Amelia, había experimentado cosas incómodas en su vida pero jamás pensó que el momento más incómodo de toda su mísera existencia fuera el beso que tuvo que darle en los labios a Liam, el matrimonio estaba hecho, ahora era esposa de Liam Russ y sus padres tenían millones en sus billeteras, y ella era totalmente infeliz, sentía que su vida se desestabilizó en un abrir y cerrar de ojos, le habían arrancado su libertad y su felicidad, se había condenado así misma en el momento que dijo "acepto" y firmó aquel papel volviéndose esposa de Liam, su madre la abrazó rápidamente y fuertemente incluso lagrimas esporádicas salieron de sus ojos y su padre no podía sentirse más orgulloso, Amelia, se encontraba haciéndolo todo incluso lo impensable por amor.
#
Liam y Amelia, rápidamente se subieron en un auto manejado por el castaño, Amelia, se mantuvo al margen no quería decir nada y tampoco se sentía con la fuerza como para seguir enfrentándolo así que solo se limitó a mirar por la ventana pero la pelirroja, no sabía a donde iban y para que exactamente, así que con toda la paciencia del mundo rompió el silencio, debía preguntarlo no quería toparse con que su "esposo" era un asesino en serie.
-¿A donde vamos? -Preguntó la pelirroja.
-Así que sabes hablar vaya que sorpresa. -Respondió Liam.
-¡No quiero hablar contigo! -Exclamó la pelirroja.
-¡Que coincidencia! A mi tampoco me agrada la idea de entablar una conversación contigo. -Contraatacó el castaño.
Amelia, rápidamente rodó los ojos y no tardó en colocar una expresión nada amigable en su rostro.
-No quiero que seamos amigos pero tienes que decirme a donde vamos. -Respondió la pelirroja, con una actitud dominante.
-¿Para que quieres saberlo? -Preguntó Liam.
-Porque no te conozco de nada quien sabe ¡podrías ser un asesino de mujeres! -Respondió la pelirroja.
Ser exagerada se encontraba entre sus cualidades más destacables.
-¿Asesino de mujeres? ¿No se te ocurrió algo más creativo? -Preguntó Liam.
-Solo dime a donde vamos.
-¿Tus padres no te lo han dicho? -Preguntó Liam.
Amelia, comenzaba a desesperarse es que aquel chico no sabía hacer otra cosa que realizar preguntas insoportables en lugar de ir al punto, la pelirroja negó con la cabeza en respuesta al castaño.
-¡Vaya! Que buenos padres. -Exclamó el castaño con un aire algo irrespetuoso hacia los padres de Amelia.
-No hables así de mis padres. -Añadió Amelia, quien ya se encontraba algo molesta.
La pelirroja podía soportar muchas cosas su voluntad era de hierro y su corazón de roca, no le importaba que se metieran con ella múltiples veces que la insultaran o dijeran lo que quieran, pero si algo no estaba dispuesta a soportar es que hablaran de aquella forma de sus padres, su familia, quienes la habían criado toda su vida y habían hecho el más grande de los esfuerzos para que ella fuera feliz, en parte los detestaba por obligarla a casarse pero no podía negar que todo lo demás en su vida había sido bueno.
-¿Oh que? -Preguntó Liam de forma retadora.
-No te haré nada por ahora. -Añadió la pelirroja.
-¡Vaya! Que suerte la mía entonces, eres tan delgada y débil que no podrías hacerme algo aunque quisieras. -Contestó Liam.
-¿Estás retándome? -Preguntó Amelia.
-Tómalo como quieras, por cierto ya estamos llegando. -Añadió el castaño.
Amelia, se quedó en silencio para posteriormente bajar la ventanilla del auto y observar lo que se extendía en sus ojos, la vista era preciosa múltiples árboles se ceñían en todo el camino grandes e imponentes el auto se estacionó frente a un portón de madera el cual se observaba antiguo y desgastado, inmediatamente el enorme portón se abrió dándole paso al auto, Liam, arrancó rápidamente para luego volver a estacionar el auto frente a la puerta blanca de la casa, aquel lugar era precioso y parecía salido de un cuento de hadas, tenía múltiples y espaciosos jardines los cuales estaban llenos de rosas y frutos rojos por doquier, la casa a simple vista era preciosa no era tan grande como para llamarla mansión pero tampoco era pequeña como para ser una cabaña, era del tamaño perfecto.
Amelia, estaba totalmente encantada con aquel lugar que tenía frente a sus ojos sin embargo, no podía parar de preguntarse ¿donde estaba? Y el porque Liam la había traído a este lugar, la pelirroja se mantenía alerta constantemente pues no sabía cuáles eran las intenciones del castaño.
-¿Por que estamos aquí? -Preguntó Amelia.
-Hogar dulce hogar. -Respondió Liam.
-¿Que quieres decir? -Preguntó nuevamente la pelirroja.
-Tus padres y mi padre, compraron esta propiedad hace un par de años, querían viñedos por eso la gran cantidad de terreno y ahora es nuestra. -Respondió el castaño finalmente aclarando las dudas de la pelirroja.
-¿Viviremos aquí? -Preguntó Amelia nuevamente.
-¡Si genio viviremos aquí! -Exclamó el castaño de forma sarcástica.
Liam, siempre había sido un chico sarcástico, le gustaba ocultar su dolor tras su sarcasmo o sus situaciones trágicas tomando estas mismas con comedia, y la situación de su nuevo matrimonio y su nueva esposa era de las que más detestaba en este precioso momento, no conocía a Amelia, tampoco tenía planeado conocerla no podía negar que la pelirroja era linda y que despertaba alguna clase de deseo en él, pero no era nada más que una simple atracción sexual que se le pasaría con el tiempo, no tenia precisamente una mala reputación era totalmente discreto con las chicas con las que había dormido, pues sus padres lo habían vuelto administrador de una de sus múltiples empresas tenía una reputación que cuidar y aunque odiaba tener que hacerlo debía adaptarse a las circunstancias.
-Ya entendí señor sarcástico. -Respondió Amelia.
-Bájate del auto. -Contestó Liam.
Amelia no vio porque no seguir sus órdenes así que procedió a bajarse del auto, la claridad del sol la cegó un poco y se decido a caminar mientras esperaba que Liam, emitiera algún movimiento de querer bajarse de aquel auto, no tardó en hacerlo y una vez la pelirroja lo observó fuera se acercó a él.
-Dame las llaves. -Exclamó Amelia.
Liam no respondió nada y simplemente se dedicó a entregarle las llaves, ambos entraron a la casa, Amelia parecía una niña pequeña observando y revisando todo, la casa era hermosa, sumamente espaciosa y decorada de tonos blancos y pasteles.
-Es hermosa. -Añadió Amelia.
-Nada muy excepcional. -Respondió Liam.
Amelia, rodó los ojos ante el comportamiento de Liam, no le interesaba ser su amiga o conocerlo pero no comprendía el porqué de su actitud.
-¿Siempre eres así? -Preguntó Amelia.
-¿Así como? -Preguntó Liam.
-Arrogante, insoportable, grosero, molesto, sarcástico y fastidioso. -Dijo la pelirroja.
Liam río por lo bajo y soltó un gran suspiro.
-¿Eso crees que soy? -Preguntó Liam.
-Esa es la impresión que me das. -Respondió Amelia.
-¿Y qué quieres? No te conozco, no te trataré como si realmente fuéramos una pareja, no me resultas atractiva, ni mucho menos agradable así que supéralo niñita. -Respondió Liam.
-¡No me llames así! -Exclamó Amelia.
-Niñita. -le respondió Liam.
Amelia, estaba perdiendo la poca paciencia que tenía no comprendía porque la actitud del castaño era de esa forma y no iba a dejarse pisotear por él ni por absolutamente nadie.
-Tampoco me interesa ser tu amiga y mucho menos tu pareja, créeme tampoco me resultas atractivo, se quien eres Liam, conozco tu reputación créeme que nada me provocaría más asco que llegar a ser tu pareja, pero lamentablemente estoy en esta situación, así que cállate y copera imbecil. -Respondió Amelia.
La pelirroja siguió caminando hasta subir a unas escaleras las cuales comunicaban con la habitación, Liam, no dijo nada y se encontraba furioso ¿quien se creía ella? Porque pensaba que podía hablarle de aquella manera ¡ni su madre le hablaba de aquella manera! Amelia, no se esperó lo que siguió a continuación pues en un movimiento rápido Liam, la sujetó del cuello fuertemente cortándole la respiración y haciendo que esta cayera sentada en las escaleras.
-¡Escúchame bien Amelia! No te atrevas a volver a hablarme así ¡Jamás! -Gritó Liam, mientras aún mantenía el agarre en el cuello de la pelirroja.
-¿Oh que? -Preguntó la pelirroja con la voz entrecortada por la falta de aire.
-Haré de tu vida un infierno Amelia, lo juro. -Respondió Liam.
-Quisiera verte intentarlo. -Respondió Amelia.
-Eres repugnante Amelia. -Añadió Liam.
-Si quieres hablar de personas repugnantes hablemos de ti. -Añadió Amelia.
Liam, la soltó rápidamente haciendo que la pelirroja tosiera sin parar, salió de la casa y dio un portazo Amelia, escuchó como encendía el auto y se alejaba y simplemente se quedó en la escalera, sin hacer nada, ni emitir algún movimiento o palabra, no podía creer lo que acababa de suceder, no sabía quién era ni en lo que se había metido, pero si de algo estaba segura es que si Liam, quería jugar ella podía jugar igual o incluso mejor que él.