La Espía Del Mafioso
img img La Espía Del Mafioso img Capítulo 2 Encontrando la paz
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Capítulo 6 La promesa de Hayley img
Capítulo 7 Una sorpresa inesperada img
Capítulo 8 La tentadora propuesta para Hayley img
Capítulo 9 La nueva vida de Hayley img
Capítulo 10 La huésped del mafioso img
Capítulo 11 Enfrentándose al enemigo img
Capítulo 12 La astucia de Hayley img
Capítulo 13 El ataque sopresa img
Capítulo 14 Encontrándose de nuevo img
Capítulo 15 La persecución img
Capítulo 16 Confesiones entre enemigos img
Capítulo 17 El testigo sorpresa img
Capítulo 18 Compartiendo entre amigas img
Capítulo 19 Conociendo la ciudad img
Capítulo 20 Sentimientos en la cafetería img
Capítulo 21 Los consejos de Mía img
Capítulo 22 Una noche de placer img
Capítulo 23 Cambio de planes img
Capítulo 24 La advertencia para Hayley img
Capítulo 25 Anunciando la guerra img
Capítulo 26 El nuevo socio img
Capítulo 27 Una visita en medio de la noche img
Capítulo 28 Una nueva razón img
Capítulo 29 Acechando a Hayley img
Capítulo 30 Nueva razón para conquistar a Hayley img
Capítulo 31 Raptando a Hayley img
Capítulo 32 Las sospechas de Viktoriya img
Capítulo 33 Noticias y más noticias img
Capítulo 34 Confesiones entre hermanos img
Capítulo 35 La boda img
Capítulo 36 La jugada de los Smirnov img
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Capítulo 2 Encontrando la paz

El cielo esclareció enmarcado por un tono grisáceo que anunció un torrencial aguacero. El viento iracundo arremete con fuerza contra las ramas de los árboles, haciendo que no resistan y terminen rompiéndose. Sin embargo, contra todo pronóstico, Aleksandr se encuentra en el cementerio de Vagankovo, visitando los sepulcros de sus padres, que se sitúan entreverados con muchos otros.

Las gotas de agua helada se deslizan por él, pero su mirada permanece fija en el suelo, como si la lluvia pudiese sacudir ese sentimiento de profunda amargura e injusticia que se había apoderado de sí mismo desde hace mucho tiempo.

Después de tanto tiempo, decidió armarse de valor para visitarlos, porque las emociones inoportunas no se lo permitían. Ya que cada vez que se acercaba al sitio, la dignidad que tenía lo hacía quedarse dentro del vehículo o en la entrada del cementerio, observando las lápidas y sepulcros, reconsiderando cuándo cambiaría de parecer. Sentía deshonra hacia su familia, se los imaginaba removiéndose dentro de las tumbas.

Pero hoy era el día, ya que la vida había cambiado desde entonces.

A pesar de eso, ha aprendido a transformar el dolor en un sentimiento impertérrito; aunque a veces es difícil cuán determinado se siente.

Aunque han transcurrido casi diez años desde aquel acontecimiento, todavía recuerda con similitud el sufrimiento, las perdidas y el vacío de aquellas muertes habían dejado en él, pues fue un suceso inesperado que dejó una cicatriz imborrable. Pero no estaba allí para lamentarse, sino para recuperar la poca paz que necesitaba.

Durante las gélidas noches, él se desvela evocando el sonido de los disparos, los gritos de exasperación y terror que no podían atravesar las paredes del sótano, la sangre emanada por los cuerpos inertes que teñían el suelo... se sentía como si estuviese viviendo dentro de una película de terror, en la que anhelaba deshacerse de todo lo que ha vivido, pero era imposible. No podía detener el cine que se desarrollaba en su mente, porque no tenía el control alguno sobre sus pensamientos.

Aquellas imágenes no dejaban de perseguirlo, pero disimulaba mostrando una fachada fría y apática, una máscara que no podía aguantar mucho más. Aunque al público podía engañarlos; sin embargo, él conocía la realidad de lo que ocultaba, algo que ni el mismo se creía.

Toma una profunda bocanada de aire, desterrando una alusión que le sabe desabrida.

Aquel día de frígido invierno, el chófer de la familia Dmitriev recorría las calles nevadas de Moscú. No obstante, ni su propia perspicacia se objetaba a creer que dentro de aquellos sarcófagos clausurados que tenía frente a él, yacían los cuerpos inertes de sus parientes. De repente, lo atenaza un suplicio que lo consterna por dentro, dejándole un dolor que no podía sanar nunca, llorando en una habitación llena de añoranza y tristezas. Era una gran fisura que no podía llenar con nada.

Pensó durante varias noches que no tenía sentido retornar a París en ese momento, el futuro de sus estudios en la universidad era lo de menos, lo único que deseaba era recuperar su estabilidad así como sanar sus heridas, sin importar comenzar desde cero. Sabía que sus padres estarían orgullosos que se convierta en un reconocido arquitecto, porque ellos sabían que en Moscú tenía un futuro estable y seguro; pero existían mejores oportunidades en Europa. Sin embargo, su mundo se tiñó de sangre, nubes grises y un montón de mierda.

Porque a veces no siempre se obtiene lo que quiere, y eso lo sabía él más que nunca. En esos momentos, sólo anhelaba que los años retrocedieran, que el tiempo se detuviera y que sus padres estuviesen de vuelta en casa. Algo que no ocurriría, ni tampoco podía hacer nada. Debía seguir adelante y enfrentar la triste realidad.

Se inclina hacia delante, pasando sus manos con una delicadeza casi materna, por encima de las lápidas cubiertas de hierba, que han crecido en los últimos días. También están las flores que se han ahogado por las torrenciales lluvias, las cuales Mila, su hermana compra cada vez que regresa de sus viajes de Italia. Ella los ha visitado de manera constante, e incluso le ha sugerido que la acompañe, pero siempre termina rechazando su propuesta, ofreciéndole excusas poco convivientes.

El aguacero comienza a intensificarse, mientras los truenos resuenan acompañados de relámpagos en el cielo oscuro, pero él no le presta la menor importancia. Su mejor amigo y mano derecha, Mikhail, permanece inmóvil cerca de él, atento ante cualquier eventualidad, pero respetando su espacio. Era un compañero de toda confianza, un aliado fiel y sin pretensiones. También un amigo como ningún otro, dispuesto a soportar silencios profundos y atesorar las palabras más significativas.

-No saben cuánto me duele haberlos perdido -murmura, levantando el mentón-. Ustedes no merecían este cruel desenlace. Ese maldito sólo desgració a nuestra familia, pero al menos lo he destruido.

«Se qué no ustedes no aprobarían lo que he hecho. Quizás están enfadados conmigo, y por mucho que debería estar arrepentido, no puedo permitir que la persona que causó todo esto siguiera en plena libertad, desgraciado vidas, de la misma manera en que cambió las nuestras.»

«Necesitaba hacer justicia por mis propios resarcimientos, dejándoles una clara advertencia de que nunca escaparán impune. Quiero que sepan que sus recuerdos me acompañarán siempre. Y hoy, en este momento en que he venido a hablar con ustedes, quiero dejarles en claro que los aprecio mucho, y espero que respeten las decisiones que he tomado.»

Sus pensamientos eran una mezcla oscura, marcados por un sentimiento encontrado de odio y venganza. Confiaba en sí mismo así como en su propia determinación y destreza.

Pavel Smirnov, era el hombre que se había dedicado a esparcir terror y dolor a otros. Fue la persona que nadie se atrevía a desafiarlo, pero alguien debía enfrentarse a él. Debía merecer un castigo cruel y despiadado, por lo que sus víctimas habían sufrido.

Desde ese día decidió tomar resarcimientos mediante sus propios méritos. Se propuso a memorizar sus confabulaciones a través de los años, hasta el día que lograra desvanecer su poder. Con el paso del tiempo, asumió una nueva identidad, lo cual usó como camuflaje, pretendiendo que era único sobreviviente de su familia. Durante años después, descubrió que su hermana Mila, había sido sobrevivido a la horda de los Smirnov, siendo rescatada por la policía. Eso fue la motivación para enfrentarse a Pavel, usando el mismo procedimiento que aplicó con sus padres; una muerte lenta y dolorosa.

Si bien todavía tiene algunos pendientes con Heather, la hija de Pavel. Ella prometió vengar la muerte de su padre, aunque ello implique asesinarlo en el proceso. Su anhelo por recuperar el poder, se ha convertido en su mayor motivación de su vida.

Ella ha sabido evadirlo y ocultarse por mucho tiempo, gracias a los contactos que han tenido como aliados para protegerla. Recuerda el día en que asesinó a su padre, percibiendo una mirada irascible e impotencia.

-Me vengaré de ti -susurró ella entre dientes-. Me has arrebatado lo más valioso que tenía. Pero cuando llegue el momento de mi venganza, no podrás hacer nada al respecto. -Su expresión en el rostro se endureció-. No eres digno de este puesto, porque vendrás a mí cuando tengas la soga al cuello, ya que eres un novato en este mundo que te has sumergido. No sabes lo que te espera...

Él sabía que las palabras de ella sólo la hacían vulnerables, porque tendrían gran peso para ella, pero ningún efecto sobre Aleksandr. Sin embargo, prefirió guardar silencio, no quería demostrarle en ese momento lo equivocada que estaba.

Mikhail se acerca cuando presiente que perderá la cordura.

-Debemos regresar a casa, sí sigues aquí podrías pescar un resfriado -comenta, tocándole el hombro-. Además, siento que la tormenta se intensificará en cualquier momento. Debemos encontrar a esa mujer, para que obtenga su castigo. Eres fuerte, sé que tomarás la decisión correcta, tienes mi apoyo incondicional.

Toma una profunda respiración, dándose cuenta de que es verdad, que tenía a su amigo apoyándolo en lo que fuese. Sin embargo, no eran argumento suficiente que le sirviera de consuelo. Su semblante se tornó impasible, inexpresivo y las esperanzas habían desaparecido.

-No podrá ocultarse toda la vida, estoy seguro que la encontraré -sentencia frente a él-. Le haré pagar todo el daño que ha causado.

La palabra "venganza" resonaba en sus pensamientos, como si se tratase de una melodía persistente, y cuyo eco nunca se acababa. Debía acabar con sus enemigos.

-Entiendo perfectamente tu posición -exhorta, con determinación casi cálida-. Pero, ella es participe de sus propios juegos. En algún momento, se dará cuenta de que no podrá escapar de su destino, y esa será la oportunidad perfecta para el contraataque.

Lo observa de reojo, mostrando una expresión seria.

-No sabes cuanto he anhelado ese momento -habla, sonriendo con ironía-. Ella jamás se olvidará de mí. Soy su mayor obsesión. La imagino cuando está con él, piensa que soy yo. He dejado mi huella en su piel, una marca imborrable.

Mikhail lo conoce bien, y sabe que es capaz de sobrepasar sus propios límites, porque los que lo han traicionado, se deshace de ellos como le plazca.

Se levanta sin importarle una mierda lo empapado o sucio que luzca. Por un instante, creyó sentirse aliviado al visitar los sepulcros de sus padres, como una forma de desahogarse. Aunque de vez en cuando un sentimiento de venganza era demasiado fuerte.

Caminaron en dirección al estacionamiento. Mikhail le abre la puerta del vehículo, sacudiendo su cabello rubio cobrizo antes de embarcarse dentro. El rubio cierra la puerta con fuerza y camina a grandes zancadas para acomodarse en el volante. El aire caliente del auto se mezcla con el aroma del cuero mojado, invadiendo sus fosas nasales. A la misma vez que empieza a sentir la calidez de los asientos. Se sumerge en sus pensamientos visualizando la opacidad del camino mojado por la lluvia.

El timbre del teléfono hace que se sobresalte, dejando escapar una blasfemia. Buscando el celular en la guantera, mirándolo con recelo.

-Creí que jamás me contestarías el teléfono. -La voz de una mujer, le ensordece el tímpano-. Te he dejado varias mensajes, y llevo esperándote desde hace más de una hora. ¿Dónde estás? Tenemos que hablar seriamente.

-¿Qué novedades me tienes? -cuestiona con indiferencia.

-No puedo entrar en detalles por teléfono -murmura en un tono impaciente y nervioso-. Hablamos cuando llegues.

-De acuerdo, voy en camino -dice, colgando el teléfono.

Lo deja a oscuras. Tiene la sensación de que algo va muy mal. Su cerebro intenta procesar la información que acaba de recibir, y no le encuentra lógica plausible.

-¿Todo en orden? -pregunta Mikhail, arqueando una ceja.

-No lo sé. -Se encoge de hombros-. Debemos de llegar pronto a la mansión. -Siente un nudo en el estómago.

Mikhail solo asiente, pero no dice nada, mientras conduce en silencio.

            
            

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