Mis mejillas se sonrojan avergonzadas al darme cuenta cómo estoy vestida: con mi diminuto pijama frente a él. El momento incómodo se rompe cuando gira para irse, sin darme cuenta suelto el aire que estaba conteniendo y antes de desaparecer por la puerta gira para verme por última vez para pronunciar:
-Maddy... espero te sientas cómoda y estás en tu casa.
-Gracias -Sonrío, él también lo hace y sigue su camino hasta desaparece de nuestra vista.
Me vuelvo a sentar, pero ya no logro concentrarme en la película.
"¿Por qué no me reconoce? O... ¿Lo hace y prefiere hacer como si no hubiera pasado nada?" Un montón de pensamientos llegan a atormentar mi cabeza, pensé que ya lo había superado, pero no fue así. Miro a Helen que está feliz viendo la película y comiendo palomitas. "Creo que es mejor así" pienso resignada.
Cómo decirle a mi amiga, que el chico del que le hablé ilusionada, resultó ser su hermano. Es mejor que quite esos pensamientos y trate de regresar mi atención a lo que estoy haciendo.
(...)
A la mañana siguiente me remuevo entre las sábanas con pesadez, he olvidado cerrar las cortinas en la noche y los rayos del sol dan directo a mi rostro. Giro para agarrar mi reloj que descansa en la mesa de noche, observo la hora espantada, el reloj despertador no ha sonado. Me levanto alarmada, al darme cuenta de que llegaré tarde a clases, entro corriendo a la ducha, un baño rápido y me coloco lo primero que tengo a la mano, no hay tiempo para elegir mi mejor atuendo.
Salgo a tropezones de la habitación y corro a la de Helen para ver si ya está lista. Toco la puerta sin encontrar respuesta, bajo las escaleras esperando encontrarla desayunando, pero tampoco está. Detengo mi correr cuando veo al hermano de Helen sentado desayunando.
-Buenos días -Saludo con timidez.
Gira a verme mientras está sentado tomando jugo de naranja y unas tostadas.
-Hola -mira hacia las escaleras y regresa su mirada a mí-, quería hablar contigo sobre lo que pasó ayer... -inmediatamente, mi corazón empezó a latir con fuerza, ¿será que se acordó de mí? El pensar que me reconoció hace que se dibuje en mis labios una sonrisa ligera que ilumina mi rostro- me disculpo por mi comportamiento.
Se refiere a lo que pasó en la mañana, sigue sin recordarme, la tristeza vuelve a invadirme y sonrío ligeramente.
-No te preocupes, fue un accidente y se nos fue de las manos -Intento no sonar cortante.
Él solo mueve la cabeza en respuesta.
-Por lo visto no eres como Helen -señala mi atuendo-, me gusta ver a alguien fresco e informal.
-¿Insinúas que no sé vestirme? -Levanto una ceja fastidiada.
-No, no es eso -sonríe avergonzado-, no lo tomes a mal, al contrario, me gusta que no te importe lo que los demás piensen y seas natural. No pierdas eso.
Decido no tomarle más importancia y continúo.
-¿Has visto a Helen? Se nos hace tarde para llegar a la primera clase.
-Aún debe estar en su habitación, no ha bajado.
En ese momento, Helen aparece por las escaleras feliz y sonriente.
-Buenos días, ¿qué tal tu primera noche? -dice contenta.
-Bien, pero ya vamos que se nos hace tarde -La apuro agarrando los libros entre mis manos.
-Todavía tenemos tiempo -expresa Helen despreocupada sentándose a la mesa.
-Vamos ya, con el tráfico no llegaremos y tenemos examen -Camino apurada hasta la puerta.
El hermano de Helen sonríe al ver la escena.
-Fue una buena decisión dejar que vengas -me dice con una sonrisa-, a ver si Helen aprende de puntualidad.
-¡Alexander! -le regaña y voltea a verme-, está bien, ya vamos -se levanta de la mesa y mientras empezamos a salir juntas-. Lo olvidé... mi carro aún está en el taller, tengo que pasar por él en la tarde -dice pensativa.
-No hay problema, yo las llevo -Alexander se pone de pie y camina junto a nosotras.
Los tres salimos en el Lamborghini de Alexander y nos dirigimos a la universidad, es inevitable que por momentos crucemos miradas por el retrovisor. Eso me pone nerviosa, pero es como un imán que me atrae. Sé que no debería hacerlo, pero no puedo evitarlo.
Me decido a ya no seguir haciéndolo, así que dirijo mi vista a la ventana y mis manos agarran con nerviosismo mis cuadernos. Intento concentrarme en las calles llenas de autos y de gente apurada por ir a sus trabajos y a sus clases, el tráfico hace que el camino a la universidad se haga más lento.
Cuando llegamos al campus, el día parece transcurrir tranquilo. Al terminar las clases, me despido de Helen para ir en busca de un empleo. Me urge conseguir uno pronto, no es que me sienta incómoda en la casa de Helen, es solo que estoy acostumbrada a vivir sola.
-¿A dónde vas? -Helen me detiene.
-Tengo que buscar un trabajo, tengo donde quedarme, pero necesito dinero para mis gastos -le digo con una sonrisa amplia, no quiero que piense que me siento mal en su casa.
En ese momento se acercan Martín y Charles a donde nos encontramos, Helen se aleja a conversar con Martín, mientras me quedo con Charles, decido caminar un poco por el campus sentándose bajo la sombra de un árbol mientras esperamos que conversen.
-Es un bonito día -dice Charles para romper el hielo.
-Sí, lo es -respondo sin mucho ánimo.
-¿Te sucede algo? -Me examina con la mirada.
-Nada, solo estoy cansada -Le sonrío.
La verdad es que desde que volví a ver a Alexander algo dentro de mí se movió. Sin que nadie sepa, la sombra de Alexander me ha perseguido por muchos años, soñando que algún día nos encontraríamos, esperando que sea mi príncipe azul que me rescataría de las garras de la bruja malvada. Pero ahora el reencuentro ha sido muy diferente.
Fue la única cosa con la que me permití soñar, acostumbro a pensar todo, lo analizo, no quiero cometer errores en mi vida que me impidan llegar a mis metas, por una vez me permití fantasear y fallé.
Helen llega feliz con Martín de la mano contentos por haberse arreglado. Ya lo sabía, es la misma historia de siempre con ellos.
-Nos hemos contentado -dice emocionada abrazando a Martín-, así que, vamos a celebrar la reconciliación.
Sonrío ante la emoción de mi amiga.
-Me alegro por ustedes, pero ya me tengo que ir.
-No puedes dejarme... Sobre todo en un momento importante como este -Me mira triste.
-Sabes que tengo que ir a...
-Lo haces mañana -Me interrumpe.
-No puedo -respondo tajante.
-Vamos Maddy -esta vez es Martín el que habla-, no seas mala amiga. Celebra con nosotros.
Todos me quedan miranda y siento la presión del grupo.
-Está bien, pero mañana iré sin falta -lo digo en una afirmación.
Nos dirigimos a la casa a vestirnos y después salimos con dirección al pub de moda de la ciudad, la música suena alto por los parlantes, las luces psicodélicas crean el ambiente, el olor a cigarro y alcohol están presentes en todos los ambientes.
Al llegar nos ubicamos en una de las mesas y los chicos van por las bebidas.
-¡Vamos a bailar! -dice Helen arrastrándome a la pista de baile.
-Recién llegamos -reclamo, aunque ya conozco su locura.
-Tú solo muévete, aparte solo es hasta que llegue Martín con las bebidas.
Asiento afirmativamente con la cabeza, no tengo más remedio que seguirle la diversión, que a mí también me gusta. Empiezo a moverme imitando los movimientos sensuales de Helen, Martín llega y nos entrega las bebidas, se coloca atrás de su novia y empiezan a bailar pegados, esa es la señal para retirarme y dejarlos disfrutar a gusto.
Conforme regreso a mi mesa choco con algunas personas del club que están en la pista de baile.