Desde las calles de cada ciudad hasta los páramos más remotos del universo, los altavoces, las radios y las vallas electrónicas transmitían la trágica noticia. La voz del reportero, entrecortada por los sollozos, se quebraba. La noticia estalló como una bomba y, por un instante, el mundo entero pareció detenerse. Incluso las estrellas parecían haber perdido su brillo. Millones de personas se quedaron inmóviles, aferrándose a la esperanza de que fuera una cruel mentira, un simple sueño.
¡No, no, no! ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía morir?
La esperanza de vida promedio en la Era Estelar era de ciento cincuenta años. Emberly tenía solo cincuenta y dos. Aún le quedaban muchos años por vivir. ¿Por qué había muerto de una forma tan repentina? Era la última noticia que nadie habría esperado. Incontables personas la idolatraban. Ella sola había impulsado la tecnología de la nación al menos un siglo. Por esa razón, era considerada la Luz de Usharia. Su historia, la de una niña de los barrios bajos que ascendió hasta la cima, era una fuente de inspiración para las nuevas generaciones.
¿Cómo podía una persona tan brillante morir tan joven?
Una ola de llanto y dolor inundó el planeta. El mundo entero estaba de luto.
El presentador, como si percibiera la tristeza colectiva, hizo una pausa antes de continuar: "La Luz de Usharia se ha extinguido... Siempre recordaremos a la profesora Hammond y su inmensa contribución al mundo. Que su alma descanse en paz".
Tres días después, por primera vez en la historia, el Premio Star Way, el máximo galardón para los científicos, le fue otorgado póstumamente a Emberly en reconocimiento a la obra de toda su vida. Todos los presentes en la ceremonia anhelaban ver una figura subir con paso firme al escenario para alzar la medalla, pero el podio permaneció vacío. Los asistentes no pudieron contener el llanto.
En la ciudad principal, centro del universo, un monumento gigantesco se erigía hasta tocar las nubes. El nombre de Emberly Hammond quedó grabado allí para la eternidad. Las estrellas brillaban con intensidad sobre los nombres de todas las figuras ilustres y honorables.
En algún lugar por encima de las nubes, Emberly flotaba. Tenía la conciencia difusa. No sabía dónde estaba, pero sabía que había muerto. No era la primera vez que moría. Sin que nadie lo supiera, ella ya había muerto una vez. Nadie sabía que la niña de los barrios bajos no era quien aparentaba ser. Era tan solo el alma rota de otro mundo que había encontrado refugio en aquel cuerpo. Y desde entonces vivió sin miedo, porque ya no tenía nada que perder.
A diferencia de la primera vez, en esta ocasión sintió cómo su alma se elevaba. Miró hacia abajo y vio a incontables personas que lloraban por ella. Vio que los antiguos barrios bajos se habían transformado en una ciudad próspera, y que todos allí se sentían inmensamente orgullosos de ella. Justo antes de que todo se desvaneciera en la oscuridad, observó las estrellas a su alrededor y sonrió, con una sonrisa que parecía irradiar luz propia.
*****
"¡Despierta, Emberly! Tienes que tomarte la medicina. Papá fue al pueblo a buscártela. Verás que en cuanto te la tomes te sentirás mejor", dijo una voz algo infantil.
"Peter, no molestes a tu hermana. Está durmiendo, déjala descansar. Se resfrió mucho por la lluvia, necesita reposo. Solo deja la medicina en la mesita de noche. Ya se la tomará cuando despierte", intervino la voz serena de un hombre de mediana edad.
Emberly tenía la mente confusa y un dolor de cabeza punzante. Apenas recuperaba la consciencia cuando escuchó aquellas dos voces. Su corazón dio un vuelco. Abrió los ojos lentamente y se encontró con dos rostros que la miraban con preocupación.
¿Era un sueño? Parpadeó una y otra vez. Cuando los dos rostros no se desvanecieron, miró a su alrededor, atónita. Estaba en una deteriorada casa de ladrillos. La habitación apenas tenía muebles. Conocía ese cuarto a la perfección: era el lugar donde había vivido durante los primeros años de su primera vida. Las dos personas que la observaban eran su padre y su hermano menor.
¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba aquí de nuevo?
Frente a la cama había un espejo. Emberly se incorporó y observó su reflejo. Tenía el rostro regordete. ¡Así se veía cuando era apenas una adolescente!
No tardó en atar cabos. ¡Lo recordaba! Era ese día. Fue justo antes de que sus padres biológicos vinieran a buscarla. Acababa de salir corriendo de la escuela al enterarse de su verdadera identidad. La lluvia la había empapado y, a causa de ello, se había resfriado. Días después, la llevaron a la casa de su verdadera familia. Y a partir de entonces... Comenzó la pesadilla.
Emberly era hija de la adinerada familia Hammond de Bluabert. Un día, su madre, embarazada y a punto de dar a luz, insistió en salir a pasear impulsada por el aburrimiento. Nunca imaginó que su hija decidiría adelantarse. Emberly nació en un hospital rural. Dio la casualidad de que otra mujer con el mismo apellido, Hammond, también dio a luz ese día en el mismo hospital. Debido a una negligencia del personal médico, ambas mujeres se llevaron a casa a la bebé equivocada.
Transcurrieron dieciséis años, y las dos niñas crecieron en mundos completamente opuestos. Todo cambió cuando Felicia Hammond, quien vivía con los Hammond ricos en Bluabert, sufrió un accidente de coche. El matrimonio Hammond corrió al hospital en cuanto se enteró de la noticia, y fue allí donde notaron algo extraño. Ambos padres tenían sangre tipo A; entonces, ¿cómo era posible que su hija fuera tipo B?
La situación les pareció sospechosa, por lo que solicitaron una prueba de ADN que confirmó que Felicia no era su hija biológica. Una rápida investigación reveló el error cometido en el hospital. Descubrieron que su verdadera hija había vivido en la pobreza rural durante dieciséis años.
El matrimonio no podía dejar a su verdadera hija desamparada. Pero el vínculo con Felicia era tan fuerte que tampoco querían condenarla a la miseria. Después de mucho considerarlo, decidieron criar a ambas jóvenes como suyas. Planearon compensar a la otra familia Hammond que había criado a su hija biológica y luego llevarse a la niña.
Xavier Hammond, el hombre que había criado a Emberly, era un granjero que apenas llegaba a fin de mes. Le costó creer la noticia hasta que le mostraron pruebas irrefutables. Aunque deseaba conocer a su verdadera hija, Felicia, no fue capaz de llevársela cuando vio sus ojos llorosos. Sintió que sería cruel arrastrarla a la pobreza después de que hubiera disfrutado del lujo toda su vida.
Al final, accedió a entregar a Emberly al otro matrimonio Hammond sin reclamar a Felicia. Sin embargo, se negó a aceptar un solo centavo de ellos. Lo único que deseaba era una vida mejor para ambas chicas.
Emberly sintió que toda su vida era una mentira tras descubrir la verdad. Aunque había vivido en la pobreza, era feliz con su familia. Quería quedarse con ellos. Pero como era menor de edad, a nadie le importó su opinión.
Cuando los Hammond llevaron a Emberly a Bluabert, ella nunca logró adaptarse. Era el polo opuesto de Felicia, quien había vivido una vida de comodidades desde su nacimiento. Felicia era culta. Podía tocar toda clase de instrumentos musicales, además de dominar la caligrafía y la pintura. Emberly, en cambio, solo sabía estudiar. Era lo que se podría llamar una cerebrito.
En la escuela rural era una de las mejores estudiantes. Pero cuando la matricularon en una escuela de Bluabert, su rendimiento pasó a ser mediocre. Sus dificultades académicas fueron una de las cosas que minaron su autoestima. Pronto, se encerró en sí misma. Por si fuera poco, sus padres biológicos siempre la comparaban con Felicia. Nunca la favorecieron, a pesar de ser su verdadera hija.
Felicia, por su parte, estaba decidida a hacerle la vida imposible. Aunque era la favorita de sus padres, no estaba satisfecha. La acosaba tanto en casa como en la escuela. Llegó al extremo de incriminarla en un asesinato, por lo que fue condenada a quince años de prisión.
La vida en la cárcel la destrozó aún más. Fue como un cordero arrojado a una manada de lobos. Durante diez años, las demás reclusas la golpeaban constantemente por pura diversión. Un día, incapaz de soportarlo más, se defendió con todo el valor que pudo reunir. Poco después, las líderes de la prisión la asesinaron a sangre fría.
Cuando su vida llegó a su fin, todos sus recuerdos agridulces pasaron ante sus ojos. Recordó a su familia en la Aldea Warlington. Emberly deseó haberse opuesto a sus padres biológicos cuando fueron a buscarla. Se prometió a sí misma que, si alguna vez le daban otra oportunidad, solo se preocuparía por su familia de Warlington, su verdadera familia. Ellos eran lo único que importaba.
Para su sorpresa, despertó en el cuerpo de una chica de los barrios bajos que acababa de morir de una enfermedad en la Era Estelar.
Emberly aún conservaba los recuerdos de su primera vida. Valiéndose de los conocimientos que había adquirido durante su estancia en prisión, poco a poco logró salir de los barrios bajos. Devoró conocimientos como si su vida dependiera de ello. Finalmente, se convirtió en una científica de renombre, conocida como la Luz de Usharia. La gente la idolatraba, pero nadie conocía su dolor. Ignoraban que luchaba por encontrar un sentido a su vida y que nunca se sintió parte de ningún lugar.
Su vida como científica famosa terminó de nuevo, abruptamente. ¿Quién habría imaginado que volvería a ser su yo de dieciséis años, en su vida pasada?
Todo lo que había vivido en sus dos vidas inundó su mente mientras observaba su reflejo en el espejo. Cuando finalmente vio a Xavier y a Peter, jóvenes y llenos de vida, no pudo contener las lágrimas. En su otra vida, Xavier enfermó gravemente al enterarse de que Emberly había sido enviada a prisión. El golpe deterioró rápidamente su salud y murió dos años después.
Ahora, el destino parecía haberle concedido otra oportunidad, y ella estaba decidida a aprovecharla. Protegería a Xavier y a Peter. Y se vengaría de todo el sufrimiento que le habían causado.
Xavier se alarmó al ver llorar a su hija. Pensó que era porque no podía asimilar la noticia de tener unos padres biológicos que no conocía. Se sentó al borde de la cama y le secó las lágrimas. "Tranquila, Emmie. Todo va a estar bien. Cuando te recuperes, podrás ir a vivir con tus verdaderos padres. Ya no tendrás que sufrir aquí. Y cada vez que nos extrañes, podrás venir a visitarnos. Siempre serás mi hija".
Emberly asintió entre sollozos.
"Toma, tómate la medicina primero. Tu salud es lo más importante". Xavier le entregó la medicina.
Emberly tomó la amarga medicina y la bebió de un trago, sin siquiera hacer una mueca. Conocía el verdadero dolor, así que esto no era nada.
"Papá, sé que haces esto por mi bien. Me iré con ellos. Pero tienes que prometerme que te cuidarás y que cuidarás de Peter. Vendré a visitarlos a menudo".
"Claro que sí, claro que sí, te lo prometo". Xavier nunca podía negarle nada.
Después de volver a arroparla, Xavier y Peter salieron de la habitación.
Incapaz de dormir, Emberly repasó lo que había sucedido en su primera vida. Planeaba evitar todas las malas experiencias que la habían marcado. Pero lo más importante ahora era recuperarse. La venganza podía esperar. Después de todo, es un plato que se sirve frío.