Secretos a Nuestro Alrededor
img img Secretos a Nuestro Alrededor img Capítulo 4 Cuatro
4
Capítulo 6 Seis img
Capítulo 7 Siete img
Capítulo 8 Ocho img
Capítulo 9 Nueve img
Capítulo 10 Diez img
Capítulo 11 Once img
Capítulo 12 Doce img
Capítulo 13 Trece img
Capítulo 14 Catorce img
Capítulo 15 Quince img
Capítulo 16 Dieciséis img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Dieciocho img
Capítulo 19 Diecinueve img
Capítulo 20 Veinte img
Capítulo 21 Veintiuno img
Capítulo 22 Veintidos img
Capítulo 23 Epílogo img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Cuatro

California, amanecer

3 de junio de 2013

Rachel Stone

Cargo con delicadeza la caja de mudanza que contiene mis objetos más valiosos, puede que no sean tan costosas, pero les tengo aprecio, soy de aquellas personas que le toman cariño a sus pertenencias, como si tuviesen vida propia, siento que es normal querer algo que te acompañó gran parte de tu vida y te hizo feliz. Y es precisamente eso lo que me es tan difícil en estos días: ser feliz.

Y es que jamás imaginé encontrarme en esta situación. Es increíble ver a la gran familia Stone escapando de California porque la escandalosa vida del mayor de sus hijos; Dean, les ha traído más de una desgracia, y muy tarde se dieron cuenta de que habían perdido el control. Una vez más, Dean, había cagado no sólo su vida, sino la de toda la familia: mamá tuvo que vender la casa y alejarse de sus amistades, John, mi padrastro, pidió ser transferido a una ciudad que ni siquiera puede ser ubicada en un mapa, y yo, debía adaptarme una vez más a cambiar... Simplemente por los errores de Dean.

Y lo peor de todo es que mi madre parece no darse cuenta de que todo seguirá siendo igual, Dean no es de las personas que cambian, y sus problemas, en especial, no son algo de lo que puedas deshacerte de la noche a la mañana. Dean necesita ayuda profesional, sólo que no lo quieren aceptar aún.

Estoy segura de que si papá estuviera vivo todo sería distinto: La casa no sería un caos, no habrían peleas diarias, mamá estaría de mejor humor, incluso Dean tendría una mejor vida, y yo... tal vez podría volver a ser parte de lo que alguna vez fue una familia.

Desde pequeña he tenido dificultades para integrarme a mi propia familia, y es que mamá se encarga de hacerlo complicado: las diferencias entre Dean y yo son muy marcadas. Él se mete en problemas siempre y lo perdonan con facilidad, mientras que en mi caso, cualquier error, por minúsculo que sea, traía consigo un castigo y una gran discusión. Papá solía intervenir a mi favor, pero ahora que no está...

Otra vez vuelvo a sentirme como un fantasma sin rumbo fijo.

Alguien a quien nadie puede ver, o tal vez no vale la pena perder ni un segundo de la vida apreciando. El mundo de mi madre es Dean, y es un hecho que acepté muchos años atrás.

Cierro los ojos durante el trayecto para evitar marearme, mientras voy asimilando la idea de que mi vida entera se está viendo obligada a cambiar radicalmente por el único hecho de que mi hermano no puede pensar con la única neurona que le queda viva.

Empezar de cero... Algo que muchos desean, pero, si lo analizas, resulta complicado. Dejar todo con el único objetivo de encontrarte, olvidar, en busca de una nueva oportunidad. Todos aquí parecen estar dispuestos ¿por qué a mí me cuesta tanto? Nunca fui una chica muy sociable, no tengo amigos y mucho menos algún novio, y aún así, irme de California me parecía terrible.

Ryalville es una ciudad tan pequeña que debes hacer maravillas para encontrarla. Parece el lugar perfecto para esconderse e iniciar una nueva vida sin ninguna complicación, en otras palabras, este lugar es precisamente lo que mi familia necesita. Quizá estoy exagerando, y mudarnos implique un cambio positivo a nuestras vidas, no puede ser tan malo...

La primera noche no dormí, mi mente se dedicaba a crear escenarios falsos que me producían ansiedad, en especial, en lo que podría terminar mi primer día de clases aquí. Literalmente no conozco a nadie, y, como dije antes, no soy una persona sociable, tampoco me considero tímida, simplemente los demás me importan una mierda. Sin embargo, la idea de no tener a nadie con quien conversar o siquiera llevarme bien en este lugar, me atemorizaba. Una de las reglas para sobrevivir en secundaria es tener un amigo.

La escuela no parecía nada del otro mundo, tan solo una secundaria como cualquier otra, con la excepción de la elevada e irracional ansiedad que me provocaba... Tantas caras nuevas, tantos ambientes desconocidos, otro lugar en el que fallaré, promedios bajos, peleas con mamá, seguramente pasaré los recesos sola en alguna esquina observando a los demás, después de todo, no tengo nada interesante como para atraer amistades.

La desventaja de vivir en un pueblo tan pequeño es que todos parecen conocerse, al llegar a la puerta todos se saludan y hablan mientras caminan, es como si estuvieran sincronizados, saben hacia dónde ir, qué hacer, y después estoy yo, observando todo como Will Smith en "El príncipe de Bell Air", con la diferencia de que Will sí estaba emocionado de mudarse con sus tíos en una de las zonas más adineradas, en cambio yo no podía quitar de mi cuerpo la sensación de que algo saldría mal en cualquier momento.

Deseaba tener a alguien con quien conversar, ser como las demás chicas, tener un grupo de amigos... las típicas cosas que los adolescentes viven, algunas veces la soledad es aburrida.

Rebusco en mi mochila la hoja del consolidado de mi matrícula para consultar la ubicación de mis salones de clase, espero no llegar tarde, odiaría llamar la atención de todos. Es un pueblo extremadamente pequeño ¿cómo es posible que tenga tantos pabellones, sótanos, laboratorios y más? O la persona que diseñó la señalización de este lugar es pésimo en su trabajo o mis habilidades de orientación son terribles. Me inclino más por la segunda opción. Soy un desastre.

-Vaya día de mierda - gruño enojada.

-¿Día de mierda o vida de mierda? - pregunta un chico que pasaba por ahí, se detiene a mi lado, como si esperara una respuesta de mi parte. Sonrío con cierta timidez, suelo ser torpe con las personas, pero este extraño me parece divertido. Me inspiraba demasiada confianza.

-Un poco de ambas - contesto encogiéndome de hombros - perdona si te asusté, todavía no logro ubicarme bien aquí.

-Lo noté - dice con suficiencia - tú debes ser Rachel ¿verdad? Soy Matt, tu consejero estudiantil.

-¿Consejero estudiantil? - repito sin comprender - ¿eres de esas personas que te dan un tour por la escuela o algo así?

-Exactamente, Rachel. Intentaré que sea rápido, para que no pierdas tiempo conmigo - dice caminando junto a mí.

-Créeme que no estoy perdiendo el tiempo, pareces agradable - respondo con sinceridad. No éramos precisamente cercanos, es más, apenas hemos cruzado algunas palabras, sin embargo, Matt me parece una buena persona, es esa clase de chicos de los que me gustaría ser amiga.

-Eres tan adorable diciendo eso, te recomiendo que no lo repitas, o condenarás tu vida escolar - comenta riendo, al hacerlo se le forma un hoyuelo al lado izquierdo de su boca - y sería fatal, apenas es tu primer día.

-No te entiendo - respondo confundida ante sus palabras, sus ojos verdes conectan con los míos. Da un gran suspiro y vuelve a hablar.

-¿No te has dado cuenta de algo? - pregunta señalando hacia sí mismo - visto fatal, soy consejero estudiantil ... Soy la escoria social de la secundaria Rachel, si dices que te parezco agradable automáticamente serás sentenciada a vivir en el escalón más bajo de la sociedad juvenil de Ryalville.

-De haber sabido que las personas eran tan estúpidas aquí mejor me hubiese mudado a otro lugar - le digo haciéndolo reír, me gustaba ver cómo se formaba aquel hoyuelo en su rostro - Me importa una mierda lo que digan los demás, me agradas, Matt. Y no digas que eres un ñoño, son ellos lo que se pierden de ti.

-En verdad aprecio mucho tus palabras, pero no sabes lo que dices, Rachel, tienes potencial para ser popular aquí... Eres nueva, misteriosa, linda...

-Así que te parezco linda ¿eh? - guiño mi ojo y percibo cómo sus mejillas se sonrojan - es broma, en verdad me importa muy poco ser popular, suelo ser algo excéntrica para los demás, y no soy precisamente la persona más sociable del mundo.

-Eres nueva, Rachel, puedes crear la historia que quieras, nadie te conoce, aprovéchala a tu favor. Apuesto a que Francis, Dylan y hasta Luke te querrán en su mesa - menciona mientras continúa haciendo el recorrido por la escuela. Pude percibir miradas extrañas de los demás, sentí rabia de ser testigo de la manera en la que intentaban hacer sentir mal a alguien tan bueno como Matt, él no merecía nada malo- ¿los ves? El castaño se llama Dylan y el rubio es Luke, Dylan tiene buenas calificaciones, pero se deja influenciar por Luke, que es todo lo que está mal en esta vida.

-¿El chico problemático? - intuyo.

-Algo así, ofrece buenas fiestas, tiene las peores calificaciones, es rebelde, y a las chicas de aquí parece encantarles - bufa.

-¿Ellos suelen molestarte? - pregunto y él niega - Bien, mas les vale, porque a partir de ahora seremos amigos, será genial, somos un par de torpes desadaptados sociales que solemos caer mal y percibo cierta química entre nosotros.

-Yo igual - admite con una de las sonrisas más tiernas que he visto en mi vida - Entonces ¿somos amigos?

-Por supuesto que lo somos Matt - respondo tomando su mano, en ese momento supe que él era especial, de esa clase de personas que hacen falta en el mundo, lo más cercano a un ángel. Y es una de las pocas decisiones de las que no me arrepiento, porque él fue el mejor amigo que pude tener.

...

Ryalville, atardecer

Junio de 2013

Rachel Stone

En mis efímeros días viviendo en Ryalville descubrí que los grupos sociales son iguales en todo el mundo: siempre habrá personas que critican, personas que viven en su mundo, aquellos pocos que son amables, los deportistas, y los problemáticos. Parecía un pueblo común y corriente, sin embargo, algo en su fachada no terminaba por convencerme, todos los días antes de dormir, tenía una presión en el pecho, una premonición de que algo malo sucedería... Siempre supe que mi vida se iría a la mierda aquí, pero ignoré las señales.

A medida que los días transcurrían le iba perdiendo el temor a los pabellones de la secundaria, procuraba estar cerca a Matt siempre, en verdad disfrutaba mucho de su compañía, era uno de los mejores de la clase, sus calificaciones eran muy altas, pero el encanto de Matthy iba más allá, era encantador: amable, divertido, gracioso... sólo le hacía falta creer en él mismo.

A mi parecer las personas de Ryalville eran sumamente tontas, o ciegas, ¿acaso nadie se daba cuenta de lo brillante que era Matt? Muy aparte de ser el mejor chico de todos, también era guapo: sus ojos esmeralda combinaban a la perfección con su cabello castaño, y su sonrisa, era la más hermosa que he visto en mi vida, en especial cuando ese hoyuelo aparecía.

Ahora mismo nos encontrábamos en clases de relaciones humanas, una materia, que, personalmente, considero una pérdida de tiempo, nunca hacemos nada útil, tan solo escuchamos a la maestra hablar sobre sus emociones y acerca de la forma en la que deberían comportarse los adolescentes de nuestra generación. Intentaba convencer a Matthy para ir al cine el fin de semana, moriría si tuviese que quedarme en casa aguantando a mi madre adulando a Dean.

-Matt, Rachel, ya que al parecer les aburre la clase ¿les molestaría participar en la dinámica del día de hoy? - nos presiona la maestra Daisy invitándonos a pasar al frente del salón. Dios, quería desaparecer en ese momento, al igual que Matt, él era muy tímido, mientras que yo odiaba ser el centro de atención.

No teníamos más opción que aceptar, internamente, mientras caminaba rogaba a Dios para que aquella dinámica no consista en alguna actividad ridícula, como acostumbraba a hacer la maestra Daisy, de sólo recordarlo se forma una sonrisa en mi rostro.

Acomodó a Matt frente a mí, ambos esperábamos alguna indicación de su parte, pero lo único que tuvimos como respuesta fue un gran y largo silencio que se prolongaba cada vez más.

-¿La dinámica de hoy consiste en quedarnos de pie como tontos? - pregunto irritada, nunca fui una persona paciente.

-Rachel es una alumna nueva, levanten la mano quienes hayan conversado con ella en estos días, además de Matt, ya tenemos claro que son cercanos - dice la profesora, y como era de esperarse, nadie levantó la mano, excepto una tal Carly, con quien apenas crucé un par de palabras - Bien, es tu momento para presentarte ante los demás, Rachel.

-No pretendo ser grosera, pero no me interesa hablar con todo el mundo - contesto restándole importancia a su petición - las relaciones forzadas no llevan a nada bueno, y con Matt estoy bien.

-Matt es un chico reservado, al igual que tú - interviene nuevamente - ¿dirías que es tu amigo?

-Por supuesto que sí - respondo sin dudar.

-Matt, ¿cómo describirías a Rachel? - le pregunta.

-Mmm... Pues debe medir 1.60 creo, su cabello es largo y cobrizo, tiene ojos color café y muchos piercings en las orejas - responde dudando.

-Todos podemos percatarnos de ello - interrumpe la maestra - me refería a algo que los demás no sepamos, mejor aún, describe a Rachel en dos palabras.

-Dos palabras son muy pocas para describir a una persona - refuta Matt rascando su nuca. Se está poniendo nervioso.

-Puedes decir lo primero que venga a tu mente, quizá algo que les guste a ambos, no lo sé - intenta ayudarlo, o provocar burlas de los demás.

-Bueno... algo que Matt y yo tenemos en común es que ambos somos desadaptados sociales... - respondo haciendo reír a toda la clase, incluso a Matthy, la maestra Daisy infla sus mejillas totalmente sonrojada por la ira, aunque intente disimularlo con una falsa sonrisa.

-No deberían tomar esos términos como broma - nos reprende - intento que sus compañeros puedan apreciar que dos jóvenes tan distintos como ustedes compenetran porque también tienen cosas en común... Como no tomar en serio mi asignatura.

Me sentí mal al oír sus palabras, no por mí, nunca fui una alumna destacada, pero Matt, no deseaba que su promedio bajara, así sea en un curso tan tonto como este por mi culpa. Matt era un chico preocupado por su futuro, tenía grandes metas, y poseía los medios para conseguirlo.

Caminábamos después de clases rumbo a un bosque que solíamos frecuentar para hablar sobre cualquier cosa que pasara por nuestra mente; era un lugar tranquilo al cual nadie más parecía conocer, era nuestro lugar.

-Sabes que la maestra Daisy hizo todo lo de la dinámica para que tengas más amigos ¿no? - preguntó Matt - siempre lo hace cuando nota que alguien no se integra al grupo.

-Me siento bien contigo, los demás son idiotas, o quizá nosotros lo somos, pero somos felices, no todos tienen suerte de conocer a alguien que te complementa en la vida - digo apoyando mi cabeza sobre su hombro - y no confundas las cosas, no estoy enamorada de ti.

-Lo sé, yo tampoco estoy enamorado, aunque te considero una persona importante en mi vida Rachel, pese al poco tiempo que nos conocemos - respondió sonriendo.

-No dejemos que nada ni nadie cambie eso ¿sí? Seamos Matt y Rachel para siempre - le pido a la vez que le muestro mi meñique, para hacer una promesa de dedo.

-¿Nunca me olvidarás así consigas un novio? - pregunta agachando la mirada.

-Eres imposible de olvidar, Matthy, espero que tú tampoco vayas a dejarme de lado cuando tengas novia - le pido.

-¿Sabes? Cuando la maestra Daysi pidió describirte en dos palabras, sí las tenía, pero no quería decirlo delante de todos ellos, porque no lo entenderían de la misma forma en que tú y yo lo hacemos - dice jugando con mis dedos.

-¿Ah sí? ¿Y me dirás cuáles son esas palabras? - cuestiono con curiosidad, Matt y yo solemos bromear, tontear, hablar sobre cualquier tema, pero son pocas las ocasiones en las que nos elogiamos, o bueno, él a mí.

-Almas gemelas, Rachel, somos almas gemelas - dijo.

Y tenía razón, más allá de ser amigos, Matt y yo vibrábamos bajo la misma sintonía, éramos dos mitades que encajaban a la perfección, no me atraía físicamente, ni lo deseaba sexualmente, sin embargo, no podía imaginar mi vida sin Matt, me hubiese encantado pasar el resto de mi vida con él. Y eso es el punto de las almas gemelas, hallar a tu otra mitad, aquella persona que te comprende, y te permite ser tú mismo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022