Capítulo 5 Sentimientos

Tras meses de ausencia, Dean se sentó por fin detrás de su escritorio. Pasó las manos por la madera de caoba. Era un escritorio adecuado para un buen abogado. También estaba lleno. De vuelta al trabajo, con un desayuno completo, y con su hija siendo cuidada.

Mientras Elaine lo observaba ayer cuidando de Maggie, se había inventado un horario de trabajo completo que también incluía limpieza masiva, actividades de aprendizaje, salidas al aire libre y, en general, llevar a Maggie hasta el agotamiento, pero del tipo divertido. No creía que funcionara. A Maggie sólo le gustaba hacer lo que quería. Era uno de los pocos rasgos que le recordaban a su madre.

Cami, incluso en el instituto, sólo hacía lo que quería. También le gustaba herir a mucha gente en el proceso. Sin embargo, él no iba a pensar en eso.

-Pensé en venir a verte en tu primer día. ¿Cómo lo llevas? - preguntó Damian, tomando el asiento frente a él.

- Estoy sentado aquí. Estoy detrás de mi escritorio. No he llamado a Elaine. Esta mañana he tomado un buen desayuno cocinado, que ha sido un buen respiro de las tostadas quemadas. Yo también creo que estuve comiendo moho, pero no puedo confirmarlo.

-Bien. Enciende tu ordenador. Ponte a trabajar. Tienes clientes esperándote y no hay un momento que perder. Te hemos echado de menos.

Dean asintió a su hermano.

Llevaba mucho tiempo sin trabajar. Se sentó en su silla, cerró los ojos y luego los abrió.

Anoche fue la primera vez que se durmió completamente. Cuando había ido a la cocina esta mañana, a la caza de los olores que enloquecían su estómago, Elaine había estado cocinando, con un aspecto renovado en un pantalón de chándal y una camiseta que parecía ceñirse a todas sus curvas en los lugares adecuados. Y bailaba, tenia su propia corneta portátil con algo de música pop, meneando esas sensuales caderas de un lado a otro mientras cocinaba el desayuno... Le gusto verla en su casa, por un momento se olvido del vacío que había dejado Cami, y se sentía mas como un hogar.

Ahora que lo pensaba, todo su cuerpo era una tentación. ¿Se había tomado alguna vez el tiempo de mirar ese jugoso par de tetas que suplicaban ser agarradas, ser tocadas? La deseaba. No tenía ninguna duda de que la deseaba, y era una puta locura. La había hostigado por ser gorda. Se burló, se mofó, le hizo la vida imposible, y ahora veía esas curvas y ella lo hacía doler. Ninguna mujer le había hecho sentir así en mucho tiempo. Extrañaba eso. Quería eso.

Ella le había proporcionado un desayuno digno de un rey. Nunca había estado más lleno en su vida.

Ahora necesitaba poner su cabeza en el juego.

Apartando todos los pensamientos de Elaine de su mente, dejó la maleta, encendió el ordenador y accedió a sus correos electrónicos. El primer correo que tenía que atender era el de la vuelta al trabajo. Al hojear las páginas, se aburrió por completo, pero terminó todo lo que tenía que hacer. Le recordó lo que se requería de él. La ley. Las condiciones de su regreso. Lo normal. Después de ocuparse de eso, se metió de lleno en los casos.

Le encantaba el derecho. Era una de las razones por las que lo había estudiado incluso con una beca de fútbol. Había tantas lagunas y trucos para entender la forma en que estaba escrita una ley. Le parecía un reto, y le encantaban las complicaciones y las situaciones complejas. Eran su debilidad. Después de descolgar el teléfono para llamar al juzgado, se atascó preparándose para atender a varios clientes. Algunos de ellos estaban en la cárcel del condado, y organizó entrevistas con ellos.

Justo cuando había terminado la última llamada, levantó la vista y vio a Maggie y Elaine fuera de su despacho. Se levantó y se abotonó la chaqueta, sintiéndose él mismo más que nunca.

Elaine aún llevaba un pantalón de chándal. Llevaba el pelo largo y grueso recogido en la nuca. Maggie llevaba el pelo en dos colas de caballo que le llegaban hasta el pecho. Tenía una enorme sonrisa en la cara y también estaba vestida con ropa de verdad. Un vestido, un par de medias y unos zapatos.

-¿Es un buen momento? - preguntó Elaine, en la puerta.

Dean vio que un par de personas observaban. Elaine sostenía la mano de Maggie.

-Te hemos traído el almuerzo, papi-, dijo Maggie, sosteniendo una bolsa de papel marrón.

-He visto que no has tomado el almuerzo que te preparé y, como hace un día tan bonito, he pensado que Maggie y yo podríamos traértelo.

-¿Han venido caminando hasta aquí?

-Sí.

-A Maggie no le gusta caminar.

-Sí me gusta, papi. Cuando lleguemos a casa, vamos a hacer magdalenas. Puedo mezclar la masa. Elaine lo prometió. ¿No es así?

-Sí, lo hice. Aquí está tu almuerzo.

-¿Me has hecho la comida?

-Lo hice.

-No lo había visto.

-Lo pondré junto a tu maletín a partir de ahora-. Ella le sonrió.

¿Siempre fue así de guapa en el instituto? No, no podía ser posible, si lo hubiera sido, habría tenido a los chicos encima, y eso simplemente no había ocurrido. Nadie había querido a Elaine.

-Oye, Dean, ¿cómo va todo? - preguntó Damian, invitándose a entrar en el despacho.

Elaine se giró para ver a Damian.

-Vaya, vaya, vaya, si es Elaine Stewart. Me enteré de que habías asumido la espantosa tarea de cuidar a mi hermano.

-Y de Maggie-. Elaine levantó un poco la mano.

-Ah, mi descarada sobrina. ¿Te estás portando bien?

-De lo mejor. - respondió la niña, pero en realidad lucia como una pequeña ladronzuela, encantadora pero una ladronzuela al fin.

-No me lo creo. Eres una pequeña diablilla-. Damian empezó a hacerle cosquillas.

Dean observó a su hermano, que siempre había tenido mucha facilidad con los niños.

-Será mejor que nos vayamos. Creo que ya te hemos robado demasiado tiempo-, dijo Elaine. Maggie le tomó la mano a ella y él lo vio como la reacción más natural del mundo. Su hija ya confiaba en Elaine.

-Puedes pasarte cuando quieras. Ten en cuenta que es un vago, así que encontrará cualquier excusa para no trabajar. Aunque entiendo que quiera quedarse en casa-. Damian le guiñó un ojo a Elaine.

Elaine se sonrojó. -Bien, de acuerdo, sí, creo que es hora de que lleve a Maggie a casa. Esperamos que disfrutes del almuerzo, ¿verdad, Maggie?

-Sí, disfruta del almuerzo, papi.

Se sintió tentado de olvidar su almuerzo más a menudo para ver a Elaine y a su pequeña. Las vio salir de la oficina y caminar por la calle.

-Vaya-, dijo Damian, mientras devoraba el trasero de la pobre Elaine, que ni enterada estaba.

-Estás casado.

-No decía wow para mí, pero puedo entender por qué estabas luchando con esa decisión. Ella es caliente.

-No lo hagas-, dijo Dean.

-Sabes, cuando lo pienso, Elaine era caliente en el instituto.

-Era gorda.

-No seas idiota, Dean.

Se pasó las manos por la cara. -Estoy empezando a preguntarme lo mismo, ¿de acuerdo? No estoy del todo contento con cómo estoy pensando las cosas ahora mismo, ¿de acuerdo? Quiero decir, ella es... Elaine-. Sacudió la cabeza. Al abrir la bolsa marrón, vio un par de sándwiches, una bolsa de patatas fritas, e incluso parecía haber un par de galletas envueltas. No era mucho, pero era algo.

Se le hizo la boca agua.

-¿Qué te parece todo?

-Bien. Ningún problema hasta ahora, aunque no esperaba ninguno-. Dio un mordisco al sándwich. Queso y pepinillos. Le encantó. Devoró todo el almuerzo en menos de cinco minutos. Tenía mucha hambre.

-¿Así que la niñera está trabajando para ti? - preguntó Damian.

-¿Estás jugando a la rutina del hermano mayor?

-Sí.

-No hace falta.

-¿Ya ha firmado Cami el papeleo?

-No.

-¿Realmente crees que alguna vez lo firmará?

-Lo hará.

-¿Cómo lo sabes?

-Conozco a Cami. Sé que va a encontrar a alguien que pueda ofrecerle algo mejor. Eso es todo lo que Cami ha hecho siempre. No me hice ilusiones cuando me casé con ella. Probablemente, sabrás que cuando se quedó embarazada de mí, pensó que yo ya era rico.

Damian sonrió. -Me alegro de que te divorcies de ella. Ya sabes lo que significa.

-No voy a ir a la búsqueda.

-¿Por qué ir a buscar cuando tienes una candidata perfecta trabajando contigo?

-Te ocupas de casos de acoso sexual. Si de alguna manera hago que Elaine se sienta incómoda, puede tener mi trasero por esa pequeña tontería. No va a suceder.

-A menos que ella sienta lo mismo. La mujer te está haciendo el desayuno y el almuerzo. Creo que es seguro decir que algo está pasando allí.

Damian lo dejó solo. Dean terminó su café, arrugó la bolsa de almuerzo vacía y se sentó. Tenía que ponerse las pilas y bajar al juzgado para ocuparse de un delincuente al que le gustaba hacer grafitis en la propiedad pública. El chico tenía algunos problemas importantes. Estaba en el sistema ya que no era su primer delito.

Sin embargo, a pesar de que el enfrentamiento que sin duda iba a tener lo llenaba de anticipación, cierta morena lo había llenado de necesidad. Hacía mucho tiempo que no se sentía así por nadie. Era una experiencia totalmente nueva para él. Una que quería disfrutar, aunque fuera su empleador.

                         

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