-¡Querido, esclavo! -Sonrío-. ¿Cómo has amanecido?
-Yo; de mal humor, pero por lo que veo tu amaneciste chistosito hoy, ¿no? -pregunta disgustado mientras frota con la mano su tabique.
Desvanezco la simpatía de mi rostro.
-Y tú grosero, ¿acaso no te enseñaron a ser educado?
-Entre nosotros; no vale esa mierda. -Hago un mohín de asco por su vocabulario.
Le paso por el lado y emprendo la caminata a mi lugar favorito de la casa: la cocina.
-¿¡Se puede saber por qué no bajaron rápido!? -pregunta Rubén quitando la mirada de su periódico.
Me detengo, petulante.
-No, no se puede -corto, pero Azael me azota con una mirada fulminante, así que corrijo cansado-; Disculpa -Me llevo la mano a mi pecho con falso arrepentimiento-, es que a mí, se me enseñó que no se puede levantar a una visita de esa manera tan grosera, así que pensé que llamabas a animales.
Aparto la vista a otro lado con falso pesar; no porque me importara, sino para molestarlo.
-¡Ja! Mira quién habla -Rubén me encara, amenazante-. ¿No se te enseñó a no meterte con las personas de este mundo? ¿En serio tienes derecho a reprochar que no hagamos las cosas cómo nos enseñaron, después de lo que provocaste ayer?
Bueno, esa era una excelente pregunta, no obstante; mi respuesta era mucho mejor.
-No tengo derecho -Suspiro apesadumbrado-, pero tengo izquierdo.
Muestro mi mano izquierda con una reluciente y burlona sonrisa. Azael empieza a reírse y Rubén, se lleva una mano a la frente, implorando paciencia.
Entre todas las risas de Azael, logro precisar una femenina. Volteo hacia atrás y veo a una hermosa mujer, de cabello castaño y su piel de un claro color canela.
¿Quién es ella?
-Te llamaron -avisa la chica a Rubén con un tono dócil.
Ella se limpia las manos con una toalla, y a juzgar por su rostro parece estar triste.
No me había percatado que estaba mirando sin rodeos a la mujer, hasta que Rubén da una palmada detrás de mi cabeza.
Se acerca a la desconocida y la toma de la cintura.
-Ella es mi novia -presenta Rubén y la chica sonríe-. Vino a desayunar aquí para despedirse y anunciar algo.
La chica asiente cuando escucha lo del anuncio, pero no creo que hubiera sido para confirmarnos a nosotros, sino a ella misma.
-El desayuno ya está casi listo, pueden sentarse. -Ella nos señala la mesa y procedemos a obedecerle.
Parece ser una corriente humana..., esta gente cada vez se vuelven más locos.
-¿Sales con esta gente? -inquiero asqueado-. Oh, Rubén, no pudiste caer más bajo.
Rubén me da el placer de ver por milésima vez su semblante impaciente.
-Tú, cállate... -Sonrío mientras que Rubén aproxima sus manos con un cuchillo de mesa.
Escucho la puerta principal chocar con algo. Mis alarmas mentales se encienden al instante.
Estiro mis brazos para sacar la daga que tengo en el cinturón de mi pantalón. Rubén guarda el cuchillo.
Con los nervios de punta, me volteo hacia la dirección del sonido, y termino apuntando a un señor regordete que apenas entra a la cocina.
Rubén se levanta de su silla y grita;
-¡Baja la daga! -Rubén muestra urgencia; por lo que oculto la daga, aburrido.
Azael pone las manos en su cara y la estira con fastidio.
Ahora sentado me doy cuenta de que fue un error tomar esta silla. No es prudente que yo le dé la espalda a la puerta principal, y que por mi descuido, cualquiera me apuñalara.
-Tranquilo, Charlie, puedes pasar.
-Con su permiso, señor. -El hombre se une dubitativo-. Quería informarle que sus maletas ya están en el auto, y que cuando quiera nos podemos ir.
-Muchas gracias, Charlie. En media hora nos vamos, puedes retirarte. -Rubén sonríe amable.
<<¿Has visto cómo sonríe? ¿Alguna vez nos ha sonreído con amabilidad? Porque yo no recuerdo...>>
El señor asiente y camina desconfiado; mas yo le lanzo una mirada y amago a levantarme, haciendo que corra despavorido hacia la salida.
-¡Entrégame esa daga! -exige Rubén en el momento en que el chófer cierra la puerta.
Estoy a punto de protestar, pero oculto mi daga cuando la novia de Rubén entra.
-Ya está -interrumpe la chica mientras pone los platos en la mesa.
Ella se sienta y yo comienzo a comer cómo si no lo hubiese hecho en años.
-Esto está muy rico, Jess-opina Azael.
Ella sonríe orgullosa-: Muchas gracias, Marco.
¿Marco? Miro a Azael de reojo, y él me corresponde.
-Después te explico -dijo Azael en un susurro que solo yo, pude escuchar.
-Chicos, hoy me iré de viaje -informa Rubén, mientras mordisquea su comida.
A mí la verdad es que no me importa a donde va Rubén, pero es conveniente que piense que me concierne.
-¿A dónde vas? -pregunto, tomando de mi jugo.
-Voy a un combate. -Su voz suena a la de un niño emocionado-. Si lo gano, tendré mi último título mundial como peso ligero. Muy prontamente; me uniré a las artes marciales como peso pesado.
Quisiera haberle dicho que entendía lo que él me decía, para poder borrar de esta manera; la sonrisa socarrona que expone Azael, al ver mi ignorancia sobre el tema. La verdad es que no sé de qué habla.
-A ver -comienza Azael. Pone sus codos en la mesa y entrelaza los dedos-. Las artes marciales mixtas, es un deporte donde se pelea con otro luchador, con el fin de ganar dinero, premios y viajes a muchas partes del mundo.
Eso ilumina mi mente y de inmediato, la idea de golpear a alguien por deporte, me da mucha ilusión.
No obstante, tengo que preguntar si este sueño es real.
-¿Me estás diciendo que puedo golpear a alguien por deporte?
La comisura de mi labio se extiende formando una sonrisa maliciosa, aquella que tanto pongo cuando quiero algo.
Azael me mira, y al parecer nota mis intenciones, que no eran como tal, muy encantadoras.
-Sí. -Me levanto de la mesa breve, feliz y contento; con la intención de pedirle a Rubén que me llevara y enseñara cómo meterme a ese paraíso. Pero a continuación Azael, me dice con un murmullo, algo que evapora mis humos de dicha y grandeza, como si le estorbaran-: Pero, no puedes matar.
Bueno, yo siempre lo supe, la familia apaga tu luz, la familia no te apoya, la familia no te quiere. Vuelvo a sentarme con lentitud, y comienzo a pasar mis dedos por el borde superior de una copa con jugo. La decepción y la apatía se adueñan de mi rostro.
-¿Y con quién te enfrentarás, Rubén? -pregunta Azael.
-Con un Ian Vital -Ruben se recuesta al espaldar y se regodea en una especie de gloria por decir ese nombre.
-¿Ian Vital? -Azael se asombra-. Ruben, él es muy bueno...
-¿Quién es ese? -cuestiono despectivo,
-Es como el segundo campeón indiscutido del boxeo en la categoría de peso ligero. Verlo es una gloria porque es rápido, preciso y siempre te da esa emoción de no saber qué pasará.
-¿Y quién está en el primer lugar de campeón indiscutido? -curioseo.
-Pues obvio yo -Rubén contesta, pedante-, además, eso de segundo campeón indiscutido no existe, Azael. Solo soy yo y nada más yo.
-¿Entonces por qué te preocupas, Azael?
-Porque Ian Vital no ha tomado el título porque no lo quiere y tú lo sabes, Rubén. Ian ha tenido veintinueve combates donde ninguno lo ha perdido y quince de ellos fue por un simple nocaut. -Rubén suspira con fastidio-. No me mal interpretes Rubén, confío en ti y sé que eres muy bueno, hay como cincuenta cinturones que lo demuestra, pero no quiero que por tu excelsa confianza; pierdas. Bien sabes que aunque este chico toma como hobby el deporte, no permitirá que ganes con sencillez.
-Bien... -La novia de Rubén, cuyo nombre no sé ni me importa; habla. Ya me había olvidado de su presencia-Mi amor, estoy muy orgullosa de ti, pero nunca está de más prevenir, ¿vale?
Ella le sonríe, y Rubén se sonroja.
Son tan estúpidos...
Bueno, muy entretenida la charla.
Suelto el aire de mis pulmones con pesadez. Me irgo listo para irme, mas Azael, toma mi mano por debajo de la mesa, mientras mira a la chica.
-¿Qué era lo que tenías que decir, cariño? -pregunta Rubén a su novia.
Ella baja su rostro, sonríe avergonzada, suspira y suelta:
-Estoy embarazada.
Ay, pobre.
Seguro Azael me detuvo porque sabía que ella le diría eso, y un bebé: sería solo un estorbo para Rubén, por lo que quiere que yo la mate.
Sonrío fascinado porque la verdad, es que Azael es un solapado por pensar en eso...
Suelto una risa en mi interior y extraigo una navaja de mi bota. Pero de nuevo Azael, pone su mano encima de la mía, por lo cual lo miro cansado por su comportamiento tan soso.
Azael me sonríe y vuelve a ver a Rubén, y entonces me viene a la mente que quizás Rubén, quiera matarla él mismo. Dirijo mi vista a Rubén, y lo que veo, me hace arrugar la nariz con desagrado.
Ella sonríe y lágrimas decoran su rostro. Rubén por su parte tiene los ojos inundados de la misma. Él se separa de la mesa y se arrodilla ante la chica, mientras pregunta con voz entrecortada: "¿esto es en serio?", como si contuviera emoción; ella asiente animada y Rubén, besa su barriga, la abraza y llora encima de ella.
Están locos...
Azael me mira conmovido y con lágrimas.
Ya estoy hastiado de toda esta situación tan incómoda.
Tristemente, mis ideas de homicidio estaban fuera de contexto.
-Esto es maravilloso, ¿no lo crees? -cuestiona Azael.
-Sí..., reviento de alegría -ironizo.
¡Hurra...!
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La felicidad depende de las personas, lo sé.
Pero la verdad, es que no entiendo como mujeres sometiéndonos, y prácticamente poniéndonos correas como perros, pueden hacer feliz a un hombre.
Aun así, no lo niego, es entretenido ver cómo te decretan: el cómo vistes y con quien estas.
-¡Ya te hablé, Azael! No quiero que nunca más, vuelvas a ver a esa mujer, ¿lo entiendes? -demanda Daniela.
Daniela, la novia de Azael, llegó cuando Rubén se marchó a su combate.
Recuerdo haber visto a la chica dando pasos enfurecidos hacia Azael, y la verdad; es que me dio curiosidad el por qué su lenguaje físico, exponía tal ferocidad.
La chica no ha dejado de escupir órdenes y estatutos a mi pobre compañero, porque según las malas lenguas: una chica amenaza al amor que su querido novio, tiene hacia ella.
-¡Princesa, ya te dije que no tengo nada con ella!
Azael defiende y yo me siento en el espaldar del mueble mientras que me como un paquete de papas sabor a limón, que conseguí en el gabinete.
-¡Mientes! Mientes, mientes, mientes. -La chica levanta su mano y la sala se llena con el eco de la cachetada que esta propina, a su ya enfurecido novio.
Suelto unas carcajadas y me acuesto en el mueble con las piernas en el espaldar y la vista al revés hacia ellos. ¿Pará qué enamorarse si puedes comer? Y sobre todo cuando en este mundo varía lo comestible. Ya me estaba cansando de tragar todo al vapor en Ambrosia... Ese viejo responsable de mi cuidado lo único que sabía cocinar era papas hervidas.
Daniela sale corriendo de la sala, para llegar a la puerta principal y marcharse con su llamativo movimiento de cadera.
-Las mujeres... -Azael suspira y se escurre en el sillón individual-. Son tan hermosas..., pero también muy complicadas...
Azael vuelve a suspirar como si estuviera desahuciado. Yo me sacudo las manos y me siento debidamente, apretando mi abdomen e impulsándome para poner los pies en el suelo.
-Quiero tu ayuda. -Le muestro mi más animada sonrisa.
A Azael, no le entusiasma mucho, porque se pone la mano en el tabique como si estuviera cansado.
-No, por favor, no lo hagas. Cualquier cosa que pidas, es muy mala idea, olvídate de ello, no lo vuelvas a pensar.
Arrugo la frente por su comportamiento insubordino. Pero, si algo he aprendido estos últimos años es a usar su debilidad.
Me levanto y pongo la bolsa de papas ya vacía; en su mano. Camino hacia la ventana y rozo con mi dedo índice el marco, que da vista al seco jardín, y procedo a hablar con insinuación:
-Está bien..., no hay problema. Solo supuse que sería buena idea que disminuyeras... -dejo de rozar la ventana y miro mi dedo sucio de polvo, y junto con el dedo pulgar, lo limpio para crear el suspenso suficiente para mi declaración-: ...muertes.
Sí, que no muera el drama ni el suspenso.
Sé que aceptara para salvar esos gusanos que atentaron y marchitaron mi felicidad. Él haría lo que sea por el bien de estos corrientes humanos... este será mi último asalto en este lugar, ella sería la última. O al menos eso espero...
Azael me llama por mi nombre y su posición relajada cambia, para poner los codos en sus rodillas y mirarme con severidad.
-Ayer hici... -sacude la cabeza y remienda-: Ayer, causé mucho disturbio. Y no vinimos a este mundo para hacer lo que quieras. Así que por favor, declina a tu meta.
-No lo haré. -Me acerco a él, meto mis manos en los bolsillos y hablo fuerte y claro con la vista en sus ojos-: En el aeropuerto sur me encontrarás. Una chica vio mi rostro, puede levantar sospechas y por esa razón la mataré, ella será mi último atentado en este mundo.
Azael se levanta y camina, hasta quedar a un brazo de distancia de mí.
-Habrá demasiadas personas en ese lugar, y lo sabes. No vamos a poder culpar a un animal esta vez.
Azael realmente tenía el don de hacerme sentir un niño o un inútil, pero jamás me he anudado en sentimientos cuando quiero algo. Así que cualquier cosa que diga no hará decaer mi plan. Es ahora o nunca.
No hablo, él tampoco, pero nuestras miradas se juntan para combatir la razón. El detalle es que: yo razón no tengo. Solo lo quiero, y eso ya resalta, porque no hay nada más débil que su fingida moralidad.
Sigue en silencio, tampoco hay expresiones, y estoy llegando a pensar que realmente no va a ayudarme.
-No te ayudaré a matar. -Azael, endurece su rostro-. No todos se lo merecen.
Su voz, aunque era baja, fue bastante clara, y su enrulado cabello castaño le da un toque sombrío. Yo exploto y hablo sacudiendo los brazos:
-¡Ya basta, Azael! ¿¡Me vas a ayudar o no!?
Muy pocas cosas me interesan y cuando lo hacen me molestan, porque la verdad es que es pesado tener que pensar en alguien o algo todos los segundos del día.
En serio quiero eliminar a esa chica.
-Ayudaré para que en el aeropuerto no hayan personas. Me tienes que dar el nombre de tu víctima o la descripción para hacer una excepción y se dirija a ti.
>>Tendrás que usar máscaras en todo momento, de no ser así, tendré que llamar a los superiores; para que encuentren una manera de borrar las memorias de aquellas personas que te vean. Y estoy seguro, de que no quieres eso. Tú a pesar de ser quien eres, sé que te comprometes a tu palabra, y no matarás a más nadie después de este ataque. Por eso te ayudaré.
Así será...
Ojalá alguien como Azael hubiese estado allí para impedir la muerte de mi familia...
-Le das mucha importancia. -Aparto la mirada porque mis recuerdos ya están empezando a surgir, y no quiero que pase.
-Ellos son en verdad buenas personas, algunos con problemas, pero este mundo, no se compara con las barbaridades de nuestro reino..., de Ambrosia...
Le doy la espalda para irme y arreglar mis cosas.
Me molesta que diga que Ambrosia está mal y que su rey no fue capaz de proteger, cuando él ayudó mucho a mi gente. Pienso que Azael es un desagradecido para con el rey.
Antes de subir las escaleras, lo miro por encima de mi hombro y le digo:
-No pienses que porque no maten con frecuencia, los hacen buenas personas.
Camino a mi cuarto y cierro la puerta con seguro. Corro a mi cama y me arrodillo para sacar debajo de ella, mi maleta.
Mi hermosa maleta...
Allí llevo una de las cosas que más amo. Abro el equipaje y acaricio la hojilla de mi daga, causando una pequeña cortada en mi dedo.
Está perfecta...
Subo mi maleta a la cama.
Quizás se vea mal que esté emocionado por matar, y sí, sí está mal. Pero lo bueno aquí es que yo, no te oculto lo que soy, y no me arrepiento. No soy un hipócrita como todo el resto del grupo...
Saco las dagas que usaré junto a la ropa de mañana.
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Después de aproximadamente cuatro horas, ya la noche luce presente.
El toque de mi puerta interrumpe mi tarea de admirar cómo el sol, es inexistente.
Agarro la maleta y la pongo donde estaba.
Azael entra apresurado, se sienta en la silla de mi escritorio y pone una laptop en la mesa, mientras la teclea.
-Hemos puesto fallas en el aeropuerto, y en los aviones. Ya los trabajadores se han dado cuenta de ello, así que los viajes han sido atrasados, pero hay un problema -Azael deja de teclear y me mira mientras yo sonrío con malicia por arreglar ese "problema"-, personas irán a arreglar el fallo, pero nosotros no encargaremos de ellos. -Mi sonrisa se desvanece-. A la chica todavía la mantenemos ignorante en este tema.
Escucho atento lo que dice, pero algo me incomoda, por lo que pregunto:
-Estás hablando en plural, ¿por qué?
Azael me mira y yo también, pero mi rostro no demuestra burla, y mucho menos simpatía. Azael suspira y baja la cabeza, agobiado.
-Yajani ha leído tu mente. Ella sabe lo que harás, y por eso, Jano viene en camino para asegurar que hagas las cosas bien.
-¿A qué hora llega, Jano? -pregunto molesto mientras doy pasos en el cuarto con las manos en mi cadera.
-Mañana, entre dos a tres de la tarde.
-¿A qué hora llega la chica?
-Su vuelo es a las dos de la tarde. Digamos que llegará a la una.
La impotencia y el enfado comienzan a recorrer mi cuerpo. Es frustrante cómo mi plan se va cuesta abajo poco a poco.
Yajani es una mujer que forma parte del primer equipo en Cegous. Su poder mental es mucho más desarrollado que los nuestros. Fácilmente puede saber mis ideas; sin embargo, hay algo que no capto.
Camino al balcón de mi habitación y abro las puertas para que entre el aire fresco que necesito.
-Yajani puede ver mis pensamientos siempre y cuando me vea. Pero, ella jamás estuvo aquí..., ¿qué significa? -Doy pasos hacia Azael. Él busca retroceder, pero lo agarro del cuello de la camisa y lo enfrento en un susurro-. ¿No será que fuiste de chismoso? Vaya, vaya. Eso sí que no me lo esperé.
Yo sé que Azael es fiel, y que él no me traicionaría; pero no estoy seguro si este mundo puede corromper esa parte de él.
Él abofetea mi mano y emite indignación.
-¡Claro que no! Ambos sabemos que Yajani se destaca mucho en el tema de sus poderes.
Sí, yo sé eso y también sé que te gusta...
¿Te imaginas? Azael con la grandiosidad de Yajani. Rio por ello. Eso jamás podría ser posible. Esa mujer te da una sensación de frialdad y aunque es hermosa se nos hace imposible en estos momentos acercarnos a ella. Ella es del primer grupo, y nosotros del tercero; no nos encontraríamos a menos que Cegous nos citara, o si alguno de nosotros necesitara ayuda.
-Ella evolucionó su poder. Así que ahora puede leer tus pensamientos con solo ver un video en vivo y directo. -Arrugo el entrecejo. Eso se oye difícil-. La mansión tiene cámaras donde ella puede verte a toda hora.
<>.
-¿Por qué hace eso ahora? -pregunto cansado.
-Cegous pidió que fuera así, ya todos sabemos que te has escapado de Ambrosia.
Je, ya se me hacía raro que no hayan reclamado...
Azael se aparta de mí y se sienta en el escritorio para seguir hablando:
-Cegous ya estaba pensando en traerte a este mundo para probar tus movimientos y capacidad de hablar. Ahora él está seguro de que puedes tener tus poderes y habilidades, al igual que ya puedes comenzar a entrenar y trabajar por tu dinero.
El que me den mis habilidades y poderes: me alegra mucho, pero el entrenamiento..., no me entusiasma demasiado.
Después de supuestamente durar en coma tanto tiempo, el equipo de Cegous me ayudó y cuidó. Así que supongo que le debo..., pero lo que no entiendo es porqué me soportan tanto.
-Pero... -Azael levanta su dedo para que le preste atención, y lo hago-, tus documentos no se te serán entregados por lo que pasó en la cafetería. -Me iba a quejar porque yo no la incendié, pero él me interrumpe-. Cegous ya sabe todo, y decidió culparte a ti.
Maldito viejo...
-¿Por eso te llaman, Marco? Tu nombre aquí es un documento, ¿esa mujer no sabe quién es Rubén?
-La novia de Rubén no sabe nada sobre las habilidades o el pasado de su novio. Eso queda entre nosotros. -Azael me ofrece su mano-. Yo soy Marco Smith. Y tú eres Nick Harrison. Es un gusto conocerte.
Yo estrecho su mano y le sonrío.
-Mañana a las doce del mediodía, nos vemos en el aeropuerto sur.
Nuestras miradas se juntan, como si se tratara de un trato sagrado.
-Así será. -Separamos nuestras manos.
Él se marcha y yo me acuesto en la cama. Ya son las ocho de la noche..., este día ha pasado muy lento.
Mi llegada y lo que pasó en la cafetería fue algo divertido, algo digno de recordar...
Mi caballo galopeaba violentamente en la oscuridad de la noche hacia la salida de aquel reino que para muchos sería ficticio, pero, es tan real...
Recuerdo haberme sentido tan libre, tan independiente, tan dueño de mí y de lo que hacía.
Estar acostado y tener que esforzarme por poder mover un dedo, me hacía sentir en la mayoría de tiempo, frustrado. Pero la que más encendía y me ayudaba a levantarme era mi ira. Era el saber que quedé vivo, y que no pude hacer nada por las personas que quería. Pensé muchas veces en acabar con mi vida, mas al saber que iba a estar cerca de las personas que mataron a mi familia, me daba una leve satisfacción por la esperanza de eliminarlas...
Leve satisfacción, solo eso. Algo leve...
Mi caballo se detuvo entre dos grandes árboles.
No sé dónde lo escuché, y tampoco sabía si era seguro; pero un susurro aquella noche me dijo cuál sería la palabra que me dejaría emerger al mundo humano.
Me bajé de mi caballo y di tres pasos atrás con el fin de estar en medio de aquellos inmensos árboles frondosos, donde la punta no era visible ante mis ojos. Levanté mi mano y dije con respeto y reverencia: