Solo una cosa me pidieron y sentía que no lo estaba cumpliendo a cabalidad, sin embargo, ahí estaba él, apoyándome con todas sus fuerzas mientras me servía otra copa de jugo de limón, así le llamaba a la orina de nuestra última víctima.
-Sabes que puedes hacerlo -insistió.
-Solo tú confías en mis dotes.
-Si no lo hago, no debería hacerme llamar tu novio.
-Lo sé, es solo que...
-Vamos, Julia, te dibujé un mapa en su cuerpo, solo debes seguir las flechas y terminar con el trabajo.
-¿Me pasas la mascarilla?
-¿Aún te da miedo embarrarte de sangre cuando abres un cuerpo?
-Sí, aún tengo mucho que aprender...
-Lo vas haciendo bien, no deberías de que preocuparte, yo siempre estaré contigo, guiándote en cada paso y ayudándote hasta que por ti sola puedas hacer este trabajo.
-Te amo.
-Yo también te amo, ahora, continuemos donde nos quedamos, ¿estás lista?
-Eso creo, no estoy segura.
-Vamos, solo recuerda todo el daño que nos hizo.
-Lo recuerdo bien, tu silla de ruedas es mi maldición.
-Una muy bonita maldición si lo piensas.
-Obviamente que lo es, no me arrepiento, eso hizo nuestro amor más fuerte, fue una completa bendición.
-Totalmente de acuerdo.