Capítulo 3 La confundió con una camarera

Aquella voz de mando le resultó familiar y, en efecto, cuando levantó la vista, vio a una mujer con el rostro embadurnado de una gruesa capa de maquillaje. «¿Esa no es Freya, la mejor amiga de Lily?», se preguntó Irene. Freya, por su parte, también se asombró al verla. Al principio, como Irene estaba vestida con ropa de trabajo, la confundió con una camarera, pero luego se asustó cuando descubrió que se trataba de ella.

-¿Eres tú?

Quiso ignorarla, pero Freya consiguió recuperarse de su sorpresa y la detuvo cuando Irene pasó por su lado.

-¿De verdad trabajas de camarera aquí? Ja, ja, ja, ¿en serio?

-¿Tanta gracia le da? -preguntó Irene con frialdad.

-Por supuesto. Eras tan arrogante, ¿recuerdas? ¿Quién iba a pensar que terminarías trabajando como una simple camarera? A cada quien le llega su hora. Mírate nada más. ¡Date prisa y tráeme algo de comer! -Freya parecía regodearse en sus palabras. A ella siempre le había molestado que Irene fuera una muchacha bonita, de moral recta y con una buena vida. Ahora Edric la había abandonado y terminó como camarera, así que era la oportunidad perfecta para humillarla.

A Irene no le gustó su actitud, pero le pareció insultante rebajarse a su nivel para discutir con ella. Por eso, se abrió paso muy ufana y quiso marcharse, pero Freya no estaba dispuesta a dejar las cosas así.

-¡Irene, cómo te atreves a desobedecerme! Puedo hacer que te despidan ahora mismo -le gritó.

-¿Hacer que me despidan? Srta. Howard, ¿quién demonios se cree que es?

-¿Cómo te atreves a insultarme? -volvió a gritar Freya con rabia. «Antes no podía hacerte nada porque eras la esposa de Edric y él te protegía como a una piedra preciosa, pero ahora las cosas son diferentes. Sin él, no eres más que una humilde camarera y destruirte será tan fácil como aplastar a una hormiga». Entonces continuó-: ¡Le voy a decir al responsable del lugar que te despida de inmediato!

-Freya, ¿qué pasa? -interrumpió una voz dulce.

-Lily, llegas justo a tiempo. Mira a quién tenemos aquí. -Freya señaló a Irene y se burló.

Irene, por su parte, miró a Lily calmada y, cuando los ojos de ambas se encontraron, pudo notar que estaba visiblemente sorprendida. «¿Qué hace ella aquí?», se preguntó. A pesar de su sorpresa, Lily sonrió y la saludó.

-¡Hermana!

-Señorita, me temo que me confunde con otra persona -replicó Irene, que se limitó a mirarla con indiferencia.

-Irene, sé que me culpas por lo que pasó, pero no tuve la culpa. ¿Qué podía hacer si Edric se enamoró de mí?

Aunque habían pasado tres años ya, las heridas de Irene seguían abiertas y todavía le dolía hablar del pasado. No quería mostrar su debilidad, así que se dio la vuelta para marcharse. Sin embargo, como Freya se había envalentonado con la presencia de Lily, la agarró para empujarla. A Irene se le derramó el jugo del vaso y ensució su ropa y la de Freya, que enseguida gritó:

-Oye, ¿qué te pasa?

En ese momento, Irene se percató de cuáles eran sus intenciones. Se dio cuenta de que Freya estaba convencida de que ella era una camarera y estaba tratando de calumniarla para que la despidieran del hotel. La expresión de Irene se tornó frígida. Antes la habría abofeteado, pero ya no era la esposa de Edric y nadie la iba proteger ahora. Por lo tanto, solo podía reprimir su ira y marcharse.

Freya y Lily se miraron al percibir que Irene no hacía nada para defenderse. Entonces, se le acercaron, le halaron el cabello y le lanzaron al rostro el vino tinto de sus copas. Aquella bebida fría le corrió por el cuello y le empapó la ropa. Podía sentir que le ardían los ojos. Al principio, pensaba dejar las cosas así y marcharse, pero ahora estaba enfadada por el implacable acoso de Freya, una loba de la misma camada de Lily. A juzgar por cómo la estaban tratando, las cosas no acabarían bien. Esos trucos eran los mismos que había utilizado Lily aquella vez y, de seguro, ambas seguirían calumniándola. Irene, por su parte, tampoco era poca cosa y ya no encontraba ninguna razón para dejarlas salirse con la suya ahora que estaban empeñadas en hacerla quedar mal.

Poseída por la ira, Irene levantó el plato que tenía en la mano y lo estrelló contra la cabeza de Freya, quien lanzó un desgarrador grito de sorpresa, pues no esperaba que Irene fuera a defenderse en el estado tan patético en que se encontraba. La salsa picante se le deslizó por el cabello hasta los ojos y le provocó una profunda ardentía, así que le soltó el cabello a Irene. Sin embargo, ella ya estaba incontenible: ignoró sus gritos y abofeteó a Lily, que no sabía qué hacer, pues no podía imaginarse que ella fuera tan fuerte. Luego tomó la fuente de salsa y la derramó sobre el vestido de noche de Lily, pieza de un diseñador famoso.

-¡Socorro! Que alguien me ayude -gritó Lily con rabia y sin pensar en su imagen pública.