Tal vez, Algún día
img img Tal vez, Algún día img Capítulo 2 Antes de la tormenta
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Capítulo 6 Cuenta conmigo img
Capítulo 7 Cuidado con lo que dices img
Capítulo 8 Tu belleza nunca me ha asustado img
Capítulo 9 Atrapada en tu propia historia img
Capítulo 10 ¿Realmente es lo que quieres img
Capítulo 11 Las rosas tienen espinas img
Capítulo 12 Algo está ocurriendo img
Capítulo 13 Realmente me importas img
Capítulo 14 Feliz Cumpleaños img
Capítulo 15 Alguien que te ama no te haría eso img
Capítulo 16 No podemos escondernos de nuestra línea familiar img
Capítulo 17 La nueva Reagan img
Capítulo 18 A todas partes img
Capítulo 19 Mientras estemos juntos img
Capítulo 20 Por favor, abre la puerta img
Capítulo 21 Relájate, me tienes img
Capítulo 22 El último día de mi vida img
Capítulo 23 Fuera de sí img
Capítulo 24 Sueños y promesas rotas img
Capítulo 25 Hay una luz que nunca se apaga img
Capítulo 26 Atlantis img
Capítulo 27 Epílogo img
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Capítulo 2 Antes de la tormenta

Durante el resto de la semana Grace procuró no dejar sola a Reagan ni siquiera un instante, como una forma de apoyarla en su misión de olvidar a Steve Montgomery, aunque en verdad no era un objetivo tan difícil, especialmente porque el nombrado ignoraba su presencia cada vez que se cruzaban en los pasillos o si su mirada se posaba en ella.

En el fondo, Steve se sentía avergonzado por lo sucedido, nuevamente se dejó llevar por el temor a la soledad y se aprovechó de Reagan, no era tonto, y desde hace algunos años se dio cuenta de la manera en la que la chica lo miraba, sabía que estaba enamorada de él, pero por más que quisiera no podía corresponder a sus sentimientos, su corazón le pertenecía a Kate White, quien esperaba que algún día se convierta en su esposa y madre de sus hijos.

Pero Reagan, joder, Reagan también era especial, sí la quería, eran amigos desde hace mucho y era una chica linda, claro que sí, sin embargo, él no podía amarla de la misma manera en que amaba a Kate, ni era capaz de visualizar un futuro junto a ella.

Muchas veces Steve pensaba que era un miserable por jugar con quien llamaba mejor amiga, y lo mejor sería tomar distancia, así podría aprovechar del tiempo con su novia sin sus celos sin sentido por Reagan.

-Otra vez - la voz de Kate llamó su atención - la estás mirando otra vez - le tomó unos segundos volver a la realidad, sin darse cuenta su mirada estaba fija en la mesa donde se sentaron Reagan y Grace en el almuerzo - si tanto la extrañas mejor anda a saludarla.

-¿En serio estás celosa de Reagan? - preguntó Steve acariciando la mano de su novia - Kate, cariño, eres la única chica que existe para mí, cielo, no tienes porqué sentirte celosa, y menos de Reagan.

-¿Cómo no hacerlo? Se conocen desde hace años, sabe todo sobre ti, va a tu casa, pasas tiempo con ella, además, no es fea - admitió la chica de cabello rizado levemente sonrojada.

-No, no lo es, pero tampoco es mi tipo, si te hace sentir mejor, a Reagan le gusta alguien más - mintió con una punzada en el pecho, creyendo que era una opción segura para calmar las inseguridades de su novia rápidamente.

-¿En serio? ¿Quién le gusta? - se interesó.

Kate no era tonta, se había percatado en más de una ocasión de la extraña forma en que ambos se miraban, estaba segura de que Reagan tenía un enamoramiento secreto por Steve, y honestamente no le preocupaba, su novio era un chico atractivo y atento, lo que le consternó eran aquellas miradas que el castaño le dedicaba a la chica cuando ella no se daba cuenta.

-No ha querido contarme, y tampoco he insistido, supongo que quiere algo de privacidad - Steve no tenía idea de en qué momento se había convertido en un mentiroso.

Sintió una ligera tranquilidad cuando vio una sonrisa en el rostro de Kate.

-Creo saber por qué no te lo quiso decir - dijo con una risita burlona indicando a Steve que mire detrás suyo. Y todo rastro de tranquilidad abandonó su rostro al igual que su sonrisa tras presenciar una escena que jamás imaginó: William Preston coqueteaba descaradamente con Reagan.

Steve tuvo unas irremediables ganas de aventar todo al suelo y acercarse a Preston para partirle la cara ¿cómo se atrevía ese idiota a acercarse de esa manera a Reagan? Era su Reagan, nadie tenía derecho a coquetearle o intentar tener algo con ella... Se detuvo en medio de ese pensamiento... Él no era capaz de imaginar una vida sentimental con Reagan, pero tampoco le gustaba que un chico como William se le acercara.

Lo único claro en ese momento es que tenía que irse antes de hacer alguna estupidez.

Por otro lado, en el comedor, Reagan se sentó junto a Grace y sus amigos de la banda, no había tenido oportunidad de tratarlos en más de un par de conversaciones casuales, y se arrepentía de no hablar más a menudo con ellos, eran realmente personas muy agradables, en especial Maia, la castaña tampoco sabía que esa chica era tan cercana a su mejor amiga, quizá podían integrar a su grupo, Reagan pensó en invitarla a una pijamada cuando se percató de la presencia de William Preston en su mesa.

Era extraño, especialmente porque el rubio era uno de los chicos más populares de la escuela, pese a ser relativamente un estudiante nuevo, jugaba baloncesto con Steve, y no había conversado nunca con él, Steve no se sentía cómo con la presencia del chico, y ella lo apoyaba ciegamente en todo, lo cual ahora le parecía algo tonto.

-Disculpa Reagan, se te cayó este papel - le informó el rubio entregando un pequeño pedazo de papel perfectamente cortado.

-No es mío - negó la castaña ladeando su cabeza confundida.

-¿Segura? Porque creo que tiene tu nombre - insistió con una sonrisa coqueta, Reagan no estaba acostumbrada a obtener ese tipo de atención por parte de los chicos, y menos de uno tan atractivo como William, era imposible no corresponder a aquella sonrisa.

-¿Y qué hay en ese papel? - preguntó sin dejar de sonreír, William en respuesta pasó rápidamente la lengua a sus labios para humedecerlos antes de hablar, y Reagan sintió que sus piernas fallaban ante ese gesto.

-Un espacio para que pongas tu número - dijo directamente y Reagan se vio en la obligación de apretar la mano de Grace, quien estaba a su lado atenta a la conversación de su amiga, y le devolvió el apretón evidentemente sorprendida - podríamos ir al cine, a tomar un café, no lo sé, lo que tú quieras.

¿Por qué yo? se preguntó inconscientemente, y de pronto todo rastro de emoción abandonó su rostro. Tras todo lo vivido con Steve tenía miedo de que ningún chico la tome en serio, o que la historia vuelva a repetirse, aunque otra parte la alentaba a seguir adelante, y recordó las palabras de Grace "la persona indicada llegará en el momento menos imaginado".

-Depende - se animó a decirle Reagan alzando una ceja. William la miró con curiosidad.

-¿De qué depende?

-De si en verdad me vas a llamar - respondió devolviendo el coqueteo, el rubio sonrió con más ganas al obtener aquella respuesta.

-Sólo un idiota dejaría ir a una chica tan linda como tú - le guiñó un ojo antes de entregarle un bolígrafo para que Reagan apunte su número. La campana sonó informando que la hora del almuerzo había terminado y era hora que volvieran a clases - Nos vemos después, Reagan.

-¿Qué fue eso? - Grace apretó su brazo con emoción - Mi mamá tenía razón "Dios quita, pero también da".

-Eres una tonta - se burló la castaña.

-Oh vamos Reg, tú también lo pensaste, nadie sabe, tal vez mister California te ayude a olvidar a don idiota - dijo caminando más apurada - tengo clase de geografía, ¿nos vemos a la salida?

-Sí, te esperaré, jamás me perdería el pastel de carne de tu madre - anunció como despedida. Se dispuso a deambular por los pasillos hasta que terminen las clases de Grace para irse juntas, cuando de pronto unos brazos la jalaron hacia el cuarto del conserje - ¿Qué mierda, Steve? - se quejó tratando de recuperarse del susto.

-Eso mismo me pregunto yo, ¿qué mierda hacías con ese idiota, Reagan? - preguntó evidentemente enojado, provocando una risa sin gracia en la chica.

-No eres nadie para preguntarme eso, mucho menos después de todo lo que pasó - le reclamó e intentó salir, pero fue detenida por el castaño, quien la tomó de los brazos para empujarla contra la pared- Suéltame o voy a gritar.

-Me gusta cuando gritas, en especial si es mi nombre - susurró rozando sus labios con los de la chica, quien poco a poco dejó de quejarse - ¿Por qué hablabas con Preston? ¿Qué quería ese idiota contigo?

-No te importa - respondió ella en voz baja debido a la cercanía - Ahora déjame salir de una maldita vez.

-¿Por qué le devolviste el coqueteo? ¿Acaso te gusta? - insistió - ¿Piensas salir con él?

-Y si lo hiciera ¿qué tendría de malo? - lo retó - Ambos estamos solteros, en cambió tú... Mejor suéltame antes de que alguien nos vea así y malinterpreten esto.

-¿Te gusta más que yo? - preguntó mientras esparcía cortos besos húmedos en el cuello de la castaña, y acariciaba sus piernas por encima de la falda que traía - Dios, cómo me pone cuando usas esta falda - susurró en su oído antes de continuar atendiendo su cuello.

-Steve - gimoteó Reagan tratando de alejarlo - Kate...

-Ella no me importa - dijo despreocupado tratando de desabrochar la blusa de la castaña - Voy a terminar con ella ahora, porque no quiero que nadie se te vuelva a acercar más, tú sólo eres mía - masculló apretando la cintura de la chica - nadie te hará sentir como yo.

-Pero Steve, ahora no... mierda - jadeó al sentir la erección del chico presionada sobre sus bragas.

-Mira cómo me pones, Reagan, sólo tú puedes ponerme así y sólo yo puedo estar contigo, no Preston, ni nadie más, sólo yo - ordenó antes de alzar una de sus piernas para embestirla sin previo aviso - Dilo. Sólo yo.

-Sólo tú, Steve, sólo tú.

El castaño cayó los gemidos de Reagan en besos húmedos mientras las embestidas eran cada vez más veloces, creó un ritmo rápido y despreocupado, donde sólo importaban sus cuerpos y obtener aquella liberación que tanto anhelaba, no les tomó mucho tiempo hacerlo. Unos segundos después de su orgasmo Steve sonrió complacido mientras esparcía besos por todo el rostro de Reagan.

Ella por su parte estaba confundida, ¿qué demonios acababa de suceder? ¿Era posible que la escena de William haya influenciado en Steve? Quizá era el empujón que necesitaba para enfrentar sus sentimientos, y ella no le resultaba tan indiferente después de todo.

O tal vez...

-Steve - llamó su atención mientras se acomodaba la ropa - lo que dijiste ¿era en serio? ¿terminarás con ella? - preguntó y una sola mirada del chico le bastó para obtener la respuesta, otra vez había actuado como una estúpida, enojada y sintiéndose totalmente usada abofeteó con fuerza al castaño - Eres un imbécil. No vuelvas a buscarme o te juro que le contaré todo a Kate.

Reagan salió de la habitación del conserje rápidamente para dirigirse hacia la salida, buscaría alguna excusa para Grace porque no podía esperarla, en lo único que pensaba era en ir a casa, pero Steve parecía tener planes distintos al salir tras ella y tomarla del brazo en el estacionamiento.

-Te dije que me dejes en paz - advirtió ella elevando la voz.

-Reagan, por favor, tenemos que hablar, necesito que me escuches y me entiendas.

-¿Qué hay de mí, Steve? ¿Quién me entiende a mí? Nadie, porque tú nunca lo has hecho.

-Reg, eres mi mejor amiga, por favor hablemos - pidió.

-No te atrevas a llamarme así, yo no soy tu amiga, Steve, sólo soy la idiota a la que acudes cuando necesitas algo y tienes miedo de estar solo.

-Eso no es cierto.

-Vete al diablo - sentenció ella dispuesta a caminar, pero Steve la detuvo del brazo.

-No, no te irás hasta que hablemos. No puedo perderte.

-Adivina, idiota, lo acabas de hacer.

-Reagan.

-¡Hey! Ella te ha pedido que la sueltes - de una furgoneta vieja salió un chico un poco mayor que Reagan, y más alto que ella. Su cabello era rizado y oscuro, acompañados de unos grandes ojos café, Steve detuvo su mirada y bufó al verlo.

-Busca algo en qué entretenerte, Moore, no te metas en asuntos que no te incumben.

-Reagan quiere que la sueltes, vamos Montgomery ¿dónde quedaron tus modales? - intervino el chico acercándose, Steve bufó antes de soltar el brazo de la castaña e ingresar nuevamente a la escuela - ¿Estás bien? - la castaña asintió, aunque el rizado no parecía conforme con su respuesta, sin querer había presenciado todo, incluso lo ocurrido en la habitación del conserje, aunque no diría nada - ¿Te hizo algo?

-Estoy bien Moore, gracias - dijo tratando de que no notase la tristeza en su rostro, pero era prácticamente imposible. Él la conocía bien pese a no ser cercanos.

-Soy Edward, ¿puedo hacer algo más por ti? - ofreció inesperadamente, no era el tipo de persona atenta con todo el mundo, especialmente con sus compañeros de aula, pero él entendía lo que la chica estaba pasando.

-¿Podrías llevarme a casa? - le pidió y el chico le brindó una pequeña sonrisa, era apenas un mínimo acto de amabilidad, pero en aquel momento, significó mucho para Reagan.

            
            

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