Capítulo 4 Entre Ruinas y Lamentos: La Historia Oculta de Barrio Sur

En una tranquila noche de otoño en Montevideo, Uruguay, la ciudad se sumía en la oscuridad, iluminada solo por la débil luz de farolas solitarias. Andrea, una escritora en busca de inspiración, decidió explorar el Barrio Sur, conocido por sus calles empedradas y casas antiguas.

Andrea se adentró en un callejón estrecho, donde las sombras parecían cobrar vida propia. El viento soplaba con fuerza, haciendo crujir las ramas de los árboles cercanos. A lo lejos, se oían los murmullos de la ciudad, pero allí, en ese callejón, reinaba un silencio inquietante.

Al llegar a una casa abandonada, Andrea sintió un escalofrío recorrer su espalda. La estructura parecía congelada en el tiempo, con ventanas rotas y una puerta que crujía al menor movimiento. A pesar de la inquietud que le producía, la curiosidad la empujó a entrar.

Dentro, el ambiente estaba cargado de una energía extraña. Viejas fotografías desgastadas adornaban las paredes, retratando a una familia que alguna vez había vivido allí. Mientras exploraba, Andrea notó un diario antiguo sobre una mesa polvorienta. Al abrirlo, descubrió relatos de sufrimiento y desesperación que parecían impregnar las paredes de la casa.

De repente, la temperatura bajó bruscamente. Andrea sintió la presencia de algo invisible, una fuerza que la observaba. Las sombras se retorcían en las esquinas de la habitación, tomando formas inquietantes. Aterrada, intentó salir, pero la puerta se cerró con estrépito, dejándola atrapada.

Mientras buscaba una salida, voces susurrantes llenaron la habitación. Las figuras de las fotografías cobraron vida, emitiendo susurros de angustia. La atmósfera se volvía cada vez más opresiva, como si el dolor del pasado estuviera atrapado en las paredes, buscando liberarse.

De repente, una sombra se materializó frente a Andrea. Era la figura de una mujer, con ojos vacíos y un aura de tristeza. La mujer extendió sus manos hacia Andrea, murmurando palabras ininteligibles. El miedo se apoderó de la escritora mientras la presencia invisible la envolvía.

Con un esfuerzo desesperado, Andrea logró abrir la puerta y escapar de la casa embrujada. Atravesó el callejón, dejando atrás las sombras y los susurros. El Barrio Sur volvía a la normalidad, pero la experiencia dejó una marca imborrable en la mente de Andrea, quien se preguntaba si lo que vivió fue real o simplemente fruto de su imaginación.

Esa noche, mientras la escritora regresaba a casa, las sombras de Montevideo parecían susurrar historias olvidadas, recordándole que algunos lugares guardan secretos oscuros que solo aquellos valientes o insensatos se atreven a descubrir.

            
            

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