Era una fresca mañana de otoño y el rocío brillaba en cada brizna de hierba del bosque. El sol aún no había salido, pero la poca claridad iluminaba el bosque en tonos de azules y grises. Shairy como era su costumbre, caminaba recolectando las hierbas frescas, cuando de repente, un grito resonó entre los árboles y una forma inhumana emergió de las sombras, seguida de dos grandes alas que parecían no pertenecer a ninguna criatura mortal.
La criatura voló más cerca y se reveló como un hada o eso creyó por las imágenes de fantasía en las historias. Se trataba de una figura no más grande que un humano, su piel era pálida como la nieve y sus ojos brillaban como piedras preciosas. Llevaba una capa de telarañas y encaje delicado con orejas largas y puntiagudas que sobresalían debajo. Shairy se estrujó los ojos sin poder creer que fuera real lo que ella estaba observando y se quedó quieta evitando hacer cualquier sonido que asustara al bello ser.
El hada continuó volando sin percatarse de que era seguida por Shairy hasta que se encontraron con una vista aún más inusual: ¡en el centro del claro del bosque estaba sentado un enorme dragón rodeado de llamas que se elevaban hacia el cielo! Pero algo parecía estar mal; a pesar de su tamaño, este dragón no se movía ni emitía ningún sonido después del alarido que escuchara.
El primer instinto de Shairy fue el de ir a su lado al ver que le sucedía y si lo podía ayudar, pero le temía al fuego. Sin embargo, se quedó oculta observando como el hada que ahora de espalda le parecía una enorme mariposa, se acercó lentamente a él y sin más, desapareció evaporada en el aire como días antes había hecho el hombre en su casa. ¿Qué rayos era lo que pasaba? ¿Desaparecían de verdad o era un truco de su imaginación? Se preguntó.
Shairy pensó en marcharse también, pero un gemido la hizo detenerse. ¡Eso no parecía ser un animal! Giró sobre sus pasos y se acercó lentamente en medio de la niebla, el humo y las llamas que rodeaban todo, hasta llegar muy cerca de dónde había visto lo que ahora dudaba si era un hada o una mariposa gigante desaparecer. Para su sorpresa, al disiparse la niebla, pudo ver que ya no existía el enorme animal que le pareció ver desde lejos con figura de dragón. Se dio cuenta que lo que ella había tomado por otra cosa, se trataba de una gran pila de hojas de ese color que se quemaban.
¡Vaya, sí que estaba viendo cosas extrañas!
Se dijo en lo que seguía avanzando cautelosamente hacía donde escuchaba con claridad que salía el gemido. Después de dar un paso más cerca, de repente se encontró cara a cara con lo que parecía ser un ser humano. Tenía la ropa hecha jirones y su piel estaba cubierta de cortes profundos, pero cuando la miró, ella pudo ver sus hermosos ojos cobres llenos de tristeza y desesperación. Retrocedió dos pasos al darse cuenta de quién era.
¡Era el hombre que había desaparecido de su casa!
Él la miró por un instante e hizo el intento de incorporarse, pero se desplomó desmayado. Sin dudarlo, atendió sus heridas usando las hierbas curativas mientras las lágrimas corrían por su rostro asustada al ver como la sangre no dejaba de salir de sus profundas heridas.
-¿Por qué te fuiste si no estabas bien? -Le preguntó, sin obtener respuesta.
Aunque éstas heridas parecían nuevas. Cómo pudo lo arrastró hasta estar debajo de los arbustos y lo protegió con otras ramas, en lo que hizo una camilla improvisada, con mucho esfuerzo lo subió en ella y arrastró hasta llegar a su casa, donde su abuelo solo la miró y no dijo nada. Estaba claro que el destino de esos dos estaba entrelazado de alguna manera, ella seguía encontrándolo cuando más la necesitaba y lo salvaba.
Después de un tiempo prudencial en que el anciano empleó todos los métodos que conocía para curarlo, comenzó a despertarse de nuevo. Giró su cabeza y parpadeó al ver a la hermosa Shairy sonreírle.
-Joven, no debiste irte la otra vez, todavía no sanan las viejas heridas y ya tienes otras nuevas. No desaparezcas ésta vez, te cuidaremos -le dijo el abuelo.
-No puedo quedarme, correrán peligro si lo hago. Los que me persiguen...
-No te encontrarán aquí -lo interrumpió el viejo Gardariel- Shairy cuídalo, debo ir a ver a mis otros pacientes. No salgas y dale esa medicina a cada rato.
Y sin más se había marchado con sus cosas. Ella lo miraba y corrió a ayudarlo al ver que quería sentarse.
-Debes permanecer acostado, se abrirán tus heridas.
-Solo necesito fuego. ¿Puedes llevarme a la cueva que me encontraste la primera vez?
-¿A la cueva? ¿Qué vas a hacer allá? Es muy lejos, no quieras saber el trabajo que pasé para trasladarte, eres muy grande y fuerte para cargarte. Quédate aquí estarás bien, te cuidaré y no me moveré de tu lado, lo prometo.
-¿Tú me cargaste hasta aquí? -preguntó incrédulo.
-Sí, no te iba dejar muriendo en medio del bosque, me protegiste la vez anterior, estaba en deuda contigo.
El extraño la miró curioso, era realmente bella ahora que podía verla de cerca. Había estado escondido en el bosque tratando de recuperarse, pero sus heridas eran muy profundas, y no había logrado hacerlo porque sus enemigos estaban muy cerca no pudiendo utilizar el fuego como debía. Con mucho esfuerzo se sentó, a Shairy por un momento le pareció ver como en su frente brillaba algo, pero no dijo nada. El hombre aunque joven, se veía que poseía un fuerte carácter y voluntad de acero, quiso incorporarse, no lo logró, todavía era incapaz de moverse más allá de ese punto.
-Debes dejarme marchar, corren mucho peligro si me quedo. Te estaré eternamente agradecido. ¿Cómo te llamas?
-Shairy, no te vayas, al menos hasta que estés bien. Aquí no viene nadie a este lado del bosque.
-Sí vienen, no andes sola en el bosque. Te prometo que regresaré por ti, pagaré mi deuda contigo. Ahora ven aquí, ayúdame a ponerme de pie.
Shairy lo obedeció al darse cuenta de que no iba a lograr convencerlo y pensando que así como estaba no iba a poder ir a ningún lugar. Finalmente, después de mucho esfuerzo, logró sujetado a ella, ponerse de pie. Miró a Shairy por un instante en que a ella le pareció eterno. Así de cerca era el hombre más apuesto que había visto en su vida y le sonrió sin saber por qué, viendo como él se inclinaba y sin más, la besó suavemente en los labios haciéndola sentir un infinito calor introducirse en ella que la llenó de felicidad, al separarse le dijo.
-Serás mi reina, te lo prometo.
Apoyó por un momento su frente en la de ella, que a pesar de tener sus ojos cerrados, pudo apreciar una rara luz. Volvió a besarla antes de desvanecerse en el aire, dejando en Shairy solo una abrumadora sensación de anhelo dentro de su corazón, por esta misteriosa criatura que le había salvado la vida dos veces y desaparecía en el aire.
Shairy se había quedado sin saber que hacer o pensar, ahora estaba llena de preguntas sobre quién había sido este hombre misterioso que salvaba y desaparecía ante ella volviéndose nada. ¿A dónde fue él? ¿Era realmente solo un humano con poderes mágicos u otra cosa? ¿Podrían volver a encontrarse otra vez?
A pesar de que él le había advertido de que no se adentrara en el bosque, ella todos los días buscaba desesperadamente respuestas entre los mismos árboles con la esperanza de que algún día pronto se reunieran una vez más. Había sentido una fuerte conexión con ese hombre que le había robado su primer beso de amor, anhelaba volver a encontrarlo y rezaba cada noche pidiendo de que lo protegieran.
Con el tiempo siguieron llegando rumores de la guerra que sostenía en las montañas las criaturas mágicas. Contaban de que los dragones de cobre, cansados de ser cazados por los hombres, habían atacado a un pueblo de humanos, y que habían sido prácticamente masacrados. Sino llega a ser por un enorme dragón que apareció de la nada, negro con betas rojas, que desapareció no solo a los cuerpos de todos ellos, sino, que en el lugar parecía que no había existido nunca nada. Solo las minas de cobre que los hombres explotaban, no hubiera quedado nada.
Por eso muchos decían que eran leyendas inventadas, todos sabían que los dragones eran criaturas mitológicas que jamás habían existido. Al escuchar esto Shairy guardaba silencio, porque ella en verdad le había parecido ver un enorme dragón del color que lo describían envuelto en llamas, aunque tenía sus dudas. Pues al acercarse lo único que encontró fue a un hombre, él mismo que ella había salvado.
¡No podía ser un dragón! ¿O sí?
A pesar de que su abuelo le decía que ellos podían convertirse en humanos, eso de seguro era una mentira como las miles que le decía.
El viejo Gardariel, desde que ella se acordaba, le decía que existían mundos mágicos, llenos de criaturas milagrosas. Hadas, dragones, elfos, hombres lobos, vampiros, brujos y muchos más. Que después de crecer ella dejó de creer en ellas, aún cuando él seguía insistiendo que la magia era real, y que ella era un hada, que solo cuando creyera en la verdadera magia, volvería a ser quien en verdad era. Lo cual la llenaba de confusión, ¿sería verdad?
Se preguntaba guardando silencio escondiendo lo que ella creía que eran sueños con todo ese tipo de animales que él le decía que existían y que ella pensaba que por eso soñaba con ellos. Aunque después de ver al hermoso hombre que le robó su primer beso desaparecer delante de ella, comenzó a dudarlo.
¿Existirían en verdad los seres mágicos?