Eran las doce de la noche y no podía reconciliar el sueño, las noticias de las últimas semanas alertaban a todos los que vivíamos en este barrio. Mi esposo me decía que debía tranquilizarme, que él me protegería con su vida si fuera necesario, pero luego de que perdiera a su hermana a manos de un asesino serial, ya no estaba segura de quién debía tener miedo...
-Cariño debes dormir -me insistió.
-No puedo. Me da miedo soñar con lo peor.
-¿Qué es lo peor que podría pasar?
-Que nos maten...
-Tranquila, cariño.
-¿Cómo me lo puedes pedir si estamos viviendo con tanto miedo?
-Porque me aseguré de que no nos pasara nada -me sonrió de la forma más malvada que jamás había visto.
-¿En qué te has metido?
-¿Recuerdas al asesino de mi hermana?
-Sí, lo recuerdo bien -¿Cómo podía hablar tan calmado?
-Y, ¿también recuerdas cómo las noticias describieron su hallazgo?
-Sí, le habían removido el corazón...
-Bien. Lo tengo guardado en la nevera y me aseguré de dejar un mensaje a cada uno de sus secuaces.
-¿Por qué lo hiciste? Tú no eres un asesino...
-Ahora lo soy, cariño, pero no temas, que no te haré daño, eres lo más importante que tengo.