Alessia
-Vamos, Alessia ¿No querrás llegar tarde a tu propio cumpleaños? Veinticuatro no se dicen fácil.
-Ya voy -le respondí a Ivette mi compañera de piso y de universidad mientras acababa de guardar mis cosas. Cuando me miro al espejo, me gusta cómo me veo, Sexi, esa es la palabra.
Crecí entre viñedos y hombres rudos, en Florencia Italia, mi vida era una montaña rusa, rusa esa palabra revuelve mi estómago, mi madre murió, de mi padre biológico no sé nada y mi tío Valentino se convirtió en mi padre junto con Fabrizio, Fiorella y mis bellos sobrinos son la mejor familia que la vida me dio.
Mis amigas habían insistido en celebrarlo en "El imperio", una discoteca nueva Londres. El local era de lujo y de calidad.
-Voy, voy.
Ivonne, Ivette y Gina eran mis amigas y compañeras de la universidad, diría que las mejores, aunque mi padre siempre me dice que esos no existen, los humanos tienden a traicionar.
Sin dejar de reír comenzaron a cantar mientras íbamos rumbo a la discoteca, mis escoltas me seguían de cerca, cosa que ellas desconocían, fue parte del trato para dejarme estudiar lejos de casa.
-Espero que hayas pedido un novio- dice Gina guiñándome el ojos - mi hermano es un candidato y muere por verte.
-No lo sé, posiblemente hoy conozca a alguien o me ligue a con tu hermano - la decepción llego a mi vida hace cinco años y ese sentimiento no lo quiero volver a sentir, ya no pediré que me amen si no lo quieres hacer no me importa viviré, disfrutare de mí libre.
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Llegamos a la discoteca, la fila daba la vuelta hasta la esquina, Ivonne iba a formarse, pero Ivette la agarra del brazo la seguimos hacia la puerta.
-Esta noche no hay fila para nosotras- Uno de los porteros se adelantó al vernos sonriendo alegremente nos dio paso.
Llegamos a uno de los espacios VIP que estaba en la segunda planta, desde ahí se veía toda la pista era fenomenal, cada privado tenía su pista de baile eso me gusto.
-Feliz cumpleaños, Alessia – me sorprenden con un ramo de rosas.
-Gracias, Mathew - hermano de Gina, que llega con más amigos suyo y en común.
-Me alegro de que mi hermana se haya animado a celebrarlo aquí - solo le sonrío.
-Si es agradable el lugar.
-¡Venga!- exclama Ivonne cuando sube a la pista de baile. - ¡Arriba a bailar que venimos a celebrar!
Él me jala de la mano para bailar hoy es mi noche, por lo que me voy a divertir.
Nos movíamos al ritmo de la música, mis amigas bailaban y bebían, después de un rato el alcohol ya hacia estragos a mi sistema.
Mathew me gusta es guapo, maduro tiene 29 años y con un cuerpo de infarto, me prometí darme la oportunidad de conocer más personas y no enfrascarme en uno solo, por el momento no ha llegado una que pueda decir que vale la pena. Entre una y otra cosa nos besamos, comenzó a pasar sus manos por mi cuerpo seductoramente y me hace sentir bien.
-Eres hermosa Ale - me susurró al oído – y me gustas mucho, me vuelves loco – besa mi cuello.
-¿De verdad?
-No es obvio - nos volvimos a besar más apasionadamente - No quiero que te enojes, pero ¿te gustaría ir a otra parte?
- Por qué no, vamos – tomo mi bolsa y él me toma de la mano para salir del lugar.
No les avisamos nada a los chicos, ellos estaban enrollados, solo por hoy me la iba a pasar bien.
Al llegar a su departamento nos enfocamos en besarnos y sentirnos, me levantó y me llevó a su dormitorio al final del pasillo sin esfuerzo. Nos deshicimos de lo que nos estorbaba solo dejándome en bragas, me dejo caer en la cama sin perder el tiempo sus dedos se deslizaron sobre mis caderas, y agarró mi ropa interior bajándomela por las piernas, estaba tan excitada.
Mathew se quitó la camiseta, revelando su torso tonificado, deseaba enterrar mis uñas en su piel cuando me llegara al éxtasis.
Una vez que él estaba sobre mí, mis manos presionaron recorrieron lentamente su espalda, presionó sus labios contra los míos dándome un beso lento y celestial, sentí que estaba a la deriva, fuera de orbita. Sus besos eran intensos, sexys, deliciosos.
Mis caderas comenzaron a apretarse contra él. Cada vez que sentía esa dureza me hizo desear tenerlo.
Antes de que le diera paso no iba a permitir que lo hiciera sin condón, solo le había permitido a un hombre que lo hiciera, a ese hombre que le entregue mi virginidad y al que le importó un carajo, solo fue diversión, algo insignificante esa fue la palabra que ocupo, yo estúpida le entregué todo de mí, pero para él no fue nada, me prometí conocer, vivir y estar con alguien si a mí me apetecía hasta que llegara el indicado. Le fui fiel hasta la medula a la persona incorrecta.
-Ponte un condón si quieres que algo pase esta noche - no dijo nada ni lo molesto al contrario continuo, de su cómoda saco el paquete plateado.
-Lo que digas preciosa – Le dimos rienda a la pasión, no estaba mal, se sentía bien, llevaba un tiempo sin estar con nadie y esto era gloria, cerré los ojos y arque la espalda echando la cabeza hacia atrás, me sujete de sus brazos dejándome llevar, gemíamos como locos.
-Me vuelves loco Ale, me gustas mucho - a mí me gusta el placer que me estaba dando, pero sentimientos esos no los demostraría, no seré la burla de nadie más, aunque Matt me gustaba... estúpido corazón ¿porque no te olvidas de quien te hizo daño?
Mis tobillos presionaron inmediatamente la parte baja de su espalda, y mis uñas se hundieron en su piel, llegamos al límite - Joder...eso estuvo delicioso preciosa.