La herencia maldita
img img La herencia maldita img Capítulo 5 PRESENCIAS
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Capítulo 6 DECISIÓN img
Capítulo 7 RECORRIDO img
Capítulo 8 RECORRIDO II img
Capítulo 9 EXTRAÑOS SUCESOS img
Capítulo 10 FLORES img
Capítulo 11 . DOLORES img
Capítulo 12 EXTRAÑEZAS img
Capítulo 13 HISTORIA INCREÍBLE img
Capítulo 14 DIARIO FAMILIAR img
Capítulo 15 CONTINUACIÓN img
Capítulo 16 FASCINADA img
Capítulo 17 RECORRIDO img
Capítulo 18 EL PADRE BARTOLOMÉ img
Capítulo 19 PUEBLO img
Capítulo 20 VISIONES img
Capítulo 21 SUSTO img
Capítulo 22 IMPOSIBLE img
Capítulo 23 LECTURA img
Capítulo 24 LLEGADA DE CONSTANZA img
Capítulo 25 ÁNGEL img
Capítulo 26 SUEÑO O VISIÓN img
Capítulo 27 ¿QUÉ ES LO QUE PASA CONMIGO img
Capítulo 28 ¿PESADILLA O REALIDAD img
Capítulo 29 DUDAS img
Capítulo 30 BUSCANDO RESPUESTAS img
Capítulo 31 SIGO BUSCANDO img
Capítulo 32 LECTURA img
Capítulo 33 SUEÑO img
Capítulo 34 VISITA img
Capítulo 35 MONJAS img
Capítulo 36 ÁNGEL img
Capítulo 37 COMPAÑÍA img
Capítulo 38 EMBARAZO img
Capítulo 39 HIJOS img
Capítulo 40 SOR CARIDAD img
Capítulo 41 TRAGEDIA. img
Capítulo 42 PRESENCIAS img
Capítulo 43 VISIONES img
Capítulo 44 ¿VISIONES O ALGO MÁS img
Capítulo 45 MISA img
Capítulo 46 BIBLIOTECA img
Capítulo 47 HERENCIA img
Capítulo 48 ÁNGEL img
Capítulo 49 LA TUMBA img
Capítulo 50 EXTRAÑO SUCESO img
Capítulo 51 INSCONCIENCIA img
Capítulo 52 DESPERTAR img
Capítulo 53 JARDINES img
Capítulo 54 EL JARDÍN VERDE img
Capítulo 55 MAJESTUOSIDAD img
Capítulo 56 HERMANAS img
Capítulo 57 ¿MILAGRO O ALGO MÁS img
Capítulo 58 PADRE BARTOLOMÉ img
Capítulo 59 HABITACION DE NEGRO img
Capítulo 60 SALON DE MUSICA img
Capítulo 61 .CARTAS. img
Capítulo 62 REGRESO A LA VIDA img
Capítulo 63 PADRES img
Capítulo 64 DECISIÓN img
Capítulo 65 EL REGALO img
Capítulo 66 DESGRACIA img
Capítulo 67 SALVADAS img
Capítulo 68 COMPROMISO img
Capítulo 69 VISITA INESPERADA img
Capítulo 70 AYUDA img
Capítulo 71 ENTIERRO img
Capítulo 72 REGRESO A LA CASA img
Capítulo 73 TERROR img
Capítulo 74 HORROR img
Capítulo 75 FERNANDITO img
Capítulo 76 PESADILLA img
Capítulo 77 NIÑOS. img
Capítulo 78 DIARIO img
Capítulo 79 PRIMERA ANGEL img
Capítulo 80 DIARIO. Continuación img
Capítulo 81 VISITA. img
Capítulo 82 DÍA TRANQUILO img
Capítulo 83 REGRESO img
Capítulo 84 FELICIDAD img
Capítulo 85 NOCHE img
Capítulo 86 ¿ILUSIONES img
Capítulo 87 PASEO img
Capítulo 88 FELICIDAD img
Capítulo 89 EL PADRE BARTOLOMÉ img
Capítulo 90 ¡PRONTO ESTARÉ ALLÍ, NO ME HE IDO, VOLVERÉ POR TI! img
Capítulo 91 MA'TOMAZA img
Capítulo 92 JUNTAS img
Capítulo 93 MIEDO img
Capítulo 94 CERTEZA img
Capítulo 95 AGONÍA img
Capítulo 96 LUCHA img
Capítulo 97 DESPERTAR img
Capítulo 98 PADRE BARTOLOMÉ img
Capítulo 99 TERCERA ÁNGEL img
Capítulo 100 UNIDAS img
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Capítulo 5 PRESENCIAS

Giré mi cabeza buscando la presencia que sentía infructuosamente, el aire era realmente helado. Al no ver nada, me decidí a seguir adentrándome en la casa, convenciéndome de que era todo producto de mi imaginación. Debía ser el cansancio, el entierro, y todo lo que me había sucedido en las últimas horas, lo cual todavía mi cerebro abarrotado por tantas nuevas informaciones no procesaba.

La sala de espera se encontraba inmediatamente después; en contraste con el recibidor, casi en penumbras, estaba muy iluminada por bombillas de luz blanca, que hacían que los espesos cortinajes del mismo color, que cubrían todas las paredes de la habitación soltaran destellos, por un momento me quedé algo atontada y sin saber qué sentir o pensar. ¡Era realmente tan blanca, sin una mancha, sin nada que entorpeciera dicha blancura que por un momento pensé que así de pulcro debía ser el paraíso!

Bajé mi cabeza para observar mis zapatos, temerosa de que pudieran ensuciar tan hermosa alfombra, hasta tuve la idea de quitármelos, pero desistí. Mis zapatos estaban limpios, al girar mi cabeza por lo andado no había una sola suciedad, por lo que avancé despacio y me detuve en el centro de la misma. Estaba tan iluminada, que de pronto me invadió una sensación de pureza, que hizo que recordara todo lo que en tan poco tiempo me había acontecido. No les miento si les digo que en ella me sentía como si todo mi cuerpo fuera penetrado por esa luz, mis pensamientos y recuerdos se hicieran muy claros, es como si una completa purificación estuviera realizándose en mí. Por un momento olvidé donde me encontraba, solo me dediqué a sentir el placer que me producía. Con mis ojos cerrados disfruté realmente de esta exquisita sensación.

Luego los abrí y observé curiosa todo a mi alrededor. La estancia poseía, unos muebles al estilo romántico, de muy altos respaldares y con adornos en toda su estructura, un sinfín de cojines los cubrían en ordenada formación. No sé si era mi imaginación, pero al quedarme ahí contemplándolos, sentí que existían personas sentadas en aquellos muebles, podía incluso ver el dibujo de su peso. Solo fue un momento, pero su presencia fue tan real, que me hizo retroceder asustada, cerrando los ojos para volverlos abrir y descubrir, que mi fantasía o mis miedos, me habían jugado una mala pasada. Definitivamente, todo lo que me había pasado me estaba cobrando factura, pensé. Debía dormir, realizar un buen baño, alimentarme y descansar y todo volvería a la normalidad.

Encaminé mis pasos hacia la puerta lateral que conducía a la otra habitación, en la cual suponía yo me encontraría con el comedor o la cocina. La abrí delicadamente haciendo girar la cerradura, que emitió un chirriante sonido que me estremeció profundamente, dando paso a una singular estancia. Tenía como centro una enorme chimenea, que bajaba en forma circular del techo de color negro, quedaba justamente encima de varios pilares redondos que sostenían una enorme caldera de bronce, donde se quemaba la madera. ¿Qué hacía una chimenea prendida en esta extraña y solitaria habitación? Me pregunté de lo más intrigada.

Todo alrededor era de un llamativo color rojo, los muebles estaban colocados en forma circular alrededor de la estufa, eran grandes sillones de una madera negra muy brillante, con pequeños ponedores de pies delante; cada uno de ellos poseía a su derecha una mesita de cobre, donde se podía apreciar un cenicero, cajas de tabaco de diferentes marcas que daban la sensación de haberse acabado de abrir; una bandeja con copas alrededor de una botella de vino completaba el servicio. Solo el color de las bebidas cambiaba de una mesa a la otra, los había rojo en todas sus tonalidades, rosa, blanco, hasta azul. La estancia verdaderamente era muy grande, pude contar veinticuatro sillas. No existían otros muebles en el lugar, pero si noté a pesar del calor agradable que despedía la madera, una atmósfera cargada, como si se hubiese acabado de realizar una desagradable discusión.

Y de nuevo volví a sentir la helada presencia y la respiración en mi nuca. Solo que esta vez no era una sola, sino varias. ¿Qué era lo que sucedía conmigo? Nunca había sido cobarde, ni le tenía miedo a las habitaciones vacías. En el colegio podía pasearme a cualquier hora del día o de la noche por él, sin que sintiera estas extrañas sensaciones que me asaltaban ahora. ¿Sería yo o la casa?

Me encontraba llena de estupor, cuando a mis oídos llegó el sonido de cubiertos en la habitación contigua. Dirigí mis pasos hacia allí, dando de lleno con un hermoso y amplio comedor verde esperanza, hasta el piso era de esta tonalidad. En el centro existía una mesa puesta con el más esmerado cuidado para veinticuatro comensales, todo estaba en su debido lugar, me pregunté si esperábamos visitas, pues de otra manera no entendía esta situación.

Giré decidida a encontrar al ama de llaves para preguntarle sobre este hecho. Sin embargo, algo llamó mi atención e hizo que me detuviera; cada puesto poseía un juego de cubiertos, platos, copas y servilletas diferentes. Los había con ribetes de oro, otros de plata, adornos de perlas, diamantes, alguno sin el más mínimo color, completamente transparente, solo adornos hechos en el propio material; más allá, el de la esquina, pareciera ser de barro con cubiertos de madera.

No podía salir de mi asombro, mientras recorría la mesa. De pronto delante de mí, aparecieron mi plato de losa cubierto de rosas rojas recuerdo de mi mamá, así como mis cubiertos de níquel adornados con pequeñas rosas y mi copa tan querida por haber pertenecido a mi padre. ¿Qué significaba aquello? ¿Quién la había traído? ¿O sería solo una coincidencia?

Levanté el plato con cautela y lo giré. Efectivamente, era el mío, tenía mi nombre el cual mamá había dibujado; lo mismo mi copa tenía el nombre de papá. ¡No podía salir de mi asombro! ¿Qué hacían allí? ¿Quién los había traído y colocado allí? No recordaba haberlas recogido en el colegio. ¿Cómo aparecieron de pronto en esta mesa? ¿Lo habrían empacado las monjitas y no me dí cuenta? Esa era una explicación lógica, pero, ¿por qué estaban en esa mesa? Es más, aún no había tenido tiempo de desempacar mis cosas, solo lo necesario para la ceremonia; realmente estaba estupefacta, cuando vi venir a la amable señora de las llaves, portando una bandeja en sus manos.

-¿Señorita, puedo servir ya la cena? -preguntó amablemente.

Hasta ese momento no me había percatado del paso de las horas, todo era tan nuevo y tan confuso. Se había hecho completamente de noche sin que apenas tuviera conocimiento.

-Deseo asearme primero y cambiarme la ropa, por favor, ¿me puede indicar donde puedo hacerlo? -pregunté amablemente.

Ella me observó en silencio, giró y se retiró hacia la cocina, supuse, siempre con la bandeja en sus manos, regresó al momento sin ella.

-Sígame por favor, la llevaré a su habitación -pidió amablemente y echó andar.

Salimos por la puerta que daba al corredor, donde me recibieron un sin fin de fragancias, que ni el más exigente perfumista habría sabido combinarlas tan bien. Los jazmines eran toda una delicia, el galán de noche enternecía con sus flores aromáticas, no pude contar ni reconocer todos los olores, pero si disfruté de ellos. Por un momento cuando nos acercábamos a las escaleras que conducían a la pieza superior, me pareció notar alguien entre los rosales de la otra esquina, solo fue un instante, pero estoy segura de que una silueta frágil vestida de blanco rondaba por allí.

-Disculpe -le pregunté a mi acompañante-, ¿quién más está hospedado con nosotras en la casa?

-Nadie y todos -fue la respuesta que recibí y que no pude entender, pero no quise insistir ante el silencio y la seriedad de ella.

Subimos unas torneadas escaleras hasta la segunda planta. Seguimos avanzando pasando por diferentes puertas hasta casi el final del pasillo, por fin llegamos a la que sería mi habitación. Se encontraba a un lado de la que fuera de mi abuela, la señora que hasta este momento no he sabido su nombre, rebuscó con mucho afán entre el manojo de llaves, hasta dar con la correcta, abrió la puerta de un color amarillo pálido como todas las demás, dejándome pasar, al ir a retirarse, se giró

-En diez minutos, serviré la cena. -Salió y cerró la puerta.

Me quedé allí inmóvil frente a la puerta, con mi boca abierta a punto de emitir preguntas que no tuve tiempo de realizar, por la rapidez de ella en salir de la habitación. Tratando de poner en claro mis pensamientos, me giré hacia el interior para quedarme gratamente sorprendida con lo que mis ojos observaban.

La estancia no era ni grande ni pequeña, justo a su medida, con una cama en el centro rodeada de hermosas cortinas de tela de organza color azul celeste, de increíbles motivos de pájaros que me parecían que podían ponerse a cantar en cualquier momento, las sábanas del mismo color completaban el conjunto. Las paredes cubiertas por el mismo estilo de cortinas dejaban entrever unos ventanales de cristales, por donde traspasaba la tenue luz de la luna.

Al otro lado de la habitación, estaba pegado a la pared un encantador comodino, lleno de todo lo necesario para los arreglos de una señorita. Cosa que tendría que aprender a usar porque los veía por primera vez, yo no tenía ni la menor idea para qué se utilizaban. Un cofrecito más allá me llamó la atención, suavemente levante su tapa quedando sin aliento, ante mí se encontraba un tesoro en joyas de todos tipos y colores, anillos con diamantes, esmeraldas, zafiros, perlas, tan resplandecientes que te hacía querer tocarlas.

Tanta belleza era demasiado, ni en mis más remotas y locas fantasías pude yo imaginar que existieran tales cosas; lo cerré como si fuera una ladrona que cogieran en el acto, dirigiendo mis pasos a la puerta del closet, con la intención de sacar uno de mis trajes que suponía estuvieran allí, ya que no podía divisar la valija por ningún lado de la habitación.

Al abrirlo mi sorpresa fue aún mayor; ante mi se extendían montones de trajes de todas las épocas, estaciones, colores y gustos. Me adentré por el medio de tanta hermosura sin entender nada de lo que me estaba pasando, cada ropa tenía sus zapatos, carteras y adornos correspondientes.

Lo más extraño era, que todos los trajes que tomé eran a mi medida, como si hubiesen sido encargados expresamente para mí; ante tantas sorpresas acumuladas en tan poco espacio de tiempo, mi cabeza no podía reponerse para encontrar una factible explicación a todo, pensé que era pura coincidencia.

De repente, en medio de mis tribulaciones sentí que se encontraba alguien conmigo, justo detrás, podía sentir su presencia y su respiración en mi nuca, un aliento muy frío me llegó provocándome un gran estremecimiento, me viré de un tirón, para encontrarme con el pasillo vacío; apresuradamente cogí un modesto vestido negro con unas zapatillas, saliendo de allí como si me persiguieran.

¿Qué pasaba con esta casa

                         

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