TINDER
img img TINDER img Capítulo 1 Es un Match
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Capítulo 6 ¿Qué está pasando img
Capítulo 7 No me equivoqué contigo img
Capítulo 8 La campaña img
Capítulo 9 Simplemente hermosa img
Capítulo 10 Pequeño malentendido img
Capítulo 11 No es lo que parece img
Capítulo 12 Odio ser un idiota contigo img
Capítulo 13 Todo va a estar bien img
Capítulo 14 La familia se apoya img
Capítulo 15 Te quiero a ti img
Capítulo 16 ¿Dónde quedó la magia img
Capítulo 17 Quiero correr el riesgo img
Capítulo 18 Feliz cumpleaños img
Capítulo 19 Comercial en Italia img
Capítulo 20 Tú y sólo tú img
Capítulo 21 Nada puede salir mal img
Capítulo 22 Fantasma del pasado img
Capítulo 23 ¿Es muy pronto para decir Te amo img
Capítulo 24 La verdad siempre sale a la luz img
Capítulo 25 El misterio se revela img
Capítulo 26 Prometo mejorar img
Capítulo 27 Amanda y Julia img
Capítulo 28 Una eternidad suena como un paraíso img
Capítulo 29 Cuando tengas tu propia familia lo entenderás img
Capítulo 30 Di que sí img
Capítulo 31 Epílogo img
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TINDER

Broken Smile Girl 98
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Capítulo 1 Es un Match

Acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja y rascó ligeramente su nuca con nerviosismo, llevaba cerca de cuarenta y cinco minutos frente a la pantalla de su laptop observando a su amiga editando las fotos que hace unos momentos le había tomado. Comenzó a dudar si realmente el plan de Silvana es una buena idea.

- Siento que estás exagerando- le dijo un poco cansada y recibió una sonrisa de parte de su amiga.

- Estoy haciendo que te veas aún más hermosa de lo que ya eres Isa, tus fotos están quedando geniales. Mira, toda una diosa- exclamó Silvana orgullosa de su trabajo.

- ¿No crees que es demasiado?

- Esa es la idea- sonrió cómplice- te he sacado tantas fotos que hasta puedes subirlas a tu perfil de Instagram.

- Sigo pensando que podríamos usar algunas de las que tengo en mi galería.

- Cariño, vas a ligar, no a aplicar a una pasantía, necesitabas tener más... fuego.

- ¿Fuego? Estás loca.

- Loca sería si permitiera que te quedes todo el verano metida en casa como si fueras un hongo Isabella- la castaña bebió un poco del vodka de su taza- ¿Acaso no te das cuenta de lo buena que se está convirtiendo tu vida? Mereces celebrar y vivir un poco, no todo es estudiar y trabajar.

Lo meditó por unos minutos y por más que odiase reconocerlo, Silvana tenía razón, desde que llegó a la ciudad hace apenas un mes y medio Isabella a lo mucho habría salido un par de veces, y ni siquiera se la había pasado tan bien.

¿Acaso no te das cuenta de lo buena que se está convirtiendo tu vida?

Las palabras de la que probablemente sea ahora su mejor amiga resonaron en su mente.

Sí que tenía motivos de sobra para celebrar.

Consiguió trasladarse a la mejor universidad de Marketing y Publicidad, se encontraba a tan sólo un año de graduarse, por fin había logrado tener la independencia que tanto anhelaba al mudarse a un departamento pequeño pero céntrico junto a su nueva amiga, por fin pudo salir de ese horrible lugar llamado hogar.

No la juzguen, ella amaba a su familia, sin embargo, era consciente que para poder llevarse bien con ellos debía mantener cierta distancia, de lo contrario, terminarían discutiendo y dejándose de hablar. Vive sola desde los diecinueve, pero dos años más tarde pudo mudarse de ciudad para cumplir sus sueños.

- Nadie te está obligando a nada Isa, si prefieres podemos salir a bailar y divertirnos nosotras dos- Silvana acarició el cabello de su amiga dándole a entender que la apoyaba en lo que ella deseara hacer.

- No- negó con la cabeza- creo que Tinder es la mejor opción.

- ¿Tan necesitada estás?- se burló Silvana y la castaña le aventó uno de los cojines decorativos- ¡Hey! Cuidado con el juego de sala, nos salió más caro que todo el apartamento.

- Bien, ¿qué sigue?

Un par de semanas atrás Silvana le había propuesto a su amiga que se descargara Tinder, una aplicación para conocer personas sin necesidad de que haya algún compromiso de por medio, es muy sencillo: se instala la aplicación, se crea un perfil, se eligen unas cuantas fotos para publicar, y listo. Permite escoger el rango de edades, sexo e incluso la distancia entre ambos.

Comienzan a aparecer entonces fotos de personas cerca a la ubicación que se seleccionó y, si la persona es de tu agrado, se desliza hacia la izquierda para descartar, pero, si te llega a gustar deslizas hacia la derecha y puede que a esa persona también le atraigas, en caso eso suceda en la pantalla aparece que hicieron "Match", por lo que a partir de ahora podrán chatear en privado para quedar en una fecha para salir y conocerse.

Un encuentro casual y listo.

Y la verdad es que Isabella no tenía un poco de acción desde hace ya bastantes meses. La opción que Silvana no parecía tan mala, obtener la atención que tanto esperaba sin tener que aguantar los dramas, celos y problemas que traen las relaciones de pareja.

Todo parecía muy fácil, pero había un problema.

Cuando obtenía algún match y quedaba con la persona en algún lugar terminaba arrepintiéndose y llamando a Silvana en busca de alguna excusa para salir lo más rápido posible de ahí. No sabía la razón, pero no se sentía cómoda con aquellos chicos.

"Tal vez te da miedo que te encuentren conocidos, aunque no tiene nada de malo, pero si te avergüenza pon un nombre falso y si alguien te pregunta si es tu perfil le dices que es falso" - le aconsejó Silvana.

"No creo que sea eso"

"O capaz quieras probar cosas nuevas".

"¿Como qué?"

"¿Alguna vez te has acostado con un hombre mayor?" - le preguntó.

"¡Por Dios Silvana! ¿Cómo se te ocurre?"

"Perdón abuela"- se burló la rubia- "ya vi que no, y déjame que te diga, no sabes lo que te pierdes".

"No idealices a un hombre sólo por ser mayor que tú".

"No idealizo, lo he comprobado"- dijo segura de lo que decía- "y si quieres un buen polvo, necesitas a uno que tenga más experiencia, sin necesidad que eso lo convierta en un patán, ¿quién reúne esas cualidades? Un hombre mayor".

Y bastó de una simple conversación para convencerla, Silvana tenía razón, no perdería nada intentando, pero esta vez ella la ayudó en todo. Eliminaron el perfil antiguo y crearon uno nuevo, con un nombre falso, para cuidar la identidad de Isabella, y esta tarde su gran amiga le había hecho una sesión completa de fotos para añadirlas al nuevo perfil.

Después de editarlas, escogieron las más llamativas, realmente Isabella se veía sensual sin perder su esencia. Silvana era muy talentosa para todo esto.

- Bien ya está, ya sabes, te gusta a la derecha, no te gusta a la izquierda. – Silvana le entregó el celular a Isabella, quien empezó a ver a los candidatos que aquella aplicación le ofrecía.

- ¿Hasta qué edad has aceptado?

- Sesenta, esos son los que tienen herencia- se burló Silvana- lo dejé en máximo treinta y cinco, para que haya una cierta diferencia sin que sea demasiado para tu moral. Créeme, me amarás por esto.

- Veamos... no... no... no... no... definitivamente no... Dios, ¡Silvana! Este se parece a mi tío John- se queja- me rindo.

- ¿Dónde dejaste tu espíritu investigador? Dame, te apuesto que yo encontraré uno que te guste.

- Apuesto a que no.

- ¿A qué apostamos?- la retó.

- Si consigo uno que te guste tú pagas la cena de hoy, quiero comida china, y si tú ganas, entonces yo lo pago y añado una botella de vino.

- Que sea tinto- pidió y fue a la cocina para servirse un poco de jugo de naranja.

Silvana no era de aquellas personas que suelen rendirse ante el primer inconveniente, y menos cuando se trata de tener la razón en algo. La amistad entre ella e Isabela surgió de una manera inesperada y extraña, se conocieron a los dieciocho años en la fiesta de año nuevo de una amiga en común, después algunos ­(por no decir muchos) vasos de vodka, terminaron hablando como si se conocieran de toda la vida, compartieron número y hablaron en un par de ocasiones, pero no volvieron a verse, hasta hace un par de meses, cuando Isa la contactó por Instagram, y decidieron compartir un apartamento.

No sabía cómo era posible que a pesar de haber estado sin hablar por tres años se pudieran llevar tan bien, parecían ser amigas de toda la vida, y es que, la amistad no se mide en tiempo en conocerse, sino en experiencia y química, o al menos eso pensaba Silvana.

Admiraba mucho a su amiga, lo inteligente que era y lo mucho que había logrado con veintiún años, aunque vivía siempre pendiente de la universidad y de temas relacionados a la casa, entiende que tienen responsabilidades, pero su amiga andaba muy tensa últimamente, necesitaba salir con urgencia.

Siguió pasando por los perfiles de los hombres, algunos sí eran guapos, pero no parecían ser del tipo de Isabella, comenzaba a creer que tendría que pagar la cena, hasta que por unos segundos se olvidó de cómo respirar.

Era fuego puro. Todo un dios griego.

No era sólo un hombre.

Era ÉL hombre.

- ¿Estás bien? – se preocupó Isabella ante el semblante de la rubia - ¿Qué pasa?

- Pasa que usaremos tu tarjeta para pagar la cena, quiero añadir unos enrollados primavera a la orden- respondió al entregarle el celular a Isabella- De nada.

- Ver para creer- la castaña bebió un sorbo del jugo mientras miró el celular y de inmediato se atoró al ver la fotografía de aquel hombre en su pantalla.

- Está bueno ¿no?

- ¿Es real?- preguntó incrédula- Digo, ¿se puede ser así de guapo? Dios... Ese hombre acabará con la poca estabilidad emocional que me queda.- Silvana se rió por el comentario de su amiga- Es la verdad... míralo.

- Ya lo vi y serías una tonta si no lo aceptas. Se llama Edward, tiene treinta y cuatro años y de sólo ver su foto tenemos orgasmos múltiples, es perfecto.

- Bien, le daré like.

- Espera- Silvana le quitó el teléfono - Primero tomaré una captura de pantalla por si no lo volvemos a ver, listo, tú puedes leona- la alentó tras devolverle el dispositivo móvil.

Contó hasta cinco y deslizó la pantalla hacia el lado derecho, automáticamente el perfil de Edward se borró y apareció el de otro hombre. Según Silvana ahora deberá esperar a que el dios griego que acababan de encontrar le devuelva el like a Isabella.

Lo prometido es deuda, ordenaron comida china con la orden extra de enrollados primavera que Silvana quería, e Isabella pagó la cuenta, debía reconocer que ese hombre lo valía todo, bueno, en caso que le devolviera el like, las dudas se asomaban por su mente cuando volvieron a casa. ¿Un hombre así de guapo sería capaz de sentir atracción por una muchacha de veintiún años insignificante como ella?

- Lo estás pensando demasiado Isa, a veces los likes demoran en llegar, en especial cuando sólo le has dado a un chico.

- Te dije que ese hombre acabaría con mi estabilidad emocional.

Siendo ya cerca de las dos de la mañana, la castaña apagó la laptop y se echó en su cama, era de esperarse, un hombre como Edward no se fijaría en una chiquilla como ella. Cuando estuvo a punto de caer en los brazos de Morfeo unos sonidos extraños provenientes de su celular captaron su atención, no lograba reconocer de qué era, tal vez un recordatorio y puso mal la hora. Abrió los ojos y alcanzó el teléfono para cancelar lo que fuera que estuviera sonando.

Y gritó.

- ¿Dónde está la cucaracha?- exclamó Silvana entrando a la habitación de su amiga sosteniendo en una de sus manos una zapatilla- Te dije que debíamos comprar el líquido morado.

- No hay cucarachas.

- ¿Entonces?- le enseñó el celular y ambas gritaron mientras se abrazaban - Aún te odio por escoger mi nombre para tu vida promiscua, pero bien jugado Isa- se burló Silvana.

"Tienes un nuevo match"

*Edward*

Hola Silvana, ¿Estás libre mañana?

- ¿Qué hago?

- Pues dile que sí, estúpida.

- ¿No debería esperar un poco más para responder?

- Isabella, Edward no va a ser tu novio, ni tu esposo ni nada por el estilo, sólo van a coger, no creo que le importe el tiempo que demoras en responder.

*"Silvana"*

Hola Edward. ¿Mañana a qué hora nos vemos?

- Qué directa... Me encanta- comentó su amiga mientras ambas esperan la respuesta del apuesto hombre que encontraron en la aplicación - Mañana tenemos un largo día.

- ¿"Nos espera"?- preguntó confundida, estaba agradecida con Silvana pero ella no era la que saldría con Edward.

- Sí, tenemos que ir a comprarte ropa, hacer algo con ese cabello maltratado y seco que tienes, y que te depilen todo, urgente - Isabella le dio una mirada desaprobatoria- No me digas que te lo vas a follar con la jungla que tienes entre las piernas.

- Tampoco me veo tan desastrosa como me describes- la castaña se quejó y automáticamente se examinó en el espejo - Bueno, en mi defensa, llevo trabajando todo el día y estaba a punto de dormir.

- No me malinterpretes bebé- Silvana se acercó y abrazó por detrás a Isabella - Yo veo a una chica realmente hermosa, pero que no sabe sacarle todo el provecho a la belleza que tiene, mira, tienes las uñas a medio pintar.

- ¿Qué tiene de malo?

- O las llevas pintadas o sin pintar, y no lo digo por ser pesada, pero, incluso para el trabajo debes tener buena presencia, lo queramos o no nuestro trabajo consta también de eso.

- Bien, Silvana, ¿serías mi gurú de la moda personal?

- Por supuesto, como decía, mañana nos espera un gran y largo día, iré a dormir, cuando te responda pregúntale el color que prefiere.

- ¿Color para qué?

- Sólo pregúntale eso. – besó la mejilla de su mejor amiga- Buenas noches.

*Edward*

¿A las 11 en el bar del Golden Source?

*"Silvana"*

¡Perfecto!

*Edward*

Envíame tu dirección para pasar por ti.

¿Pasar por ella? Esto era nuevo. No tenía mucha experiencia en citas por aplicación, pero todas las que había tenido hasta ahora quedaban en algún lugar para encontrarse, ninguno se había ofrecido a recogerla.

"Y si quieres un buen polvo, necesitas a uno que tenga más experiencia, sin necesidad que eso lo convierta en un patán, ¿quién reúne esas cualidades? Un hombre mayor".

Parece que Silvana tenía razón, puede que Edward sea todo un caballero, o un psicópata. Era peligroso darle su dirección a un desconocido, por más guapo y encantador que parezca, no lo conocía realmente. Prefirió guardar sus precauciones. Su seguridad y la de Silvana valían más que un buen polvo.

*"Silvana"*

No lo tomes a mal, pero preferiría que nos encontremos ahí.

*Edward*

Una chica cautelosa... me gusta.

Te esperaré ahí entonces.

*"Silvana"*

Por cierto ¿qué color prefieres?

Envió el mensaje y bloqueó el celular. Se sentía estúpida por haberle hecho caso a Silvana, Edward parecía tan amable, ¡pensará que es una loca por sacar esa pregunta de la nada! Bueno, ya lo envió, no hay vuelta atrás. El celular volvió a sonar, pero lo ignoró, en algo su amiga tenía razón: mañana será un largo día.

Apenas logró dormir tres horas, aunque para Isabella era suficiente, se había acostumbrado a dormir poco por el ritmo de vida que tenía: gimnasio, un trabajo mal pagado que consume la mayor parte de su tiempo y trámites universitarios. Amaba su carrera, pero odiaba el trabajo de asistente que consiguió en una agencia medianamente conocida. Alice, su jefa, la llamaba a la hora que fuese para que ella solucionara todos los problemas.

Su pasantía terminaría en una semana, y con ello también podría disponer de más tiempo libre. Unas semanas antes, Silvana y ella habían planeado invertir parte de los ahorros de ambas en poner un pequeño negocio online de venta de ropa, quizá era la oportunidad de empezar.

Regresa a casa al mediodía, extrañamente Alice decidió darle el resto del día libre, Isabella llega a casa y sus únicos deseos son darse otra ducha y buscar algo para comer.

- Espero que no te hayas desgastado mucho en el gym, recuerda que hoy tendrás doble rutina - Silvana movió sus caderas riendo - ¿Llegaste a hacerle la pregunta que te dije?

- Sí, pero aún no leo su respuesta.

- Bueno, llegó el momento de la verdad, ¿prefieres que te depile ahora o después de ir a comprar?

- Puedo depilarme yo misma Sil.

- El rastrillo lastima mucho la piel, prueba con la cera, duele un poco más, pero es mucho mejor.

- Vale, odio depilarme, al menos ahorraría tiempo.

Cuando dicen que algo "Duele sólo un poco" significa que dolerá como mierda. O al menos eso ha aprendido en sus veintiún años de vida. Las enfermeras le dicen eso cuando está enferma y le pondrán alguna intravenosa, le dijeron eso cuando perdió la virginidad, cuando se fracturó los dedos, y ahora, cuando Silvana usó cera para depilar su zona íntima. Habían sido los treinta minutos más tormentosos de toda su vida, y todo por ir a una estúpida cita con un desconocido.

¿Por qué le interesaba tanto impresionar a Edward?

Porque es jodidamente guapo, se respondió ella misma.

Además, estaba cuidando de su imagen personal, y, de alguna forma, le daba un poco más de seguridad en ella misma.

Horas más tarde, mientras hidrataban su cabello y arreglaban sus uñas, entendía a lo que se refería Silvana.

"No te arregles sólo por él, sino también por ti misma, te vas a sentir diferente, créeme".

- Bien, aún tenemos tiempo para ir a comprar algo para que te pongas, descansas un par de horas y a las ocho te comienzo a arreglar.

- ¿No me puedes prestar algo de ropa?

- Lo haría de mil amores, pero hay cierta clase de ropa que no podemos compartir- Silvana guiñó su ojo de una manera divertida hacia Isabella - No lo tomes a mal pero no puedes ir con los calzones de abuela que tienes. No me mires así, tampoco compraremos lo más exagerado que encontremos. ¿Qué color te dijo?

- Negro.

- Hombre clásico - miró a la castaña, como la examinara- Sí, creo que ese color te irá bien.

No solía darle importancia a la ropa interior que lleva, aunque si va a acostarse con alguien quizá sí deba pensar en llevar algo un poco más atractivo que sus calzones de lunares. Quedó conforme con el conjunto que escogió Silvana; no es ni muy revelador ni muy aburrido. Tal vez deba comprar más ropa así.

A medida que la hora se acerca comenzó a sentir cómo los nervios aumentan en ella. Tenía miedo de arruinarlo todo.

- Todo saldrá bien, linda, y si no te sientes cómoda puedes cancelar.

- Lo voy a hacer- le respondió la castaña- ¡Hey! No recargues tanto mi maquillaje. - se quejó al ver la paleta de sombras que su amiga sostenía.

- Estás quedando como una diosa cariño. He hecho un trabajo estupendo.

- La verdad que sí, sin ti esta cita hubiese sido un desastre.

- Mírate en el espejo, y mírate bien Isa estás hermosa, no tengas tantos nervios, por favor. Todo saldrá bien.

- Iré pidiendo el taxi- la castaña respiró profundamente antes de ingresar la dirección.

- Primero repíteme lo que harás si algo sale mal.

- Antes de aceptar ir a un lugar más privado digo que iré al baño y te escribo.

- Estaré al pendiente de cualquier cosa, pero si te vas con él también me avisas.

Subió al taxi y miró hacia la ventana buscando calmar su mente, su respiración estaba demasiado acelerada, y sentía que en cualquier momento vomitaría. "Realmente voy a verlo", pensó. Mil ideas cruzaron por su cabeza. ¿Qué sucedería si era un perfil falso? ¿O si era un idiota? ¿O si tiene fetiches extraños?

"Todo saldrá bien. Disfruta del momento Isabella, vas a conocer a un hombre verdaderamente atractivo y que, no se si recuerdas, tú también le gustas, por algo hicieron match, tonta".

A veces odia lo torpe que era ante estas situaciones y lo experimentada que era Silvana, se obligó a volver a la realidad al sentir que el vehículo se detuvo.

- Ya llegamos, señorita.

Respiró profundamente y contó hasta diez antes de abrir la puerta del taxi. Entró por la puerta principal del hotel, primero necesitaba ir al baño antes de conocer a Edward, sólo un minuto a solas para tranquilizarse y procurar no arruinar esta cita antes de que comience. Le preguntó a uno de los encargados, quien, amablemente le dió las instrucciones, se dirigía hacia el fondo hasta que una voz muy varonil llamó su atención.

- ¿Silvana?

            
            

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