-Buenas tardes, señorita. Esperamos que el mal clima de la tarde, no afecte su llegada. Hoy te toca trabajar en la caja 6-dijo ella, haciendo un juego con sus dedos al señalar el lugar.
Katheryn está con una camisa blanca con el logo de la estrella del almacén, con pelo corto rubio y en algún sitio de su ceja izquierda, tenía un pequeño lunar. Siempre haciendo juegos con sus pantalones negros y lentes de sol.
-No hay problema para nada-le respondí, sin reclamar nada ni menos estado molesto.
Generalmente, hay 12 cajas, situadas paralelamente entre sí. Con su estilo moderno para satisfacer las necesidades de nuevos clientes. Hoy me toca trabajar en la principal, donde la mayoría pagan con tarjetas de crédito y débito, casi nunca en efectivo.
Ya en esta hora, viene el cambio de turno. Vine con una chica nueva que tiene su pelo largo teñido de rojo, ella es Amanda, aunque su único defecto es personalidad, a veces es arrogante e histérica con algunos, pero también seducía a cada hombre literalmente que veía. Por eso únicamente la saludé y decidí irme antes de conseguir un futuro esposo.
Pero me agarró fuerte del brazo y luego disimuladamente en mi oreja: Mira ese chico a la izquierda, dijo está para probarlo poco a poco, se parece a uno que por cierto pasó una noche increíble.
Pongo la mirada en él, es un chico vestido con una ropa formal negra combinada de azul muy pegada a sus músculos, pero enseguida viene un hombre de más edad a su lado con una ropa playera, hablan y discuten muchas cosas.
Luego camino hacia la habitación donde guardamos nuestros bolsos junto con nuestra ropa, pero me detuve inmediatamente al escuchar la voz de Sofía.
-A las personas como ella, siempre se puede esperar lo peor. Chicas, ni siquiera termino de estudiar. Ni tampoco es tan bonita para conseguir novio, es una rechazada-le siguió comentando a todos.
-Saben que Annabel siempre llega tarde. Esa clase de personas como ella nunca cambia. Además, solo trabaja para su patética familia-le continuaba diciendo a las demás.
No quería entrar y que me miraban como el bicho raro, apenas me quedé escuchando por un buen rato en un rincón. Sofía tiene el pelo corto sobre los hombros, pero ella muy hermosa, siendo por dentro un real monstruo de terror, su pasatiempo favorito es hacerme la vida imposible en el trabajo desde que quedó fija hace unos meses, nunca entendí el porqué.
Me fui de ese lugar, por casualidad me encontré con Sarah. A diferencia de mí, tiene una camisa verde con las mismas descripciones que la mía, pero acompañado de un mono marrón, estaba a punto de trabajar para su doble turno. Ella es mi mejor amiga desde hace 3 años, también mi confidente en los buenos y malos momentos.
-Hola, Annabel. Ten suerte con los huracanes, andan espantosos esta semana-comento sigilosamente, mientras está parada a mi lado.
-Sarah, espero que tengas muchos clientes. Y conquista un chico guapo y sexy-mencionó con una sonrisa pícara al final.
-Gracias, fea. Porque veo que tú no tienes suerte. Anda, vete para romper muchos corazones-le respondí un beso en la mejilla.
Sarah y yo somos muy diferentes en nuestro carácter y gustos, sin embargo, mi amiga es un ejemplo a seguir. Unos de los sueños para este año es comprar un carro de último modelo o usado. Hace poco, ella pasó por una decepción amorosa. Fue cuando ambos fuimos al departamento de su novio David para darle una sorpresa de tres meses de aniversario.
Pero nosotras fuimos las sorprendidas, nos encontramos con él junto a una chica en su cama, desnudos aparte de un gran desorden. Para ella fue muy duro. Es una infidelidad y eso casi nadie lo perdona. No existe un espacio para una explicación. Pero tengo la esperanza de que Sarah sea feliz con una buena persona y conozca el amor verdadero. Algo simple y superficial para el hombre.
Tienen razón con el clima, ahora estoy en la parada soportando la lluvia en toda la ciudad, aunque no me extraña. Estamos en el mes de octubre, donde la mayoría de los pronósticos meteorológicos son de este tipo. Aun estando cerca de mi casa no quiero caminar, entonces decidí esperar con mucho esfuerzo, mientras tocó mi pelo ondulado.
Poco a poco, las gotas de la lluvia censaron, pero no acabo del todo. Me salí del grupo para irme trotando pero al mismo tiempo evitando agujeros de agua. Pero no pude evitar caer en uno. Aparte de estar mojada me convertí en un desastre con toda la tierra arriba.
De pronto viene un chico en una bicicleta. Cuando enseguida me vio y se detuvo, tiene puesta su gorra roja, una camisa informal con sus llamativas bermudas de color blanco.
-Hey ¿Estás bien?, si quieres te ayudo-me dijo al verme, enseguida me ofreció su mano donde resalta mucho su piel blanca.
-No gracias, estoy excelente ¿Acaso no ves?-le dije que intentaba ser lo más directa posible.
Él inmediatamente devolvió su mano otra vez a su bicicleta, mientras seguía tirada en el suelo.
-Solo te quería ayudar. Pero veo que puedes tu sola, niña-luego de esas palabras se fue en dirección contraria a su rumbo.
Me levanté con cuidado. Y esta vez, intente caminar sin ocultar el dolor en mis piernas. Ya había terminado de llover. El sol brillaba con la mayor intención posible sobre la impotente ciudad.
-Este día no puede ser peor, gracias a ese imbécil!-, mencione mirando el cielo, quizás en busca de una señal.
Cuando vuelvo a pisar el suelo, veo un sapo grande emitiendo un sonido raro, este anfibio seguía manchando mis zapatos. Luego seguí corriendo lo más lejos posible de este animal. Pero volví a caer en un charco de agua donde apenas me volteó a encontrar de nuevo con este pequeño animal.
-Vaya, eres mi príncipe azul-dije para mí mismo.
Me levanté y, camine sin darle importancia a esto, no sé si este sapo me perseguía. Solo tengo el aspecto de una vagabunda por las calles de noche. Una vez me levanté sigo mi camino donde vivo.
La urbanización donde vivimos es una de las clases medias, por la situación económica de mi familia. Por eso apenas acabe la escuela decidió trabajar sin realizar mis estudios universitarios. Además, cuando mi hermano Daniel se fue de la casa fue muy duro para todos, aunque él tiene parte de la culpa por no cumplir las reglas que nuestro diseño para nosotros. En mi caso siempre iba a obedecer, incluso Abel tiene ese implante de las reglas en sus pensamientos.
Intenté limpiarme, aunque tengo la duda de que alguien estuviera en la casa a estas horas. Así nadie iba a ver mi aspecto en este momento. Aunque para los ojos de mis padres, soy hermosa, tengo más miedos profundos en mi corazón que en sus mismas palabras.
Extra II
El jefe.
Por una calle oscura, y solitaria pasa un auto pequeño de vidrios empañados, con las luces abajo, ni tan rápido para ser detallado; ni tan lento como para ser alcanzado un pastel.
El cielo despejado sin la culpa de la luna llena por su brillo, el chico va adentro del auto, se hubiera arrepentido de aceptar la oferta que lo lleva por ese camino. Aquel tiene una chaqueta oscura adentro de una camisa azul, con el pequeño logo de un gato en el bosque, además de un pantalón gris.
Al fin llegaron a su destino perdido entre tanto vacío, en un sitio parecido a un club, con un portón y una piscina adentro. El auto se estacionó donde se mostró a nuestro protagonista Sebastián saliendo por la puerta trasera, escoltado por tres hombres armados. Si no fuera por los tatuajes y la vestimenta de pandillero parecerían policías llevando preso a un detenido.
El chico fue llevado a un lugar donde otros hombres lo revisaron de pies a cabeza. Unos de ellos tomaron su cuchillo negro de su cinturón y cuando Sebastián intentó quitárselo, los pandilleros se acercaron advirtiéndoles que no debían resistirse, lo cual no le quedó opción.
Entró en una especie de despacho o habitación, una mesa en el centro y cuatro hombres apostando dinero, alrededor había mujeres divirtiéndose con ellos y muchas botellas de diferentes licores, pero también había un chico casi igual que él, recostado a una pared jugando con una navaja, que le sonrió maliciosamente al recién llegado.
Esté se ilustró con una ropa casual a su modo, sin chaqueta, pero en dedo meñique tenía un simple anillo de plata.
-Ah!, pero si es nuestro invitado especial-dijo un hombre, canoso y bien vestido, con tonos claros.
Parecía la cabeza de todo en este lugar, por algo de respeto que demostraba que él.
-Toma asiento, hijo.
-¿Casablanca?-le preguntó él, muy curioso, al señor.
Lleva un traje muy formal, donde resalta su corbata de un verde metálico, con sus poderosas facciones corporales, pero de una baja estatura, ese hombre.
-Él mismo. Siéntate por favor-le respondió al final con un tono fuerte.
-Prefiero quedarme de pie, si no le importa-agregó Sebastián.
-Bueno, igual no es mucho lo que te voy a decir. Supe que tienes experiencia en este negocio-habló mientras tomó un tabaco de la mesa, y comenzó a fumar lentamente.
Mientras que los otros sujetos de la mesa se retiraran junto a las mujeres para ir a las habitaciones.
-Usted, no me dio un buen recibimiento. Déjame recordarlo o por lo menos podría haber sido más discreto.
El entrevistado fue rápido y preciso con sus respuestas, no quería mostrar debilidad ante el jefe, necesitaba un buen contrato para su modo de vida.
-Solo que prometí traerte en el avión desde tu país. Hasta acá, ayer mismo, pero se nos presentó ese inconveniente. Aunque supe que no perdiste tus habilidades con un asaltante de la zona, apenas llegaste. Él fue unos de mis hombres que entraron hace un año-le dijo Casablanca directo y frío hacia él.
Luego él grabó el incidente con el ladrón y se dio cuenta de que la noticia se ha esparcido, mostrando a Sebastián sin una expresión de sorpresa.
Miro al otro chico en la pared, que no para de reírse como un psicópata y prefirió evadir el tema.
-Nada más dígame como es el juego y vaya directo al grano-le respondió al mismo momento desgastado un puño a la mesa de Casablanca.
-Como ya diste cuenta tenemos ojos en todas partes. Y nos enteramos de todo. Tu trabajo será cumplir con mandatos que estorben en nuestro camino. Y de vez en cuando tomas prestado alguna cosa para nosotros, a cambio tendrás todo lo que necesites para cumplir con esas misiones, aparte de vehículo propio, casa, comida, seguro social, papeleo limpio de cualquier crimen, dinero. En fin, todo lo que deseas. Si fallas o no quieres matar, tu vida será el pago, ni siquiera trates de huir porque te voy a encontrar.
-¿Por qué a mí?- preguntó el joven después de mucho pensar.
-Quisiera saber por qué me mando aquí teniendo a tantos hombres a su disposición-le seguía preguntando Sebastián a Casablanca.
-Para mí, eres más inteligente, rápido, hábil, experimentado, fácil de camuflar y lo más importante es que nunca cometes un error. No como el resto de mi gente-expresó Casablanca, casi con la sinceridad reflejada en su rostro.
-Sobre todo más guapo-habló sarcásticamente aquel muchacho que se había parado en la pared y se había acercado a Sebastián tomándolo del rostro por la barbilla.
Cosa que enfureció el chico y empujó al otro hasta dejarlo de nuevo en la pared, esté intento amenazarlo con una navaja en su cuello. Pero Sebastián sostuvo su mano y con la otra la apartó, cuando se disponían a forcejear.
Hasta que Casablanca gritó muy fuerte, interrumpiendo esos movimientos: ¡Basta!
Produciendo el silencio repetidamente y finalmente los chicos se soltaron. Sebastián le dio la espalda y se hundió hasta donde se encontró antes. Acto seguido, él otro chico alzó su cuchillo y se dispuso a lanzárselo a Sebastián mientras que estuvo de espaldas. Pero un movimiento el chico sacó la navaja de unas de las escoltas y la lanzó primero, clavándose en la pared por encima de la manga del otro justo a un nivel de la muñeca, agarrando su brazo y deteniendo el ataque inminente.
El joven humillado se dirigió hacia Sebastián con furia y enojo, pero el viejo lo detuvo una vez más, pensando quizás en un problema menos.
-Cálmate Erick "Recuerda, es solo un novato" además no tengo en contra de ti-le dijo Casablanca, intentando tranquilizar al chico.
-Esperó que me den mi carro, arma y una nueva casa. Llámame, apenas necesites un mandado. Señor, cuente conmigo-respondió Sebastián, pero de último mirando a Erick con odio mientras esté le devolvía la mirada-Para matar a quien sea-añadió Sebastián mientras que aún desafía a Erick con una sonrisa en la mirada.
-Así lo haré. Y me olvidó decirte atrás, te espera un vehículo, tú sabrás cuál-culminó de decir Casablanca, mientras le lanzaba unas llaves a Sebastián que las atajó en el aire.
-Juro que encontraré todas tus debilidades. Sebastián, de alguna manera, solamente espera ¡Te voy a acabar!-dijo en silencio su nuevo rival, mientras terminó la reunión.
Cuando Sebastián salió, apenas vio el aveo plateado siendo un modelo del año 2015 con aún un aspecto moderno, lo abrió con las llaves de Casablanca y empezó a conducirlo. No encontré a ninguno de los hombres, eso hizo mucha diferencia, pero esta vez no iba al hotel, sino que se dirigió a otro sitio.
Necesitaba calmar sus nervios después de ese encuentro con Casablanca y su nuevo rival en el negocio. Pero en varias ocasiones tomó un mapa, aunque lo pensó, pero varias dudas sobre la zona donde se dirigía. Cruzó muchas avenidas y calles, este día faltó el encuentro con alguien más.
Cuando al fin llegó cerca de la casa, se bajó y caminó lentamente mientras que observaba a su alrededor. Cuando llegó a la entrada de una casa, sonó varias veces, pero elevando su voz, hasta que al fin la persona lo vio a través de la ventana de su hogar.
Abrió aquel señor la puerta de su casa de un color marrón oscuro con pocos muebles y de un aspecto viejo que necesitaba una renovación.
-No esperaba nadie hasta mañana-le dijo sorprendido y en ese momento frotando sus manos sobre su pelo claro.
-¿Ya tienes la información? ¿Está afuera del país?-le preguntó a Sebastián, tratando de mantener la cordura en ese momento.
Apenas tiene su pijama de color miel y en unas de sus manos un periódico doblado en unas de las páginas. Y sus pies solo con medios a pesar de su aspecto mayor.
-Sí, está confirmado. Ayer fui al aeropuerto y lo busqué con cuidado. Pero no sabes que estás vivo. No creo que vuelva un buen tiempo-le respondió, calmando a nuestro chico.
-Gracias, Ahora estoy más tranquilo-dijo Sebastián, comenzando a salir, dejando al hombre en la puerta de su casa.
-¿Quién es ella?-le preguntó él, buscando una respuesta a todo.
El chico se detuvo, pero por un momento se quedó pensado para buscar las palabras prudentes, quizás nadie lo necesite los mejores secretos de nosotros mismos.
-No es nadie, a veces el pasado lo tienes que dejar ahí y si es mejor no recordarlo. Únicamente cumpliste con tu trabajo como siempre-le respondió de espaldas al hombre y luego continuando su rumbo.
Encendió el carro, al poco tiempo la radio, estaba construida, pero a la vez quería olvidar todo eso.
-Yo soy fuerte. No tengo debilidad ante nadie-dijo para él mismo.
Pero sin suponerlo, apareció una pequeña lágrima, grabando lo que una vez pasó con su familia y más si todos tenían la culpa de lo sucedido hace unos años.