- Mi teléfono ¿Dónde está? - pregunto mientras sigo apuntando el arma en su frente. Señala en su bolsillo y ríe nervioso, ruedo los ojos.
- Sino me das ahora, tendrás más problemas, dame el teléfono y yo no te acuso con mi papá - hablo con tranquilidad, saca con rapidez y me entrega, maldigo en mi interior porque el nombre de mi papá está en la pantalla, hago una seña a hombre para que se calle.
- ¿Qué pasó, papá? - pregunto con un tono frío mientras miro al sujeto.
- ¿Dónde estás tú? - cuestiona con un tono seco y entrecierro mis ojos.
¿Me habrá puesto de nuevo alguien para que me vigile?
- En la casa de una amiga, papá - miento descaramente.
- Te llamo para decirte que tienes que visitarnos. No me puedes dejar abandonado todo el tiempo, tus hermanos también te extrañan - se queja como niño pequeño y ruedo los ojos.
- Trataré de... - mis palabras son interrumpidas cuando escucho disparos maldigo mentalmente porque sé que mi padre oyó los disparos.
-¿Qué fue eso, Yanil? Más te vale que me digas la verdad ahora mismo - exige desesperado.
- Bueno, me secuestraron y hace unos meses un tipo llamado Valentino Aarden anda rondando por mi casa - confieso y se queda en silencio mi padre.
- Carajo, Yanil ¿Por qué me dices con tranquilidad todo esto? Mandaré a buscarte y en cuanto al tal Valentino me suena su nombre - habla histérico mi papá, abren la puerta de la habitación donde estoy, encuentro a un papasito, se hace cargo del tipo que me quería hacer daño mientras que sigo hablando por teléfono.
- Papá creo que no hace falta que me busques - hablo mientras miro al sujeto quien me observa de una forma coqueta y muerdo mis labios.
Tengo ganas de besarte, carajo.
- Yanil ¿Sigues ahí? - pregunta con preocupación mi papá y suspiro frustrada.
- Estoy bien, hablamos cuando salga de este lugar ¿De acuerdo? Te quiero mucho papá - expreso mientras muerdo mis labios, el tipo me alza como un saco de papas y río.
- De acuerdo, ten cuidado y quiero que este fin de semana estés por casa, es una orden - dice y corte la llamada.
-¿Quién eres? - indago.
- Valentino Aarden un placer conocerte, cariño - se presenta.
- Así que mi acosador me vino a rescatar. Me das mucha curiosidad, querido, pero es hora de irme de aquí - admito.
- ¿Cómo sabes qué? - pregunta.
- Es fácil. No disimulaban tus guardaespaldas, les pregunté a ellos quienes eran y para quién trabajaban y me dijeron. Nadie se ha mantenido oculto por mucho tiempo de mí - contesto tranquila.
Minutos más tarde...
Tengo que volver a mi país natal, no puedo desobedecer la orden de papá o vendrá por mí y eso no quiero porque hice una vida aquí tampoco quiero que se meta en mis asuntos, en mi vida privada como lo está haciendo con mis hermanos mayores, es hora de que yo tome mis propias decisiones.
- Llegamos a casa, querida Yanil - dice Valentino, observo a mi alrededor y abro mi boca luego cierro porque este lugar no es mi departamento.
- Esta no es mi casa - hablo confundida el sigue con su sonrisa y sale del auto se encamina hasta mí.
- Es hora de hacerlo a mi modo. Quiero que seas mi novia, mi esposa y mi mujer - admite con seriedad y mis ojos se abren como plato.
¿Qué carajos dijo? ¿Quién es este hombre?
No podía creer lo que me ha dicho este hombre ¿Qué quería qué? ¿Se ha vuelto loco? ¿Quién era él para decirme eso?
- No escuché bien lo que dijiste - hablo con asombro y alejándome de él.
- Quiero que seas mi mujer, mi esposa - dice sin ningún tipo de afecto.
-¿Por qué querría yo eso? No seré nada tuyo. Tengo que irme con permiso - digo y me doy la vuelta empiezo a caminar, me paro en medio del camino cuando escucho que el hombre me llama por mi nombre muchas veces.
¿Cómo sabe mi nombre? Es la gran pregunta que tengo en mi cabeza.
-¿Por qué sabes mi nombre? ¿Qué más sabes de mí? ¿Quién carajos eres? - indago con angustia, no me doy la vuelta ya que no hace falta. Se queda callado
- Quiero que me escuches de una vez, no soy tuya ni de nadie...- mi oración es interrumpida por mi teléfono,
observo la pantalla y miro el nombre de mi papá, suspiro.
- Hola papá ¿Qué pasó? - pregunta
- ¿Dónde estás? - cuestionamiento comienzo a mirar a mi alrededor.
- No tengo idea de dónde estoy - admito y bufa, sigo caminando hasta el portón principal cuando estoy ahí, hago una mirada a los hombres quienes enseguida abren y salgo a la calle.
- Regresa a la casa, cariño, por favor - súplica y bajo la mirada.
- Papá, no haré eso. Sabes que tengo una vida aquí; un trabajo y amigos, se cuidarme sola - menciono y suspira frustrado, se queda callado pensando en que hacer. Oigo que mis hermanos le dicen algo con desesperación, y río en mi interior porque sé que se está haciendo del enfermo, ellos siguen cayendo.
Conozco todos sus trucos, señor Kerr.
- Papá, sé tus trucos, no caeré en eso de nuevo. Estaré en mi casa ahora mismo y no quiero que te preocupes ¿Sí? - expreso con un tono suave.
- De acuerdo. Envié a unos de tus hermanos junto a ti también a dos guardaespaldas. No hay discusión sobre esto, cariño. Es tu seguridad primero- dice con rapidez y cuelga el teléfono antes que me queje.
Genial. Tengo que aguantar a tres hombres en mi casa.
Valentino
Está es la mujer más terca que él conocido, debo admitir que hice las cosas mal, pero no pensé que me desafiaría así ¿Quién era realmente está mujer, me dio toda la información mi mano derecha? Llama a Jonathan.
- Señor ¿Sucede algo? - pregunta al instante.
- Jonathan ¿Que no me dijiste de esta mujer? - Cuestiono con angustia.
-¿De qué hablas? Toda la información que está en el sobre está ahí- pregunta y admite, suspiro mientras bajo mi cabeza.
- ¿El apellido Kerr te suena? - indago, se queda callado por unos segundos.
- Si, me suena mi apellido es ese ¿Recuerdas? ¿Por qué preguntas? - curiosa.
- Ella es Yanil Kerr, Jonathan ¿Ahora te suena el nombre? - pregunto impaciente, escucho que maldice una y otra vez.
- Es mi hermana - admite, cuento hasta diez para no mandarlo al diablo.
-¿Por qué no me dijiste antes, maldito imbécil? - Pregunto con furia.
- No estamos del todo bien, tenemos nuestros problemas - se excusa con seriedad.
"CAPITULO 3"
Yanil
Tener a uno de mis hermanos aquí en mi casa es sumamente frustrante porque los hombres Kerr son los más celosos del mundo, mi padre les ha enseñado a sobreprotegerme ya que soy la más pequeña y la única mujer de la familia. Todos los hermanos vivimos por separados y creo que es mejor porque la guerra en casa era constante, estamos entre cinco hermanos; José, Jonathan, Marcos, Mauro y yo.
José y Jonathan Kerr son gemelos idénticos, ellos viven por separados. Jonathan se fue a otro país a vivir con su mejor amigo quien por cierto nunca conocí, su profesión es de guardaespaldas. José se quedó en casa para ayudar a mi padre. Marcos Kerr es policía es el tercero de los hermanos. Mauro Kerr es abogado es el cuarto de la familia. Yo soy la última, Yanil Kerr, la periodista.
Mis pensamientos son interrumpidos al escuchar que suena mi teléfono, leo la pantalla el nombre de mi hermano José, bufo y maldigo porque mi padre mandó al hermano más celoso y más terco.
¿Por qué tiene que enviarle a él, no pudo ser Mauro?
- Hola hermanita, estoy en el aeropuerto ¿Dónde estás? No te encuentro por ningún lado - pregunta.
Me olvidé que venía hoy, carajo.
- Me olvidé de ir a buscarte, vení en taxi estoy ocupada - hablo y cuelgo sin escuchar su queja. Escucho de nuevo mi teléfono, está vez no observo la pantalla, contesto directamente.
- No te buscaré, José. Tengo cosas que hacer ¿De acuerdo? - hablo cansada.
- ¿Quién es José? - pregunta una voz que no reconozco.
- ¿Quién eres? - cuestiono confundida.
- ¿Ten rápido te olvidaste de mí, querida? Soy el hombre que te salvó la vida - pregunta con indignación, ruedo mis ojos con irritación porque su pregunta es absurda.
- Por eso te pregunto quién eres - digo obvia.
- Soy Valentino Aarden - se presenta diciendo con orgullo.
- ¿Quién? No conozco a ningún Valentino - admito haciendo memoria las listas de amigos, amigos de mis hermanos y familiares.
Solo quiero saber cuánta paciencia tiene este hombre.
- Pásame con mi hermana, Valentino. No sé porque tomaste mi teléfono sin permiso - regaña al sujeto, debo conocer que esa voz me resulta familiar.
- Jonathan no puedes ser así. Déjame hablar con mi futura esposa - gruñe el hombre.
¿Qué carajos le pasa? ¿Futura esposa? Mi trasero.
- Oigan sigo acá. No me voy a casar con un loco psicópata, estás mal de la cabeza, hombre. Déjame en paz - gruño y cuelgo. Escucho de nuevo el teléfono y bufo. Hoy es el día de llamar a Yanil quien tiene un examen mañana. Contesto el teléfono.
- Valentino ya te dije que no me casare contigo, mierda - exclamo enojada.
- ¿Quién se quiere casar contigo? ¿Por qué me llamas Valentino? - interroga mi hermano José.
Hoy es el día de cagarla bien grande. Carajo.
- ¿Qué quieres? - pregunto a mi hermano.
- Estoy frente a tu casa, Yanil. Abre la puerta ahora mismo - exige con enojo y suspiro.
Lo que me espera estando con él estos meses.
Días más tarde...
Han pasado cinco días desde que mi hermano mayor y el guardaespaldas. Es frustrante que mi hermano esté aquí porque no me deja ninguna sola vez, no quiere que salga, que me vista la ropa que me gusta.
Por otro lado, me enteré de que Jonathan está aquí trabajando y no me había enterado de nada.
¿Por qué no vino a saludarme? Según José está ocupado.
- No irás a la casa de Jonathan, Yanil. Es peligroso - explica mi hermano.
- No te pregunté, José. Iré a verlo, no me impedirás, soy bastante mayor para que este preguntando las cosas, apártate que me voy - respondo enojada.
- Yanil...- corto lo que él iba a decir.
- Vine aquí a esta ciudad solo para hacer mi vida tranquila, para que no me prohíben nada como siempre han estado haciendo - confieso.
La cara de sorpresa de mi hermano mayor es épica porque nunca le he tratado así debo admitir que hasta a mí me sorprende.
- Solo te queremos cuidar - se excusa.
- Toda mi vida me han enseñado a defenderme ¿De acuerdo? Ya no soy una niña pequeña, soy una adulta que necesita libertad y tú no estás ayudando mucho desde que viniste aquí - suelto con enojo, me doy la vuelta y hago una seña al guardaespaldas para irnos de la casa.
- Me pasé ¿Verdad? - hablo con nervios y mi guardaespaldas asiente con una sonrisa triste, ahora que me doy cuenta, nunca pregunté en dónde estaba mi hermano Jonathan.