Salgo de la cama, encuentro mi ropa por el camino, me visto lo más rápido que puedo, unos jeans y una camiseta deben ser suficientes, y mientras paso la mano por el pelo en un intento de estar más presentable, abro la puerta.
- Señor Carter - George dice, con la misma postura discreta y solícita de cuando aún trabajaba para mi padre - usted tiene una visita inesperada.
- ¿Es un inesperado bueno o malo, George? - Pregunto, cerrando la puerta detrás de mí.
- ¿Es usted la Srta. Evans, ella fue bastante insistente si me permite decir - claro que lo permito, incluso porque conociendo bien a Bianca Evans, sé que sutileza nunca fue su fuerte. - Le espera en su oficina, señor.
Después de dar instrucciones rápidas a mi mayordomo para que se ofreciera amablemente a organizar un coche para llevar a las chicas a casa, con el viejo discurso ensayado sobre mí siendo llamado a una cita de última hora, me dirijo a mi oficina. La puerta está abierta y tan pronto como entro en la habitación veo a Bianca bebiendo el café que ella misma debe haber pedido a alguna criada, ella está elegante, en un vestido discreto, ajustado al cuerpo y tacones. Los cabellos rubios atrapados de forma distinta. Parece que ella está logrando cambiar su imagen con mucho éxito. Ella no recuerda, ni de lejos, la ambiciosa y codiciada animadora de la escuela.
- Srta. Evans - digo, pasando por ella, e ignorando la mirada que va del deseo a la repugnancia en segundos, cuando ella saca sus propias conclusiones sobre por qué un tipo como yo estaría en casa a mitad de semana, y no en mi oficina en un lujoso edificio en el centro de la ciudad. - ¿A qué debo el honor?
- Sr. Carter - ella sonríe - si hubiera devuelto mis llamadas ciertamente no tendría que venir a sacarlo de la cama. Digo, literalmente.
- Ya le dije lo que pasó - sé muy bien por qué Bianca está aquí, ella cree que estoy escondiendo algo, desde la noche en que crucé el camino de Grace Sinclair.
Yo creía que ella sabía, que tendría una ligera impresión al menos, que yo no quiero problemas con la familia Sinclair. Especialmente con su actual novio, Matt Sinclair. Bianca Evans se sacó la lotería, cuando mientras servía a algunos turistas en una degustación de vinos Sinclair, llamó la atención de uno de los hombres más exitosos del medio. La Bodega Sinclair es solo uno de los rentables negocios que administra, además de una fortuna, herencia de familia. Bianca quería un viejo rico, y parece cumplir los requisitos.
- ¿Al menos la llamaste? - preguntó, aunque aparentemente tranquila, su tono es impaciente.
- No pensé que debía. No inmediatamente después del accidente.
- Ella te dejó! - ella habló, tratando de averiguar mi razón para no intentar entrar en contacto con Grace.
- Podemos decir que dio - me recosto del sillón - la chica no es tonta, debe estar acostumbrada a hombres intentando seducirla, tanto por la belleza, como por la plata.
- Necesito que te acerques a ella - ella suspiró - desde que Grace volvió, Matt cambió. Ya no hablamos del viaje a Europa ni de una posible unión.
- Es natural, ella ha estado lejos por mucho tiempo, él debe estar queriendo cubrirla de atención, como todo buen padre haría - doy de hombros.
- No! ella está tramando algo, yo puedo sentirlo. si ella pudiera, no me dirigía la palabra.
- Tal vez sea cosa de tu cabeza.... - No disimulo el aburrimiento que siento cada vez que Bianca enloquece porque cree que alguien está queriendo alejarla de su gallina de los huevos de oro.
- Necesito que algo, o alguien la distraiga, Benedict, alguien en quien sé que puedo confiar - ella arqueó la ceja - después de todo, usted puede contar siempre con mi discreción, sobre... Todo.
No es que tuviera dudas de que iba a recurrir a un evento del pasado para convencerme de que la ayudara, de hecho, estaba seguro de que volvería a ese tema, pero no esperaba que fuera tan pronto. Hay situaciones que me gustaría dejar en el pasado, a veces incluso trato de no pensar en ello, pero en ese caso, tengo que admitir, es difícil solo superarlo. Permanezco en silencio por un tiempo, intentando evitar que algunos de aquellos recuerdos vuelvan inmediatamente a mi mente, como lo he hecho durante años.
- ¿Qué quieres que haga, Bianca?
- Acércate a ella, siempre fuiste bueno en eso, en hacer que la gente confíe en tus palabras y acciones. Si no lo fueras... Ambos sabemos que estarías en prisión, no en el negocio de tu familia.
Los dos lo sabemos, de hecho. Ella estaba allí, como siempre estuvo, en el momento adecuado, en el momento exacto, para testificar, escuchar o registrar algo. Y en mi caso, si un día ella decide hablar, no tengo dudas de que pagaré por lo que sucedió, inocente o no, tal vez no tenga como librarme nuevamente de las duras acusaciones que sufrí. No es que no lo merezca. Tal vez no creo que sea tan culpable como la gente cree.
- Me acerco a ella, ¿y? - No puede ser tan malo, después de todo, es una chica bonita, y la participación es una palabra que no se aplica a mí.
- Haz que ella hable, haz que Grace confíe tanto en ti que cuente todo, como un hombro amigo, o un caso que ella no resistiría detrás de la fachada de buena chica. - Bianca se levanta, y viene hacia mí, insinuándose de la manera seductora como suele hacer siempre que estamos solos. - Ambos sabemos que puedes ser muy persuasivo cuando quieres.
No es que sea una mala idea, Grace es muy bonita, en realidad me quedé muy impresionado cuando vi solo las fotos, que Bianca me envió, segura de que en algún momento Camille la llevaría a algún club o bar. Las fotos no hacen justicia a la belleza de Grace Sinclair, la chica es una belleza.
Después de que Bianca se va, voy a mi escritorio, abro el último cajón, y tomo una carpeta, donde están las fotos de Grace, un incómodo secreto entre documentos importantes. Ella parece feliz al atardecer, en alguna playa al final de la tarde. El vestido corto revelando curvas que pude ver personalmente cuando la encontré en el club. El pelo negro largo, y los ojos de un azul profundo, que parece ser característica de los Sinclair. Circula por donde va sin querer llamar la atención, pero no es como si eso fuera posible, es imposible no notarla. Hay otras fotos, una me parece haber sido tomada en el viñedo de la familia, otra en alguna ocasión reciente, un vestido lujoso y joyas caras. Una chica muy cara.
Pienso mientras guardo las fotos, siento que no debería tener eso por aquí, no como un pervertido hijo de puta, que ha estado pensando cada vez más en saber más sobre ella. Grace Sinclair no es para mí, ninguna mujer que se precie debería correr ese riesgo, porque probablemente se arrepentirá, hasta sus últimos días.