-Es buena empleada, no creo que te guste tener a una secretaria que llegue tarde todo el tiempo. Puedo encontrar una mejor para ti, que se adapte a tu estilo.
Michele endereza su cuerpo para ver mejor a su hijo. Era claro que estaba interesado en esa chica, pero si tanto le gustaba como es que en un año no había follado con ella. Quizás Daviana lo rechazo y eso era lo que lo mantenía obsesionado.
-¿Te gusta esa chica? -Connor se endereza ante la pregunta de su padre -. No estás aquí para obsesionarte con las empleadas, creo que fue lo primero que te dije cuando te he dejado la empresa a tu cargo.
-No estoy encaprichado de ella... te conozco y sé que te molesta la impuntualidad.
-Y hasta donde sé, a ti también te cabrea eso de un empleado.
Padre e hijo se enfrentan con la mirada, Connor creía que podía engañar a un zorro viejo. Tenía mucha más experiencia que él, y era más que evidente que esa chica le gustaba. En lo que no estaba claro era en si era para algo serio o solo para una noche.
Pero conociendo al chico, sabía bien que no era pata nada serio.
Cuando Connor quiso responderle, las puertas del ascensor se abren y el chico gira el rostro hacia atrás. Michele solo enfoco la vista hacia el elevador por donde vio salir a Daviana. El CEO afina la mirada al detallar como venía vestida esa mañana.
-¡Buenos días! -saluda con nervios -. Lamento el retraso.
-Será mejor que se ponga a trabajar -farfulla Michele sin quitarle los ojos de encima.
Daviana asiente ante aquella advertencia, esa mañana parecía bastante diferente al hombre de la noche anterior. Pero lo prefería así, todo arrogante a que fuese un pervertido... se encamina rápido hasta su escritorio sabiendo era objeto de la mirada de padre e hijo.
< Mierda, que incomodo es esto>
-Estaré en la oficina del fondo, por si necesitas algo -Connor le dice a su padre de manera seria -. Hasta luego señorita Morris-Daviana levanta la mirada para ver a su ex jefe alejarse rápidamente.
-Sí, hasta luego señor Gershon...
-¡Con que llegando tarde! -Michele le pregunta a Daviana con voz ronca que la hace levantar la mirada abruptamente.
-Siento mucho llegar tarde, es que tuve algunos inconvenientes para conseguir estar puntual en mi hora de entrada.
El CEO arruga los ojos ante su respuesta, se preguntó que la pudo haber retrasado. No obstante, le pareció interesante reprenderla por su incumplimiento de horario.
-Tiene que entender una cosa, yo no soy como hijo -Daviana ensancha la mirada al escucharlo -. A mí no me gusta la impuntualidad-el corazón de la castaña comenzó a latir con fuerza -. Y no pienso tolerar que llegues tarde a la oficina -toda ella se tensa.
-Lo... lo lamento señor Gershon yo...
-Venga a mi oficina de inmediato.
Ella nota como él da la vuelta y con aquella petulancia se dirige hasta su oficina dejando la puerta abierta. Daviana suelta el aliento puesto que sospecha que nada bueno iba a salir de ese regaño.
Se pone en pie pensando en las miles de excusas viables que podía dar para que no la despidiera. Pero sospechaba que con el carácter de su nuevo jefe ninguna iba a servir de nada, ese hombre se veía implacable.
Al ingresar en la oficina cierra la puerta y camina con miedo hacia el escritorio de él observándolo sentado en el borde del mismo. La miraba de una manera mordaz y eso la perturbaba mucho.
-Señor Gershon, siento que haya llegado tarde, pero es que...
-¿Por qué has salido huyendo ayer? -su pregunta la descoloco bastante, fue como si el cerebro de Daviana rebobinara.
-Perdón, ¿Qué?
-No me hagas repetir la pregunta -ella lo ve cruzarse de brazos pareciendo mucho más intimidante que antes.
Daviana traga saliva, ayer había preparado todo un discurso para su jefe por si se presentaba una escena como esa y ahora que podía soltar todo lo que pensó no tenía idea de que responder.
Aplana los labios.
-¡Ah!, ¿no vas a responderme?
Ella pestañea, era increíble como la personalidad de ese hombre podía cambiar tan solo con chasquear los dedos. Hace un momento le pareció un jefe cruel, pero encerrados en la oficina se convertía en otra persona.
-Es que yo...-no, es que no hallaba una respuesta. ¿O es que no deseaba responder?, entonces lo ve ponerse en pie y caminar hacia ella, los instintos de Daviana la obligan a dar un paso hacia atrás.
-Tendré que hacer que me respondas entonces -la castaña ensancha la mirada y se paraliza.
Su jefe la sujeta por la cintura estrechando su debilucho cuerpo contra el de él. La joven aprecia aquella masculinidad contra la palma de sus manos que siente que sus barreras vuelven a derrumbarse.
-Señor Gershon, ¿Por qué está haciendo esto? -logra decir percibiendo el aliento mentolado de su jefe sobre su rostro.
-Necesitas motivación para decirme porque has huido ayer cuando estábamos en la mejor parte de todo -susurra contra sus labios abiertos.
Michele planta sus labios contra los de Daviana percibiendo la misma dulzura que el día anterior, si seguía en ese ritmo con ella terminaría haciendo lo que le advirtió a su hijo... obsesionándose con su secretaria.
El CEO introduce su lengua en la boca de ella al mismo tiempo que afianza el agarre de su estrecha cintura, los brazos de Daviana apretaban su pecho como queriendo alejarlo, pero ella estaba como en trance mientras que él la besaba.
Esa actitud lo llevo a darle la vuelta para terminar sentándola en el escritorio y colarse entre sus muslos. Agradecía que estuviera utilizando falda, le facilitaba las cosas. Pero entonces, de la nada, Daviana lo separa un poco.
-¡Basta! Nosotros no podemos hacer esto -la castaña lo mira fijamente con esos tremendos ojos grises.
-Dame una buena razón para no continuar...-ella abre la boca sabiendo las palabras exactas que debía decir, pero al mirar esos ojos verdes y esa boca tan apetitosa todo se fue a la mierda -. ¿No hay una razón?
Su respiración se hizo rítmica al notar que su jefe se inclinaba de nuevo hacia sus labios para besarla y no pudo hacer nada impedirlo, solo consigue cerrar los ojos y dejarse besar una vez más.
< Que jodida mierda, ¿Qué demonios me pasa con este hombre?>
No tenía poder para controlar los actos de su cuerpo, ni de su mente cuando lo tenía tan cerca, su presencia era tan intimidante y atrayente que estaba sufriendo por no poder evitarlo. Era todo lo contrario, ¿Por qué?
Michele regresa a los labios de Daviana, pero en esa oportunidad desliza ambas manos por sus muslos sintiendo las malditas medias que llevaba puestas.
-Detesto que uses medias, Daviana.
Ella asiente inconscientemente cuando él besa la curva de su cuello provocando que los vellos de su cuerpo se endurezcan, automáticamente muerde sus labios ante aquellos chupetes que hace en su piel.
Seguido de ella percibe esa mano habilidosa posarse sobre una de sus tetas para luego apretarla con fuerza, el cuerpo de Daviana da un respingo ante aquel soberbio apretón que la lleva a tener la mente en blanco.
Y en cuestión de nada su jefe ya estaba soltando los botones de su blusa, y para evitar que objetara "como si pudiera" toma posesión de sus labios propinándole un beso caliente y muy húmedo.
Michele al liberar a esa mujer de la camisa sujeta ambas tetas con sus manos notando que era bastante voluptuosa. Aprieta un poco por encima del sujetador percibiendo que eran cómodas y suaves.
-¡Que grandes! -musita con voz ronca y seductora -. Me gustan grandes -añade, para volver a besarla.
Lentamente empieza a introducir una de sus manos por debajo del sujetador hasta coronar una de sus tetas. El contacto con la misma lo hizo tensarse, aquella parte de su cuerpo era tan tersa y suave, era mucho mejor de lo que se imaginó.
Michele refuerza el beso estrechando el cuerpo de Daviana contra el suyo, ella se encontrada desnuda de caderas para arriba y completamente excitada. El CEO se separa un poco de sus labios para empezar a dejar un reguero de besos por su mentón y cuello.
Desciende un poco más hasta que alcanza tomar con la boca aquel pezón rosado y rígido que esperaba ansioso por él. La respiración de Daviana era rápida, para cuando se lo metió en la boca ella gimió de placer.
-¡Ahhhhh! -aquel gemido estuvo acompañado por un gritico que enardeció el estado de excitación de Michele.
El pelinegro comenzó a chupar la punta del pezón de Daviana con fuerza mientras que la sujetaba con ambas manos por la cintura. Ella con sus piernas abiertas, la cabeza inclinada hacia atrás y ambos brazos reposando sobre la superficie del escrito era como el sueño de todo jefe.
Al saciarse de una de sus tetas, el pelinegro levanta la mirada al mismo tiempo que muerde su labio inferior para ir a tomar los labios de Daviana una vez más. La sujeta de la curva de su cuello y planta su boca contra la de ella introduciendo su lengua justo en ese instante.
-Dime porque has huido ayer, Daviana...-la interroga con un susurro.
Ella solo consigue negar manteniendo los ojos cerrados durante esa sección de interrogación...
-Tiene que existir una razón para que salieras de mi oficina como lo hiciste, ¿he hecho algo malo? -Daviana se siente segura de abrir los ojos en ese momento puesto que él había descendido hasta su cuello llenándola de besos muy húmedos.
-Señor Gershon... -susurra.
Michele sigue propinando besos a Daviana, su intención era llegar a una parte de su cuerpo que ansiaba ver y saborear, y esa vez no pensaba dejarla escapar. Poco a poco fue levantando la falta hasta llevarla a la altura de su cintura, cuando se encuentra descubierta abre sus muslos con un poco de brutalidad.
-¿Me vas a contestar si o no?
-¿Que quiere que le diga? -responde un hilo de voz.
-Es una respuesta bastante fácil, Daviana.
Michele la sujeta del mentón, acerca su rostro al de él para mirar sus ojos con firmeza.
-¿Acaso tienes un novio que te espera en casa?
-¿Qué? -ella lo ve con ojos de miedo y sorpresa a la vez.
-¿Es eso? -el CEO frunce el ceño -. ¡Por eso te has largado de esa manera!
-Señor Gershon...
-¿O es por otra razón?
Todo el cuerpo de Daviana se tensó tanto que la joven traga saliva en seco.
-Vamos, quiero que me cuentes la verdad -insiste.
Él solo quería saber si se había ido de esa manera por tener un novio o prometido, o era por lealtad a su hijo Connor. Y no es que estuviera compitiendo con el chico, pero necesitaba saber si es que ella albergaba sentimientos por él.
Porque si su razón era por tener un novio fuera de empresa, eso no sería problema para él. Aunque, si fuese por su hijo tampoco sería un inconveniente ya que el cuerpo de esa mujer reaccionaba perfectamente con él.
-Estoy esperando una respuesta, Daviana. No me gusta que me hagan esperar...
Pero mientras habla, iba conduciendo su mano hasta el coño de ella tocando inmediatamente la tela de su pantaleta.
-Me dirás por las buenas, o por las malas...
Ella ensancha la mirada al sentir la mano de su jefe posarse en su coño, Daviana da un respingo ante el contacto que termina por aferrarse al saco de Michele.
-Señor Gershon, por favor, no continúe con esto. Se lo suplico -jadea las palabras dándose cuenta de que no sonaba para nada convincente.
Él solo puede mostrar una sonrisa maliciosa, esa suplica parecía más bien otra cosa. Pero seguía preguntándose, ¿porque lo detenía?