Capítulo 3 ¿Será posible

-Podría haber cocinado-, dijo Dean varias horas después mientras su hermano, aparentemente su único amigo, descargaba varias cajas de comida china.

-Lo sé, pero no vas a hacerlo, no por mí. Vi el estado de la cocina la última vez que estuve aquí, y prefiero vivir una vida larga y próspera que morir una lenta y dolorosa. No has limpiado este lugar. Pensé que tenías una niñera a la que entrevistar.

-Lo hice.

-¿Qué pasó? ¿No fue bien? - Damian se zambulló en un cartón de fideos, aparentemente desprovisto de preocupación por lo que estaba pasando.

-Es Elaine Stewart.

Damian se atragantó con algunos de sus fideos. Inmediatamente, buscó una botella de agua y comenzó a beber a sorbos. -¿Me estás tomando el pelo?

-No.

-Fuiste un monstruo con ella.

-Lo sé.

-Vaya. -Dijo con una expresión de burla en su rostro. Le estaba diciendo de manera no verbal: El karma es una perra.

-No me jodas-, dijo Dean, y de inmediato se arrepintió. -Me haces molestar con tu cara socarrona, y mira lo que hago. Sabes que había dejado de maldecir por culpa de que Maggie lo copiara y ahora parece que lo convierto en un hábito.

-No me culpes a mí. Esta situación con esa chica ya te hace cometer errores.

-Elaine ya no es una chica.

-¿No?

-No, es toda una mujer-. Y tampoco iba a decirle a su hermano cómo había respondido a ella. Esta chica, no, mujer, que él había atormentado durante la escuela secundaria. Ella había sido más grande que las otras adolescentes de su año. Caderas más anchas, tetas más grandes. Él se juntaba con las animadoras que la odiaban. Elaine era inteligente, dulce, amable. Tenía un gran corazón, y por eso, se había convertido en un objetivo.

Follándose a Cami y a la mayoría del equipo de animadoras de forma habitual, había adquirido el hábito del hostigamiento. Había lastimado a Elaine para ganarse las risas. Había sido un completo imbécil y no le había importado que ella fuera la persona a la que había utilizado para atormentar.

Ahora, ella había aparecido en su puerta, sin llevar ropa cara, pero con un aspecto práctico como si fuera una madre. Su largo y abundante cabello castaño le caía por la espalda, sus ojos marrones tenían más profundidad de la que él recordaba, y esos labios. Estaban diseñados para ser besados y envolver la polla de un hombre.

Quería follarla. Probarla.

Tenerla.

El golpe instantáneo de la lujuria lo había tomado por sorpresa y en lugar de tratar de coquetear con ella, había sido un imbécil. Era propio de él actuar así. Era un jodido imbécil de primer nivel.

Pasándose los dedos por el cabello, trató de mantener a raya sus agitadas emociones, pero nada lo ayudaba. Necesitaba aclarar su mente.

-Ah, toda una mujer. Conozco ese tipo de mirada.

-No lo hagas.

-¿Que no haga qué? ¿Apuntar lo obvio de que claramente quieres follarte a la chica? No soy estúpido.

-Yo tampoco lo soy-, dijo él. -Y baja la voz. Lo último que quiero es que Maggie vaya a gritar esa palabra mientras estoy en la tienda.

-Mira, toda la mierda del instituto ha quedado atrás. ¿Has contratado a Elaine?

-No.

-¿Por qué no?

-¿Y si es una perra con mi hija?

-¿Has comprobado sus credenciales? ¿Puede hacer el trabajo?

-Sí, lo hice. También intenté encontrar a otra persona.

-¿Y?

-Nada. No hay una niñera que pueda vivir y cuidar a mi hija las veinticuatro horas del día mientras consigo recomponerme.

-Creo que es seguro decir que vas a tener que contratar a esta mujer. Ten un poco de fe.

-¿Tener un poco de fe?- Dean sacudió la cabeza. -Sólo quieres que vuelva a trabajar.

-Sí, lo hago, pero también quiero que mi hermanito se dé cuenta de que no cometió un error.

-Oh, ¿te refieres a casarme con Cami?

-No, ella fue un error. No hay manera de disfrazar su existencia en tu vida. La jodiste, a gran escala. Ella fue la peor decisión que has tomado. Lo siento y no te ofendas.

-No me ofendo-. No podía mentirle exactamente a su hermano sobre sus sentimientos cuando se trataba de Cami. Ella fue un gran error. Habían estado equivocados el uno con el otro desde el principio.

-Pero, si quitamos a Cami de la ecuación, Maggie es una niña hermosa y dulce. Aunque fuera una mocosa o algo así, sigue siendo parte de ti. Ahí es donde nunca puedes arrepentirte de lo que pasó. Si por un momento deseas no haberte metido en la cama con Cami, piensa que no tendrías una razón para sonreír cada día.

-¿Alguna vez te arrepientes de tus propios hijos?

-No. Ni siquiera por un momento. A veces me gustaría que me dieran un respiro para poder disfrutar de mi mujer, pero no, los amo completamente. - Damian volvió a comer sus fideos.

-Entonces, ¿por qué estás sentado conmigo comiendo comida para llevar y no con ellos?

-Mi esposa me envió. Ella quería que me asegurara de que estabas bien y manejando las cosas por tu cuenta.

-Ah, Leah siempre tuvo una debilidad por mí.

-Ni siquiera empieces con eso. Sabes que me dan ganas de darte una paliza.

-Sí, y tú eres un maldito buen abogado. Argumentarías que necesitaba la paliza.

-Sí. Que he ayudado a la sociedad poniéndote en tu sitio. Deja de ser un imbécil y contrata a Elaine. ¿Alguien te dio alguna pista, siquiera una pizca, de que ella sería un problema?

-No, todo lo contrario. Según ellos, parece una especie de santa.

-Si mi memoria no me falla, ella siempre hacía cosas buenas en la escuela. Puede que sea una buena persona por naturaleza. Ya sabes, el tipo de persona que hace cosas buenas desde la bondad de su corazón. Créeme, lo necesitas. Creo que este lugar está empezando a cultivar cosas especiales, ¿sabes?

-Eres un imbécil-, dijo.

-Y me quieres por ello. Siempre me querrás por ello-. Damian le sopló un beso. -Vamos, llámala. Hazle saber que quieres que trabaje inmediatamente.

-Tendré que preparar la habitación de invitados-, le dijo.

-Entonces, no voy a ninguna parte. Si puedo decirle a Leah que todo está controlado, que tienes una niñera y alguien que te ayude a organizar tu vida, seré un hombre feliz esta noche.

-Qué asco, hombre. Hay algunas mierdas que no necesito saber.

-Tienes que dejar de maldecir. Maggie te copiará-, se rió Damian.

Tras ponerse en pie, agarro su móvil del pasillo, donde también había dejado la tarjeta de Elaine. No quería hacer esta llamada. No porque no la necesitara, sino porque algo no encajaba.

Elaine no debería cuidar de su hija. Él debería ser capaz de estar al tanto de todo, sólo que había demostrado más de una vez que no podía hacerlo todo.

Después de teclear su número, sonó. Esperaba que saltara el buzón de voz y que tuviera una pequeña razón para no hacer la llamada. Dar alguna excusa sobre que ella no era la adecuada. Si ni siquiera podía responder a una llamada, ¿qué podía hacer realmente para ayudarlo? Nada. Así de simple.

-Hola-, dijo Elaine.

Típico.

-Elaine, hola, soy Dean.

-Hola, Dean.

-Sí, he estado pensando y me preguntaba, ¿cuándo podrías empezar? Tengo una habitación libre que puedo limpiar para ti. No sería ninguna molestia.

-¿Habitación libre?

-El puesto es para vivir aquí-. Por favor, di que no puedes hacerlo.

-Sí, por supuesto. ¿Me estás ofreciendo el trabajo?

-Sí, en cuanto puedas empezar.

-¿Qué tal si me paso mañana? Puedo empezar. Puedes mostrarme la rutina de Maggie.

¿Rutina? Él no tenía una para ella.

-Y podemos establecer un horario de cómo quieres que esto funcione.

-Sí, eso suena genial.

-Genial. Estoy deseando verte. - Y él también. -Adiós.

-Adiós.

-Sabes, parecía que querías decir mucho más en ese momento-, dijo Damian.

Se giró para ver a su hermano todavía comiendo fideos, apoyado en el marco de la puerta.

-No empieces.

-No estoy empezando. Simplemente, estoy constatando el hecho de que parecía que tenías hambre. Esto me tiene intrigado. No he visto a Elaine en años, así que tengo que preguntarme, ¿ya quieres follar con tu niñera?

-Te sugiero que comas y te vayas a casa con tu mujer. No voy a discutir esto contigo.

-De acuerdo, pero para advertirte, Elaine va a estar aquí cada hora de cada día, a menos que esté saliendo con alguien. Estará en pijama o con la ropa que lleve. Tu casa no es demasiado grande, así que vas a estar mucho con ella.

¿Serás el patrón perfecto o la pondrás en su lugar?

-¿Sabes qué, Damian? Puede que seas el mayor, pero eres el más joven de corazón.

-Tengo una manera de mantenerme joven. Es estar enamorado y tener una familia con la que quiero volver a casa. Hablando de eso, mi trabajo aquí ha terminado. Viene la niñera y yo tengo una familia en casa.

-Dijiste que me ibas a ayudar con la habitación libre-, le digo.

            
            

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