El Arte del Sexo
img img El Arte del Sexo img Capítulo 4 Lo dejo caliente
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Capítulo 7 Cogiendo con el hijo img
Capítulo 8 Cabreada img
Capítulo 9 Libido muerto img
Capítulo 10 Propuesta indecente img
Capítulo 11 Cobrándose en trato img
Capítulo 12 Me quiero duchar img
Capítulo 13 No quiso follar img
Capítulo 14 Le da placer sin follar img
Capítulo 15 Pensamientos sucios img
Capítulo 16 Sexo oral en la ducha img
Capítulo 17 Le entrego su virginidad img
Capítulo 18 Beso forzado img
Capítulo 19 Cabreado img
Capítulo 20 El descubrimiento img
Capítulo 21 La acompaño img
Capítulo 22 Ella toma la inciativa img
Capítulo 23 Sexo anal img
Capítulo 24 Confrontación img
Capítulo 25 Discusión img
Capítulo 26 Azotada img
Capítulo 27 Dudando img
Capítulo 28 Otra discusión img
Capítulo 29 No necesitamos etiquetas img
Capítulo 30 Llamas gemelas img
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Capítulo 4 Lo dejo caliente

Ese gemido fue más que suficiente consentimiento para Michele quien no perdió el tiempo y coló sus dedos dentro del coño de ella hasta sentir las paredes vaginales del sexo de Daviana.

Ella estaba realmente muy mojada, sus dedos se empaparon al instante, deslizándose suavemente entre su coño. Michele se atrevió a introducir un poco más hondo uno de sus dedos en su interior consiguiendo de ella un gemido tan erótico que lo complació.

El CEO muerde sus labios al mirar esa boca de Daviana, ella se mordía la boca con tanta lujuria y morbo que su polla estaba que explotaba. Las manos de esa castaña se aferraban a sus hombros entre tanto él masturbaba su vagina con suma delicadeza.

-¿Te gusta, Daviana? ¿Te gusta lo que te estoy haciendo? -gime contra su boca abierta.

-Por favor señor Gershon, debe... debe detenerse... -la oye tragar saliva, pero no dejaba de jadear muy bajo mientras era masturbada.

-¿Deseas que me detenga? -empuja un poco más su dedo dentro de la cavidad de su coño y empieza hacer movimientos circulares dentro de su sexo -. ¿Eso quieres? -añade con voz ronca.

-Es que yo...

Sin que ella pudiera evitarlo, inclina el rostro hacia la boca de su jefe y ambos terminan por besarse de nuevo. Ella no buscaba besarlo, pero ese sujeto tenía algo que la descolocaba, era como si tuviera la habilidad para controlar su cuerpo y sus acciones.

Michele volvió a besar a Daviana metiendo su lengua hasta la garganta, seguía masturbándola sin detenerse, y es que no podía dejar de hacerlo, esa mujer era un océano completo entre sus muslos.

Su mano se encontraba muy babosa mientras entraba y salía de su coño, y ni hablar de la temperatura del cuerpo de ella.

-Por favor...-le pide entre sus labios, pero es que ni ella misma sabía lo que estaba pidiendo.

-¿Qué? ¿Quieres más que mis dedos? -sus movimientos iban en aumento dentro de su cuerpo provocando que ella se estremeciera contra su cuerpo.

-No puedo más-gime en voz alta mientras se agarra de su saco con fuerza.

Michele aprieta su cintura y vigoriza el movimiento de su dedo, en ese instante sintió que las paredes vaginales de ella se contraen, Daviana cierra un poco más sus muslos contra él y su rostro se torna bastante colorado.

-¡Ahhhh! -exclama presionando su frente contra su hombro -. Basta, basta...

-Sigue, no te detengas Daviana...

El sonido creado por la masturbación encendía mucho más a Michele, el CEO no dejo de frotar el coño de Daviana puesto que ella estaba a un paso de correrse tan solo con su dedo. Y eso que apenas estaba comenzando.

Besa la curva de su cuello al mismo tiempo que ella jadea contra su saco apagando un poco su voz, lo abrazaba con tanta fuerza que él parecía un salvavidas. De un momento a otro, Daviana empezó a menar sus caderas contra su dedo y eso le gusto al pelinegro.

-¡Ah! ¡Ah! -jadeaba acelerando el meneo de cadera, hasta que Michele percibe que su mano se humedece más de lo que ya estaba.

La respiración de Daviana era muy rápida, seguía reposando su frente contra su hombro mientras que él no retiraba la mano de su coño... al cabo de unos segundos relame sus labios unos que termina mordiendo mientras extrae su dedo de la vagina de ella.

Y al hacerlo ella jadea como si estuviera terminando de liberarse.

El CEO nota que su mano estaba muy húmeda, y dedo salpicado por los fluidos de esa castaña hermosa. Sus instintos de animal lo llevan a meterse los dedos en la boca para saborear la esencia de esa mujer.

-¡Muy dulce! -exclama satisfecho.

En ese instante que Daviana oye la voz de su jefe abre los ojos de par en par percatándose de que lo que había hecho, la tranquilidad que su corazón estaba comenzando a sentir se hizo mierda cuando cayó en cuenta en la posición de su estado.

Y como si alguien la electrocutara por la espalda la castaña se baja de encima de su jefe causando gran impresión en el mismo. Ella lo ve pestañear sorprendido mientras que ella baja su falda y luego le echa un vistazo a su regazo, aquello era peor aún.

-Lo siento mucho, debo irme ahora...

Sin esperar una palabra por parte de él que la pudiera detener, la castaña sale corriendo hacia la puerta...

Michele se queda con la boca abierta puesto que era la primera vez que una mujer lo dejaba encendido, él creyó que iban a terminar teniendo sexo, pero resulta que ella se le escapo fácilmente de las manos.

-¿Qué mierda? -se pone en pie mirando la maldita puerta -. ¿Cómo es que se me escapo? -sonríe de medio lado.

El CEO levanta la mano con la que consiguió ese orgasmo y luego vuelve a mirar la puerta, se preguntó porque había salido huyendo de esa manera. Frunce el ceño puesto que su polla seguía palpitando por ella.

Baja la mirada y nota su pantalón mojado por los fluidos derramados por Daviana...

-No habrá segundas oportunidades para escaparte, Daviana.

Su regreso no resultaba ser tan aburrido como pensó, y quedarse por un tiempo largo quizás no era tan mala idea. Daviana podía resultar un incentivo para alargar su presencia en la empresa.

[...]

Daviana corre escaleras abajo sintiendo que le faltaba la respiración, luego del descenso de varios pisos ella se detiene para coger un poco de aire. Recuesta su cuerpo de la pared mientras inhala y exhala.

-Mierda, ¿Qué demonios he hecho? -lleva la mano libre al centro de su cuerpo, su corazón se le iba a salir del pecho.

Niega justo cuando siente que sus piernas parecen de gelatina, estaba de pie, pero las mismas temblaban tanto que creyó que se desvanecería... relame sus labios y cierra ojos para intentar calmarse un poco.

-Joder, joder, la he cagado por completo. ¿Qué mierda hice con mi jefe? ¿Por qué me deje hacer todo eso? -se reclama furiosa.

Luego repasa lo que había pasado allá arriba y su corazón se pone peor de lo que ya estaba, pestañea varias veces al rememorar ese primer beso, y luego cuando... cuando él la toco en su coño.

-Noooo... ¡¿Qué carajos estoy pensando?!

Aplana los labios y mira hacia las escaleras, no quiso bajar por el ascensor, corría el riesgo de que él la pudiera alcanzar en el mismo y culminaran repitiendo todo.

-Carajo, soy una idiota -frota su cien con impaciencia.

Al cabo de algunas horas, la castaña lanza su bolso en la cama para luego tumbarse en la misma. Suelta el aliento mientras observa el techo de su apartamento, Daviana aplana los labios sintiendo mucha angustia y preocupación por dentro.

-¿Cómo demonios me voy a presentar mañana a trabajar? -cierra los ojos con inquietud -. Joder, esto es un problema grave -se da la vuelta para abrazar la almohada.

En eso que gira su cuerpo siente que presiona el mismo contra el colchón haciéndole recordar cuando estuvo entre los brazos de su jefe. La castaña frunce el ceño al evocar esa mirada tan penetrante, y tanto fue su recuerdo que sin que se diera cuenta muerde su labio inferior.

-¿Cómo puede ser tan intenso?

Cierra los ojos puesto que aun lograba recordar como la toco en su coño, como la masturbo, como la hizo alcanzar ese orgasmo. Y esos besos tan lujuriosos; ella pensó que era una completa locura.

Tenía un jefe muy ardiente.

Era un hombre con mucha experiencia en el arte del sexo, quizás eso era lo que la llevo a dejarse llevar por él y sus habilidosas manos. Y de solo recordar lo que le hizo sentir se volvía a excitar con la misma fiereza que en la oficina.

-¡NO! -exclama a gritos sentándose en la cama -. Esto no es correcto, joder, ¡claro que no lo es! Daviana; estúpida, ¡es tu jefe!, el dueño de la empresa que paga tus malditas deudas y encima de que es mucho mayor que tu...

La joven se pone en pie caminando hasta el cuarto del baño, mira su reflejo en el espejo y vuelve a soltar el aliento.

-Si te dejas llevar por ese hombre serás una más del montón, una secretaria más que pasa por las manos de su jefe. Tú no eres de esas mujeres, recuerda que conseguiste ese empleo por tus propios méritos, no necesitaste tener sexo con nadie para ese puesto.

Suspira reposando las manos en el lavado, luego aplana los labios seguidamente que lleva una de sus manos hasta su vientre bajo... esa parte que él tocó seguía palpitando, era como si hubiera dejado una marca especial en su cuerpo.

-Maldita sea, ¿Qué me pasa? -abre los ojos y se queda varada como en una nebulosa.

Desde que lo vio parado observándola con esos ojos verdes y esa mirada de peligro quedo completamente atolondrada, su presencia la descoloco tanto que se olvidó de quien era. Y la prueba estaba cuando se dejó besar por él.

Es que no lo conocía y ya habían hecho cosas que no debieron hacer, era una locura... Daviana niega.

-Eso no puede volver a suceder, se lo que le pasan a las chicas que suelen follar con sus jefes. Voy a perder mi puesto, y no quiero eso, no puedo, si me dan otro puesto o me despiden como pago tantas deudas.

Todos los días trataba de mantenerse firme y evitar llegar tarde a su trabajo, siempre hacia lo mejor posible en su labor para evitar tener problemas y fuera despedida. Llevaba un año pagando una extraordinaria deuda y si continuaba a ese ritmo podría resolver muchos asuntos pendientes.

Vuelve a levantar la mirada y recuerda a su hermano menor y siente mucho dolor, sus ojos se ahogan del sufrimiento al pensar en él. Luego limpia sus lágrimas y sabe que todo lo que hace es por su bien. Debía conversar su empleo para sacarlo adelante, no tenía tiempo para hombres.

Por esa razón desde que se volvió una mujer nunca se tomó el tiempo para salir con ningún chico, nadie la había tocado, hasta ese día que a su jefe le dio por ser un pervertido. Se da la vuelta reposando su culo del lavado.

-No puedo caer en las artes de seducción de ese hombre, lo único que busca es tener sexo conmigo y luego desecharme como a todas. Además, lo más probable es que este casado, no tuvo a Connor por inseminación artificial.

Jadea con fuerza...

-Joder, seguro que su esposa lo esperaba en casa mientras que él intentaba coger con la secretaria. Como es posible que me vea como una amante, ¿acaso lo tengo escrito en la frente?

Enojada camina hasta la regadera para abrir el grifo.

-Si intenta volver a seducirme le diré unas cuantas cosas en la cara...-siente que el agua empieza a calentar y es cuando piensa en algo que le daba como un susto -. Pero, ¿y si me despide por negarme?

Se cruza de brazos pensando seriamente en esa posibilidad, era probable que fuese de esos jefes que si su secretaria no accedía a follar terminaban despedidas. Y aquella teoría la asusto mucho, no podía perder su empleo.

Muerde sus labios pensando en una solución para ese problema, aunque no estaba segura de lo que su jefe buscaba en sí.

-Por dios Daviana, no seas idiota. Como no vas a saber lo que busca, es obvio que quiere follar contigo.

Niega irritada mientras empieza a desvestirse, no había que ser muy inteligente para darse cuenta que ese hombre era un cazador nato. Y más que confirmado cuando lo pillo mirándola en el suelo mientras recogía sus pertenencias.

Y encima de eso, le dijo a su ex jefe que ahora ella sería su secretaria. Eso era otra cosa, a Connor no le agrado que se quedara con ella, aunque ella prefería mil veces ser la asistente de Connor que del padre.

Sin embargo, el jefe era Michele no Connor.

-Mierda, esto es un jodido problema.

[...]

Al llegar a su casa Michele divisa aquel lugar desde la entrada lo cual le trae muchos recuerdos que no le agradaron. El CEO cierra la puerta y solo puede escuchar tanta soledad que siente que lo abruma.

Tira las llaves en la entrada y se encamina hasta las escaleras, cuando llega hasta la puerta de su recámara observa su cama y la verdad es que no le apetece para nada dormir en ella. Se da la vuelta y se encamina hasta otro cuarto.

Tumbado en otra cama el CEO mira el techo y no supo porque, pero piensa en Daviana y en lo que hicieron en su oficina.

-¡Esa chica!, creo que tendremos una interesante conversación el día de mañana.

            
            

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