Capítulo 3 Un estremecedor relato

Sin quererlo del todo por el departamento de Gabito se quedaron una buena temporada. Aunque eso si desde el segundo día ya querían marcharse a otro lado. A no ser por aquella señorita de limpieza, ellos hubieran tomado otro rumbo. A todos les caía bien aquella guapísima chica. Ese fue una de los motivaciones para quedarse aunque se notaba que estaban esperando que disminuya el frío para marcharse. Una chica para todos ellos, estaba complicado. Estaba más que engorroso eso de tener que compartir y más aún que Marlo lo quería para él solo.

- Oye Marlo siempre con el egoísmo, aprende a compartir, articulo irónicamente Luisito.

Ante esto llegó la réplica del nombrado: Yo te digo que esa chica no está para compartir con nadie.

- Y yo te digo que amar es compartir y querer es repartirse a recíprocamente, expuso Viña.

Como no queriendo desilusionarlos y deseando decirles la verdad Gabito interviene: Tranquilo muchachos, ella también es mi...

Ahí no lo dejó terminar Marlo pues detalló: No seas así amigazo, yo llegué primero y ella me hizo comprender que no tenía novio.

Sin más esperar Luisito reaccionó: Novio no, amantes y pretendientes, aseguró sarcásticamente.

- Que livor que muestran ustedes a esas alturas, murmuró Marlo. Para dejar el tema candente Luisito carcajeo al decir: Más livor tendremos cuando la viéramos mestruando.

Ahí quedó la cosa. Marlo no discutió más, al contrario al pensar en eso le vino una increíble basca y fue directamente a tratar de vomitar al baño.

Gabito seguía sintiendo un grado de extrañeza. Le molestaba en algo que se metan con su prima. Ahora que desde un primer momento les hubiera dejado en claro quién era realmente aquella chica que cuidaba de ellos. Pero con lo que había escuchado ya tenía suficiente, era hora de esclarecer el asunto.

Con toda la enjundia posible le hice entender a Luisito y a Leo que le quedó atisbando un buen rato, que aquella damisela era un familiar suyo.

Y que bajo ningún concepto iba a permitir escuchar más términos insidiosos que estén dirigidos a su prima.

Viña aceptó y se disculpó de una manera algo más escandalosa que primorosa. Le dio un abrazote, le besó todo su rostro y su cuello y le susurró algo al oído. Luego apareció Marlo y este al preguntar el motivo de esa reacción, también le dieron a entender lo de antes.

En fin la disculpas también llegó de otra parte. Sin más, Gabito cambiando de asunto consultó: Mis estimados, ustedes no creen que los tipos reservados y esotéricos como Leo no tienen mucho que contar?

A lo cual la intervenciones no se hicieron esperar.

Viña opinó que exactamente aquellos seres tienen mucho que decirnos y por qué no a García no se le podía dar un acicate para que intervenga.

En tanto marlo mencionó que efectivamente aquellos pueden contarnos mejor las cosas que los charlatanes como ellos y que a lo mucho con un poco de escuela se le puede ayudar a Leo a que exprese algo siquiera.

Con una cercanía profundamente engadornada y con unas miradas centradas exclusivamente a los ojos de Leo, ellos de una y otras maneras trataron de motivarle e incentivarle para que Leo les contase algo.

Le dijeron que contase cualquier cosa, pues personas como él lo primero que digan interesa en demasía.

Por petición expresa de sus compas, leo comenzó a relatarles lo que sucedió cuando él tenía tan solo 8 años de edad.

Lo creó o fue fruto de su fantasía, pues la persona que representaba él era un joven.

Los tres eran unos jóvenes en promedio constante. La chica que era la heroína principal y casi la más importante de todo estaba en un lugar lejano. Era al sur de un país sudamericano. Para no hacerlo más larga que despedida de borracho, mencionó qué lugar era de las montañas y pampas en dónde se concentraban las vicuñas y alpacas.

Más sencillo era que se trataba de Ayacucho. Por ella se disputaban dos efectivos más. Uno estaba en una cascada Lambayecana o liberteña, luchando por sus vidas. Mencionar cascadas en esos lugares costeros no dejaba de tener gotas de extrañeza a sus meticulosos amigos. No se explicaban la fantasía que traía insertado en la mente de García. El otro se encontraba en Madre de Dios luchando o tratando de sobrevivir en una montaña habitado por los animales más salvajes y atrevidos del lugar. Para no perder la hilación del asunto y tratando de hilvanar los hechos de la manera más concreta posible.

Las razones comenzaron a emplearse y la huida de aquella damisela también era deplorable. Pero no dejar algunos embrollos de aquella beldad respondía el nombre de Jessica. De apellido no ha habido y no contado. La chica parecía más desconocida que relación amical de primaria. En medio de esos ganados auquénidos.

Debería estar de pastora pero no, esos animales se dominaban solos. No tendrían por qué ser pastoreadas por chica alguna. Jessica se encontraba vislumbrando desde la parte más alta de una roca que tenía forma de un caracol. Aquella no tenía ni la más remota idea que unos cazadores furtivos se acercaban por ahí. Eran más de cinco y todos estaban con ropa de armamentos.

Al ver los jessica no sabía cómo reaccionar. Estaba en peligro. Tendría que correr o esperar?. Sus ojos estaban desesperadamente abiertos. Sus labios hermosos entreabiertos, tan luego pronunciaban " es el fin". Pronunciaba luego nombres inteligibles. Su rostro se puso tan livido como nunca antes visto. Sus manos levantaron sus vestidos para correr con más ligereza.

El doncel que se encontraba luchando en medio de las aguas abrumadoras intentaba motivarse cuando veía en los rayos solares la imagen de Jessica. Tenía que luchar por su supervivencia. No comprende aún como dio a parar ahí. Lo inconcuso de eso fue que aquel joven estaba chateando muy concentrado al lindante de aquella cascada. Sin mirar arriba, tan solo manteniendo la vista abajo a dónde se dirigía su celular, va tras su instrumento tecnológico sin quererlo siquiera.

Sus manos presurosas y muy lisas tratan de agarrar a una roca. Ya se ha deslizado algo así de quince metros. Pero cuando se prendió en esa roca, vio que a unos escasos centímetros se hallaba un lugar en donde las rocas eran planas para poder detenerse y apartarse de ahí.

Lo del otro chico no se acertó a reconocer del todo cómo comenzó. Lo único viable y seguro eran que ambos eran rivales distantes que en algún momento llegarían a conocerse. Y vaya de qué forma. Eran blancas a estas alturas y los girasoles ya no obedecían al sol. En esa lucha comprendió que la tristeza absoluta es tan imposible como la alegría plena.

El nombre puesto a él era de Roger, lo de su rival Martín. Da igual todo si ahora estaban luchando por una sola causa y ello era la de sobrevivir.

Roger no mantenía un desinterés por todo. Miraba a todos los lados, se encontraba subiendo apenas duras por un tronco tan grueso que apenas podría abrazarlo. Los felinos seguían esperando que aquel joven víctima se desprenda de ahí para atacarle, embestirle y engullirle.

Sin pensar en eso y con su deseo Ardiente de escalar lo más alto de aquel árbol y protegerse así, siguió subiendo. Tendría conversación imaginaria con Jessica mientras seguía subiendo. Los felinos rugían y los monos a la altura de él aullaban.

Los amigos de Leo giraron su cuerpo tan bruscamente. Con su espontaneidad particular Luisito intentaba por todos los medios de que prosiga García.

Gabito no comprendió del todo el quid que había lánguidecido su relato. Con el noble propósito de salvar su petición, Marlo le instó a que siga por el amor del divino su relato.

Los prolongados silencios sin recuerdos se terminó. Leo mira a sus costados y no encuentra más que ventanas. Sus amigos a pesar de todo veían que a qué hora recordaba duras penas y hacía un esfuerzo inmenso para retroceder a aquel acontecimiento.

Como si no acabaran las extrañezas, tremendo y atroz invadió por un buen tiempo el palmito de García. Ellos quedaron estupefactos al ver eso. Cuando sonrío después no entendieron casi nada lo que estaban viendo.

A lo mucho por alguna secreta razón personal no les contaba cuál era el motivo de aquel aspecto terrorífico que mostraba. La sombría idea de pensar mal, le machacaba el cerebro a Luisito.

- Ya basta Leo, de una vez por todas dinos el final de la historia, deja de portarte así, declaró Marlo definitivamente algo exasperado.

A ello se prestó la respuesta de García: No hace falta ser un hombre inteligente para advertirlo mijo. Tan solo esperaba tomarme una pausa y causarles curiosidad.

- Y tu piensas eso y me haces sentir como un tonto por proponértelo y tú me acuerdo en darme la respuesta correcta, indicó calmado Marlo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022