-La señorita Jenna Madison-, respondió la recepcionista con una sonrisa amable. -Sígame por aquí, el CEO la está esperando-. Jenna siguió a la recepcionista por los pasillos iluminados, dirigiéndose hacia la majestuosa oficina de su nuevo jefe. Aunque había tratado de estar mejor preparada que el día anterior, los nervios seguían presentes. Sus manos temblaban levemente y sus mejillas se sonrojaban por la emoción.
Al entrar a la oficina, Jenna quedó sorprendida al encontrarse frente a frente con una figura que le resultaba familiar. Era nada menos que Joshua Sullivan, su antiguo jefe, ahora convertido en el CEO de la compañía. Su sorpresa era evidente, y él parecía divertirse con ello.
-Buenos días-, titubeó Jenna, entrelazando sus dedos, sin poder evitar el nerviosismo.
-Buenos días, Jenna. Me alegra mucho verte aquí de nuevo. Pensé que no aceptarías la oferta después de lo sucedido ayer con esa mujer-, dijo Joshua con una sonrisa.
-No lo tuve que pensar dos veces. Mi gran sueño siempre ha sido trabajar en esta compañía, pero jamás imaginé que usted sería el CEO. Me siento muy avergonzada-, respondió Jenna, bajando la mirada, sin atreverse a mirar a los ojos a su nuevo jefe. Para Joshua, la situación resultaba entretenida.
Joshua se acercó lentamente a ella, sintiendo el aroma que Jenna desprendía. Los instintos de lobo se despertaron, y él no pudo resistirse a rozar su nariz en el cuello de Jenna, provocando un estremecimiento en ella.
Jenna se alejó un poco y sujetó con más fuerza su bolso debido a los nervios. -Señor, ¿podría decirme cuáles serán mis funciones? -, preguntó, intentando despejar el ambiente.
El licántropo se sintió avergonzado por su comportamiento y se disculpó, sintiendo que ella podía pensar mal de él. Jenna levantó la cabeza y lo miró fijamente, también sintiendo la conexión especial entre ambos.
-No tiene que disculparse, señor. Ahora no quiero quitarle mucho de su tiempo, me gustaría saber acerca de mi puesto de trabajo-, respondió Jenna con una sonrisa, mostrando comprensión y dulzura en sus palabras.
Mathew la condujo hacia su nueva oficina en silencio, ambos un poco incómodos por lo ocurrido. Al entrar, los ojos de Jenna se abrieron sorprendidos al ver el amplio y hermoso espacio destinado para ella. Era un lugar que no solo sería su oficina, sino también el inicio de un nuevo capítulo en su vida, con el hombre que había despertado en ella una conexión mágica y especial.
Una vez dentro de su nueva oficina, Jenna quedó deslumbrada por la belleza y el lujo que la rodeaba. Un hermoso escritorio de cristal, una laptop de última generación, un gran ventanal que dejaba entrar la luz del sol y dos ramos de flores gigantes adornaban el lugar. No podía creer que todo eso fuera para ella.
-¿Aquí voy a trabajar, señor? -, dijo Jenna, mientras tocaba con sutileza todo lo que la rodeaba, sin poder creer que mereciera un espacio tan maravilloso.
-Sí, este será tu lugar de trabajo. Es una oficina cercana a la mía, así que, si tienes alguna duda o necesitas algo, no dudes en venir a verme-, le explicó Mathew, acercándose a ella con una mirada que la intimidaba, pero también la atraía. ¿Qué tenía ese hombre que la hacía sentir de esa manera? La química entre ellos era innegable, sus destinos parecían haberse entrelazado desde el primer momento en que se encontraron.
-Muchas gracias, señor...-, respondió Jenna tímidamente.
-No me digas más señor, dime Mathew. Para ti, soy solo Mathew-, le dijo él acercándose aún más y tomando su mano. En un acto impulsivo, le dio un dulce beso, provocando una corriente eléctrica en todo el cuerpo de Jenna. Sus labios temblaban y, con cierta vergüenza, ella retiró su mano, aunque el contacto la había dejado impactada.
-Está bien-, respondió con su dulce voz que encantaba a Mathew. -Me pondré de inmediato a trabajar-.
-Vendrá alguien para hacerte la inducción, pero estaré pendiente de ti. Además, sobre tu escritorio está el contrato de trabajo. Léelo y, si estás de acuerdo, puedes firmarlo. Siéntete como en casa-, le indicó Mathew, sin dejar de observarla. Jenna se sentó ante su nuevo puesto de trabajo mientras él la miraba con atención. Aunque ella no decía nada más, él quedó fascinado por su presencia, sintiendo que estaba conectado a ella de una manera inexplicable.
-¿Me necesita para algo más, Mathew? -, rompió el incomodo silencio Jenna, sacándolo de su ensimismamiento. Él sonrió y negó con la cabeza antes de salir de su oficina. Al hacerlo, sentía como si la mirada de Jenna se hubiera quedado impregnada en sus ojos. Tenerla tan cerca sería más difícil de lo que había imaginado, mantenerse bajo control y no ceder a la pasión que despertaba en él, era un desafío que estaba dispuesto a enfrentar.
Mientras tanto, en la oficina, Jenna se pellizcaba a sí misma, incrédula por lo que acababa de suceder. Todo había sido tan vertiginoso que no podía justificar una posible atracción hacia su jefe, ¡eso era una locura! Pero algo en su interior le decía que esa conexión no era simplemente imaginación.
Jenna tomó su teléfono y llamó inmediatamente a su amiga Yulieth, quien debía estar alucinando con todo lo que estaba sucediendo.
-¡Hola, linda! ¿Pasa algo? Es extraño que me llames a esta hora-, respondió su amiga, algo preocupada.
-No, no me ha pasado nada, Yulieth, pero aquí todo es muy extraño. El hombre que me ayudó ayer resultó ser mi jefe, y estoy muerta de vergüenza frente a él-, le confesó Jenna.
-Tranquila, amiga. Es bueno que él ya sepa tu situación, eso hará que tu trabajo sea más agradable-, la reconfortó Yulieth.
-Pero es que es mucho más que eso. No sé, pero siento que entre él y yo hay algo más-, expresó Jenna, notando la incredulidad de su amiga al otro lado de la línea.
-¿Estás loca o qué, Isa? Un hombre como él jamás se fijaría en una mujer como tú. Eso debes tenerlo claro. Debes estar alucinando, mujer. No has dormido bien o algo, eso no puede ser posible. Apenas lo has visto dos veces-, rio Yulieth, lo que hizo que Jenna alejara la bocina de su oído.
Quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre lo que su amiga le había dicho. Era cierto, era completamente ilógico que alguien como él se interesara en ella de esa manera. Sacudió su cabeza para volver en sí y, resignada, continuó con la llamada.
-Sí, tienes razón. Debe ser todo el estrés que he tenido lo que me ha hecho pensar cosas que no son. Gracias, amiga. Hablamos en la tarde-, se despidió Jenna.
Unos minutos después, otra joven mujer se encontraba en su oficina, dándole la capacitación de su nuevo cargo y explicándole su contrato. Ahora, Jenna era la jefa del departamento de diseño interior, pero ni siquiera había tenido tiempo de asimilar lo que acababa de suceder con su jefe, Mathew. Ya había tenido suficiente emoción por un día.
El tiempo pasó volando y, sin siquiera despedirse de Mathew, Jenna salió de la oficina. Sentía que le habían cambiado la vida en un abrir y cerrar de ojos, y estaba ansiosa por enfrentar este nuevo capítulo en su vida profesional. Sin embargo, una parte de ella seguía pensando en la atracción inminente que sentía hacia su misterioso jefe, pero decidió dejar esos pensamientos a un lado y centrarse en su trabajo.
Después de todo, la vida de Jenna estaba a punto de dar un giro inesperado, y solo el destino sabía lo que le esperaba en el futuro.