Cuando llegué a la casa de Patrick pulsé el timbre. Él abrió la puerta.
-¿Gina? ¿Qué haces aquí? -, preguntó.
-Umm... Patrick necesitaba hablar contigo de algo-. Le dije.
-Vale... entra.
Entré y me senté en el sofá. Él se sentó en el otro sofá.
-¿De qué querías hablar?
-Así que Patrick, aquí está la cosa que realmente necesito un trabajo.
-¿Trabajo? Pero tenías uno, ¿no?
Entonces le expliqué toda la historia. Se quedó pensando un rato y luego sonrió.
¿Por qué sonríe este tipo?
-Gina, no me siento bien. Creo que deberías salir.
-¡Diablos, no! ¿Cómo voy a salir? Necesito un trabajo ahora. No puedo salir sin más.
Entonces Patrick se levantó de su asiento y se sentó a mi lado. Como extremadamente cerca de mí. Me aparté un poco en mi asiento. Luego puso una mano en mi muslo y empezó a revolver un mechón de mi pelo con la otra mano.
-Ves Gina, la cosa es que tengo un trabajo para ti. Es perfecto.
-¿Pero? - pregunté.
Él volvió a sonreír y dijo:
-Pero sabes que todo en este mundo no es tan fácil. Todo tiene un precio.
-¿Qué precio? ¿De qué estás hablando Patrick?
Entonces se acercó más a mí y sostuvo mi cara en su mano.
-Te he deseado durante mucho tiempo Gina. El primer día que te vi quise tomarte en ese mismo momento. Pero cuando hablé contigo vi que no eras ese tipo de chica que puedo conseguir fácilmente. Entonces vi tu punto débil. Nunca tuviste ningún amigo. Así que pensé por qué no ser tu amigo y llevarte. Gina te prometo que no te arrepentirás, de hecho, te encantará. Haré que tu primera vez sea especial. Entonces puedes conseguir fácilmente el trabajo Gina. Sólo una noche conmigo.
Mis ojos se abrieron de par en par.
-¿Qué? ¿Estás loco? Patrick nunca he pensado en ti de esa manera-. Me levanté del sofá. Él también se levantó.
-Pero yo sí. Me vuelves loco Gina. Es sólo una noche.
-Aléjate de mí-. Siguió avanzando hacia mí y yo seguí retrocediendo hasta que mi espalda chocó con la pared. -Por favor, aléjate de mí, Patrick-. Empecé a llorar.
-Vamos Gina.
-¡ALÉJATE! - Grité.
Estaba a punto de correr cuando me cogió de la mano y me hizo retroceder de nuevo. Mi espalda chocó con la dura pared.
-Por favor, déjame ir Patrick-. Le supliqué delante de él.
Pero no me escuchó. Estaba a punto de besarme cuando viendo otra opción le di en la parte donde no brilla su sol.
Gimió de dolor abrí la puerta y salí corriendo de allí. Le oí gritar mi nombre por detrás. Seguí corriendo y corriendo.
Por qué todo sucede al mismo tiempo.
Primero perdí mi trabajo.
Luego esa carta.
Y ahora Patrick.
Era el único amigo que tenía, pero él también.
Todos en este mundo son malos.
•
Aquí estoy sentada en el club tomando una copa tras otra.
Creo que ya estoy borracha.
-¿Qué debo hacer? No se me ocurre nada. Por qué mi vida es tan jodida.
Empecé a reírme como una tonta.
-¿Estás bien? - me preguntó el camarero.
Asentí con la cabeza aún riendo.
-¡Estoy tan bien!
-¡Oh, vaya! Creo que estás triste.
-Tu crees-. Volví a reír con fuerza. -Mi vida es un puto desastre.
-Oye, escucha. Puedo ayudarte a reducir ese estrés. El placer es sólo por una noche.
-¿Eh? ¿Qué quieres decir con eso?
Entonces tomó un trago en su mano y luego mezcló algo en él.
-Esto. Tómalo-. Me lo dio.
-¿Qué es esto?
-Umm... ves que querías paz y placer por una noche. Lo tendrás. Sólo tienes que ir a esa zona y entrar en la habitación número ciento diecinueve. ¿De acuerdo? Lo disfrutarás confía en mí.
-¡REALMENTE! - exclamé. Realmente necesito disfrutar.
Estaba a punto de tomar la copa cuando una mano vino y me la arrebató. Me giré para mirar al idiota que había hecho eso y vi a un hombre sentado a mi lado con un vaso de vino en la mano.
-¿Estás loco? Está borracha no puedes mandarla allí-. Le miré atentamente a la cara.
No era un hombre cualquiera. Era una escultura de la perfección. Sus ojos eran del color del mar, pasando por sus labios finos y rosados y su mandíbula perfecta. En palabras sencillas este hombre era simplemente perfecto. El sueño de cualquier chica.
Entonces me miró de arriba a abajo y me dijo:
-Escucha, no tengo ni idea de cuál es tu problema, pero este lugar no es seguro para ti. Estás borracha así que vete a casa.
-¡NO! No quiero ir a casa. Quiero ir allí-. Dije señalando el lugar donde el camarero señaló antes.
-No. No vas a ir allí. No es seguro.
-Iré allí.
-Deja de ser terca. Eres una extraña para mí y aún así te estoy advirtiendo. Así que no puedes usar tu cerebro que debe haber una razón para que yo haga eso.
-Pero también es un extraño-. Dije señalando al camarero. -¿A quién debo escuchar entonces?
-A mí. No vas a ir allí-. Dijo con voz severa.
-¿Quién eres tú? ¿Mi papá? No. Tú no eres nadie, así que por qué debería escucharte.
Me levanté del taburete. Tropecé un poco hacia atrás. Al instante me sujetó del brazo impidiendo que me cayera.
-Ni siquiera puedes mantenerte en pie correctamente y quieres divertirte. Una diversión que ni siquiera conoces.
Se levantó de su asiento y dijo:
-¿Dónde vives? Te llevaré.
-¿Por qué debería decírtelo? Eres un extraño y Amanda me dijo que no se lo contara a nadie. No. No-. Dije cruzando los brazos haciendo pucheros. -¿Y si eres un mal tipo?
-Estoy tratando de ayudarte y tú me estás llamando mala persona.
-Quién sabe si realmente estás tratando de ayudarme o no.
-¿Qué...? - se detuvo y se pasó la mano por el pelo una vez y luego susurró algo, pero lo oí claramente ya que mis oídos son muy agudos -No puedo dejarte aquí con estos hombres. Te comerán seguro.
Levanté las cejas.
-¿Qué significa eso?
-Nada que te vienes conmigo-. Dijo en tono irritado.
-¿Por qué debería hacerlo?
-Lo harás porque estoy tratando de ayudarte.
Hice un puchero poniendo una cara de 'cómo iba a saber eso'.
-No pongas a prueba mi paciencia y ven conmigo.
Negué con la cabeza 'no'.
-Bien, entonces no me culpes.
Lo miré confundida.
-Culparte. ¿Culparte de qué?
Él sonrió:
-Por esto.
En cuestión de segundos me levantó y me echó por encima de su hombro.
-Oye, bájame. ¿Qué estás haciendo? - Grité.
-Te advertí, pero no me escuchaste.
Seguí golpeando su espalda, pero el hombre era tan fuerte que algunas veces yo mismo me lastimé las manos.
Entonces me metió en un coche, me abrochó el cinturón de seguridad y se puso en el asiento del conductor y empezó a conducir.
Espera, ¿me está secuestrando?
Empecé a golpear la ventanilla.
-¡Ayuda! ¡AYUDA! ¡ME ESTÁN SECUESTRANDO!
-¿Quieres callarte? Te estoy ayudando, no te estoy secuestrando. Ahora dime dónde vives.
Me senté cruzando los brazos sobre el pecho.
-No.
-Dímelo. Si quieres llegar a casa.
¿Y si cuando lleguemos allí nos asesina a mí y a Amanda y nos roba todas nuestras cosas? Tal vez este coche y la ropa son también robados de alguien. No puedo confiar en él y no puedo dejar que Amanda salga herida. No estoy tan borracha para no pensar en la seguridad de Amanda.
-No lo sé.
-¿Qué? -, preguntó confundido.
-No lo sé.
-Bien entonces-.
Me senté allí yendo a donde sea que me lleve. La cabeza me dolía mucho. El coche finalmente se detuvo, miré afuera era una casa. Bueno no cualquier casa era una mansión.
-Ven-. Dijo saliendo del coche. Yo seguí sentada dentro sin hacer ningún movimiento. Me esperó, pero cuando no salí se acercó y abrió la puerta. -Sal ahora.
Negué con la cabeza.
-No eres un secuestrador.
-Mirando la casa sigues pensando que soy un secuestrador-. Volví a mirar la casa con atención.
-Todavía no.
-Bien-. Dijo y me echó al hombro y me llevó dentro.
-¡AYUDA! ¡AYUDA!
Pero siguió caminando conmigo sobre su hombro. Finalmente se detuvo cuando llegamos frente a una puerta. Abrió la puerta y yo seguía gritando. Me llevó al interior de una habitación y me tumbó en la cama.
-Acuéstate aquí y duerme. No pongas a prueba mi paciencia. No quiero que todos se despierten por tus gritos.
-No voy a dormir aquí. Quiero ir a casa.
-Te lo ofrecí muchas veces, pero estabas ocupada con tus estúpidos pensamientos. Así que quédate aquí.
-NO, A CASA-. Lloriqueé aún gritando. -Y por qué hace tanto calor aquí. Hace mucho calor-. Empecé a abanicarme con las manos y luego abrí mi encogimiento de hombros y lo lancé, cuando abrí unos cuantos botones de mi top entonces él de repente me sujetó la mano y me detuvo.
-¿Qué estás haciendo? Para.
-Pero hace mucho calor aquí.
-Encenderé el aire acondicionado. Estará bien-. Asentí con la cabeza. -Ahora duerme-. Dijo y estaba a punto de irse.
Le cogí de la mano y tiré de él. Cayó encima de mí.
•
Me desperté cuando la luz del sol me dio en la cara. Bostecé y seguí con los ojos cerrados disfrutando de esa sensación de frescor y comodidad. Los recuerdos de la noche anterior pasaron por mi mente. Mis ojos se abrieron de golpe y me senté en la cama.
-¡Oh, mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué he hecho? y después de tirar de él lo hicimos. No. no. no. Por qué no puedo recordar nada-. Me sujeté la cabeza, me dolía mucho. Miré alrededor de la habitación, entonces mis ojos se posaron en mi tirante de hombros que estaba tirado en el suelo, miré mi ropa, esta no es mi ropa.
-Joder como coño ha llegado mi tirante de hombros hasta ahí y esta ropa, es una camisa de algún tipo.
Por favor, dime que no he sido yo.
-No por favor no. ¿Cómo voy a dar mi virginidad a un desconocido?
No lo hice. ¡No! ¡No y No!