Lo que comenzó con un sueño
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Capítulo 4 Capitulo 4

Capítulo 4 Nuestro primer encuentro.

❤️William❤️

Otro día más de aburrimiento. Me gusta cuando viajo, ya que no me preocupo por cosas familiares. Hoy me levanté a las 6 de la mañana. Llegué de mi viaje a eso de las 2 o 3 de la madrugada. Nadie se dio cuenta de mi llegada. Todos piensan que llegaré después de medio día, pero mi vuelo se adelantó.

Desgraciadamente, me puse mi ropa para correr. Corrí como 2 horas y llegué a mi casa. La mujer de servicio ya preparaba los batidos verdes.

Irónico, a mí me encanta todo lo verde: batidos, tés y demás. Mi favorito es el té de hierbas, pero a mi hermana no. Y eso que somos mellizos, pero en los gustos por algunas cosas somos tan distintos.

-Hola, buenos días Gilia.- Saludé con gentileza a la mujer de servicio. Ella es joven, como unos 4 años mayor que yo. Su mamá solía hacerse cargo de la limpieza y cosas de la casa, pero está enferma y desde entonces ella trabaja en la casa.

-¿Hola joven, qué tal durmió?- dijo ella, con una linda sonrisa. Ella siempre es muy amable y tiene un buen novio, así que jamás habría algo entre ella y yo, aunque me encanta ponerla nerviosa en ocasiones.

-Muy bien. Es bueno dormir por fin en casa. ¿Mi familia sabe de mi llegada?-

-No joven, no tienen idea. Usted llegó a las 3 de la mañana de su viaje. Todos dormían-

-Ok, tomaré mi licuado y me iré a bañar. Quizá quieras acompañarme- le guiñé un ojo. Ella sonrió y después negó con la cabeza.

-Gracias, pero ya me bañé- dijo.

Solo sonreí.

Ya en mi habitación, empecé a quitarme la ropa mojada de sudor gracias a mi rutina diaria.

Tomé mi celular. Eran las 9 am. Chequé mis mensajes y me dirigí a la ducha.

Se me vinieron a la mente los recuerdos de un sueño que tuve hace unas dos noches. Siempre sueño cosas diferentes, pero siempre es ella. ¿Acaso existes?

Esa chica que estaba sola en una cabaña.

Cómo empecé a besar sus labios, sus pechos y su intimidad. Mientras más recordaba, mi erupción más crecía. Terminé dándome placer yo mismo. Odio hacerlo, pero cuando pienso en esa linda desconocida, no me puedo contener.

Su rostro, su cuerpo, su olor ¡wow! era tan exquisito y ese delicioso sabor a hierbas en sus labios.

-Si esa mujer fuera real y no solo un sueño, la penetraba una y otra vez sin dudarlo- dije para mí mismo.

Después de un buen rato de placer en la ducha, salí, me cambié y fui directo al comedor. Eran las 10 de la mañana y ya tenía un poco de hambre.

Mi hermana estaba reunida con sus amigos, ¡válgame David y Héctor! Aquí extraño, sé que ellos casi nunca vienen a mi casa y más cuando yo estoy. Al parecer, no les agradó del todo. No los juzgo, ellos tampoco me agradan mucho que digamos, en especial Héctor. Hay algo en él que no me gusta, aunque no sé cómo explicarlo...

-¿Qué pasa, Martha? No sabía que tendríamos visitas- dije sin ocultar mi disgusto.

-Hermano, he invitado a mis amigos a quedarse a desayunar. Por cierto, ¿cuándo llegaste?- nos dimos un corto abrazo.

-Llegué en la madrugada- fue lo único que dije y me fui a mi cuarto, no sin antes escuchar la rechinante voz de Sara.

-Tu hermano está cada vez más bueno- dijo Sara. Solo sonreí y le mandé una de mis miradas pervertidas.

Yo a ella ya la he penetrado y no me interesa usarla para mi diversión de nuevo. Nunca repito con la misma chica y las amigas de mi hermana ya han pasado por mí, menos Hilda, ella es otra cosa. Además, creo que Sara está obsesionada conmigo y solo hace que se me revuelva el estómago.

"Nada nuevo que ver", pensé.

Me hundí en mi celular contestando mensajes mientras trataba de desaparecer de la vista de sus amigos, cuando escuché a las amigas de mi hermana gritar:

-¡Qué bueno que has venido, Elizabeth!

-¿Quién es esa Elizabeth? Conozco a todas las amigas de mi hermana, menos a esa tal Elizabeth. ¡Tengo que verla! Quizá también me la coja y la bote como las demás. Soy muy selectivo, no me acuesto con cualquier mono parado- pensé.

Bajé las escaleras cuando la vi.

Mi corazón comenzó a palpitar a mil latidos por minuto. Era ella, la misma chica de mis sueños. Sus hermosos ojos azules la delataban.

Cuando las oí al unísono saludándome, pensé: "rayos, ¿por qué he venido? No dejan de ser robots, ja, ja, ja". Saludé a las chicas cuando las vi. No podía ser, era el mismo joven de mi sueño. Mi corazón se agitó y pensé que me daría un paro cardíaco. El mismo muchacho que me vuelve loca en mis sueños estaba frente a mí. Sus hermosos ojos verdes, los que siempre busqué en todos cuantos conocí, al fin estaban frente a mí.

-Elizabeth te presenta a mi hermano William. Es algo estúpido, pero aun así lo quiero- dijo Martha. Pero yo no dejaba de ver sus ojos, esos ojos que me mojan de solo verlos.

-Hola, mucho gusto- dijo él, extendiéndome la mano.

-Hola, igual- dije. Cuando nuestras manos se juntaron, mis latidos aumentaron aún más y una corriente se apoderó de mi cuerpo, pero supe disimularlo.

-Vamos, Ell, que se hace tarde para desayunar. Solo te esperábamos- dijo Hilda, rompiendo el encanto, esa magia de su mano en la mía. Con mi mente gritaba: "No me sueltes, llévame a tu cama, ábreme de piernas y dame duro, muy duro".

-¿William no desayunarás con nosotros?- preguntó Sara.

-Claro, me muero de hambre- dijo el joven sin dejar de verme.

¿Qué hago? Si me voy, se va a ver extraño, así que miraré a dónde lleva esto.

-Hola, mucho gusto- dije y extendí mi mano. Si ella supiera lo que me estoy imaginando, no tomaría mi mano. Ya la desnudé en mi mente, la cargué hasta mi habitación, la amarré a la cama y la penetré tan duro que ella me seguía pidiendo más.

-Hola, mucho gusto- dijo ella, sacándome de mis locos pensamientos. Tomó mi mano y sentí como mi erección se apresuraba a crecer.

Mi hermana dijo algo, a lo cual no le presté atención.

-¿William no desayunarás con nosotros?- preguntó Sara.

Esta mujer quiere que me la tire de nuevo. Eso no pasará. Ahora otra espera estaba clavada en mi entrepierna y la empalaría con gusto. Mi miembro desea estar dentro de ella.

No sé por qué dije: "Sí, claro, me muero de hambre". Mi hambre no era comida. Quería devorar a esa nueva amiga de mi hermana.

Por más que trato, no puedo dejar de verla. No puedo dejar atrás esa sensación al tocarla, como esa corriente que me recorrió por todo el cuerpo. Nunca había sentido algo así.

- Vamos al comedor - dijo Martha.

- Vamos - todos dijimos. Creo que me he vuelto un robot. Pasé frente a William, pero algo me hizo pensar que me miraba el trasero.

Ya estando en el comedor, Martha se sentó al lado de David. Al parecer, ellos traen algo. Luego se sentaron Sara, Héctor e Hilda. Yo tomé el primer asiento que vi vacío. Estaba tan nerviosa.

Cuando la mirada de todos se posó en mí, Martha dijo:

- Ese lugar es de mi hermano.

Volteé a ver a William, avergonzada. No sabía que los lugares tuvieran dueños.

- No hay problema - dijo él.

Por un asiento, no me he de molestar. Ella ha tomado algo mío, como yo he tomado algo de ella. Ya la desnudé con mi mirada. Creo que dejaré que se quede por hoy con algo mío.

- Gracias - dije. Él parecía tan frío. Yo solo pensaba en ¿cómo es que él parecía real? ¿Él sabrá que deseo que me lo haga como en ese sueño? Empiezo a ponerme caliente solo de imaginarlo dentro de mí.

            
            

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