Capítulo 5 La provocación de Adaline

El salón del banquete era un espectáculo de lujo, lleno de invitados que entablaban animadas conversaciones y alzaban sus copas en eufóricos brindis.

Cuando Lilah hizo su entrada, se abrió paso entre la multitud para saludar a los anfitriones de la velada.

El evento estaba organizado por la extravagante familia Hughes, un nombre sinónimo de riqueza y extravagancia. Kylie Hughes, que esperaba con impaciencia la llegada de la misteriosa L. P., se quedó desconcertada al ver a Lilah.

"¿Eres L. P.?", preguntó, con evidente incredulidad.

"En persona", afirmó la joven, presentando su invitación.

Los ojos de Kylie brillaron de emoción.

"Es un placer conocerla. ¿Podría considerar la posibilidad de diseñar un juego de joyas personalizado para mi hija?".

Lilah, colocándose el emblemático broche de su empresa en el traje, respondió:

"Me he unido recientemente a Aurora Jewelers y empezaré a trabajar allí dentro de poco. Puede hacer todos los pedidos a través de ellos".

"¡Claro que lo haré!", respondió Kylie, genuinamente encantada con Lilah.

Su conversación fue interesante, y de no haber sido porque otros buscaban la atención de Kylie, podría haber durado tiempo indefinido. Cuando Kylie se alejó, Lilah se giró de repente, provocando un choque que hizo que el vino tinto que llevaba en la mano salpicara.

"¡Mi bolso, Lilah!". La voz de Adaline sonó, llamando la atención de los presentes.

El bolso, antes inmaculado, tenía ahora horribles manchas de vino. El rostro de Adaline era una máscara de fingido desconsuelo.

"¡Qué descuidada! ¡Mi bolso está estropeado!".

"Yo correré con los gastos de limpieza", ofreció Lilah, con calma.

El rostro de Adaline se transformó en una expresión de lástima.

"Como diseñadora de joyas, ¿no deberías entenderlo mejor? Es una pieza excepcional. Es una de las diez que hay en el mundo y está adornada con diamantes azules. Limpiarla disminuiría su valor". Su voz, aparentemente suave, estaba teñida de desprecio. Continuó: "Hagámoslo sencillo. Puedes compensarme con trescientos mil dólares".

"¿Trescientos mil dólares por este bolso?", respondió Lilah con un gesto burlón.

"Fue un regalo de Iker, por valor de medio millón", replicó Adaline, con los ojos llenos de lágrimas. "No pensé que lo estropearías, Lilah. Pero estoy segura de que no fue intencionado. Tu relación con Iker es cosa del pasado, después de todo".

Murmullos de simpatía por Adaline recorrieron el lugar:

"¿Cómo puede Lilah llamarse diseñadora de joyas y no apreciar el valor de estos diamantes?".

"Apuesto a que lo hizo por envidia, al ver el regalo que Adaline recibió del señor Lewis".

"La generosidad de Adaline es increíble. ¿Quitarse doscientos mil dólares así como así? Yo no sería tan amable. Claramente, Lilah y Adaline son muy diferentes".

Con mordaz sarcasmo, Lilah replicó:

"El señor Lewis sí que tiene gustos refinados, regalándole a su amada una falsificación de bolso".

Los murmurllos criticándola aumentaron:

"¿Está Lilah intentando eludir el pago alegando falsamente que el bolso es una réplica?".

Un atisbo de culpabilidad brilló en los ojos de Iker, pero fue rápidamente sustituido por una expresión gélida.

"¿Qué estás insinuando, Lilah?".

Sin vacilar, la joven sacó un diamante azul del bolso y lo arrojó al piso, donde se hizo pedazos con un notable crujido.

"Parece que el vínculo entre el señor Lewis y la señorita Adaline Phillips es tan frágil como esta gema falsa. Para los conocedores de joyas que hay aquí, ¿no es de conocimiento general que los diamantes auténticos no se rompen tan fácilmente?". Lilah dirigió una mirada desdeñosa a Adaline. "Por mucho que desees lo contrario, las falsificaciones siempre seguirán siendo falsificaciones".

¡Aquello era una atrevida afrenta!

El rostro de Adaline reflejó una mezcla de ira e incredulidad mientras asimilaba la posibilidad de que Iker le hubiera regalado un bolso falso. Buscó respuestas en los ojos ahora tormentosos del hombre.

Él se defendió:

"La pieza auténtica viene en camino. No podía llegar antes de San Valentín, así que conseguí una imitación superior para complacer temporalmente a Adaline. En cuanto llegue el artículo auténtico, lo sustituiré".

Lilah respondió con una sonrisa sarcástica:

"Por supuesto, confío en tu palabra".