclamó el castaño.
-De acuerdo es un ¿trato? -Preguntó Amelia dándole su mano para que la estrechara.
-¡Es un trato! -Afirmó el castaño mientras le daba la mano y unían las mismas en una estrechada.
-Por cierto tus padres y mi padre están organizando una cena. -Informó Liam.
-¿Que clase de cena? -Preguntó con curiosidad la pelirroja.
-No tengo idea pero quieren que estemos en un hotel raro de la ciudad mañana a las 20:00 pm. -Dijo Liam.
-Genial ¡lo que me faltaba! -Añadió la pelirroja.
-Compartimos la desgracia niñata. -Respondió Liam.
-Lamentablemente.
-Debo irme, te veo luego, nuestro trato inicia mañana niñata. -Informó Liam.
-De acuerdo ahora desaparece de mi vista.
Liam, no dijo nada más y obedeció Amelia, se quedó sola en la gran casa como ya era de costumbre soltó un gran suspiro, mañana a la noche debía fingir ser una pareja feliz con Liam, y como si su desgracia fuera poca debía compartir la misma cama que él, sabía que aquello no la derrumbaría ni nada remotamente parecido, pero era cierto que sería de las tareas más fastidiosas que había tenido en mucho tiempo, no tenia nada que ponerse y no quería imaginarse lo insoportable que sería dormir con Liam, buscaría una solución siempre conseguía alguna.