Tal vez, Algún día
img img Tal vez, Algún día img Capítulo 3 El inicio del caos
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Capítulo 6 Cuenta conmigo img
Capítulo 7 Cuidado con lo que dices img
Capítulo 8 Tu belleza nunca me ha asustado img
Capítulo 9 Atrapada en tu propia historia img
Capítulo 10 ¿Realmente es lo que quieres img
Capítulo 11 Las rosas tienen espinas img
Capítulo 12 Algo está ocurriendo img
Capítulo 13 Realmente me importas img
Capítulo 14 Feliz Cumpleaños img
Capítulo 15 Alguien que te ama no te haría eso img
Capítulo 16 No podemos escondernos de nuestra línea familiar img
Capítulo 17 La nueva Reagan img
Capítulo 18 A todas partes img
Capítulo 19 Mientras estemos juntos img
Capítulo 20 Por favor, abre la puerta img
Capítulo 21 Relájate, me tienes img
Capítulo 22 El último día de mi vida img
Capítulo 23 Fuera de sí img
Capítulo 24 Sueños y promesas rotas img
Capítulo 25 Hay una luz que nunca se apaga img
Capítulo 26 Atlantis img
Capítulo 27 Epílogo img
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Capítulo 3 El inicio del caos

El camino fue acompañado únicamente del estéreo del joven de cabello rizado, y es que, pese a vivir en el mismo recinto de remolques, Edward y Reagan nunca habían cruzado más que un saludo a la distancia en alguna oportunidad que ninguno lograba recordar, mientras el chico parecía concentrado en el camino, la castaña se limitó a ver el paisaje tratando de pensar en algo más que en Steve.

Solía consolarse con la absurda idea que algún día Steve se daría cuenta de que su relación con Kate White no lo llevaría a ningún lado y era mejor que ambos vayan por caminos separados hasta encontrar su felicidad, y él la buscaría tras darse cuenta de que nadie podría amarlo como ella.

Qué tonta fue al creer que un chico como Steve Montgomery se fijaría en alguien como ella. Frenchy, la chica de Grease tenía razón cuando dijo que todos los hombres eran ratas. Pero en un mundo de Frenchy 's ella era una Sandy, devotamente enamorada de un Danny que no era capaz de verla de la misma manera.

Piensa en algo más, se dijo a sí misma. De pronto se concentró en la canción que sonaba en el estéreo de Edward, la melodía le era muy familiar...

-¿Qué canción es? Creo haberla escuchado antes - le preguntó, el joven dejó de ver la carretera por unos segundos para dirigir su mirada hacia ella, era la primera interacción real que tenía con Reagan, y extrañamente era sobre música.

-Paranoid de Black Sabbath - respondió volviendo a concentrarse en la carretera.

-¡Tú! - exclamó un poco más alto de lo que quería, sobresaltando al rizado - Lo siento, quiero decir que tú tocas esa canción en las noches ¿cierto? Es esta canción.

-No sabía que tenía público - comentó burlón, aunque una parte de él se emocionó de que Reagan pudiera reconocer a su banda favorita por él - al menos tú no te quejas como la señora Jenkis.

-Joder, la señora Jenkis se queja de todo - bufó la castaña obteniendo una risa del mayor - Debería agradecer que tenemos música en vivo a las dos de la mañana.

-¿Qué haces despierta a las dos de la mañana? - le preguntó con curiosidad.

-Lo mismo que tú.

-No sabía que también tocabas la guitarra, jamás te he escuchado ¿o es una imaginaria? - se burló, aunque decidió dejar el tema atrás, sabía que la vida de Reagan era un tanto complicada, y no deseaba incomodarla con preguntas personales.

El resto del camino fue acompañado de algunas conversaciones casuales entre ambos, y al llegar al recinto Reagan agradeció una vez más a Edward por haberla traído a casa. Para sorpresa de la chica, su madre se encontraba en casa, aunque claro, era demasiado perfecto para ser real. Apretó con fuerza sus labios al percatarse de la botella de vodka vacía sobre la mesa.

Como una costumbre habitual buscó una manta para tapar a su madre y la acomodó en el sofá para que pudiese descansar. La mujer balbuceó algunas palabras que Reagan no entendió hasta que se quedó profundamente dormida. Y una vez más estaba sola. No podía contar con su madre como un apoyo emocional por el estado en el que se encontraba, tampoco quería incomodar a Grace con sus problemas, y Steve... Él no era una opción.

El teléfono de su casa sonó y corrió para contestar antes de que su madre despierte.

-¿Hola?

-Hola, ¿esta es la casa de Reagan Lacefield? Soy William Preston, un amigo suyo - dijo la voz masculina, era extraño escucharlo sin pensar en sus sonrisas coquetas o miradas intensas.

-Soy yo, en verdad llamaste pronto.

-Sí, bueno... quería asegurarme de que no fuera un número falso y me preguntaba si tal vez te gustaría que mañana fuéramos por un café - ¿en serio uno de los chicos más atractivos de la escuela la estaba invitando a salir?

En alguna otra oportunidad Reagan se hubiera negado, principalmente por lo que Steve pudiese pensar, pero, aquella amarga combinación de soledad y despecho la animaba a dejar atrás todo lo relacionado a Montgomery, y para eso sabía lo que debía hacer.

-Claro, suena bien.

-¿En serio? ¡Perfecto! Entonces mañana paso por ti a las seis - al menos la llamada de William le trajo un poco de alegría antes de irse a cumplir con su turno laboral.

A unos metros de distancia Edward Moore buscaba cervezas en la nevera para él y su amigo Gareth, con quien pasaría el resto de la tarde. El rizado no era precisamente un chico popular en la escuela, por el contrario, era considerado como el bicho raro, no sólo en la preparatoria, sino en todo Montana, por lo que las personas solían alejarse de él y evitarlo.

Sin embargo, él no estaba solo, contaba con el apoyo de sus amigos y miembros de la banda que formó, con quienes pasaba sus ratos libres escuchando música, ensayando o también jugando D & D, un juego de roles que les gustaba.

-Dicen que a la hora de la salida Kate White y Steve Montgomery pelearon - le comentó su amigo bebiendo de la cerveza que le ofreció.

-¿Y qué tiene eso de interesante? Ellos viven peleando.

-Esta vez parecía algo más serio que una simple discusión, no lo sé, daba la impresión de que verdaderamente iban a terminar.

-¿Planeas conquistar a Montgomery o por qué tanto interés? - se burló Edd - Sigue sin importarme por qué me cuentas todo esto.

Gareth hizo señas hacia la ventana de la sala, apuntando hacia la casa de Reagan.

-¿Ella tiene algo que ver en eso? - inquirió y por alguna razón el cuerpo del chico se tensó sobre el sofá - Siempre está con Montgomery y ¿recuerdas esa noche que los vimos? Hasta donde yo sé, los amigos no se besan...

-Gareth, cállate, nosotros no vimos nada - masculló el rizado con el semblante serio.

Semanas atrás ambos jóvenes fueron con dirección a la roca calavera para fumar algo de hierba con tranquilidad, y se encontraron frente a una escena que los dejó sorprendidos: el novio perfecto Steve Montgomery tenía presionada contra la gran roca a su mejor amiga mientras la besaba con fervor. Decidieron no contarle a nadie lo que vieron porque no era un problema que los involucrase a ellos, pero Gareth lo recordaba en cada oportunidad que tenía, especialmente cuando presenciaba los espectáculos patéticos de Montgomery con su novia.

Edward no era tonto, si bien en la escuela tenía problemas para concentrarse, era muy bueno leyendo a las personas y sabía lo que sucedía entre Steve y Reagan cada vez que surgía algún problema con Kate, así como se percató del encuentro que tuvieron los jóvenes esta tarde en la habitación del conserje, pero no se lo contaría a nadie. Especialmente al pelirrojo que tenía frente a él.

-¿En qué momento te convertiste en una vieja chismosa, Gareth? - se quejó.

-Lo siento, me aburro en casa, no tengo novia, ni trabajo, ni nada por hacer. Enterarme sobre la vida de los demás es mi único pasatiempo por el momento.

-Bueno, Paul vendrá en cualquier momento, y él sí ha trabajado todo el día, por lo que estará cansado, así que mejor vete de una vez.

Paul era la única familia que Edd tenía, y a pesar de que sólo eran ellos dos, se sentía agradecido de contar con alguien que verdaderamente se preocupara de él y su bienestar. En especial porque no era su obligación directa, sin embargo, Edd no tuvo la suerte de contar con padres normales, o al menos unos responsables, por lo que su tío se dedicó a cuidarlo y protegerlo desde entonces. Paul no sólo le brindó un techo donde dormir y un plato con comida sobre la mesa, dentro de lo posible trataba de estar presente en la vida de Edward, se preocupaba por cómo le iba en la escuela y los amigos del chico. Paul era lo más cercano a un padre que tenía.

El hombre entró a la casa junto a un par de bolsas de comida china para la cena. Mientras los dos comían comentaban sobre cómo les había ido en el día y reían recordando algunas anécdotas, hasta que escucharon gritos de afuera y salieron a ver lo que sucedía: la señora Jenkins peleaba con Reagan.

-Eres una chica muy grosera - se quejó la anciana.

-Y usted es una maltratadora de animales - exclamó la castaña cargando a un gato naranja - No estaba haciendo nada malo como para que intentara golpearlo.

-¡Está en mi jardín!

-Es jardín de todos y sólo busca comida - replicó la chica bajando al animal - no tiene por qué lastimar a un ser inocente.

-Entonces hazte cargo de él - la retó la anciana.

-¡Lo haré! - gritó para cargar al gato y llevarlo a su casa - ¿Qué voy a hacer contigo? Al menos aquí no pasarás frío y estás más seguro que en la calle, nunca he tenido una mascota así que ten paciencia ¿sí? Veré en la cocina si tengo algo para ti.

¿Estoy hablando con un gato? Sí, eso parece.

-Eddie - lo llamó Paul para que volviera a la sala - En la mesa hay un paquete con algo de comida china que quedó, anda a casa de Reagan y déjalo para que pueda cenar.

-¿Quién? ¿Ella o el gato? - bromeó el rizado, pero Paul seguía mirándolo seriamente - Ya veo, hoy tenemos un público difícil. No pretendo ser grosero, pero dudo que esa chica coma. Lo único que consume es cafeína y cigarrillos.

-¿Y tú crees que eso está bien? - comentó Paul - No es mucho, pero podemos apoyarla.

-No nos corresponde a nosotros hacerlo, digo, Reagan tiene padres ¿no? - opinó Edd, aunque quizá tenga padres como los míos, pensó.

-Es una chica de diecisiete años con dos trabajos, una madre evidentemente alcohólica y sin padre, discúlpame, pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo intenta salir adelante sola. Es muy fácil criticar cuando no es uno el que sufre. Ahora deja de quejarte y anda a dejarle la cena - ordenó el mayor mientras se arreglaba - Iré a la fábrica, nos vemos en la mañana.

Edward solía mantenerse al margen de cualquier problema que pudiese ver, no entendía por qué debía involucrarse en alguna situación que no le afectara directamente, especialmente cuando sabía que nadie nunca movería ni siquiera un dedo por él. La única persona con la que contaba en el mundo era Paul, pero Reagan no tiene un tío Paul a su lado.

Bufó antes de tomar el paquete de comida entre sus manos, y se detuvo en seco al abrir la puerta: el auto de Steve Montgomery estaba en el recinto. Por alguna extraña razón sintió una punzada en el pecho junto a una sensación parecida a la decepción, quería cerrar la puerta y volver a su habitación, pero por el lenguaje corporal de la chica supo que quizá necesitaría ayuda.

-¿Podemos hablar? - le preguntó Steve señalando la puerta de su casa.

-Mi madre está adentro, y nosotros no tenemos nada de qué hablar.

-Reagan, por favor, hablé con Kate y...

-¿Y? ¿Qué pasó? ¿Pelearon? ¿Te sientes solo? ¿Estás caliente? ¿O para qué mierda me necesitas? - masculló la castaña.

-Fue una discusión fuerte, y lo más seguro es que terminemos. Reagan, en verdad lo siento, por favor perdóname. Tal vez aún no es tarde para nosotros.

-No sabes cuánto me gustaría creerte, Steve - dijo con pesar, eran las palabras que quería, pero no el momento indicado, ni los motivos adecuados. Reagan sabía que todo era producto del miedo a la soledad del castaño. Y esta vez no se dejaría engañar tan fácilmente.

-¿Qué tengo que hacer para que me creas? - preguntó acercándose a ella.

-Dilo.

-¿Decir qué?

-Tú sabes lo que tienes que decir - prosiguió - Reagan, te amo. No es tan difícil, aunque claro, es mucho pedirlo de ti.

-Reagan...

-Dilo - demandó otra vez y Steve se mantuvo en silencio - No puedes decirlo porque no lo sientes en verdad. No entiendo qué haces aquí.

-Por favor, hablemos ¿sí? - le pidió el castaño.

Reagan le dedicó una pequeña sonrisa, pero a diferencia de otras ocasiones, esta era una sonrisa triste, como si se tratase de una despedida. Se acercó hacia Steve y besó su mejilla con delicadeza.

-Espero que algún día puedas ser feliz, Steve - fue lo único que dijo antes de darse la vuelta, el chico tomó su muñeca en un intento desesperado por retenerla - Steve, suéltame.

-Una oportunidad, Reg, sólo eso te pido.

-¿No entiendes, Montgomery? Te dijo que dejes de joderle la vida - intervino Edward saliendo de su remolque, lo que sorprendió a Steve, sabía que el chico vivía en el mismo recinto, pero nunca antes se había acercado - Cuando una chica dice no, significa no, niño bonito.

-¿Por qué dejas que este idiota se meta en nuestra conversación? - exclamó Steve.

-Porque tiene razón, y es hora de que te largues - demandó la castaña. Steve desvió la mirada y no tuvo mayor alternativa que subir a su auto para irse - Segunda vez en el día que me ayudas.

-No es nada - Edd se rascó la nuca con nerviosismo - Mi tío te manda esto, es algo de comida china, por si tienes hambre.

-Gracias, son muy considerados - sintió una punzada de culpa al ver la sonrisa en el rostro de Reagan.

-Sí, bueno, creo que es hora de que vuelva a mi casa.

-Sí claro, Edward espera, por favor no le vayas a contar a nadie lo que pasó ¿sí?

-¿Cotorrear sobre la vida de Montgomery? Tengo mejores cosas por hacer - dijo bromeando y asintió para tranquilizar a la castaña.

-¿Tocarás algo de Black Sabbath hoy? - le preguntó.

-Quizá te sorprenda con otro tema - respondió como despedida y tocó su rostro con extrañeza mientras caminaba a casa ¿por qué demonios estaba sonriendo?

            
            

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