17/10. 03:30 am.
La mañana de hoy no fue tan soleada como esperaba, con la fuerte tormenta de hace dos días y el que ayer, pese al frío, no llovió esperaba que al menos pudiera salir de casa sin que los zapatos se me empaparan... Bueno ¿Qué más daba? Era el primer día, suspiré preguntándome si sería el mismo grupo del año pasado, en el listado que me enviaron por correo decía que así sería, pero a veces llegan alumnos nuevos, como en 4to, esa vez fue muy buena... Aunque no hayamos empezado del todo bien.
Cuando pasaba frente a la panadería de la familia de Ross escuché la bocina del autobús que debía tomar cruzando en la otra esquina. Decidí apresurarme, cuando uno llega tarde tiene que pasar por un justificante a orientación y la secretaria no es muy amable, una vez cuando le pregunté si el profesor de música iría me dijo que ella no era mi secretaria ni la del profesor ni de nadie, eso me desconcertó un poco, es decir... Es su trabajo.
Subí al autobús hiperventilada y con el cabello revuelto, el conductor me miró espantado, creo que jamás había visto tanta desesperación en un sólo segundo. Me eché un vistazo en el cristal empapado de gotas para comprobar si mis mejillas estarían tan rojas como pensé que lo harían cuando, al limpiarlo con la manga del suéter, sentí como mis manos se helaban, mi pecho se volvía un desastre y, si antes estaban rojas, ahora mis mejillas explotaban en una erupción de lava no tan caliente como para matarme pero sí para hacerme parecer una marcha marxista.
Si de esa escena de mi vida hubiera sido la de una película experimental mi figura habría sido bosquejada en fondo blanco, para luego explotar torrentes de color de mi pecho con la línea musical de sintetizadores y violines... El pasar tanto tiempo sin verlo me había provocado una crisis asténica.
Hudson estaba de espaldas al autobús aún estacionado sacando unas cosas de una bolsa plástica. Me quedé mirándole como si, aunque fuese absurdo (y lo era), el sólo saberle aún en este mundo me diera la seguridad de que permanecería en él.
Sin pensarlo, y al notar que el autobús daba señales de marcharse, aparté el cristal que momentos antes había sido el mirador que enmarcó al ser más encantador del mundo y lo llamé, demasiado tarde para que él alcanzase a subir pero suficiente para que subiera la mano y, con una sonrisa resignada, me diera el primer saludo del día.
No quise llamarlo tan alto, pero no lo logré. El grito salió más agudo de lo que hubiera querido, incluso se me fue un gallo. Hudson es bastante reservado, no creo que le guste escuchar su nombre tan alto y tan temprano. Algo avergonzada volví a mi asiento, cubriéndome los labios como si estos fueran un botón de retroceso que harían volver las palabras al fondo de mi epiglotis.
- ¿Pasa algo, cariño?- Una ancianita junto a mí, apretando las azas de su bolso de cuero, me miraba curiosa. - ¿Te duele una muela?
...
Cuando llegué al aula sólo habían unas cuantas personas, como era el 1er día no me pareció extraño, la mayoría prefiere tomarse unos días más de descanso con la única consecuencia de una revisión tardía del horario de clases y quizá un reclamo por parte del director. En cambio, para mí este es el descanso, si me quedaba en casa mi padre terminaría encargándome todos los quehaceres... Me gusta trabajar, pero al parecer el que falte un día a clases lo toma como una completa deserción de mis estudios, por lo que decide sacar provecho de mi "entera" disponibilidad haciendo que termine por pulir la plata de los vecinos (Ocurrió una vez cuando ya no había nada que limpiar y mi padre les dijo a los señores Contreras que yo podía hacerles el favor) Por lo que mis únicos momentos de tregua del hogar en medio del día son cuando estoy en clase o Derek va de visita, a mi padre no le gusta que los demás crean que me sobrecarga por lo que cuando él llega es como si el desorden entrase en pausa.
Ya comenzando a pensar que ni siquiera el profesor Manson llegaría a la clase escuché que me llamaban. A pesar de que sólo percibí a una persona, al voltear, me encontré con dos: Eran Ross y Loreta. La primera no había abandonado sus lentes de pasta gruesa ni su usual cola de caballo a la cual se le escapaban algunos mechones amarillentos, mientras que la segunda se había cortado nuevamente su cabello color remolacha hasta un poco más abajo del mentón, dejando ver los cuatro pares de sarcillos que llevaba esa mañana. Me sorprendió verlas, normalmente no asisten ni a las clases regulares.
- ¿Cómo estás, Annie?
¿Ross Fisher me llamaba por mi primer nombre? Aunque nos conociéramos de hacía 2 años nunca antes lo había hecho.
-Buen día, Ross. Hola, Loreta... ¿Cómo están?
-Hola. -Loreta apretó los labios en una sonrisa al instante de haber terminado de hablar. - Tu amiguito... ¿No está por aquí?-Miró alrededor.
- ¿Derek? Aún no llega... ¿Necesitan decirle algo?
- ¡Qué entrometida!...-Siendo quizá su único rasgo lindo Ross sonrió abiertamente, haciendo que dos hoyuelos se marcaran en sus mejillas pecosas. -No tenemos porqué decírtelo, bueno... ¿Qué más da? No hablo de Álvarez... Hablo del raro.
No respondí, su tono era ponzoñoso... De seguro pretendían algo. No era la primera vez que se referían a Hudson de ese modo, es más, esa vez no estaban siendo tan agresivas como en otras ocasiones, puede que sólo estuvieran calentando para cuando Gabriel llegara.
- ¡Vamos!...-Ross insistía. -... Sólo queremos saber si llegará pronto o si por fin se atrevió y se metió un tiro.
No respondí.
-Tranquila, Ross...-Loreta le puso una mano en el hombro y la otra en su propio pecho. -... "Gabo" es mi primo, pronto hablaré con él.
De inmediato rompieron a reír como dos borrachas. No entendí qué tenía de gracioso tal comentario. Sujetándose los estómagos y golpeando la mesa por énfasis me hicieron darme cuenta de por qué la profesora Pilarf les había reprobado en la obra de teatro del año anterior.
- ¿Por qué no pueden dejarla en paz al menos un segundo, escuinclas?
Darwin, que acaba de llegar, dejó caer su bolso en el pupitre a mi derecha. Se acercó con las manos en los bolsillos.
-Darwin, el hampón vino a salvarte ¡Qué novedad!-La voz de Loreta fue tan aguda que los perros en la calle de servicio comenzaron a aullar.
Darwin suele aparecer de ése modo, reclama algunas cosas y luego me sonríe como si lo hiciera por deberme un favor, muchas cosas pueden entreverse en una sonrisa más allá de la felicidad, puede verse cansancio, hipocresía, incluso dolor (aunque en teoría sea contradictorio) pero la suya sólo logra confundirme, pues pensaba que no quería ser mi amigo.
Es un amable muchacho que, por su piel morena, grandes ojos y otros rasgos creí que podría tener la misma ascendencia oriental que yo, una vez se lo pregunté, obteniendo como respuesta que si es así ni él mismo lo sabe.
Mientras Darwin seguía refiriéndose a ellas con términos que no entiendo decidí hacer de la vista gorda, a Loreta le quedó ancha y a Ross muy ajustada, por lo que se cansaron a los 5 minutos y se fueron, hay que admitir que tienen mucha voluntad.
Darwin tomó asiento volviendo a sonreírme antes de ponerse a sacar sus cosas del bolso.
-Darwin...-Le llamé apartando su vista de la fecha a medio escribir en su cuaderno, un mechón de cabello marrón oscuro había caído sobre uno de los lados de su rostro, lo apartó con la mano dejando una muestra plena de sus redondos ojos, atentos junto con una mueca apretada. Pensé en agradecerle, Hudson y él son muy "populares" en eso de los rumores, quizá por ello intervino, sabe lo que es estar en ese lugar. Fue cuando el profesor Manson entró interfiriendo con mis planes.
Comenzó con la clase, pero por alguna razón lo hizo muy lentamente, parecía estar hablado en slow-motion, eso me confundió tanto que olvidé por completo lo que iba a decirle a Darwin, siendo una voz a mis espaldas lo único que me distraía del profesor, a dos puestos de mí Carther murmuraba una especie de plegaria... ¿Deidades Oscuras?
- ¡Hey, tú!, ¡Enano, no puedes pasar!-Escuchamos claramente desde el pasillo, al momento, la puerta se abrió y Hudson cayó de cara contra el suelo con la mano aún en la manija. El portero llegó hasta él, al verle en el piso puso cara de fastidio al profesor Manson.
-Yo me encargo. - El profesor se peinó el bigote. El portero se retiró. -Llega tarde, señor Hudson.
Éste, sacudiéndose la ropa, se puso de pie y empezó a explicarse y el profesor a preguntarle. Así siguieron por un rato, no parecía importarles que estuviéramos en medio de la clase.
Mientras hablaban me encontré a mí misma descubriendo una vez más a Hudson, no le veía tan de cerca desde el último día de clases: Su piel se había puesto más pálida, con el cabello un poco más largo lo había peinado a la izquierda, éste se rizaba levemente en las puntas devolviéndose al centro de la frente. Había minúsculos cambios en su imagen que quizá los otros no notaron o no les dieron importancia, pero lo que seguía sin cambiar eran sus grandes ojeras. Por otro lado... Escucharlo es bastante entretenido. Eso es lo que me gusta de él: Escucharlo.
Al terminar de hablar con el profesor caminó un poco y se sentó atrás de mí, siendo esto lo suficientemente molesto como para despertar una de las quejas de Carther, empezando una discusión en voz baja entre ambos. Que Carther y Hudson discutan es bastante frecuente, aunque nunca tan temprano. En el pasado mayormente sólo se lanzaban reciprocas miradas de puñal. Una vez, a pesar de hablarse tan poco, se quitaron la palabra. Aunque el que no se hablaran fue como quitarle los lentes de lectura a un ciego no tardaron mucho en volver a reñirse... No sé si fue mejor o peor.
Luego de cortar su cháchara soltando un pesado libro en la mesa de Derek (el cual acaba de llegar) el profesor Manson retomó la clase a un ritmo normal, acelerándose un poco en los últimos minutos para recuperar el tiempo perdido, por ello, antes de darme cuenta la clase había terminado con 10 minutos de sobra.
El profesor salió del salón haciendo que de inmediato los demás hicieran explotar sus voces. A pasar de que algunos estuviesen prácticamente gritando una de las conversaciones más bajas era la que llegaba con mayor facilidad a mis oídos por su cercanía: Darwin, Carther, Derek y Luigi (un chico alto y algo narigudo de la sección 72-F) hablaban sobre autos viejos y gallinas. Aunque (como dije recién) les estuviera escuchando no podía evitar prestar aún más atención a Hudson, o mejor dicho, al resto de melodía que se escaba de sus audífonos. Parecía ser la misma canción de siempre, dándome algo de tranquilidad... Pues antes había jugado a ponerse los audífonos aunque no estuviera escuchando nada, nunca supe si era para que no le hablaran o para escuchar lo que los otros decían.
Luego reanudó su discusión con Carther para, comenzando con un color y terminando con un nombre de vampiro soltado al azar, Hudson saliera del aula.
...
17/10. 03:53 pm.
Miré a mi izquierda al bajar de la escalera del borde del escenario. -...Gabriel...-estaba sentado en la orilla del escenario ¿Cuánto llevaría ahí?... ¡Dios, soy una acosadora! Le seguí inconscientemente... ¡Le perseguí! ¡Le...! Aunque ahora que recuerdo el profesor ¬¬¬Wilson me había pedido que después de clases recogiera el telón del auditorio, se quedó puesto desde la ceremonia de cierre del año pasado, debía bajarlo pues yo lo solicité para la decoración...
...¡Cierto!...Tengo que lavarlo para la ceremonia de apertura.
Listo, lo he puesto en la lavadora.
Miré a Gabriel nuevamente, al parecer recitaba en voz baja. Tenía una guitarra al lado, me llama la atención que siempre pida permiso al director para sacar los instrumentos, pero que el año pasado no haya escogido música como grupo estable... Aunque ahora que lo recuerdo, el estuche estaba decorado con un montón de chapas, quizá era suya.
Con un nerviosismo que nunca he entendido me acerqué para saludarle, trabándome un poco al conseguirlo. Al ver su sonrisa, es decir... Cómo se delineó su boca, muy levemente y con su mano apretando mi muñeca me arrepentí de no haberle defendido cuando no estaba... ¿Qué me pasaba?
No entiendo porqué sólo no pueden callarse, no entiendo porqué sólo no lo dejan en paz...
"... Será en otra oportunidad, querida."
... No entiendo porqué nunca soy capaz de hacer nada.
Quisiera decirle que lo entiendo, que comprendo lo que sea que esté pasando, que aunque él no lo sepa soy tan obstinada que me esforzaría para conseguir... No sé.
Cuando le vi por primera vez fue como una leve esperanza. Antes de darme cuenta había perdido a alguien muy querido sin siquiera notarlo y por alguna razón verlo me daba calma. Su voz fue para mí, desde el instante en que pude escucharlo claramente, la respuesta a una pregunta que no sabía que me había estado haciendo:
... ¿Estoy sola?...
El día de la ceremonia de cierre de 4to año fue enteramente lluvioso, como usted misma sabrá la lluvia no ha parado. En esa ocasión varios tenían mirada dispersa. Murmuraban al paso de Darwin y Carther, Gabriel había... Aparecido. Muchas cosas habían ocurrido... Pero aun así sólo podíamos referirnos a ese tiempo como el año pasado.
17/10. 04:00 pm.
Tras volver de clases limpio los restos de jabón que quedaron en el piso, no cerré la tapa de la lavadora, el suelo de madera se hinchó y las partes de porcelanato se empañaron.
Mientras limpio trato de no "sobre-pensar" las acciones de Darwin, si me lo permito se me irá todo el día.
Holden, mi hermano menor, ha regresado de la escuela justo antes de notar que "Pisi-Cat" entró a su cuarto dejándolo vuelto un completo "desastre"... O lo que él llamaría como tal, el gato sólo tiró de la mesa de noche un cubo rubik, cubo rubik que nunca ha sido desordenado. Qué bueno que lo noté, Holden no soporta ver las cosas fuera de su lugar, con 5 años ya alineaba sus "Yelocos" en la repisa y sus pequeños cactus en la ventana, ambas colecciones por categorías de tamaño y color; ahora con 11 entra en un frenesí organizativo si encuentra algo fuera de su zona establecida... Lo malo es que esta disposición a organizar sólo se limita a su cuarto.
Mi padre se despide para volver a la florería. Suele salir a las 6:00 am, volver a las 07:30 y regresar a las 9:00 hasta el medio día, luego vuelve a las 03:00 hasta las 07:00 pm. Cualquiera pensaría que las ventas son altas o que la florería tiene algún significado especial pero, dicho por él mismo hace unas noches en la cena, el tiempo se le va organizando las flores por color.
Con mi padre limitándose a la florería, Holden reduciendo sus fronteras a su habitación, a mí me queda el resto la casa.
Lo siento, acostumbro quejarme. De seguro pensará en mí como una llorona, pues no lo niego.
17/10. 05:30 Pm
- ¿Irás esta noche a la reunión? Después de todo me ayudaste a sacar los muebles y eso. -Estaba por poner a remojar las cortinas cuando Derek apareció en la ventana que da a la calle. Llevaba su bicicleta de reparto, de seguro venía de hacer sus rondas de distribución de café, su abuela lo vende a casi todas las cafeterías del pueblo.
-No lo sé... ¿A caso no hay clases mañana? Además, no creo que me den permiso.
Derek recargó los codos del marco de la ventana.
-No te preocupes por lo primero, la profesora Conrad envió un mensaje diciendo que no irá en toda la semana ¿No revisaste tu teléfono? Y por lo otro... -Miró en dirección a la esquina, la corneta de un autobús ahogó su voz por unos segundos. -... Veo que ahí viene tu papá ¿Por qué no le preguntas?
Mi padre había vuelto a buscar su libreta de apuntes olvidada en la mesa del comedor a las 09:00 de la mañana, de haberla visto se la habría llevado.
-Buenas...
Miró a Derek como mira a todo el mundo y sin responder su saludo: Con recelo, juntando un poco las cejas (bastante gruesas por cierto) Álvarez sólo le sonrió con familiaridad. Aproveché el momento para preguntarle sobre la reunión, frunció el ceño, miró el suelo como buscando una razón para permitírmelo, soltando una única pregunta.
- ¿Irá el enano peela?
Derek me miró confundido.
-Habla de Gabri... Habla de Hudson. -Aclaré. -No, no lo creo...-Miré mis pies. - No le gustan las reuniones.
-Ni su hija. -Agregó Derek.
...Estúpido...
-Vuelve a las 9. Si por casualidad ese baru se aparece por allá, Annielis, que no me entere que estuvo cerca de ti.
Volvió a la florería como el aire a mi cuerpo.
No entiendo porqué mi padre se refiere con esos términos hacia él, la única vez que vino a la casa él fue quien no le recibió del mejor modo, aun así Gabriel no dio muestras de resentimiento, ni por como mi padre le trató ni porque su bolso hubiese terminado en mi casa...
... Una vez en 4to año íbamos en el autobús de regreso a la estación cuando al ver por la ventana una ráfaga de hojas de papel se desperdigó en el monte al lado de la carretera. Ross hurgaba en el bolso de Hudson, sabía que era el suyo, nadie más usaba un bolso de cuero marrón gastado con hebillas. Decía haberlo tomado cuando Hudson salió a la secretaría, al volver no estaban ni Ross ni sus cosas. Caminé al frente del autobús y le quité todo de las manos sin decir palabra alguna, Fisher me miró como si quisiera matarme. Acomodé las pocas hojas que no habían volado por la ventana, exámenes, casi todos con notas excelentes a excepción de matemáticas: 09. Llamé a Derek, quien todavía estaba en el instituto en reparación de lengua, para que le dijera que nos viéramos en la estación para devolvérselo. Colgué y Álvarez llamó, Hudson, quien era su tutor, no tenía tiempo de ir a la estación en ese momento, esa tarde pasaría por mi casa.
Pensé que sería más considerado llevárselo hasta donde tenía entendido se quedaba: En casa de su tía, por la entrada del pueblo. Me estaba poniendo la chaqueta cuando le vi en la frente a la reja, estaba abierta pero no entró, limitándose a mirar las azaleas del jardín. No fue necesario que me dijera porqué había ido. Salí y le tendí sus cosas para que así me dirigiera unas de las pocas palabras que me dio ese año:
-Me debes una navaja de afeitar.
- ¿Derek te dijo donde vivo?
Disintió.
-Es un pueblo pequeño, nada es realmente secreto.
En ese momento mi padre saltó desde el mismísimo Infierno, apuntándolo con una escopeta. Hudson levantó las manos a la vez de las cejas, rodeando el doble cañón.
-Dame una razón para que "Poli" no te vuele los sesos.
-Tengo el presentimiento de que esta es una de esas situaciones de: "Te creo, pero mi metralleta no."-Hudson no dijo más.
Se hizo un pesado silencio. Mi padre lo miraba, él miraba el bigote de mi padre por alguna razón y yo miraba como Hudson miraba el bigote de mi padre.
-Vete. -Gruñó mi padre con severidad, más tarde me explicaría que había confundido a Hudson con un sujeto que le debía hasta la forma de caminar, luego de que hablase se percató de que no se trataba de él; pero que decidió seguir con el asunto para no pasar la pena.
Luego de eso pensé que Hudson no volvería a hablarme, fue una sorpresa que hiciera... Lo que hizo.
...
Al marcharse mi padre, Derek me miró con descaro.
-Deberíamos invitarlo.
- ¿A mi papá?
¬-No, a Hudson.