No es posible, juro que no quiero ser egoísta deseando que sea mi hermana y no yo, puedo jurar que hasta ella desearía que así fuese en este momento. Pero la verdad es que jamás pensé que sería yo quien se casaría, pero al menos no con él. Sobre todo, desearía con todas mías fuerzas que no fuese el chico de mi hermana quien me estuviese diciendo esa frase mientras extiende su mano hacia mi.
Siempre imaginé que sería mi hermana a quien mi padre querría sacar de ese loco estilo de vida que suele llevar. Pero ahora todo esto explota en mi rostro como una bomba de tiempo que no sabía que existía.
Su - jodida - futura - esposa.
Ni repitiéndolo mil veces más mi cerebro asimila la noticia.
Intento dar media vuelta y volver al coche pero un firme brazo se atraviesa en mi intento de huir.
- As-tu peur de me faire face, mon amour?(¿Tienes miedo de enfrentarme, mi amor?)
- Enlève tes mains de moi et ne dis jamais que je suis ton amour. (Quítame las manos de encima y nunca vuelvas a decir que soy tu amor).
- Adhara, entremos y hablemos bien las cosas por favor- la mirada de súplica que me dedica mi hermana hace que baje un poco mis defensas y la complazca.
Pero porque estaría ella suplicando que selle mi vida al lado de la persona que ama. Observo todo a mi alrededor y cada espacio de este yate destila puro lujo. Si el exterior me parecía imponente, la parte interior me ha dejado enmudecida.
No es que me sorprenda el lujo, porque toda mi vida crecí rodeada de el y pocas cosas logran dejarme verdaderamente fascinada. Lo que me impresiona de este lugar no es el lujo, sino el buen gusto y sencillez con la que ha sido decorado sin dejar de resultar hermoso e imponente.
Hay una pequeña estancia que simula un recibidor o sala de estar, acompañado de mesa de billar, mi hermana y el otro chico se dirigen hacia ella. Unos asientos blancos de cuero con las siglas J.L en tono dorado se encuentran distribuidos por el lugar.
Lo más probable es que sean las iniciales del chico rubio, porque se que se llama Jean.
Con este pensamiento en mente, me distraigo, sin fijarme por dónde voy. Tropezando con mis propios pies y resbalando, espero el impacto contra el suelo pero este nunca llega. Unos fuertes brazos me sostienen y su aroma me envuelve, es un olor mezclado con cítricos y algo suave. Podría fácilmente dormir con mi cabeza enterrada profundamente en este aroma.
Trato de incorporarme pero sus manos no me sueltan, al contrario parecen sujetarme con más fuerza.
- Mira por dónde vas rojita, hay un montón de cosas por aquí y no quiero que termines chocando con todas ellas.
La misma burla de esta mañana continúa en su rostro, como si me retara y se divirtiera intentando humillarme por lo sucedido.
Si tanto te preocupan tus estúpidas cosas, descuida que mi intención no es destrozarlas. Además hasta un niño de cinco años sería capaz de poner mejores apodos. No se si te haz percatado pero mi hermana también tiene el pelo rojo y prácticamente la misma cara. Se al menos original en eso.
Intento alejarme de él pero aún así no me suelta. Su agarre parece de hierro al rededor de mi carne mientras me sostiene.
- Lo material no me interesa, si te digo que tengas cuidado lo hago por tu seguridad. Así que por una vez en el día deja de ser una terca que necesita debatirlo todo. Tu hermana y tú pueden ser gemelas, copias idénticas incluso, que jamás te confundiría con ella. Ni siquiera el tono de su cabello es exactamente el mismo, así que no subestimes mi inteligencia. Cuando dejes de ponerte del color de un tomate con mi presencia, dejaré de decirte rojita. Nunca se trató del color de tu cabello.
Sus palabras me sorprenden porque incluso papá solía confundirnos en ocasiones.
Estoy tan acostumbrada a que nos concideren clones a pesar de que existen un montón de detalles para diferenciarnos.
¿Siempre supo que era yo ese día en la habitación y no mi hermana?
- Gracias, prometo que seré más cuidadosa.
Finalmente deja de ir la mano que me sujetaba y asiente levemente.
- No me molesta que seas descuidada de vez en cuando, así tengo una excusa para poner mis manos sobre ti sin que hagas una escena por eso.- agrega en un suspiro que apenas logro escuchar.
¿En serio dijo eso?
Este chico en serio tiene un gran problema de bipolaridad.
- Alana deja de fingir que todo está bien y únanse a nosotros, vinimos a solucionar un problema no a jugar billar- añade Jean en un tono que no deja lugar a discusión.
Para mí sorpresa mi hermana no le contesta siquiera y hace lo que él dice sin protestar.
Se acerca a mi y nos sentamos todos en el sofá mientras el prepara algo en la barra.
- Antes de enojarte, rehusarte o marcharte quiero que escuches detenidamente lo que voy a contarte.
Mi cerebro y mi boca han dejado de ser amigos en este momento, porque las palabras se niegan a salir de mis labios. Así que simplemente asiento.
- Hace exactamente seis meses conocí a Jean y Marc en uno de los clubes que solía frecuentar, una cosa llevo a la otro y terminó hablándome de los planes de nuestros padres de casarnos. No le creí nada ese día y pasaron meses sin que volviera a pensar en el asunto. Al menos fue así hasta que ví a nuestro padre con el señor Scott y los escuché hablando sobre las condiciones del matrimonio para formalizar el acuerdo. Ese día me reuní con los chicos y Jean me contó su plan para salir de la situación.
Todos se quedan en silencio esperando mi reacción, todos excepto Jean.
- Según dijo mi padre tienen intenciones de casarte con Marc.
- ¿Entonces?
- Tú hermana está totalmente en contra de eso, creo que logras deducir el porque.
- ¿Se supone entonces que debería casarme contigo?
Mi voz se escucha fuerte y firme, totalmente opuesto a como me siento realmente.
Alana me observa con la culpa y la súplica impresa en su bonito rostro asintiendo ligeramente.
- Por un año. Eso suponiendo que mi padre acepte el cambio de planes.
Estoy segura de que mi rostro es de pura confusión porque un suspiro de frustración brota de su garganta.
- Te explicaré mejor, el término mínimo para que el acuerdo sea válido es de un año. Luego de que ese período de tiempo sea cumplido, cada uno puede tomar su camino. Pero eso es algo que ellos no tienen idea que sabemos y que usaremos a nuestro favor para librarnos de ello.
- ¿Y ya está? ¿Así de fácil es? Al parecer no tengo ni voz ni voto en este asunto realmente, entonces no comprendo porque lo planteas como si tuviese otra opción.
- Pero la tienes, no estás viendo el punto de todo esto. Tienes la opción de decidir con quién te casarás. Por un lado tienes a Marc que se está tirando hace meses a tu hermana- Alana deja escapar un chillido de horror ante sus palabras -. Por el otro me tienes a mi que estoy tan interesado como tú en escuchar tus gritos insoportables en la mañana.
«Ok, admito que malpense eso»
- ¿Mis gritos?
Que no lo diga por favor, que no diga nada referente a lo que pasó en la mañana.
- Me despertaste a gritos en la habitación de tu hermana ¿Tienes demencia acaso?
- Estás poniendo imágenes en mi mente de cosas que definitivamente no quería imaginar- añade Marc con una fingida mueca de asco.
Mi rostro se siente caliente y se que debo parecer un tomate de lo sonrojada que estoy.
- Me gusta cuando te sonrojas, pero me gusta más cuando yo soy el motivo, no mi hermano - agrega Jean de manera que solo puedo escucharlo yo.
Sus palabras me recuerdan a algo muy similar que dijo ese día.
No pienses en eso, no pienses en eso.
«Que no lo pienses no significa que no pasó. Yo solo digo»
Maldita conciencia. Agradece que no me dan otra, de lo contrario te cambiara y exigiera reembolso por todas las vergüenzas que me haces pasar.
- Hey, rojita. Tierra llamando a Adhara.
- ¿Qué quieres maldito imbécil?
- Pero y yo que he dicho demente. Si serás loca. ¿Por qué me gritas?
- No me presiones Jean.
- Ay pero si ya pelean como matrimonio, míralos Marc si son monisimos.
- ¡QUE TE CALLES ALANA!- repetimos nuevamente ambos.
- Está bien tortolitos. Ya poniéndonos serios hermanita, no pienso casarme con Jean. Ni por cien millones de dólares aguantaré a ese insensible como esposo, lo siento pero estoy fuera.
¿Pero porque tengo que quedarmelo yo?
- Pero si yo tampoco lo quiero.
- Estoy aquí ¿recuerdan?
Ah sí, cierto.
- Marc y yo estaremos en la piscina, ustedes hablen a ver si de una vez se ponen de acuerdo.
Mientras Alana y Marc se van, me quedo pensando en la situación y en como afectará mi vida el cambio. Se que decir que no ni siquiera es una opción. Si no acepto por mi propia voluntad, me sentiré mal por el resto de la vida si afecto la felicidad de mi hermana.
- Bien, escúchame Ma belle. Mi intención no es presionarte Adhara pero necesito que tomes una decisión cuánto antes. No se trata solo de aceptar el matrimonio, tendríamos que vivir juntos. Tendrías que comenzar a involucrarte más en cuanto a las operaciones de ambas empresas, si aceptas yo estaré para instruirte. Además tendrás que asistir a cenas de negocios y volverte una junto a mi en cuanto a trabajo y apariciones en público.
Ahogo un chillido de frustración y cubro mi rostro con mis manos.
- Yo tengo una vida Jean, no puedo simplemente fingir que no existe. Tengo un novio y te aseguro que no le agradará la idea de que me case con alguien más. Eso sin tomar en cuenta el profundo desprecio que siento hacia ti.
Louis, ni siquiera había pensado en el hasta este momento. De cierta forma lo había olvidado por completo con todo el drama que estoy viviendo ahora.
- No es como si te hubiese importado mucho en la mañana ¿no?
Me dedica una mirada cargada de reproche.
- Belle estoy siendo flexible dándote la oportunidad de elegir por tu propia voluntad, pero sabes que no tenemos otra opción. Además de que me casaré contigo, no con tu novio.
- Muy gracioso, pero asumo que tienes razón. Solo te advierto, habrán reglas.
- Soy todo oídos.
- Dormiremos en habitaciones separadas. Nada de sexo o toqueteos innecesarios. Cuidarás tus apariciones en clubes, no quiero ser el hazme reír.
- Me parece bien. Creo que también pondré algunas. Nada de apariciones en público con tú novio, te encargarás de que todos sepan lo enamorada que estás de mi y además pasaré por ti cada día a la universidad. Es lo justo ¿cierto?
«Touché»
La vida puede cambiar mucho en 24 horas. Hace un día mi mayor preocupación era elegir un vestido para la cena de mi cumpleaños, hoy debo elegir una fecha para mí boda.
«En resumen la vida es una perra»