-Mamá, no quiero ir, déjame quedarme. Limpiaré toda la casa - pero no dejaba de pensar cómo es que esta hermosa mujer era mi madre. Su cabello era castaño, nunca antes teñido, y lacio largo le llegaba a la cintura. Unos hermosos ojos azules y rubia.
Yo era morena clara, cabello negro ondulado algo enredado y ojos comunes marrón. Creo que yo me parezco más a mi padre.
-Hija, ya hablamos de esto - me sacó de mis pensamientos.
-Está bien, mamá. Me meteré a bañar y bajaré enseguida - me resigné. Sé muy bien que contra esa hermosa mujer no puedo, aunque la dejo ganar siempre. La amo. Es la mejor madre del mundo entero. Siempre me hace sentir bien cuando no lo estoy y es muy madura, nada parecido a mí.
Ya estando lista para el colegio, bajé corriendo. Escuché la voz aguda de mi padre.
-Ell, mi amor, yo te llevo - me dijo papá.
-No, papá. No es necesario. Me iré sola. Me llevaré el carro - lo menos que quería era que al entrar a un colegio nuevo me vieran llegando con mi padre. Seguro todos se burlarán de mí.
Eran las 10 cuando llegué a la escuela. Era tarde. Las clases empezaban a las 9. Vale, no me importaba. No estaba feliz de estar allí.
Llegué directamente y sin escalas a la oficina del director.
-Hola, buenos días. Soy Ell. Soy nueva en este colegio. Tengo instrucciones de presentarme directamente en su oficina - le dije al director, un hombre mayor de entre 50 a 55 años. Parecía estar más feliz que yo de conocerme. No lo juzgo. Soy una lindura, irónicamente jaja.
-Hola, buen día, señorita Elizabeth. Es un placer que se una a nuestra escuela. Ha llegado tarde. ¿Tuvo algún problema para ubicar la dirección del plantel? Sus padres me comentaron que ustedes vienen llegando a esta ciudad - dijo el señor director muy amable y con una voz muy dulce.
Me dio ternura y no me atreví a decirle que no quería llegar temprano porque no quería venir.
-Así es, señor director, me extravié cuando venía en camino, pero ya estoy aquí. Le ofrezco una disculpa - fue lo que terminé mencionando.
-Bien, lo bueno es que ha podido llegar. Venga conmigo, lo llevaré a su clase. Ya ha comenzado hace 30 minutos, pero espero que su maestro la deje tomar su clase. Por ser nueva, quizá haga una excepción - ¡qué amable es mi director! Solo pensé.
-Bien, vamos - mientras nos dirigimos al salón de clase, el director me entregaba mi agenda de clases y los útiles que ocuparía. Yo miraba por todos lados y pensaba: "Esta es una típica escuela de ricos y gente muy snob. Yo no encajaba aquí, pero fue idea de mis padres que estudiara aquí. Al parecer, ya no nos cambiaremos muy seguido de residencia".
-Hemos llegado - dijo el director, sacándome de mis pensamientos. Últimamente, todos me sacan de mi burbuja.
Abrió la puerta y ahí estaba el maestro, más joven de lo que me imaginé, como de unos 30 años, con cabello negro oscuro y un cuerpazo.
-Buenas tardes, señor director. ¿A qué se debe su visita? - dijo el maestro.
-Max, te he traído una buena alumna. Es nueva en esta ciudad y ha batallado un poco para encontrar la escuela. Espero que la puedas recibir en tu clase - dijo el director amablemente.
-Anda, entra y preséntate con la clase - dijo el apuesto maestro.
-Gracias - dije al director y él solo asintió.
-Hola, me llamo Elizabeth Kim. Soy nueva en esta ciudad - no sabía ni qué decir. ¡Qué pena!
-Hola, Elizabeth - me quedé sorprendida. Se escucharon a un unísono. Jajaja, parecen robots, pensé.
-Toma asiento - dijo mi profesor. - Hay un espacio vacío justo ahí - dijo mi sexy profesor. ¡Wooow!
-Gracias - dije sin titubear y me dirigí al lugar que me apuntaba.
El salón era extraño. Estaba escalonado, algo grueso, donde cabía prácticamente una mesa de escritorio con dos asientos cada escalón.
Rayos, soy nueva en una ciudad que no me gusta, rodeada de niños ricos y tontos. Nomás falta que me toque con esta rubia oxigenada y sea otra niña tonta y rica.
Cuando llegué a mi asiento, escuché una dulce voz:
- Hola Elizabeth, bienvenida. Me llamo Martha - dijo la muchacha que estaba a mi lado.
- Wow, los robots piensan por sí solos - dije sin detenerme a pensar en mis palabras. Por regla, siempre lo hago, no debería hacerlo más.
- Hola Martha, mucho gusto y gracias. ¿Podrías decirme qué clase es y por qué el maestro está tan sexy? - pregunté.
- De nada. Estamos en clase de historia y créeme, es el más sexy de todos los maestros - dijo Martha con una sonrisa. Al parecer, tampoco tiene pelos en la lengua.
- Sí, es el más sexy. Max el paquetón le decimos - se oyeron dos voces detrás de nosotros. Eran dos mujeres, una de pelo negro y otra rojiza.
- Sí, ya veo - dije sin más preámbulos.
- Hola, me llamo Sara - dijo la de cabello negro. A pesar de su sonrisa, hay algo en ella que no me gusta del todo.
- Yo Hilda - dijo la de cabello rojo. Ella me pareció tierna.
- Yo David - dijo uno de los muchachos que estaban sentados al lado de Martha.
- Yo Héctor - dijo el otro muchacho.
Después de presentarnos, no volvimos a hablar y nos concentramos en la clase.
- Chicos, terminó la clase. Por favor, no olviden sus tareas - dijo el profesor más sexy.
Todos nos levantamos y nos dirigimos a la salida.
- Bienvenida - dijo la voz del maestro sexy de la escuela.
- Gracias - dije yo y me retiré casi corriendo del salón. No quería que notara cómo lo miraba.
Quien nunca ha fantaseado con su maestro, que tire la primera piedra.
Estando ya afuera, me senté en un banco. No conocía a nadie, solo a estos jóvenes que me saludaron en clases.
- No me esperaron - dije para mí. Claro, son unos tontos niños ricos y no se harían amigos de la nueva que, además, es pobre.
Cuando escuché la voz de Martha e Hilda, preguntando "¿Dónde has estado? Te hemos buscado por todas partes".
- ¿A mí? - pregunté.
- Sí, ven. Vayamos con los otros - dijo Martha, estirando su mano para ayudarme a ponerme en pie.
- Mañana es sábado, reunión en casa de Martha - dijo Sara.
Los demás dijeron "sí".
- ¿Vienes, Elizabeth? También estás invitada. Ya somos amigos - dijo Martha.
"No sé dónde es, puedes llamarme Ell. Si ya somos amigos, no le veo nada de malo que me llamen Ell", dijo Ell.
"Te mando la ubicación. Mañana vuelve William, así que a lo mejor nos interrumpe un poco, pero él siempre anda en su mundo, así que nos dejará solos", dijo Martha.
"¿Quién es William?", no me atreví a preguntar, pero seguro es alguien importante, ya que a Sara se le iluminaron los ojos.
Antes de poder negarme, todos dijeron "hasta mañana". Le di mi número de teléfono a Martha y nos despedimos.
Por lo visto, mañana iré a esa casa.